La edad preescolar es, sin lugar a
dudas, la etapa más significativa e importante del desarrollo del
ser humano, pues en la misma se estructuran las bases fundamentales de
este desarrollo, que en las sucesivas etapas de la vida se consolidarán
y perfeccionarán. En esto coinciden la mayoría de los autores
y concepciones, que aun planteando respuestas divergentes y contradictorias
respecto a las causas y condiciones a los que obedece este desarrollo,
muestran un definido consensus respecto a la significación de este
período en la formación del individuo.
La importancia crucial de esta etapa,
entendida como aquella que va desde el nacimiento hasta los seis – siete
años, y que en la generalidad de los países coincide con
el ingreso a la escuela, estriba en que la misma gran parte de las estructuras
biológicas, fisiológicas y psicológicas, están
en pleno proceso de transformación, lo que imparte un significado
particular a la estimulación que se realice en dichas estructuras
y consecuentemente a las cualidades y funciones psíquicas que dependen
de las mismas. Esto, al decir de L. Vigotski, revela la trascendental
influencia que tiene la estimulación, y por ende la enseñanza
y educación, para el desarrollo general del ser humano.
Uno de los hechos significativos de
la edad preescolar, entre tantos otros, radica en la presencia de numerosos
períodos sensitivos del desarrollo. Por período sensitivo
entendemos aquel intervalo de la vida en el cual una determinada cualidad
o función psíquica encuentra las mejores condiciones para
su surgimiento y formación, que en cualquier otro momento de la
misma. Así, el lenguaje, la función simbólica de
la conciencia, la independencia, entre muchos, tienen su período
sensitivo en la etapa preescolar. Propiciar la adecuada estimulación
de estas cualidades en su momento específico, va a ser determinante
a los fines del desarrollo multilateral del niño o niña
en estas edades.
Uno de los períodos sensitivos
de mayor importancia en esta fase de la vida lo constituye el de la percepción,
que abarca toda la etapa preescolar. La percepción es el primer
paso del conocimiento sensible del hombre, y es la base de todos los procesos
psíquicos: pensamiento, lenguaje, imaginación, etc. Así,
comenzando desde las primeras reacciones del neonato ante los estímulos
del medio, se va paulatinamente estructurando durante toda la etapa preescolar,
y en la cual el niño o niña asimila los patrones sensoriales
creados por la humanidad en su devenir histórico, y a su vez las
acciones mediante las cuales operan con estos patrones, o acciones perceptuales,
hasta, ya a fines de la etapa, surge la percepción analítica
que le permite al niño operar simultáneamente con los distintos
patrones sensoriales - forma, tamaño, color en una acción
perceptual compleja estrechamente ligada al pensamiento representativo
y las premisas del pensamiento lógico. Sin embargo, de no existir
un sistema de educación sensorial dirigido conscientemente al desarrollo
de este proceso, la percepción analítica no surge, limitando
considerablemente el desarrollo intelectual del niño o niña.
Por lo tanto, lograr este desarrollo
perceptual, y propiciar las condiciones para su propia estimulación,
es una tarea de primer orden en la educación en estas edades.
Uno de los tres principales patrones
sensoriales es el color. Por esto es fundamental que una estimulación
apropiada que garantice la asimilación por el niño de este
patrón y de sus correspondientes acciones perceptuales es básico
a los fines del desarrollo. Pero a su vez, el color como hecho perceptual
tiene una significativa influencia a su vez sobre el desarrollo psíquico
general, la cual es muy importante conocer y tomar en consideración
en este proceso de estimulación.
El color se encuentra presente en
casi todas las actividades del ser humano, y los estudios realizados al
respecto por los técnicos han demostrado la gran influencia que
tienen los colores sobre la realización y resultado de estas actividades,
a la vez que han puesto de manifiesto todo su valor en nuevos y variados
aspectos de carácter psicológico, fisiológico, pedagógico,
estético, terapéutico, entre otros.
El hecho de que el color ejerza influencias
significativas sobre la actividad humana hace necesario establecer científicamente
los lineamientos para su utilización en cada una de las posibilidades
y desenvolvimiento humanos, a fin de obtener los mejores rendimientos,
el más adecuado confort, la no interferencia negativa de la actividad,
y que su utilización racional implique un mínimo de estrés
y un máximo de bienestar al individuo.
De lo anterior se desprende que la
utilización del color en el centro de educación infantil
no puede ser entonces algo que se aplique al azar o sin tomar en cuenta
este conocimiento científico, máxime conociendo la importancia
de la estimulación para el desarrollo integral del niño
o niña y en la cual el color, como estímulo en sí
mismo, cobra un valor particular, en especial tomando en consideración
la maleabilidad e impresionabilidad de sus procesos psíquicos en
esta etapa de la vida.
Mas, no es posible comenzar a hablar
de la aplicación del color en las instalaciones, áreas diversas
y equipos de juego y recreación del centro infantil, sin conocer
los aspectos técnicos y teóricos del color, y que resultan
fundamentales para una cabal comprensión de los lineamientos prácticos
de su uso y selección.
Pero... ¿y qué es el color?
Por el término color
se denomina comúnmente a las materias que se utilizan para
producir coloraciones, las denominadas materias colorantes, y también
a los rayos que surgen de la descomposición espectral de la luz
blanca, o rayos coloreados. Es decir, el color puede producirse por un
pigmento o materia y por un rayo de luz.
Ahora bien, esto no es precisamente
el color, sino el medio a través del cual se crea. En realidad
es el efecto fisiológico, o impresión producida en la retina
del ojo humano por los elementos citados. Es, en suma, una sensación.
Sin embargo, la impresión en
la retina por sí sola no asegura la percepción del color,
sino que es necesaria la participación completa del analizador
visual, el que consta de un órgano receptor, el ojo, una vía
nerviosa aferente – eferente que posibilita la traslación y respuesta
del estímulo luminoso, y la zona cortical correspondiente, que
se localiza en la corteza occipital del cerebro.
No obstante, la retina, que es un
tejido altamente especializado, recibe directamente la impresión
del estímulo visual que más tarde llega al cerebro. En esta
retina existen dos tipos de células muy diferenciadas, los conos
y los bastoncillos, que poseen la capacidad de estimularse por la luz
y llevar a través de los nervios ópticos la estimulación
hasta la representación cortical del analizador visual.
Los bastoncillos son
células sensibles a las estimulaciones luminosas sin categoría
de color, o sea, a las variaciones de intensidad de la luz, y son los
responsables de permitirnos distinguir estas variaciones, es decir, tienen
que ver con la visión escotópica. Los conos,
a su vez, están facultados para registrar la percepción
y diferenciación de los colores, lo que se denomina la visión
cromática.
Ambas células son marcadamente
importantes en el proceso de la visión, y su daño causará
defectos irreparables en la misma. Una lesión de los bastoncillos
puede conducir en casos extremos a la ceguera nocturna, muestran que las
lesiones en los conos pueden provocar el daltonismo, o incapacidad para
distinguir determinados colores, e incluso la imposibilidad total de percibir
los colores, la denominada acromatopsia.
Lo anterior nos reafirma la concepción
del color como una sensación fisiológica que depende más
del individuo, que del objeto como tal. Este por si mismo no produce el
color, sino que refleja o transmite la luz de ese color, lo cual se comprueba
tomando un objeto cualquiera intensamente coloreado, por ejemplo, de color
rojo, y colocándolo en una habitación totalmente oscura.
Se observará que no se puede distinguir su color, no lo tiene para
el ojo humano. Por ello es que el conocido refrán de que "de noche
todos los gatos son pardos" se basa en este mismo principio: en ausencia
de la luz el color no puede ser diferenciado.
En presencia de luz el ojo humano
es capaz de percibir un rango considerable de colores que, sin embargo,
es infinitamente más pequeño que el de algunas especies
animales. El ojo humano puede percibir desde los 4.000 angstroms, que
es el límite que existe entre el violeta visible y el ultravioleta
invisible hasta aproximadamente los 7.600 que limita al rojo muy oscuro
del infrarrojo invisible. Entre estas dos longitudes de ondas extremas
se ubican los colores espectrales convencionalmente definidos: rojo, naranja,
amarillo, verde, azul y violeta. Sin embargo, esta banda visible del espectro
no es nada más que un 1.70 del espectro total, lo cual quiere decir
que el hombre solo es capaz de percibir una ínfima porción
total de colores que existen en la naturaleza y que son no visibles para
nosotros. A pesar de ello, la gama de variaciones y tonalidades que el
ojo humano es capaz de detectar es de algunos miles.
Las propiedades del color.
Todo color queda definido por tres
propiedades físicas: una longitud de onda dominante, que es lo
que comúnmente se conoce por tono y que permite el
reconocimiento del color específico en sí; un factor de
pureza, o relación con el blanco, que es lo que se denomina saturación;
y un factor de luminancia o reflectancia, o sea, cantidad de luz transmitida
o reflejada, y que se conoce por brillo, luminosidad o claridad
del color.
Estas tres propiedades se conjugan
entre sí y establecen la determinación específica
de cada color, y el grado en que se combinan define el color del objeto
dado. No obstante, el factor de luminancia tiene un valor capital en la
utilización práctica del color, ya que plantea la relación
existente entre el flujo de luz incidente total y el flujo reflejado,
a esto se le llama factor de reflexión.
Todo cuerpo no perfectamente blanco,
es decir, aquel que difunde del mismo modo y sin absorción la luz
que recibe; gris, que propaga de forma igual por reflexión o transmite
uniformemente las radiaciones; o negro, que es aquel que absorbe íntegramente
toda la luz, se denomina coloreado.
La clasificación del color.
Existen varias formas de clasificar
los colores, en dependencia de qué características se tomen
en cuenta para hacerlo, y conocerlas ayuda en gran medida al trabajo practico,
pues la generalidad de los manuales y cartas de colores utilizan esta
terminología en sus indicaciones.
Se denomina un color puro
a aquel que se corresponde con cada una de las diversas bandas espectrales
monocromáticas, es decir, la que se caracteriza físicamente
por una longitud de onda dada.
Una clasificación muy importante
es aquella que establece la existencia de determinados colores que se
denominan primarios porque a partir de ellos puede obtenerse
toda la gama conocida. Estos son tres y en el caso que los colores provengan
de luces, también llamadas fuentes primarias del color, se corresponden
con el rojo, el verde y el azul – violeta; y cuando provengan de las fuentes
secundarias o pigmentos serán el rojo, el amarillo y el azul.
Si dos colores primarios se combinan
originan uno secundario, como el verde, que se crea por
la fusión de los primarios azul y amarillo. A su vez, si dos secundarios
se unen, dan por resultado un intermedio, como suelen ser
el verde – naranja, el amarillo – verdoso, etc.
En las actuales tendencias de la moda
y el diseño de las edificaciones, suelen utilizarse con gran frecuencia
los colores complementarios por el contraste tan llamativo
que producen. Un color es complementario u opuesto de otro cuando contiene
los colores primarios que le faltan a él. Así, por ejemplo,
el verde es complementario del rojo porque contiene en sí al amarillo
y al azul, o este último es complementario del naranja porque el
mismo se forma por la combinación del amarillo y el rojo.
Pero, el blanco y el negro, ¿qué
tipo de colores son? Pues en realidad no son verdaderamente colores. El
blanco es la síntesis o mezcla integral de todos los colores básicos
primarios y secundarios, sin predominio de ninguno, y el negro es la ausencia
de todo color.
Una prueba de que tanto el blanco
como el negro, o los distintos matices de gris, no son auténticos
colores espectroscópicos, es que ninguno es complementario del
otro, por lo que sus mezclas no dan lugar a nuevos colores. La adición
de blanco o negro a otro color produce solamente un aumento o disminución
de la intensidad o pureza del matiz original, bien clarificándolo
excesivamente hasta el punto de hacerlo desaparecer, o bien oscureciéndolo
hasta desfigurarlo.
Estas cualidades caracterizan a los
colores desde el punto de vista de sus propiedades físicas y los
definen como tales. Sin embargo, el color tiene a su vez otros efectos
importantes y que están en dependencia de la interacción
que se establece entre el organismo humano y el estímulo físico
del color, como veremos a continuación.
Los efectos fisiológicos
del color
Diversas investigaciones realizadas
por estudiosos de la materia han comprobado que los colores ejercen una
influencia sobre los distintos procesos fisiológicos y funcionales
del organismo humano, lo que ha permitido su uso en variadas aplicaciones
médicas, industriales, laborales, entre otras.
Por ejemplo, se ha comprobado que
el amarillo es un estimulante visual y de los nervios que provoca una
excitación relevante de estos órganos. No es casual, por
lo tanto, que las señales del tránsito de vehículos
más importantes tengan el fondo amarillo, pues se vuelven más
significativas para el chofer, al contrastar con el rojo o el negro. Es
interesante saber igualmente que las luces amarillas atraen de forma poderosa
a los insectos, por lo que se acercan más a los bombillos incandescentes
que a las luces fluorescentes o frías, que son blancas. Este principio
se ha utilizado para el diseño de lámparas especiales "mata
– insectos" que como poseen una alta temperatura superficial tienen una
luz amarilla muy intensa que los atrae, para luego carbonizarse con su
contacto.
Se sabe que el verde baja la presión
sanguínea y dilata los capilares, que es antiinsómnico y
que es un color muy equilibrador y sedante, por lo que resulta adecuado
para el dormitorio y los sitios de reposo.
El rojo aumenta la tensión
muscular, la presión sanguínea y el ritmo respiratorio,
y es un color en extremo calorífico.
Así, todos los colores tienen
efectos fisiológicos sobre el organismo y provocan variaciones
importantes en su funcionamiento. No obstante, hay otros efectos para
los cuales no hay un correlato fisiológico y que, sin embargo,
ocasionan al igual reacciones importantes que se relacionan estrechamente
con los aspectos del funcionamiento psicológico.
Los efectos psicológicos
del color.
El color actúa sobre el individuo
produciendo paralelamente a la sensación visual, vivencias psicológicas
y otras ilusiones especiales. Así, los colores pueden producir
los efectos de elevaciones o disminuciones de la temperatura, de la distancia,
de la amplitud, entre otros, por nombrar algunos ejemplos.
Estos efectos pueden ser directos
o secundarios. Los primeros hacen que un ambiente u objeto parezca alegre
o triste, ligero o pesado, caliente o frío, amplio o estrecho.
Los secundarios tienen su origen en las asociaciones objetivas y subjetivas
del individuo, dadas por la relación afectiva del color. El negro
considerado como el color del "luto" en el mundo occidental, no lo es
así en algunos países orientales, en los que el blanco tiene
esta función.
Suelen calificarse de "calientes"
el rojo, el anaranjado y el amarillo, y de "fríos" el azul y el
violeta. Lo interesante de esto, y como comprobación de su efecto
psicológico, es que a pesar de existir psicológicamente
la sensación dada de frío o calor, los experimentos han
demostrado que no existe una correlación con la variación
térmica corporal del individuo, es decir, a su cuerpo no le sube
ni le baja la temperatura y, sin embargo, el individuo lo siente así.
En términos generales los colores
claros tienden a ser percibidos como alegres, y los oscuros como tristes.
Los calientes son dinámicos y excitantes mientras los fríos
son calmantes y sedativos.
Estos colores fríos, en especial
el azul, dan idea de amplitud espacial, y por ello se utiliza mucho para
aumentar la longitud de una sala, es un color muy calmante y más
recomendable que el verde para los dormitorios.
El resto de la grama espectroscópica
posee igualmente efectos psicológicos sobre el ser humano: el rojo
es muy caliente y en extremo dinámico, provocando reacciones emocionales
fuertes, mientras que el color café o carmelita reposa, pero aislado
puede provocar depresión, y ello hace que generalmente se combine
con amarillo o anaranjado. Este último es muy luminoso y conduce
a la alegría aunque no sobrepasa en calidad al amarillo que es
el color más alegre, por lo estimulante que es a la vista y a los
nervios.
El verde es fresco y húmedo,
por la acción que tiene para la iluminación solar demasiado
viva. Sin embargo, el color más fresco que existe es el blanco,
por reflejar prácticamente toda la luz que recibe, aunque suele
percibírsele como en extremo frío, si no se asocia con rojo,
amarillo o anaranjado.
Por regla general, tanto el violeta
como el negro, se evidencian deprimentes y evocadores de tristezas.
Estos efectos fisiológicos
y psicológicos han permitido crear un tipo especial de terapia
en el tratamiento de los desordenes mentales y psicofisiológicos,
la cromoterapia, donde en salones especiales el individuo es sometido
a la acción de luces coloreadas muy intensas y que tiene diversos
efectos sobre la sintomatología de los pacientes.
El conjunto de las propiedades físicas
y de los efectos psicológicos y fisiológicos del color deben
valorarse muy estrechamente al aplicarlos en las diversas facetas de la
actividad humana, pues pueden lo mismo impulsar y elevar la actividad
del sujeto cuando son correctamente usados, que interferir, dañar
o disminuir el rendimiento, la capacidad o la salud del individuo cuando
se emplean de manera incorrecta o inapropiada.
En el centro infantil no puede, por
lo tanto, utilizarse el color de manera fortuíta, sino que debe
hacerse un uso racional del mismo, por la relación tan importante
que esto tiene con la educación, la seguridad y el adecuado estado
emocional de los niños y niñas que asisten al mismo.
Este uso científico y apropiado
del color tiene que partir, por supuesto, de las particularidades psicológicas,
fisiológicas y psíquicas del organismo infantil de los niños
de esta edad, de las características de los procesos psicológicos
y de su actividad nerviosa superior, de la capacidad de trabajo y resistencia
de sus células nerviosas, de sus necesidades básicas. Por
lo tanto, se hace indispensable un conocimiento pleno de estas cuestiones,
y luego correlacionarlas con las posibilidades y aplicación del
color. No es tampoco dejar de lado las propias condiciones y requisitos
que dispone el proceso educativo. Finalmente, también es importante
a considerar el diseño estructural y funcional que el centro o
escuela infantil tiene y que, obviamente se ha de corresponder con las
necesidades y requisitos psicológicos, pedagógicos y organizativos
de las instituciones. En este sentido, muchas de las indicaciones que
hemos de plantear se derivan de las investigaciones realizadas por el
autor y otros colaboradores, así como de los resultados de otros
investigadores reflejados en la bibliografía.
La utilización del color
en exteriores del centro infantil.
Al entrar a considerar la aplicación
práctica del color en el exterior del edificio, deben tenerse en
cuenta dos aspectos fundamentales: por una parte las propiedades físicas
y los efectos del color sobre el organismo humano, y por la otra, las
condiciones geográficas locales donde se encuentre instalado el
centro infantil.
Como norma general, en las grandes
superficies se deben evitar los colores demasiado vivos y saturados, ya
que no solo chocan con los criterios estéticos, sino que representan
una fatiga visual y nerviosa por la dificultad de adaptación cromática,
que es muy limitada en los niños pequeños. Por lo tanto,
no es plausible pintar una gran superficie exterior de rojo sangre, por
ejemplo, o de naranja, amarillo girasol u otro color por el estilo.
No obstante, sabemos que los colores
con altos factores de reflexión producen ambientes más alegres,
limpios y adecuados que los que poseen factores de reflexión bajos.
A pesar de ello esto no puede llevarse al exceso ya que dichos colores
son capaces de crear deslumbramiento y, como consecuencia,
irritación o daño del analizador visual. Los ojos de los
niños y niñas en edad preescolar poseen estructuras muy
inmaduras cuando nacen, y sus posibilidades totales de adaptación
y acomodación visual se adquieren en un tiempo prolongado. Por
lo tanto, es muy importante evitar el deslumbramiento el cual en regiones
de extenso sol, puede alcanzar un grado verdaderamente dañino.
Sin embargo, si el clima es muy caluroso,
como sucede en diversas épocas del año, el uso de colores
de factores de reflexión bajos, al absorber más energía
solar, pueden resultar demasiado calientes para los moradores.
Una situación inversa se da
en aquellas localidades en que, por su situación geográfica,
la luminosidad solar es escasa, y por lo tanto, el clima puede ser predominantemente
frío y gris, y usar colores de bajos niveles de reflexión
pueden hacer estas condiciones climáticas impresionar mucho más
adversas.
Entonces, ¿qué hacer?... lo
que se impone es establecer una adecuada combinación de ambos aspectos,
hacer un estudio de las condiciones locales predominantes, y sobre ello
tomar decisiones, de modo que obteniendo el máximo de confort en
el interior del edificio mediante la utilización de un factor de
reflexión alto en la pintura exterior en el primer caso, y de factores
de reflexión más bajos en el segundo, no resulte perjudicial
la incidencia o ausencia de los rayos solares en el ambiente.
Se sabe que el blanco es el color
más fresco que existe, por ser el que menos energía absorbe.
No es casual, por lo tanto, que las escafandras de los astronautas sean
generalmente blancas, pues al absorber menos la energía solar y
las diversas radiaciones, la vida del que usa el traje espacial tiene
una mayor protección que si se hiciera de otro color. Sin embargo,
el blanco puro posee un factor de reflexión tan alto (el 80% y
aún más) que resulta en extremo deslumbrante, además
de que es sumamente frío, si no se asocia con la gama del rojo,
el amarillo o el naranja. Por lo tanto, el blanco puro es recomendable
que se excluya de la pintura exterior, y si se utiliza tiene que ser una
gama del blanco de menor índice de reflexión.
La solución estriba en determinar
colores que aproximándose lo suficiente al blanco como para ser
frescos, no posean un factor de reflexión tan elevado como ese,
entrando en esta categoría los colores claros y lavados, también
denominados colores pálidos. En la tabla que a continuación
se muestra se destacan algunos colores recomendables para la pintura exterior,
y que oscilan desde un 50% a un 75% de índice de reflexión,
que resulta, por las particularidades de acomodación visual de
los analizadores ópticos de los niños y niñas preescolares,
los más recomendables para estas edificaciones:
NATURALEZA
DE LA PINTURA
FACTOR
DE REFLEXION
Blanco
viejo
0.75
Crema
pálido
0.74
Crema
0.70
Beige
pálido
0.70
Amarillo
pálido
0.65
Ocre
claro
0.64
Verde
nilo
0.63
Verde
claro
0.62
Gamuza
pálido
0.60
Azul
claro, azul cielo
0.52
Azul
pálido
0.57
Por supuesto, esto no quiere decir
que la pintura exterior se concrete exclusivamente a estos
colores, ya que entre el rango recomendable del 50 – 75% existe una gama
muy variada de tonos, de la cual la anterior es solo una muestra, y para
lo que pueden consultarse las tablas y círculos de colores que
existen en el mercado, como la Ostwall, la Munsell, y la C.I.C, entre
otros.
De la pintura exterior deben excluirse
igualmente el marrón, por ser muy depresivo, o el rosa que resulta
en extremo caliente, así como también colores como el violeta
y el negro que tienen un factor de reflexión en extremo bajo. No
obstante, estos colores no recomendables pueden ser útiles en pequeñas
proporciones para ofrecer contrastes agradables a la vista, en forma de
bandas, líneas, pequeños motivos, etc.
Pero, en un principio habíamos
mencionado que las condiciones geográficas locales son un aspecto
a considerar en la selección del color, a las que se unen las condiciones
particulares de urbanización. En este sentido el centro infantil
no puede enfocarse como un edificio aislado que no tome en cuenta el contexto
que le rodea, lo que puede determinar que un color aparentemente recomendable,
pueda no serlo por el conjunto en el que se encuentra, por agudizar los
problemas presentes, o resaltar de forma antiestética con su entorno.
Igualmente, puede darse el caso de
que los colores no recomendables como el blanco puro, pueda justificarse
su uso debido a su alto nivel de reflexión, y tal es el caso de
cuando el centro infantil se ubica en zonas en que por la extrema cercanía
de los otros edificios y las condiciones de hacinamiento, o geográficas
adversas como ya referimos, sea necesario tratar de obtener el máximo
de luminosidad, a la vez que de frescura, si fuera el caso. Tal caso puede
ser el de los centros infantiles ubicados en zonas de alta densidad poblacional
y edificios altos, o en calles estrechas, donde la obtención del
sol y confort ambiental es difícil de lograr por las características
urbanas de la zona.
La pintura de los interiores.
Si importante resulta el análisis
de la utilización del color en los exteriores del centro infantil,
mucho más lo es el de los interiores, por hacer un efecto mucho
más sostenido y dependiente de las condiciones que cuando se trata
del exterior de la instalación. Aquí intervienen mucho más
los factores que se corresponden con las particularidades del desarrollo
del niño o niña preescolar, y a su vez de aquellos que se
relacionan con los objetivos y metas del trabajo educativo.
En términos generales la pintura
de interiores sigue los mismos lineamientos que la de los exteriores,
pero con especificaciones de acuerdo con la distinta utilización
de los locales.
Ello determina que, como norma, los
mismos colores que se excluyen para exteriores lo sean para los interiores,
con la salvedad de que para los techos el blanco puro es muy recomendable,
a fin de impartir luminosidad y refrescar el ambiente.
En la pintura interior se presentan
cuestiones que no eran significativas en la de los exteriores, o nuevos
aspectos que exigen un análisis especial. Uno de estos errores
se refiere a la tendencia a considerar que las paredes de las instituciones
infantiles, como sucede en las escuelas, deben poseer siempre una zona
inferior más oscura, basándose para ello en el hecho de
que los niños y niñas tienden a ensuciarlas, y los colores
oscuros ubicados en la zona inferior son más encubridores. Esto
que no solo constituye un error de la utilización del color es
también un error pedagógico , pues el problema
no radica en esconder la suciedad bajo un color oscuro, sino enseñar
a los niños a no ensuciar las paredes.
En el caso del niño preescolar,
este bicolorismo vertical es tremendamente dañino para su analizador
visual, pues como los colores que utilizan tiene generalmente factores
de reflexión antagónicos, el receptor visual tiene que estar
constantemente adaptándose a dos intensidades contradictorias
de luz, lo que puede causar fatiga funcional del receptor y dañar
considerablemente el analizador que en este período de la vida
está aun madurando.
Considerando esto, vamos entonces
a analizar la utilización del color en los diversos locales del
centro infantil.
Las paredes: Por lo
anterior, deben ser siempre claras y de colores enteros, para incitar
a los niños a ser más limpios y cuidadosos, labor que corresponde
al educador. Por otra parte al notarse más cualquier suciedad sobre
la superficie, asegura la necesidad de mantenerlas sistemáticamente
limpias, con su consecuente resultado en la higiene de la institución.
Si el colorismo vertical obliga al
analizador visual a un esfuerzo de acomodación constante, por las
mismas razones el uso del bicolorismo horizontal, o sea la utilización
de paredes de dos colores en sentido horizontal, es igualmente considerado
perjudicial en centros educacionales para niños pequeños,
salvo en condiciones muy especiales en que sea necesario dar la impresión
de amplitud espacial por la pequeñez del local, y en este caso
se hace necesario usar factores de reflexión semejantes.
Por ultimo, ha de recordarse que estas
paredes deben ser siempre mates y no brillantes.
Desde este punto de vista son recomendables
el verde acua, el azul cielo, el coral, el verde pálido o amarillo,
con sus derivados, crema, gamuza y beige. Los pasillos pueden pintarse
con colores relativamente vivos, pero no deben presentar un contraste
demasiado brusco cuando se sale de un recinto determinado, en estos casos
se encomia el azul claro por su impresión de amplitud espacial.
Los salones del centro infantil:
tienen la particularidad de que algunos centros sirven indistintamente
como dormitorio, comedor, y para la realización de las actividades
pedagógicas. Este múltiple uso obliga a una selección
cuidadosa del color que trate de conjugar, si así fuere necesario,
su variada utilización.
Partiendo del criterio de que los
niños y niñas deben permanecer la mayor parte del tiempo
en el área exterior de juego, y que el salón se use fundamentalmente
en los procesos de satisfacción de necesidades básicas,
sueño, alimentación, o cuando las condiciones atmosféricas
así lo obliguen, ha de pintarse de azul o verde claro, por su efecto
sedante y equilibrador. En aquellos centros que tengan dormitorio, el
azul es aún más recomendable por poseer un gran efecto somnoliente.
Es interesante saber que este color, que es tan sedante resulta demasiado
frío y adormecedor para el aula del grado preescolar, en la que
sí se realiza una actividad intelectual notable, por lo que es
preferible en este caso usar el verde pálido o el amarillo con
sus gamas. Dentro de la misma las investigaciones han comprobado que el
mejor color para la pizarra es el verde oscuro, en el que se debe escribir
con una tiza o gis amarillo.
En el caso de aquellos centros que
tienen comedores centralizados, es decir, un local donde se concurre para
la alimentación de los distintos grupos de niños, o en el
de los empleados, estos pueden tener colores bastante calientes derivados
del naranja, como el "rosa melocotón" o el gamuza claro, e incluso
la puerta del comedor puede ser de la gama anaranjada. Este es el único
lugar del centro infantil en que los colores tan extremadamente calientes
son recomendables.
La cocina: debe evitar
siempre todo color caliente, con buenas superficies claras mates, suprimiendo
en absoluto toda aquella granulada o provista de algún relieve.
En general para este local convienen matices muy pálidos: marfil,
azul cielo, gris pastel, entre otros, teniendo siempre en cuenta el color
de los aparadores, anaqueles, equipos, etc.
La enfermería:
tan cargada emocionalmente para algunos niños, siempre será
verde o azul claro, para sedar y tranquilizar, y restar algo del ambiente
inquietador que para ellos tiene este local.
La dirección:
debe poseer un color que impulse al dinamismo y la actividad. Excluye,
por lo tanto, al azul o verde claro que son adormecedores y es más
recomendable el amarillo suave, el beige, el crema o sus variantes.
El gabinete pedagógico:
en muchos centros infantiles suele haber un local donde las educadoras
se reúnen para estudiar, preparar sus actividades e intercambiar
sobre el trabajo educativo, y que suelen tener nombres diversos. Debido
a la actividad intelectual que en el mismo se realiza, debe estar pintado
de forma neutra para no distraer la actividad intelectual que ahí
se lleva a cabo. Es el único recinto del centro en el que se recomienda
el gris pálido, aunque también puede usarse el marfil o
tonos semejantes. La monotonía del gris se salva con los colores
que los juguetes y materiales le imparten al local, y este fondo neutro
ayuda igualmente a un contraste más efectivo con el multicolorismo
de estos. Por otra parte, el gabinete es el local en que los anaqueles
y estantes desempeñan un papel predominante, y los mismos deben
ir en una gama que no oscurezcan los juguetes, debiéndose pintarlos
de marfil, gamuza, beige claro, etc.
Los baños: un
capítulo especial lo constituye la pintura de los baños,
sobre todo en aquellos centros donde en los mismos no solamente se realiza
un simple aseo sino todo el proceso completo. Es conocido que este proceso
es el que suele presentar más dificultades y muchas veces los niños
lo rechazan. Sin entrar a analizar las motivaciones psicológicas
por lo cual esto sucede, la realidad es que los baños de por sí
son frescos y húmedos, y si se le añaden colores fríos
la sensación de frialdad aumenta, con el consecuente rechazo de
los niños. Por lo tanto, es contraindicado usar el verde o el azul
en estos locales, y deben utilizarse colores bastante calientes como el
rosa y la gama del amarillo, para que sus efectos psicológicos
le impartan al local un clima de cálida aceptación.
Locales especiales: en
algunos centros infantiles se realizan diversas actividades que requieren
locales apropiados, tales como cuartos de experimentación, de psicoterapia,
de actividades especiales, los que deben pintarse de acuerdo con su función,
escogiéndose colores neutros que no distraigan la atención
de lo que se realiza en este local.
Las obras de carpintería:
los zócalos, las maderas, los bastidores, marcos de puertas y ventanas,
entre otros, se tratarán en tonos sostenidos que hagan un buen
contraste con la pared en que se sitúan. Esto es particularmente
importante porque, dada la actividad constante del niño de edad
preescolar y la distractibilidad de su atención, se hace necesario
que los marcos, los zócalos, los encofrados y las puertas, resalten
fácilmente y puedan ser percibidos por el niño aunque no
les preste mucha atención en su actividad.
Las escaleras, sean de madera o no,
deben igualmente pintarse de un tono fácilmente distinguible y
evitar lo que a veces incorrectamente se hace, de darle un color diferente
a cada escalón, que por tener índices de reflexión
disímiles pueden provocar accidentes por confundir al niño
en la profundidad que ha de dar en cada paso.
Finalmente, hay algunos aspectos de
las instalaciones que también se han de tomar en cuenta para el
diseño de los colores, como es el caso de las tuberías,
para las cuales existe un código internacionalmente establecido
de acuerdo con su función. Dadas las condiciones habituales de
un centro infantil se pueden encontrar tuberías de agua potable,
que se pintan de azul; tuberías de gas que se colorean de gris,
las de agua salada para las que se usa el marrón y, por último,
las de vapor o agua caliente, a las que se les aplica el rojo. Este color
se usa también para los extinguidores de incendio, debiéndose
pintar su imagen en negro a blanco en la pared en la que se les ubica,
a fin de indicar su ausencia cuando por algún motivo hayan sido
retirados.
Estas indicaciones aseguran que la
utilización del color en la pintura de exteriores e interiores
del centro infantil se ajuste a lo científicamente correcto y no
se convierta en un elemento perjudicial a la salud y desarrollo del niño.
Pero este análisis no puede concluirse sin entrar a considerar
la relación que el color guarda con la decoración, el uso
de gráficas o dibujos en las paredes, y el cromatismo que se ha
de usar con los equipos e implementos de juego de las áreas de
exteriores, y que siguen, en términos generales los principios
teóricos de las propiedades físicas del color y de sus efectos
sobre el organismo humano.
Las gráficas y dibujos en
el exterior del centro infantil.
El estudio de las recomendaciones
del color en la gráfica o dibujo en las paredes exteriores de la
edificación debe enfocarse desde dos aspectos: uno concerniente
a la función estética y ornamental de los mismos, y otro,
el principal, respecto a su función educativa. Ambos factores han
de entrar a valorarse para la toma de una decisión, aunque no podemos
perder el punto de vista de que, partiendo de que el centro infantil es
una institución educacional, los factores educativos deben primar
en caso de que entren en contradicción con los de diseño
y ornamentales.
Por regla general ambos aspectos suelen
coincidir con bastante frecuencia cuando obedecen a criterios científicamente
comprobados.
Sin embargo, en la gráfica
exterior los aspectos estéticos cobran un mayor peso, ya que la
función educativa de la misma es mucho más limitada que
cuando se utilizan en el interior del edificio. Esto obedece a que en
el gráfico exterior es por lo general, un estímulo fijo
y de todos es conocido que un estímulo inmóvil e inalterable,
luego de su impresión y reconocimiento inicial, poco a poco pierde
sus posibilidades de inducir una respuesta, hasta que prácticamente
no es percibido por el ser humano de forma consciente. De ahí que
cualquier gráfico o dibujo que se plasme sobre la superficie de
una pared si no es transformado con cierta regularidad, luego de un cierto
tiempo, pasará inadvertido.
Por otra parte, la altura en que a
veces se ubican estos gráficos en el exterior de la edificación,
suele impedir que el niño o niña de nuestra edad pueda realmente
notar su presencia, pues le exige un esfuerzo de acomodación visual
que muchas veces el pequeño no es capaz de lograr eficientemente.
No obstante que dichos factores limitan
la función educativa de estos gráficos, los mismos, como
estímulos, actúan sobre el individuo, aunque no sean concientizados
y requieren de hecho su estudio y orientación.
En el diseño gráfico
exterior el color sigue, en términos generales, las mismas indicaciones
establecidas para la pintura de exteriores, en lo referente a paredes
y grandes superficies. En ocasiones el dibujo no se concreta al diseño
de la figura solamente, sino que se enmarca dentro de un entorno que abarca
una gran amplitud de la pared en la que se encuentra ubicado. Por ejemplo,
un diseño de uno o varios barquitos en el mar, si este mar se pinta
y abarca gran parte de la pared, constituye ya de por sí una gran
superficie exterior, y el azul seleccionado debe corresponderse con los
límites de luminancia, tono y saturación establecidos. O
se pintan grandes mariposas, o círculos de colores, bandas o líneas,
que constituyen la mayor superficie de la pared: en todos estos casos
es preciso valorar la gráfica como una gran zona exterior, y compararla
con la superficie en que se refleja.
Ya dentro del campo educativo, ha
de recordarse que las figuras que se utilicen en los dibujos exteriores
deben ser simples y fácilmente reconocibles por el niño
o niña, eliminándose las abstracciones extremas que en ocasiones
surgen de figuras esquematizadas. Un pájaro abstracto puede ser
fácilmente reconocido por un adulto, más no así por
un niño, que incluso por falta de reconocimiento, puede darle un
significado totalmente inadecuado o problemático.
Así, son recomendables los
barquitos, los veleros, las flores, entre otros, cuyo diseño gráfico
es fácilmente reconocible a partir de figuras geométricas
más simples, que también son admisibles para utilizar en
la decoración exterior. Por supuesto, es importante evitar el abigarramiento,
yuxtaposición o barroquismo en estos diseños, por cuanto
estos obedecen más a ciertos criterios de percepción adulta
que a infantiles.
Por último, no hay tampoco
que olvidar, si el centro en su programa educativo no trabaja estos conceptos,
la decoración con letras o números es inoperante, por carecer
entonces de significación para el menor.
El diseño gráfico
en interiores.
El gráfico en interiores del
edificio requiere un análisis más cuidadoso que el de exteriores,
pues aquí cobra un mayor valor educativo, y sobre esta base debe
enfocarse su estudio.
En el caso de los interiores todo
gráfico o dibujo que se ha de utilizar no debe ser inalterable,
sino por el contrario, será transformable y desmontable, de manera
que se puedan sustituir periódicamente y variar la estimulación.
Las mismas especificaciones de los
gráficos exteriores en cuanto a color, diseño, figuras utilizadas,
no abigarramiento, etc. funcionan para los interiores, los que a su vez
tienen que considerar los aspectos generales planteados para la pintura
de cada local o área del centro infantil. No obstante, se pueden
señalar algunas especificaciones anexas.
En la sala de lactantes no es necesario
la ubicación obligatoria de gráficos o dibujos en sus paredes,
ya que por el deficiente desarrollo del analizador visual de los niños
en el primer año de vida, estos gráficos ejercen poca o
ninguna función educativa, aunque sí estética al
criterio adulto. Esto obliga a una estimulación mucho más
directa y cercana de estos niños por la educadora, a través
del contacto con los objetos y la comunicación emocional.
En los grupos etarios posteriores
si es factible el uso de estas gráficas y dibujos, procurando que,
como se ha dicho, sean desmontables y transformables y que, como sabemos,
pueden utilizar figuras de animales reconocibles y escenas simples de
la naturaleza, a lo que se añade en los años superiores
la ubicación de obras artísticas infantiles y cuadros de
pintores famosos, cuya significación y conocimiento sea asequible
a los niños y niñas. Pues, como norma general, toda gráfica
o diseño interior debe eliminar cualquier tipo de abstracción
o estilización de figuras, objetos, etc.
En ciertos casos, y de poseer condiciones
adecuadas, es posible en una pared amplia y clara, la utilización
de una pintura estable de un determinado paisaje simple que sirva de fondo
a figuras desmontables y transformables, que serán sustituidas
periódicamente, y que puedan servir como base, por su relación
interna, a la representación de cuentos infantiles conocidos. En
el diseño de este gráfico deberá cuidarse que dicho
paisaje de fondo contenga solo los elementos indispensables para dar idea
de una localización, por ejemplo, una casita, un camino, dos o
tres arbolitos, evitando sobrecargarlo y siempre con la aplicación
de colores tenues que no cromaticen excesivamente el paisaje, ya que la
estimulación principal ha de corresponder a las figuras que se
hayan ubicado sobre el mismo y que sí poseerán tonos resaltantes.
Los elementos y juegos mecánicos
de las áreas exteriores.
La utilización del color en
estos aparatos y elementos de juego posee características especiales
que se debe tener en cuenta, a fin de hacerlos más funcionales
y seguros para los niños. En esta clasificación entran los
tiovivos o carrouseles, las canales o deslizaderas, las casas de muñecas,
los columpios y las sillas móviles, y todos aquellos implementos
industriales o artesanales que se usan para proporcionar posibilidades
de juego a los niños y niñas, y que por lo general implican
una actividad motriz considerable.
En la pintura de los mismos es posible
la utilización de tonos que no son recomendables para los exteriores
o interiores de los edificios, ya que la función principal de estos
equipos es atraer la atención e inducir a la actividad con ellos,
a la vez que sirven para ejercer contrastes agradables con el resto de
las instalaciones.
De ello se infiere la posibilidad
de uso de colores bastante saturados pero que deben seguir determinadas
especificaciones, de acuerdo con las posibilidades de usar con ellos los
contrastes de luminancia o de color.
Por contraste de color se
entiende el uso de dos colores de factores de reflexión semejantes
pero que difieren en el tono. Tal es el caso, por ejemplo, el verde claro,
que tiene un factor de reflexión de 0.62, y del azul claro, que
alcanza un 0.52 .
Cuando hablamos de contraste
de luminancia nos referimos a la utilización de dos colores
de igual o distinto tono, pero con una diferencia notable en sus índices
de reflexión, tal sería el caso del crema, que tiene un
0.70 y el verde oscuro, 0.20 .
De acuerdo con la estructura del equipo,
se ha de utilizar el contraste de luminancia en su pintura, ubicando los
de más alto factor de reflexión para el cuerpo central del
equipo, a fin de señalar fácilmente su extensión.
Así, por ejemplo, en el caso de un tiovivo o carrousel, la parte
redondeada y que constituye su cuerpo central debe tener las pinturas,
combinadas o no, de mayor índice de luminancia, y por tanto, más
pálidas.
Los colores de mayor saturación,
o de menor índice de luminancia, deben situarse en aquellas partes
del equipo que pueden significar un peligro potencial para el niño,
y que este debe percibir fácilmente, por el contraste que hacen
con la claridad del cuerpo central, aun sin que le esté prestando
la debida atención o la velocidad del movimiento le impida una
exacta percepción.
En el ejemplo anterior, las agarraderas,
y el pescante del tiovivo han de pintarse de tonos bastante saturados,
como el rojo, el verde y azul profundos, de modo tal que aunque el niño
o niña se distraiga algo durante su actividad con el aparato, el
contraste de estas partes mas saturadas con lo claro de la estructura
central, sea fácilmente percibidos. Lo mismo sucede con las barandas,
pasamanos y escalones de la canal o deslizadera, por citar otro ejemplo.
En términos generales en estos
elementos mecánicos de juego se utilizarán, por lo tanto,
los colores más saturados para las partes más peligrosas,
desprendibles o móviles, y los tonos más pálidos
para la estructura principal o cuerpo central de los mismos. Investigaciones
realizadas por nuestro grupo refleja una disminución significativa
de accidentes en el uso de estos aparatos por los niños cuando
se han seguido las especificaciones anteriores.
La casa de muñecas debe evitar
el bicolorismo vertical, aunque puede aceptar el horizontal, sobre todo
para tratar de dar idea de amplitud espacial, y ubicar los colores de
mayor factor de luminancia en las paredes interiores, en estas es preferible
utilizar en el bicolorismo horizontal el contraste de color y no el de
luminancia, pues por su estrechez no son recomendables los colores oscuros.
No obstante, todas las aristas, esquinas,
bordes salientes, etc. deben señalarse utilizando tonos más
saturados para indicar su peligrosidad.
En esta selección del cromatismo
es importante evitar el abigarramiento en la combinación de los
colores que se seleccionan, y ajustarse a criterios de buen gusto estético.
Finalmente, y como conclusión,
debemos enfatizar que los lineamientos planteados constituyen consideraciones
generales en la selección y uso del color en el centro infantil,
sin que ello implique constreñir dicha decisión exclusivamente
a los colores específicos que se muestran en los ejemplos. Esto
quiere decir que dentro de las recomendaciones establecidas hay posibilidades
suficientes para la creatividad y pluralidad de las gamas, los matices
y los tonos, tan amplia como lo es a su vez el propio espectro y sus variaciones.
Se ha de tener presente que cada centro
infantil, cada unidad, es una entidad en sí misma, por lo que previo
a la decisión de los colores que se han de utilizar se debe hacer
un análisis geográfico, urbanístico y particular
de cada edificación , para la toma de dicha decisión. Esto
evitará la producción de diseños "en serie" para
la generalidad de los centros infantiles.
Por ultimo, no se debe dejar de señalar
que la aplicación del color en la institución, además
de derivarse de resultados de investigaciones y de la experiencia práctica,
exige un enfoque multilateral, sin que sea patrimonio exclusivo de diseñadores
o arquitectos, sino que compete por igual a educadores y psicólogos,
lo que parte del hecho de que al considerar el color no solo son importantes
sus aspectos físicos, sino también sus efectos fisiológicos
y psicológicos y sus implicaciones educativas, factores que no
pueden tampoco unilateralizarse sin tomar en cuenta los elementos arquitectónicos,
urbanísticos y de diseño.
Sin duda alguna, el enfoque del equipo
pluridimensional, que incluye también a médicos y fisiólogos,
es la vía más segura para la aplicación más
satisfactoria del color en el centro infantil.
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