Para una mejor comprensión
de los conceptos que utilizaremos en este taller y a manera de unificar
criterios al respecto, sugerimos iniciar el mismo definiendo Lengua, Habla
y Lenguaje.
La Lengua es el conjunto de los elementos
que conforman el medio de comunicación de una sociedad dada; como tal,
es dinámica y cambiante y está afectada por las modalidades de comunicación
que adopta el conglomerado social en cada momento histórico por el que
pasa.
El Habla es un fenómeno particular e individual
de las personas, ligado más bien a la experiencia de cada uno y a aspectos
personales más que sociales.
Ambos componentes forman en común el Lenguaje
que, como veremos es un concepto más generalizado y amplio.
El Lenguaje es un fenómeno cultural y social
que permite, a través de signos y símbolos adquiridos, la comunicación
con los demás y con nosotros mismos y que se halla instalado sobre un
desarrollo suficiente de funciones neurológicas y psíquicas.
Al referirnos al Lenguaje nos dirigimos hacia
una función adquirida y dependiente en su mayor parte del desarrollo cultural
del medio ambiente y su influencia sobre el individuo.
También consideramos de gran importancia
referirnos a la relación existente entre el desarrollo del lenguaje y
el juego; ya por su paralelismo, ya por su intrínseca influencia.
El juego, vocación del niño, pasatiempo del
adulto, está tan cerca de todos que apenas podemos observar de qué manera
funciona. El juego es uno de los elementos universales más importantes
en la vida de las personas. El juego enseña pautas, cambios de posturas,
actitudes que se modifican con el tiempo, ofreciendo un medio relativamente
seguro para el aprendizaje y la adaptación al medio. Es una herramienta
que debe utilizarse en la enseñanza de los niños.
Podemos definir juego como una actividad
espontánea en la cual el individuo se compromete por diversión. Es desafiante
por su propia razón y un fin en sí mismo (Chance).
Vygotsky afirma que para los niños el juego
no es una actividad al azar sino que es sumamente intencional. Se lo
puede ver crecer durante nuestro tiempo de vida, desde características
muy simples hacia las más formalizadas y abstractas de los adultos, y
adopta muchas formas. Es tanto sistemático como regido por reglas (Garvey).
El juego inicial puede surgir de las interacciones
sociales tempranas del niño en la díada madre-niño. Su evolución parece
ser paralela a la aparición de la sonrisa, la imitación, el conocimiento
y el lenguaje, con la que se correspondería de diversas maneras, si bien
las relaciones implicadas todavía no están completamente definidas.
El juego debe cumplir una función en la actividad
de enfoque simbólico que es tan esencial para el aprendizaje y “está ciertamente
implícito en la adquisición temprana del lenguaje” (Bruner, Jolly y Sylva).
El juego, tan necesario para el crecimiento,
se desarrolla a lo largo de toda la vida y produce sus efectos en casi
todas las etapas de la vida humana. Su proceso es más importante que
los juegos específicos que emplea. Está intrínsicamente ligado con todos
los otros desarrollos en los primeros meses: con el desarrollo pragmático,
desde que surge de las acciones interpersonales de la díada madre-niño,
y del desarrollo fonológico a medida que los niños aprenden a balbucear,
dando origen a las habilidades motoras prerrequeridas para la vocalización.
Puede considerarse que el juego evolutivo
es decisivo, ya que efectúa una variedad de cosas para los niños. Por
supuesto, los juguetes suministran el material para el juego, y el niño
creativo los adapta de acuerdo con sus necesidades, pero el elemento más
importante es la evolución del lenguaje (Levenstein). Bradley y Caldwell,
al estudiar las relaciones entre el ambiente familiar y el desarrollo
cognoscitivo, manifiestan que el factor más significativo para la estimulación
del intelecto del niño son los materiales de juego apropiados. Así como
el conocimiento se expande mediante la interacción con tales materiales,
de la misma manera lo hace el lenguaje. El niño aprende y desarrolla
muchas capacidades por medio del juego haciendo posible así su juego por
medio del lenguaje.
Con respecto al desarrollo del lenguaje,
y las adquisiciones de los aspectos gramaticales de ese lenguaje, podemos
expresar que dichos elementos parecen adquirirse en el siguiente orden,
una vez hayan logrado un nivel razonable de madurez:
1°. Pragmática (el uso del lenguaje como
una herramienta).
2°. Semántica (el significado de las relaciones
contenidas en el mensaje lingüístico).
3°. Sintaxis (la estructura del lenguaje).
4°. Fonología (el sistema de sonidos del
lenguaje).
Aun cuando la fonología se identifica como
la última área que llega a la madurez funcional, debe reconocerse que
este sistema es el más temprano en el cual puede verse el comienzo del
desarrollo, apareciendo en la primera infancia.
En el caso de los niños normales y sus padres,
el periodo de desarrollo de la comunicación es una época de crecimiento
rápido y de una tremenda generación y expansión de ideas. El niño pasa
de ser un lactante desvalido a una fuerza en movimiento y un comunicador
dentro de su mundo, aproximadamente a los tres años y medio. Su éxito
final en los últimos años de la escuela se construye sobre la base de
la escolaridad.
Mientras los niños están desarrollando sus
capacidades sensoriomotoras, también deben adquirir los otros requisitos
del lenguaje: experiencia lingüística, experiencia no-lingüística, y un
deseo de comunicarse con los otros. Requieren conocimientos sensoriomotores
para comprender cómo se relacionan ellos, el lenguaje y los hechos físicos
entre sí en tiempo y espacio. Debe haber cierta noción de permanencia
de los objetos, entendida como sustantivos en el lenguaje; espacio coordinado,
entendido como conceptos de relación y de preposiciones; causalidad, entendida
como el concepto de agente (o a sí mismo como agente) y las palabras que
lo demuestran; y temporalidad, reflejada por ideas de tiempos de verbos
y designaciones de diversas formas de representar el tiempo.
Además, los niños necesitan experiencia lingüística
para poder darse cuenta del potencial del lenguaje, ya que si nunca lo
han oído hablar, no tienen forma de construirlo. La experiencia no-lingüística
también es esencial si los niños van a tener algo que comunicar. Si no
han ido a ningún sitio o no han hecho nada, no tienen nada de qué hablar.
Los niños que no construyen un deseo interpersonal
para comunicarse pueden saber muchas cosas, pero no desarrollan el interés
o habilidad para mostrar lo que saben, piensan o sienten. Para ellos,
el conocimiento y la capacidad lingüística son se convierten en comunicación,
de modo que son derrotados en el mundo que los rodea.
Sin embargo, cuando se logran los requisitos,
los niños pueden tener el conocimiento necesario, pueden saber cómo puede
sonar el lenguaje, pueden tener cosas que desean decir y pueden darse
cuenta de que la comunicación con otros brinda numerosas satisfacciones.
Están listos para comenzar.
Johnston afirma que la pragmática es una
capacidad, en crecimiento, de los niños para usar el lenguaje efectivamente
y hacer que hagan lo que ellos desean. El avance pragmático estimula
un crecimiento adicional, ya que a medida que los niños adquieren y mejoran
su capacidad para usar el lenguaje para hacer cambios, aumenta su complejidad
lingüística.
Esta área de la pragmática puede alterarse
en grado variable en cualquiera de sus cuatro componentes. E. V. Lucas,
describe las posibles alteraciones que podrían causar disrupciones en
el crecimiento pragmático, con efectos notables sobre el desarrollo de
la comunicación general. Ella observa que los niños podrían fallar en:
1. El desarrollo de las reglas.
2. El establecimiento de un deseo o causa
motivacional para tener una intención para expresar lingüísticamente.
3. Tener una necesidad de comunicarse con
alguien que oye;
4. y/o ser capaces de participar en el proceso
activo.
El fracaso en cualquiera de estas áreas,
en cualquier nivel, podría causar una brecha en el desarrollo y un consiguiente
fracaso de la comunicación. Llevaría a una diferencia significativa en
todo el desarrollo posterior –intelectual, lingüístico e interpersonal.
El desarrollo de la semántica, relacionado
con el significado de las expresiones, no puede separarse de la pragmática
por una parte y de la sintaxis por otra. El significado del lenguaje
está íntimamente vinculado con la pragmática (los usos del lenguaje consisten
en agregar) y la estructura (el orden de las palabras y las declinaciones
usadas para especificar el significado). El significado tampoco puede
separarse del sistema de sonidos (fonología) que conlleva en sí mismo
el significado en los niños prelingüistas. Ellos aprenden tempranamente
a “significar algo” por medio de sus expresiones. Es probable que aprendan
a utilizar las relaciones semánticas más necesarias a esta temprana edad
por interacción con el medio ambiente y sus modelos ambientales, en una
especie de experiencia del lenguaje sobre una base motora.
El desarrollo de la pragmática y de la semántica
precede al desarrollo activo de la sintaxis de los niños. Sin embargo,
en el momento en el cual están produciendo relaciones semánticas de dos
palabras, también están formulando, por otra parte, expresiones sintácticas
de dos palabras. Chomsky, el padre de la gramática transformacional,
cree que la gramática es innata en lactantes, que la estructura del lenguaje
está presente en su conjunto genético y que sólo necesitan desarrollarla.
Ciertamente esto no es posible hasta que
el niño comprende los principios cognoscitivos con los cuales están relacionadas
las formas lingüísticas. Sin embargo, tan pronto como comprenden los
principios necesarios, pueden desarrollar las formas semánticas y sintácticas
apropiadas para ellos. La similitud entre el concepto de Piaget de la
construcción sensoriomotora de los niños y el de Chomsky, de la cualidad
innata de la estructura profunda, acentúa el paralelo entre el encaje
en la acción y el encaje en la gramática (Sinclair).
Aunque los niños pueden no terminar de aprender
su sistema fonológico hasta la última de las cuatro áreas de comunicación,
lo comienzan muy tempranamente.
Los lactantes son rápidos para reconocer
el ritmo natural y el patrón de inflexiones de las voces familiares de
lenguaje y para igualar patrones específicos con estados emocionales particulares
de quienes hablan.
Los pequeños reciben información acerca de
las actitudes implicadas en las expresiones adultas: resignación, desilusión,
censura, furia, placer, temor, aburrimiento, etc. y a partir de la prosodia
usada.
Desde estos comienzos elaboran patrones básicos
que representan la forma con la cual se supone que suena su lengua nativa.
Reciben y envían comunicaciones, comenzando con las bases y usando los
suprasegmentales del lenguaje para llegar al significado.
Extrapolan una serie de reglas para sí mismos
acerca de cómo opera el lenguaje y sus experiencias las modifica hasta
que finalmente llegan a la fonología adulta. Los niños hacen progresivamente
aproximaciones más exactas de los sonidos en el repertorio fonético hasta
que finalmente se convierten en usuarios maduros del sistema.
Revisemos aspectos relevantes del desarrollo
del habla y el lenguaje en el niño de 0 a 6 años:
El habla y lenguaje normal del
niño entre cero y nueve meses:
Si partimos de la definición de Lenguaje
dada anteriormente, no podremos llamar “lenguaje” a ninguna de las manifestaciones
del recién nacido. Por lo tanto esta etapa la consignaremos como “pre-lingüística”
y coincidirá, hasta el final de las reacciones circulares secundarias
de Piaget, con las tres primeras etapas de la fase senso-motriz.
Sabemos bien que el niño ya oye desde antes
de nacer. Pero es evidente que si bien oye, no le otorga a lo audible
una significación determinada. Durante los primeros meses, la percepción
resulta evidente, pero no así la significación de lo percibido. Es recién
entre los 8 y 9 meses de vida extrauterina que el niño comienza las imitaciones
del mundo sonoro que lo rodea y su primera atención la dirige hacia sus
propias emisiones sonoras que para esa época son silábicas. Durante los
8 primeros meses va a existir un continuo reaccionar reflejo frente a
estímulos táctiles, kinestésicos, auditivos, visuales. Va a existir también
una evolución en la postura y en el movimiento voluntario y todo esto
va a ir dejando una experiencia concreta del propio cuerpo y del mundo
circundante que debe ser aceptada como una condición necesaria para la
aparición del habla.
El habla y lenguaje normal del niño
entre 9 y 18 meses:
Durante este periodo el niño ve evidenciando
atención y respuesta ante su nombre, en el décimo mes comprende o parece
comprender significaciones convencionales del “no” y del “mamá”, si bien
en un principio la significación que el niño le otorga a algunas palabras
como “mamá”, no es la misma que le otorga el adulto.
A los diez meses el niño imita al adulto.
Repite sonidos y sílabas después que los hace el adulto. Hacia los once
meses comienza el empleo de palabras sencillas con un significado preciso.
Algunas palabras adquieren un carácter generalizador. Por ejemplo: ante
la pregunta ¿dónde está el auto? El niño busca cualquier juguete.
Alrededor de los 12 meses ya el niño es capaz
de realizar acciones motrices bajo la sugestión de órdenes dichas oralmente:
el dame y el toma serán las primeras acciones de contenido verbal transitivo
que llegará a captar. Imita con facilidad nuevas sílabas; pronuncia 10
palabras aproximadamente.
Entre los 12 y 18 meses el niño alcanza a
expresar un promedio de 15 palabras, comenzando con mamá, papá, a las
que otorga un amplísimo significado y continuando con una “jerga” (habla
infantil) que se va acentuando a medida que las posibilidades fonoarticulatorias
van siendo mayores, y hasta el momento en que la etapa comprensiva logre
desarrollarse suficientemente como para superar esta situación.
No debemos olvidar que en esta edad las distracciones
son frecuentes pero, aun así órdenes como “abre la boca”, o “dame la pelota”
pueden ser comprendidas por la mayoría de los niños y realizadas correctamente.
El habla y lenguaje normal del niño
de 1 ½ años:
A la edad de 18 meses el niño usa aproximadamente
20 palabras, incluyendo nombres. Refleja en el juego algunas acciones
observadas con mayor frecuencia. Reconoce fotografías de personas y
objetos familiares. Combina dos palabras, que en su mayoría son sustantivos
(nombres) o verbos (acciones), tales como: “Papito va”, “mamita leche”,
etc. Utiliza palabras para expresar lo que quiere, tales como: “más”,
“upa”, “allí”, “abajo”, “no”, “ese”, “este”. Imita palabras o sonidos
en forma precisa. Apunta y hace gestos para llamar la atención sobre
algo deseado.
Cuando se le pide, lleva objetos familiares
de un lugar a otro. Hojea un libro volteando varias páginas a la vez.
Dice “adiós” moviendo la mano. Imita actividades domésticas, tales como:
poner la mesa, secar con toallitas. Sigue instrucciones simples. Tararea
y canta tonadas sencillas.
El habla y lenguaje normal del niño
de 2 años:
El niño próximo a los dos años, en ambiente
de ciudad, posee unas 300 palabras promedio, aunque es preciso reconocer
que varias de ellas son simplemente juegos fonoarticulatorios y auditivos
placenteros sin significación alguna.
Además, aun a esta edad la palabra con significado
de frase (palabra – frase) existe, y es así como “agua” vendrá a significar
“quiero tomar agua” o “está lloviendo” o “ahí hay un charquito” o “vamos
a jugar con agua” etc.
· Comprende preguntas e instrucciones
sencillas.
· Identifica las partes de su cuerpo.
· Explica a su manera situaciones
usando principalmente nombres de cosas, acciones y personas.
· La entonación de su voz es importante
al darle significado a las palabras.
· Entabla “conversaciones” consigo
mismo y con muñecos.
· Elabora preguntas tales como: “¿Qué
es eso?”, “¿Qué es esto?”, “¿Dónde está ...?”.
· Construye oraciones compuestas de
2 ó 3 palabras que, generalmente, son sustantivos y verbos.
· Se refiere a sí mismo por su nombre;
empieza a usar pronombres personales (yo, tú, él ...).
· Identifica y nombra dibujos.
· Puede hablar en plural agregando
la “s”; pero sus oraciones se caracterizan por no concordar en género
y número.
· Pide de comer, de beber o ir al
baño.
· Escucha relatos de cuentos ilustrados.
El habla y lenguaje normal del niño
de 2 ½ años:
· Tiene un vocabulario de 450 palabras
aproximadamente.
· Dice su nombre
· Usa el verbo “ir” en los tiempos
presente, pasado y futuro más otro verbo en infinitivo: “voy a comer”.
· Utiliza el género y el plural de
algunas palabras.
· Combina nombres y verbos en frases.
· Comprende conceptos simples de tiempo:
“anoche”, “mañana”.
· Se refiere a sí mismo como “yo”,
más que por su nombre.
· Trata de obtener atención de los
adultos: “mírame”.
· Le gusta escuchar cuentos repetidos.
· Usa la palabra “no” en su lenguaje,
utilizando frases de negación tales como: “no quiero”, “no está”.
· Habla con otros niños, tanto como
con adultos.
· Empieza a controlar su conducta
verbalmente en lugar de físicamente.
· Aparecen las preguntas: “¿Dónde?”,
"¿adonde?", "¿por qué?", "¿para qué?","¿cuándo?".
· Usa frases cortas para hacer comentarios
de lo que está haciendo.
· Iguala o aparea de 3 a 4 colores.
· Conoce los conceptos: “pequeño”
y “grande”.
· Dice su edad con sus dedos.
El habla y el lenguaje normal del niño
de 3 años:
Alrededor de los 3 años el niño ha adquirido
muchas palabras nuevas aproximándose a 1,200 el número de las que expresa.
El niño de esta edad usa frases y contesta a preguntas simples. Aprende
con facilidad versos y canciones sencillas. Emplea oraciones subordinadas
aunque gramaticalmente no siempre sean correctas.
· Entiende y produce frases de tiempo
como: “ayer”, "el lunes”, “hora de la comida”, “esta noche”, “todos
los días”.
· Usa palabras para relacionar observaciones,
conceptos e ideas.
· Frecuentemente practica hablando
consigo mismo.
· Empieza a comprender oraciones de
lugar, tales como: “pon el cubo (debajo, enfrente, detrás) de la silla".
Sin embargo, le es difícil entender: “al lado”.
· Conoce su apellido, sexo, el nombre
de la calle en donde vive y algunas rimas infantiles.
· Puede hablar de un cuento o relacionar
una idea u objeto.
· Usa oraciones compuestas de 4 a
5 palabras.
· Aparecen oraciones adverbiales introducidas
por preposiciones: “está en la escuela”.
· Puede pronunciar los sonidos de
los siguientes fonemas: /m/, /n/, /p/, /w/, /t/, /k/, /b/, /j/, /l/, /s/,
/ch/.
· Usa formas posesivas como: “mío”,
“mía”, “tuyo”, “de”, más el nombre (de mi mamá), y los pronombres reflexivos
“te” y “se”.
· Usa formas verbales simples y complejas
tales como: “estoy jugando”, “voy a jugar”.
· Usa las oraciones de negación utilizando
palabras tales como: “nada”, “nunca”, “nadie” y “ni”.
· Empieza a usar oraciones compuestas
unidas por “y”, “que”, “donde”, “como”.
· Expresa verbalmente fatiga (dice
que está cansado).
El habla y el lenguaje normal de niños
de 4 años:
El niño de 4 años posee un vocabulario de
unas 1,500 palabras: es el niño preguntón, a quien no le interesa mayormente
las respuestas que obtenga pero si adaptarlas a su forma de ver el mundo;
es el niño que acepta las respuestas globalmente, sin llegar al análisis
de las palabras, es el niño que juega deliberadamente con palabras que
sabe incorrectas para el uso que les otorga y que difiere las respuestas
de preguntas concretas o de verbalizaciones no presentes para el momento
en que su pensamiento se halla encausado hacia el sentido de la pregunta
(respuesta diferida).
· Sigue instrucciones aunque no estén
presentes los objetos.
· Entiende conceptos de: “en la mañana
temprano”, “el siguiente mes”, “a cualquier hora”, “el próximo año”.
· Señala el color rojo, el azul, el
amarillo y el verde.
· Identifica cruces, triángulos, círculos
y cuadrados.
· Formula muchas preguntas acomodando
las respuestas más a sus pensamientos que a la explicación.
· Utiliza oraciones empleando de 4
a 5 palabras.
· Hace preguntas usando: “Quién”,
“¿Por qué?”.
· Utiliza oraciones complejas.
· Utiliza correctamente el tiempo
pasado y pronuncia adecuadamente los fonemas: /m/, /n/, /p/, /f/, /w/,
/y/, /ll/, /k/, /b/, /d/, /g/, /r/, /ch/, /s/.
El habla y el lenguaje normal
del niño de 5 años:
· A los 5 años de edad el niño conoce
relaciones espaciales como: “arriba”, “abajo”, “detrás”, “cerca”, “lejos”.
· Puede definir objetos por su uso
(tú comes con el tenedor) y puede decir de qué están hechos los objetos.
· Sabe su dirección.
· Construye oraciones utilizando de
5 a 6 palabras.
· Posee un vocabulario de aproximadamente
2,000 palabras.
· Usa los sonidos del habla (fonemas)
correctamente con las posibles excepciones de /rr/ y /z/.
· Conoce opuestos comunes como “grande/chico”
y “suave/duro”.
· Entiende el significado de las palabras:
“igual” y “diferente”.
· Cuenta 10 objetos.
· Sigue la secuencia de un cuento.
· Utiliza los tiempos presente, pasado
y futuro de los verbos.
· Distingue izquierda y derecha en
sí mismo; pero no en otros.
· Tiene bien establecido el uso de
los pronombres.
· Usa todo tipo de oraciones, algunas
de las cuales pueden ser complejas, por ejemplo: “Yo puedo entrar a la
casa después de quitarme mis zapatos mojados”.
El habla y el lenguaje normal del niño
de 6 años:
· Tiene una fonoarticulación correcta.
· Usa una gramática adecuada en oraciones
y conversaciones.
· Comprende el significado de la mayoría
de las oraciones.
· Nombra los días de la semana en
orden y cuenta hasta 30.
· Predice lo que sigue en una secuencia
de eventos y narra una historia compuesta de 4 a 5 partes.
· Nombra el día y mes de su cumpleaños,
su nombre y dirección.
· Distingue entre izquierda y derecha.
· Conoce la mayoría de las palabras
opuestas y el significado de “a través”, “hacia”, “lejos”, y “desde”.
· Sabe el significado de las palabras:
“hoy”, “ayer” y “mañana”.
· Formula preguntas utilizando frecuentemente:
“¿Cómo?”, “¿Qué?” y “¿Por qué?”.
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