La importancia de la formación
del Educador Infantil ha sido postergada y muchas veces desperfilada de
su real alcance.
La educación de la primera infancia no es una acción
que debe ser confiada a la intuición de los profesores, sino una necesidad
prioritaria reconocida y demostrada como tal desde consideraciones de
tipo psicosocial y educativo. Existe pues la necesidad de formar profesionales
especializados para guíen, estimulen y potencien el desarrollo infantil.
Una correcta inversión en los procesos de educación inicial
será siempre una respuesta al derecho constitucional que asiste a los
niños para acceder a una educación de calidad intencionalmente organizada.
Esta inversión debe concentrar parte de sus esfuerzos,
a la formación de Educadores Infantiles, como un recurso clave para el
desarrollo del país, puesto que son ellos los que canalizan y desarrollan
las enormes posibilidades que los niños y niñas tienen en la edad preescolar
la oportunidad para la conformación de redes neurocerebrales, redes que
son determinantes para el logro de aprendizajes significativos, el desarrollo
de la creatividad, la formación de valores democráticos y la responsabilidad
social.
Las Universidades, Centros de capacitación, Institutos
formadores de Docentes deben dar la lograr que estos a través de su gestión
diaria logren que los alumnos alcancen un desarrollo autónomo, que alcancen
el desarrollo de las habilidades psicolinguísticos, intelectuales, artísticas
y la creación de una actitud positiva ante la vida, todo ello con un atento
cuidado de la esfera psicoafectiva.
Quienes
educamos y formamos a los niños, debemos tener fe en las potencialidades
de cada uno de ellos, así como respetar las diferencias individuales
y estar decididos y comprometidos a valorar las fortalezas y trabajar
con la mejor herramienta como es el elemento afectivo de padres
y educadores.
Los primeros cinco años de la vida constituyen los de
mayor significación para el desarrollo del ser humano. A esta etapa de
la formación del individuo se la considera como la etapa en la que se
instauran las bases fundamentales del desarrollo de la personalidad, que
en las sucesivas fases de la vida se consolidan y perfeccionarán.
De ahí la extraordinaria importancia que reviste esta
edad para el futuro del hombre como individuo y como persona y de la necesidad
de conocer y atender las particularidades, las causas y condiciones de
su desarrollo, el transcurso de sus procesos biológicos y madurativos,
fisiológicos y funcionales, psicológicos y sociales, de modo tal que podamos
los adultos ejercer una influencia positiva en dichos mecanismos y estructuras
que están en plena formación y maduración, para alcanzar los máximos logros
potenciales de este desarrollo, que posibilite un individuo sano, apto
y capaz de crecer, ser feliz, transformar el mundo y transformarse en
este empeño.
El medio social y familiar actuando por sí solos y sin
una dirección científicamente concebida de la estimulación, no llega a
posibilitar que los niños y niñas alcancen todo el desarrollo de sus potencialidades.
Para esto se hace necesario un sistema de influencias organizado conscientemente
y que partiendo del conocimiento de las particularidades evolutivas de
los primeros años, dirija las acciones estimuladoras en un sentido apropiado
y permite de por sí lograr niveles superiores de desarrollo.
Los padres de familia en el hogar generalmente carecen
de las posibilidades y conocimientos para poder ejercer de manera consciente
y técnicamente dirigida una acción de esa naturaleza, por lo que se requiere
del concurso de otros agentes educativos para poder realizar esta función,
la cual se materializa con el trabajo profesional del docente, en un centro
o institución de educación infantil.
Aunque actualmente se va abriendo paso un pensamiento
y un discurso nuevos según los cuales la familia tiene, además,
la obligación de facilitar intencionalmente al niño aprendizajes explícitos
que le permitan establecer vínculos afectivos positivos con sus entornos,
desarrollar su mente, sus inteligencias y sus actitudes, construir su
autonomía y ejercer su libertad por opciones hechas en situaciones gradualmente
más complejas.
La Institución reconocerá a través del trabajo docente
y del currículum, las fortalezas de los pequeños que se educan ahí, pues
facilitará experiencias que cultiven la necesidad de compartir visiones,
actitudes y sentimientos, así como fortalecer y afianzar la flexibilidad
y la apertura interior que son calidades inherentes al niño.
Porque el currículum aunque es un instrumento de desarrollo,
por sí solo no puede lograr la autonomía de los niños, actitudes solidarias,
el desarrollo de la conciencia ciudadana, la capacidad de convivencia,
porque requiere de un adulto maduro, capaz, que sea una persona con
principios éticos y morales para lograr todos estos objetivos, que
planifique sus contenidos, métodos, procedimientos de manera consciente.
Adulto que acepte al niño no como un individuo sino
como persona libre desde su nacimiento, no sólo como objeto de protección
y cuidado sino como actor social con derechos y responsabilidades que
ha de asumir gradualmente.
A lo largo de los años ha ido evolucionando el trato
a la infancia, sin embargo, lo que se ha dado a la infancia siempre le
ha sido “dado” como un fruto derivado de la mayor o menor sensibilidad
de los adultos. No como algo que se les debiera por constituir un “derecho”
¿Existen los derechos de aquellos que no son capaces de conquistarlos,
de exigirlos? Actualmente lo importante es que se comienza a configurar
un mapa de derechos de la infancia cada vez más preciso y comprometedor.
La última Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia (1989)
ha recogido 54 artículos en los que se describen los diferentes compromisos
que la sociedad actual debería asumir con respecto a la infancia. Entre
otras cosas, allí aparece el derecho a ser educado en condiciones que
permitan alcanzar el pleno desarrollo personal.
En esta relación adulto-niño existirá el reconocimiento
del contexto en el que se desarrolla el niño, como el nuestro, en el que
está presente la pobreza, la falta de acceso a los servicios fundamentales,
la emigración que incide de manera negativa en el desarrollo socio-emocional
de los pequeños, la corrupción, deshonestidad que degradan el clima familiar.
Ante esta toma de conciencia el educador estará formado para brindar
una educación en valores y educará a través de la práctica de estos dentro
de su quehacer, sin olvidar jamás el rol de modelo-ejemplo que ejerce
frente a sus alumnos.
El educador defenderá el proceso colaborativo entre las
estructuras del sujeto y las estructuras del ambiente. El papel del adulto
será el de crear situaciones que desafíen el pensamiento actual del niño
y así, que provoquen un desequilibrio cognitivo, como lo sostenía Piaget
dentro de su posición interaccionista. Se trabajará el día a día del aprendizaje
del niño y del grupo, día a día que tiene relación con el ayer y con el
futuro, por lo que existirá una relación con el desarrollo sociocultural,
que a la vez tiene que ver con todo el legado a través del sistema numérico,
lingüístico y de valores.
El niño y la niña son personas únicas e irrepetibles,
con sus propias particularidades y ritmo personal de aprendizaje y de
acción, como sujetos capaz de recibir las señales afectivas y cognitivas
que le llegan del entorno, de ordenarlas e interpretarlas, de procesarlas
y generar respuestas propias por medio de las cuales establece interrelaciones
con su entorno.
El nuevo paradigma del niño y la niña, los concibe como
ciudadanos y sujetos sociales, que tienen derecho a una vida de calidad,
con educación ligada a la salud y nutrición biológicas y psicológicas,
a vivienda y recreación en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado
y libre de contaminación.
Al referirnos a la recreación retomemos el principio
del juego, que todo educador debe tener presente dentro de su metodología.
Se debe elevar al juego a la categoría de signo de identificación de la
vida de los pequeños. Se le reconoce al juego la condición de modo natural
que el niño/a utiliza para construir sus propios modelos de conocimiento,
de comportamiento socioafectivo y de selección de valores.
Constituye un derecho de la infancia el poder disfrutar
de un tipo de juegos de características contrapuestas al juego alienante,
aislador, mercantilizado. El juego constituye la ocasión propicia para
la socialización y el aprendizaje, capaz de suministrarles los componentes
culturales para conocer. El juego se ofrece como un terreno fértil para
el cultivo de procesos cognitivos, estéticos, ético-sociales, existenciales
del sujeto en edad evolutiva.
Hoy día se construyen grandes discursos sobre la calidad
de vida. Nos encontramos frente a un mundo que hace ruido sobre la vertiente
material, frente al silencio en lo que se refiere a su vida no material.
Debemos partir del conocimiento de las necesidades del niño y de la posibilidad
que tales necesidades pudieran ser satisfechas a través del juego, de
la interacción lúdica.
Frente a la ecuación necesidades-juego infantil, que
es preciso legitimar desde el punto de vista de la Pedagogía, llamando
a participar en ese proceso al adulto (padre y maestro) para ir liberando
el juego infantil de forma tal que se vayan ampliando y tomando más en
consideración las motivaciones-necesidades auténticas de los pequeños,
hoy en buena parte desatendidas. La tesis sería: Las motivaciones “innatas”a
la comunicación, socialización, actuación por cuenta propia, construcción,
exploración y fantasía recuperan a través del JUEGO la ocasión
material para ampliar y resaltar sus virtuales potencialidades formativas.
El hecho de que el Educador infantil ha de ejercer su
influencia en una etapa tan delicada y temprana de la vida, obliga indefectiblemente
a ser un profesional con condiciones específicas, que sea capaz de comprender
las particularidades psicológicas de sus niños y niñas, a su vez, que
esté lo suficientemente capacitado para saber qué hacer y cómo hacer con
sus educandos en este momento crucial de su formación y educación. Se
requiere de un educador diferente para una etapa diferente de la vida,
que es, sin duda, la más significativa en la formación del individuo.
Un educador de este tipo no está al margen de lo que
en la ciencia psicológica y en la práctica pedagógica cotidiana se consideran
como paradigmas del proceso educativo y que, desafortunadamente en ocasiones
por simple desconocimiento de las particularidades de la edad, en otras
por una deficiente concepción pedagógica, se vulneran en la realización
del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Ello conlleva a enfoques desacertados, limitados e ineficientes
en la formación del personal que ha de trabajar con estos niños y niñas,
la cual a su vez se refleja en la puesta en práctica del proyecto educativo,
y conduce a la no consecución de los objetivos que se plantean a la educación
en estas edades, y también como consecuencia, da de los logros esperables
del desarrollo de los educandos.
Además no debemos perder de vista que el eje principal
es la afectividad como núcleo, y el pensamiento creativo y el pensamiento
lógico como dos fuerzas contrapuestas que se entrecruzan en torno al núcleo
sin anularse. El Referente incluye además un objetivo específico referido
al arte porque los niños necesitan preparación para apreciar la
belleza y vibrar con ella. Se aprovechará la sensibilidad original para
experimentar placer estético al escuchar canciones, poemas bellos o textos
adecuados según la edad.
Los docentes de educación inicial deben estar en capacidad
de ejercer la docencia, ofreciendo un trabajo de calidad. Deben diseñar
planes, programas y proyectos que abarquen las áreas curriculares para
el logro del desarrollo armónico de los educandos. Deben realizar actividades
de estimulación temprana, así como elaborar y desarrollar propuestas educativas
destinadas a fortalecer al niño y la familia.
Entre las situaciones profesionales en las que se destacan,
están:
Ø El realizar un trabajo serio y responsable, demostrando
capacidad y seguridad en el dominio de los métodos, técnicas y procedimientos
dirigidos al trabajo con los infantes.
Ø Realizar un trabajo innovador y creativo, que dé
cuenta de los conocimientos y habilidades propias del perfil profesional.
Ø En el trabajo interdisciplinario, demostrarán una
postura objetiva, con capacidad analítica y fundamentada según los casos
a tratarse.
Ø Su trabajo se ampliará a través de una vinculación
directa y armónica con las familias y miembros de la comunidad.
Ø En los diferentes centros trabajarán tomando como
ejes centrales lo lúdico, estético y lo afectivo, todo ello amparado
en un clima de respeto a las necesidades y condiciones particulares
de los grupos de niños que estén a su cuidado.
Al tener como objetivo el que los niños se aprecien
como personas, vivencien valores significativos, se comprometan en función
del bien común, expresen su deseo de aprender, se valoren como actores
sociales, descubran el arte como medio de gozo, conocimiento, expresión
y comunicación y desarrollan diferentes tipos de pensamiento y formas
de comunicarse, se deberán ofrecer las experiencias de aprendizaje más
oportunas y vivenciales para lograrlos y se deberán respetar los lineamientos
metodológicos, que llevarán a cada pequeño a movilizarse en sentimiento
y pensamiento, afecto y razón, con experiencias eminentemente flexibles.
El Perfil ideal de este profesional, propongo sea el
siguiente:
Ø Posee una sólida base científica, técnica y humana,
con capacidad para planificar, organizar, implementar y evaluar el proceso
educativo que lo habilita para adoptar y aplicar cualquier modalidad
curricular que favorezca el desarrollo del niño o de la niña de 0 a
6 años.
Ø Hace del Centro Pre-escolar, un lugar atractivo,
donde la experiencia educativa se distingue por la estimulación a través
del juego, el arte, el afecto y demás vivencias significativas para
propiciar el desarrollo integral del párvulo.
Ø Practica una actitud positiva amparada en un correcto
desempeño profesional ético.
Ø Sabe trabajar en equipo, propone soluciones creativas
para los problemas que eventualmente se le presenten y toma decisiones
oportunas.
Ø Conoce la realidad social y el entorno de los niños
con quienes trabaja, y pone toda su flexibilidad y sensibilidad a disposición
de las necesidades de los niños y del ecosistema en general. Asume el
rol de agente de cambio.
Ø Domina las herramientas de comunicación oral y escrita,
los recursos didácticos adecuados, las tecnologías modernas y las aplica
en su quehacer docente.
Ø Facilita en los niños, el desarrollo de los valores
humanos, propiciando experiencias significativas y vínculos con el mundo
que los rodea.
Ø Es un experto en desarrollar la creatividad, en
despertar la curiosidad y en fomentar la autonomía como característica
de la personalidad que se forja en el niño.
Se propone el juego como línea metodológica básica,
porque es la experiencia del principio de actividad intrínseco a la
naturaleza del niño. El juego va acompañado de sentimientos de alegría,
satisfacción, es motivador, estimula sus capacidades físicas, intelectuales
y afectivas, su fantasía e imaginación.
La otra línea metodológica propuesta, es el arte, que
permite expresar al niño lo más íntimo de su persona, tener acceso a
conocimientos globalizados y vivir naturalmente en el espacio. Todo
esto enmarcado en un ambiente de afectividad positiva.
Según el informe a la UNESCO de la Comisión Internacional
sobre la educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors en
el libro: LA EDUCACIÓN ENCIERRA UN TESORO” , asigna a la educación inicial
la connotación de “un pasaporte para toda la vida”, subrayando la importancia
de la importancia de la educación de la primera infancia con estas frases:
“Además del inicio de socialización que los centros
y programas permiten efectuar, se ha podido comprobar que los niños
a los que se imparte una educación destinada especialmente a la primera
infancia están más favorablemente dispuestos hacia la escuela y es menos
probable que la abandonen prematuramente que los que no han tenido esa
posibilidad. Una escolarización iniciada tempranamente puede contribuir
a la igualdad de oportunidades al ayudar a superar los obstáculos iniciales
de la pobreza o de su entorno social o cultural desfavorecido. Puede
facilitar considerablemente la integración escolar de los niños procedentes
de familias inmigradas o de minorías culturales o linguísticas. Además,
la existencia de estructuras educativas que acogen a niños en edad preescolar
facilita la participación de las mujeres en la vida social y económica”.
Los docentes desempeñan un papel determinante en la
formación de las actitudes –positivas o negativas- con respecto al estudio.
Ellos son los que deben despertar la curiosidad, desarrollar la autonomía,
fomentar la disciplina intelectual y crear las condiciones necesarias
para el éxito de la enseñanza formal y educación permanente.
Para lograr los objetivos de la educación inicial,
para ofrecer una educación de calidad desde los primeros años, los docentes
deben poseer los conocimientos, la competencia, las cualidades personales,
las posibilidades profesionales y la motivación adecuadas.
Deben estar conscientes de que muchos niños llegan
al Centro infantil con una experiencia familiar positiva o negativa,
habiendo vivido una serie de experiencias, con mucha información a través
de los diferentes medios de comunicación, ante esto, los docentes deben
esmerarse en convertir ese lugar en un espacio más atractivo para sus
alumnos. Además es de su responsabilidad encontrar el justo equilibrio
entre la tradición y la modernidad, entre las ideas y las actitudes
propias del niño y los contenidos del programa.
La gran fuerza de los docentes es la del ejemplo que
dan al manifestar su curiosidad y apertura de espíritu. Nunca se insistirá
demasiado en la importancia de la calidad de la enseñanza y por ende
del profesorado, en una etapa temprana es cuando se forman en lo esencial
las actitudes del alumno hacia la vida, el estudio y la imagen que tiene
de sí mismo.
En la etapa inicial el docente desempeña un papel decisivo.
Por lo que además de poder ejercer competencias pedagógicas muy variadas,
debe tener cualidades humanas no sólo de autoridad, sino de empatía,
paciencia, humildad, buen humor.
A lo largo de su existencia, los docentes tendrán que
actualizar y perfeccionar sus conocimientos y técnicas El equilibrio
entre la competencia en la disciplina enseñada y la competencia pedagógica
debe respetarse cuidadosamente. Porque para realizar un buen trabajo
dentro de la docencia no sólo debe ser competente, sino contar con suficientes
apoyos. Además de las condiciones materiales y los medios de enseñanza
adecuados la actitud del docente y los principios morales y éticos
que se expresen en su quehacer son elementos importantísimos.
A veces hemos escuchado la afirmación que, mientras
los niños crecen, los educadores se desgastan y se detienen en su desarrollo
profesional como con consecuencias negativas para ambas partes involucradas
en el proceso. Es importante que cada docente conozca con claridad su
rol, qué funciones le corresponden. En cuanto al rol, este incluye
las actitudes, valores y conductas adscritas por la sociedad. La educación
de los niños pequeños es una de esas funciones.
Entre las conductas inherentes a su rol están: la creación
de un ámbito de juego adecuado, que permita al niño un desarrollo físico,
socio-emocional e intelectual. La ayuda que debe brindar al niño para
una transición armónica hacia la vida escolar. El trabajo cooperativo
con los padres en todos aquellos aspectos que tengan que ver con la
vida del niño. Pero estas funciones no son rígidas, la flexibilidad
estará en las expectativas de los padres, las relaciones con sus colegas,
con los directivos, su propia conducta y los intereses personales, etc.
Para lograr un desempeño eficaz de su rol no es suficiente
el haberlo aprendido sino que es necesario revisarlo permanentemente
para conocer los nuevos matices que van apareciendo.
Aunque en lo fundamental la profesión docente es una
actividad solitaria en la medida en que cada educador debe hacer frente
a sus propias responsabilidades y deberes profesionales, es indispensable
el trabajo en equipo con los otros docentes y directivos, a fin de mejorar
la calidad de la educación y adaptarla mejor a las características particulares
de las clases o de los grupos de los alumnos.
A los Normales, a los Institutos Superiores, a las
Facultades de Filosofía, les corresponde la tarea de formar docentes
capaces de acometer con eficiencia y creatividad su gestión profesional.
Esta formación debe reforzar la motivación profesional
mediante el vínculo directo y sistemático del profesor con la realidad.
La preparación pedagógica, psicológica, es importante para el conocimiento
profundo e integral de los futuros educandos a los que va a guiar y
formar.
Que como profesional de la educación pre-escolar debe
tener la capacidad de decisión, la capacidad de responsabilizarse no
solamente de un currículo, sino del crecimiento y desarrollo integral
de los niños, debe existir en él, la congruencia entre el ser y actuar,
que en su trabajo se proyecte y plasme los valores, principios y normas
éticas universales. Que sea capaz de educar a los niños no solo a través
del discurso o de técnicas adecuadas, sino con el ejemplo.
No debe perder de vista la necesidad del contínuo y
permanente progreso técnico-profesional. No puede quedarse con las teorías
tradicionales, la educación avanza a pasos agigantados por lo que el
estudio constante, la capacitación, la lectura, el intercambio con otros
docentes lo mantendrán actualizado, para realizar un trabajo eficiente,
de calidad, que cubra las expectativas de educandos, de directivos,
de los padres y de la comunidad toda.
Deberá sentirse seguro con su preparación, deberá ser
capaz de crear, innovar, de involucrarse en proyectos educativos. Su
trabajo no se limitará a la gestión dentro del aula, sobrepasará esas
fronteras y se hará sentir dentro de la Institución, aportando con ideas,
metodologías, actividades, proyectos etc.
Estará atento al desarrollo de sus alumnos, a través
de observaciones directas, llevando un programa de evaluación llevado
de manera profesional que le permita detectar a tiempo cualquier situación
que debe ser derivada y trabajada con otro profesional, con el ánimo
de favorecer el desarrollo armónico de cada uno de los pequeños.
El perfeccionamiento debe darse a través de las tareas
acostumbradas, de las actividades nuevas también. Debe darse prioridad
a la investigación, el docente de todo nivel debe interesarse por temáticas
y problemas que le llamen la atención, para ilustrarse al respecto,
profundizar el estudio, buscar alternativas de solución, hacer análisis
y propuestas de mejoramiento.
Debe abrirse en el trabajo y responsabilizarse de dirigir
un equipo, debe crear espacios para ser escuchado, para aportar con
iniciativas, etc.
Dentro de su perfil debe fomentarse el desarrollo del
espíritu de perfeccionamiento, este puede darse en algunos ámbitos:
Ø En los valores, principios, normas o ideario de
los centros o instituciones educativos.
Ø En el aumento de las competencias técnicas y de
calidad en la realización de las tareas típicas correspondientes a sus
funciones y rol como docente.
Ø Interés por la profundización de los conocimientos
propios y mantenerse al día en relación a la materia científica.
Ø Desarrollar mucha sensibilidad e interés hacia la
cultura en general.
Ø Convertirse en un luchador constante para lograr
la superación personal y lograr el dominio de situaciones poco comunes.
Ø En el deseo de saber más y ayudar a los demás.
Ø Conocimiento de técnicas directivas, destreza en
su utilización y responsabilidad.
A más de los aspectos mencionados, debe haber desarrollado
las siguientes capacidades:
Capacidad de informarse, de comprensión lectora, de
observación, de escuchar, de reconocer los propios prejuicios, distinguir
entre hechos y opiniones, distinguir entre lo importante y secundario
(saber priorizar) y saber recordar y de pensar en el futuro.
Otras cualidades complementarias que mencionaría como
válidas, que debe tener todo maestro de educación inicial y de todos
los niveles son: