“Buscando a Nemo”.El análisis desde la perspectiva de unos educadores infantiles
Todo
educador conoce que no hay mejor método para hacer significativos
los aprendizajes de quienes tratamos de enseñar, que conocer cuáles
son sus verdaderos intereses y motivaciones. Esta idea, y quizás
cierta deformación profesional, es la que nos conduce a menudo
a los que nos dedicamos a la docencia, a hacer cosas que la gran mayoría
de nuestros coetáneos nunca han entendido: entre otras, la de analizar
pormenorizadamente lo que ellos ven.
Somos sinceros cuando admitimos que,
en la mayor parte de las ocasiones, la motivación por ser unos
mejores profesionales, tan sólo nos permite permanecer un tiempo
relativamente limitado delante de una pantalla.
Coincidimos en que, Shrek fue la primera
película de animación de nuestra etapa adulta que nos hizo
soltar desinhibidas carcajadas en un cine repleto de público infantil.
Así como un trozo de chocolate después de un largo régimen,
reviva el sentido del gusto, este largometraje consiguió desempolvar
el placer intrínseco que puede producir el visionado de una animación
que, por sus características, se presupone destinado al público
infantil.
Como un niño que reproduce la
conducta que le produjo de forma inesperada algún tipo de beneficio,
probamos suerte con otros títulos como Monstruos, S.A. o Ice Age.
Cuando comenzábamos a creer que tendríamos que esperar a
la segunda parte de Shrek para volver a aplaudir inconscientemente tras
la película, llegó Buscando a Nemo.
Durante el primer visionado fueron innumerables los temas que considerábamos,
sin apenas disparidad de opinión, ser dignos de análisis
en el aula bien de educación infantil bien de la facultad de Ciencias
de la Educación. La segunda vez que fuimos al cine, ahora ya pertrechados
con lápiz y papel, pudimos tomar notas de aquellos aspectos puntuales
sobre los que habíamos estado reflexionando en el tiempo que separa
uno y otro momento.
Para la presente exposición optamos
por seguir, en la medida de lo posible, la línea argumental de
la película pero realizando el análisis en relación
a varios ejes:
- La familia:
Son dos las tipologías de familia
que se muestran en la película. En la primera de ellas se puede
situar a la formada por los peces payaso. Las tortugas marinas verdes
servirían para ilustrar la segunda.
En el primer caso, se produce una reproducción
de los roles familiares tradicionales. Nada más comenzar el filme,
se ve a un orgulloso pez mostrándole a su mujer, la anémona
que se convertirá en el nuevo hogar de una pareja a punto de convertirse
en familia.
Marlim, que así se llama el afortunado
padre, está preocupado por si será querido por los más
de cuatrocientos hijos que están a punto de salir de sus huevos.
Coral, su pareja, trata de tranquilizarlo, en un alarde de extensión
de su, a punto de ser inaugurado, instinto maternal.
La distribución de roles según
el sexo está presente en muchas especies animales. Sin embargo
el ser humano trata de deshacerse de este yugo a través de la racionalidad
con la que alardea ser diferente a los otros seres que habitan la Tierra.
El problema reside en la dificultad de congeniar el comportamiento instintivamente
animal con aquel promocionado por las distintas culturas. ¿Dónde
puede establecerse el límite entre ser coherente con la realidad
y hacer uso de la prosopopeya?
Una vez desaparece Coral debido a un
desgraciado lance (pero por otro lado, absolutamente natural) con una
barracuda, el cuidado de la prole es ejercido únicamente por varones.
Son varios los personajes que aparecen desempeñando el papel de
padres. A Marlim se le suman los progenitores masculinos de los compañeros/as
de escuela de Nemo; Crush, la tortuga marina verde con la que se encuentran
el pez payaso y el pez cirujano azul cuando toman la corriente australiana
del este.
La única figura femenina con el
suficiente peso para ser analizada es la de la compañera de viaje
de Marlim. Dory se muestra como un ser independiente, sin ataduras familiares.
La relación que se establece entre
los dos sexos es siempre de protección del macho con respecto a
la hembra. Así, se pueden destacar varias imágenes que corroboran
esta afirmación.
La primera de ellas ocurre cuando el
pez payaso trata de evitar la muerte de una madre que ofrece su vida para
tratar de salvar a sus crías.
La segunda situación en la que
se aprecia esta actitud por parte de los varones es provocada por el llanto
de Dory, al sentirse rechazada por un Marlim que la considera más
como un estorbo que como una ayuda para lograr encontrar a su hijo. Un
banco de peces, actuando al unísono cual equipo perfectamente coordinado,
sale en defensa de la dama, llegando a insultar al pez naranja con su
propia especie: “¡payaso!”.
El derroche de valentía que Marlim
tiene para rescatar a una Dory un tanto adormilada en medio de un bosque
de anémonas venenosas es la tercera prueba de la supremacía
que se le quiere dar a un sexo sobre el otro.
Por último, destacar la nota discordante con el planteamiento anterior
que se ofrece cuando Dory le dice a Marlim: “¡Qué manía
tenéis los hombres a lo de preguntar!”.
La segunda tipología de familia
contrasta con la biparental o monoparental que se ha descrito hasta el
momento. La vida en comunidad es la que parecen llevar las tortugas marinas
verdes. La forma de reproducción recuerda a la de los espartanos
donde los padres no conocían quiénes eran sus hijos/as biológicos.
Los soldados se encargaban de proporcionar lo necesario para el sustento
y educación de la prole comunitaria.
Las tortugas hembra ponen sus huevos
en una playa y cuando llega el momento, las nuevas tortugas rompen sus
huevos. En ese instante comienza su lucha por la supervivencia. Cuando
más rápidamente consigan llegar al mar, menos peligro tendrán
de ser presa de algún depredador.
En la película se presenta un
grupo intergeneracional de trashumantes tortugas. Todas las adultas colaboran
en procurar el bienestar de las más pequeñas.
- La diferencia:
Consideramos que el trato que se le da
a la diferencia sufre un proceso de evolución a medida que transcurre
la película.
La primera etapa está definida
por la superprotección a través del eufemismo que Marlim,
el padre, ejerce con respecto al hijo, Nemo.
Tras el ataque de una morena, tan sólo
sobrevive uno de los huevos y el propio Marlim. Cuando nace el pececillo,
satisfaciendo los deseos de la madre, aquel le pone de nombre, Nemo. El
pequeño pez payaso presenta una hipertrofia en una de las partes
de su anatomía. El progenitor, en vez de enseñar a su hijo
a superar los obstáculos que se le puedan presentar en la vida
a causa de tal malformación, le hace creer que su hipodesarrollada
aleta le dará suerte.
El segundo momento se produce cuando
se eliminan los eufemismos pero sin cambiar la conducta superprotectora.
Esto tiene lugar cuando Nemo comienza a hacer cierta vida social con sus
iguales. Los compañeros y compañeras con los que se encuentra
al llegar a la escuela ponen de manifiesto la diferencia de nuestro protagonista
con respecto a otros congéneres. Al mismo tiempo, admiten con naturalidad
las suyas: un calamar con un tentáculo más corto, un ser
acuático alérgico al H20, otro asume sin dudarlo ser un
plasta… Nemo explica lo que hasta ahora ha oído de su padre
en cuanto a ese tema. Sin embargo se hace evidente el pensamiento de Marlim
cuando se ve obligado a delegar el cuidado de su retoño en el profesor
durante un breve tiempo. Le explica al Prof. Ray no sólo la diferencia
que Nemo presenta sino que además, le advierte de todos las dificultades
que ésta le puede causar para pretender llevar una vida normal.
La confrontación entre el verdadero
pensamiento del padre y lo que hasta ahora le había expresado a
su hijo se pone de manifiesto cuando Nemo y sus nuevos compañeros
se asoman al oscuro abismo del océano. El temer por la vida de
su hijo se delata cuando le alecciona: “Recuerda que no nadas bien”.
Que Marlim ponga en evidencia a Nemo delante del grupo de iguales le lleva
a contestarle a éste que le odia. Pero, quizás, la frase
más significativa y lapidaria de esta tensa conversación
y que Marlim recordará a lo largo de su recorrido es: “¡Crees
que puedes hacer de todo, pero no puedes!”.
Que la diferencia no sirve como excusa
es el siguiente cambio que tiene lugar con respecto a su trato. Avanzada
la película, Gill, un pez ídolo moro con el que Nemo va
a topar en la pecera donde está siendo recluído por el dentista,
le enseña a convivir con la diferencia. Le hace consciente de ella
ya que, sólo así, podrá enfrentarse debidamente a
las dificultades que su existencia le ocasionan.
- Las conductas antisociales:
Cuando comienzan la búsqueda de
Nemo, Marlim y Dory se encuentran con Bruce, un gran tiburón blanco.
En la vida real se trata de un depredador ápex, es decir, se encuentra
en la cúspide de la cadena alimenticia y no se enfrenta a depredadores
naturales.
Pese a lo que se podría esperar,
el tiburón (recordemos, casualmente con idéntico nombre
al de la maqueta empleada en la célebre y terrorífica película
de “Tiburón” de Spielberg), no persigue a los dos peces
para devorarlos. Busca que lo acompañen a un reunión que
simula a las que organizan como terapia de grupo y de forma regular, el
colectivo de Alcohólicos Anónimos, que nos han acercado
muchas producciones americanas. A ella también acuden otros dos
escuálidos: Anchor, un tiburón martillo y Chum, un tiburón
mako. Cada uno de los participantes en la sesión deben de ir acompañados
por un pez amigo, ya que en eso consiste el quinto paso del proceso de
rehabilitación.
Que en el reino animal tres tiburones
traten de ir en contra de sus instintos es totalmente surreal. El absurdo,
por antinatural, de la situación nos sirve para reflexionar sobre
los procesos de desintoxicación a los que se someten los humanos
para liberarse de la adicción a unas sustancias que socialmente
se prohíbe que sean consumidas con naturalidad. ¿Con esta
secuencia se incita para que surjan dudas sobre si determinadas conductas
pueden ser tachadas de indeseables y, en ocasiones, sancionables?
¿Podríamos pensar que la
película puede emplearse como alegoría al consumo de ciertas
sustancias consumidas con naturalidad por el hombre desde tiempos remotos?
La forma de actuar de Crush se asemeja bastante a la de una persona que
fuma marihuana. La desinhibición y el relativismo que produce la
inhalación del humo de esta planta pueden ser fácilmente
identificables con el comportamiento de este personaje. Trata de imitar
la actitud ante la vida de muchos jóvenes surferos que esperan,
con una paciencia inusual en los tiempos acelerados que corren, a poder
deslizarse sobre la “Gran Ola”, el “sunabi” de
sus sueños sin más beneficio que el que se desprende del
hecho en sí.
El tono sarcástico de la escena
de los tiburones no sólo se aprecia cuando parodian una sesión
terapéutica y de catarsis de alcohólicos anónimos,
sino cuando atribuyen la causa de las recaídas en la adicción
de Bruce a que no conoció a su padre. Traen a colación el
pensamiento freudiano en el que cualquier trastorno en la adultez es consecuencia
de algún trauma infantil. El yo no es capaz de mantener firme las
riendas que controlan al ello, y por eso cuando el tiburón huele
la sangre que cae de la nariz de Dory cuando ésta es golpeada accidentalmente
por las gafas de submarinista, el instinto propio de su especie, aflora.
- El grupo:
Otro tipo de relación que se puede
apreciar en la exitosa película se da entre los seres que ocupan
la pecera en donde Nemo es introducido tras su captura.
Para ser aceptado como miembro del grupo,
nuestro pequeño protagonista ha de pasar una prueba en la que se
pone a prueba su valentía. Ésta se produce como parte de
una ceremonia que se celebra en el Monte Escupitájurus. El ritual,
aderezado con las canciones que en él se entonan, trae a la memoria
prácticas tribales ancestrales, ritos iniciáticos reproducidos
por muchas de los grupos y sectas que existen actualmente.
Por otro lado, en el acuario conviven
animales acuáticos con rarezas de lo más variopintas. Destaca
Gill como líder del grupo. Este pez ídolo moro es el único
que no ha nacido en cautividad. Esta característica le confiere
una insistente rebeldía natural para tratar de poner fin a su encierro.
Su ímpetu hace que los demás también aspiren a ser
libres. Crea en ellos una necesidad que de por sí no habían
experimentado, dado su condición innata de mercancía en
tiendas de mascotas.
Gill ha tratado de escaparse de la pecera
en varios arranques de valentía. De los fallidos intentos dan señal
las visibles cicatrices de su cuerpo. Desde su llegada, se establece una
relación empática moi intensa entre Nemo y Gill. El veterano
ve a aquel como su delfín, ya que se trata de un pez jóven
también capturado en el océano. El protegido encuentra en
Gill alguien que confía en sus posibilidades, independientemente
de la hipertrofia que éste muestra en su aleta o su visoñez.
Tras el primer intento fallido de liberación,
Gill muestra cierta condescendencia con el pez payaso, motivado por las
palabras de la fisgona estrella de mar. Es el único atisbo de protección
maternal presente en toda la película tras la muerte de Coral.
Frente a lo que se pudiera pensar, ésta trata de justificarlo por
ser demasiado jóven y no por las dificultades que le pudiera ocasionar
el tener una minusvalía física.
La información del entorno más
inmediato la proporciona este ser vigilante de cinco brazos, siempre pegado
al cristal de la pecera. Los habitantes del acuario no sólo saben
lo que ocurre en la consulta del dentista en el que está ubicado
el acuario, sino que, gracias a un amigo volador, pueden conocer lo que
sucede más allá de esas cuatro paredes. A cambio Nigel,
que así se llama el pelícano pardo que frecuentemente se
asoma a la ventana que tiene a un lado la bahía de Sydney y al
otro la consulta, busca la última noticia sobre las hazañas
del dentista.
Avanzada la película, las dotes
de liderazgo que Gill mostraba en la pecera son demostradas por Nemo.
La necesidad del trabajo en equipo, de aunar sinergias entre los cautivos,
es interiorizada por el pez payaso en varios momentos de su cautiverio.
El primero de ellos es cuando todos colaboran para ayudarle a salir del
tubo de depuración en el que se queda atascado en el primer intento
de fuga. El segundo momento se produce al asumir un plan alternativo que
les posibilite vivir en libertad. Entre todos buscan ensuciar al máximo
el acuario, con lo que ello supone de actitud contra natura para algún
miembro del grupo.
Estos aprendizajes son transferidos por
Nemo cuando, una vez en el mar abierto, se encuentra en una delicada situación
en la que considera que la única solución para evitar que
Dory sea capturada por un barco pesquero es buscar la coordinada fuerza
del grupo. Anima a que todos los apresados en la red naden hacia abajo,
consiguiendo que se rompa y, consecuentemente, logren beneficiar a terceros
con la liberación del bando de atunes y del pez cirujano azul.
- La educación:
El tipo de educación reglada o
formal que se promueve a través de la película puede analizarse
a través de varios aspectos. La escuela es la puerta que conduce
del reducido contexto familiar, en el que hasta ahora se encontraban las
crías, a la amplitud del gran entramado social. Los progenitores
delegan parte de la educación de sus retoños/as a esta institución.
No creemos baladí o casual que
sean seres femeninos con marcado aspecto maternal las encargadas del cuidado
de los más pequeños en la cama de esponjas, pues reproduce
fidedignamente la situación real en la que es mayoritaria, por
no decir prácticamente exclusiva, la presencia del sexo femenino
en la etapa infantil.
En contraposición a la anterior
asimilación de la realidad, en la cinta se produce una renovada
visión de la educación. Se presenta una escuela abierta
al entorno y musicalmente lúdica. El Prof. Ray, que así
se llama el pez manta responsable de la formación del grupo en
el que se encuentra Nemo, conduce, cual pedagogo que asume las directrices
de la Escuela Nueva, a los alumnos/as a las fuentes de conocimiento. En
nuestras escuelas los maestros/as tratan de enseñar a las nuevas
generaciones a vivir en un mundo cada vez más complejo. Pero es
imposible que la complejidad y riqueza social que nos rodea se pueda constreñir
para ser vivenciada entre cuatro paredes.
El Sr. Ray guía a Nemo y a sus
compañeros/as en el descubrimiento de su entorno. Es simpático
como les alecciona en conocimientos científicos e incluso de educación
vial. Su posición con respecto al grupo es muy representativa.
Cuando todo va bien, se coloca debajo de ellos a modo de colchón.
En el momento en que las cosas se complican, les obliga a colocarse bajo
él, como si se tratase de un paraguas. La forma de protección
es diferente en ambos casos: en el primer momento actúa como la
red protectora de los funambulistas que les evita hacerse daño
cuando experimentan una y otra vez en busca de la consecución del
objetivo propuesto; en el segundo caso, cuando se ve peligrar la integridad,
prima el instinto de protección por encima de la libertad de movimiento
necesaria en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje.
Como apunte final de este apartado, sólo
señalar la alusión, realizada casi al final de la película,
a las nuevas reformas educativas en las que se considera como aspecto
fundamental la movilidad de estudiantes y profesores. La presencia de
docentes y alumnos/as de intercambio, como sucede en la escuela a la que
va Nemo, va a ser algo a lo que haya que acostumbrarse en un futuro inmediato.
- Los trastornos de personalidad:
La muerte traumática de su pareja
y de más de cuatrocientos descendientes, convierte al alocado Marlim
en un pez payaso obsesivo, agorafóbico, hiperprotector, depresivo
y con escaso sentido del humor.
Antes de salir de la anémona donde
vive, lleva a cabo un ritual, propio de los que padecen algún tipo
de trastorno obsesivo-compulsivo: entra y sale tres veces y, de no ser
por el ímpetu de Nemo por ir a la escuela por primera vez, lo repetiría
una vez más.
La tendencia a agobiarse se pone de manifiesto
cuando Nemo le pregunta: “¿No te agobiarás como en
el zoo de pececitos?”. La sensación que Marlim experimenta
se transmite eficazmente al espectador cuando se ofrece la desoladora
imagen tras la captura de Nemo, en la que se ve a un minúsculo
pez ante el gran océano. La monocromática oscuridad que
parece reinar en él contrasta con el colorido propio del arrecife
de coral, hasta entonces prácticamente único escenario de
la película. Sólo en la situación de tensión
en la que Coral es devorada por la barracuda se había jugado con
ese apagado tono azul grisáceo. Con esa escena se consigue transmitir
el terrible horror que experimenta Marlim ante ese gran desconocido pozo
abismal.
La relación enfermiza de superprotección
con respecto a Nemo ya fue tratada en otro apartado, por lo que no insistiremos.
Con respecto a la predisposición
para experimentar estados depresivos hay que decir que son varias las
secuencias en las que se presenta a un Marlim alicaidamente derrotado.
En ocasiones consigue superar esos estados gracias a los positivos mensajes
y a la actitud no premeditada de su compañera de viaje.
Aunque con menos efectos inmediatos,
también es fundamental el cambio que se produce en el autoconcepto
de Marlim cuando escucha en boca de terceros la valerosa intervención
realizada para evitar ser devorados por un horrible monstruo procedente
de las profundidades del mar o por una panda de arrepentidos feroces tiburones.
En la historia que narran las tortugas, basada en el relato de Dory, Marlim
se ve reflejado en un espejo que distorsiona positivamente la realidad
y que le hace modificar su imagen.
Destacar que en el mundo animal también
están presentes los prejuicios sociales. A los peces payaso se
les presupone un agudizado sentido del humor. El excesivo realismo con
el que Marlim se enfrenta al mundo le impide contar adecuadamente los
chistes. Su habilidad varía exitosamente cuando mejora sensiblemente
su situación vital.
No sólo el pez payaso presenta
trastornos de personalidad, muchos de los seres que habitan el acuario
también lo hacen. Así, nos encontramos con uno obsesionado
por capturar burbujas; otro que muestra un comportamiento compulsivo por
mantener todo pulcramente limpio y descontaminado; aquel otro que no controla
la hinchazón de su cuerpo cuando algo no sale como esperaba; o
aquella otra con una imagen distorsionada de la realidad que cuando se
ve reflejada en la pecera, cree estar viendo a una hermana a la que tacha
de loca…
- La amistad:
Para analizar la visión que se
da de la amistad en la película habría que reflexionar sobre
el mismo concepto para tratar de diferenciar este tipo de relación
de otras posibles. La vinculación que se establece entre Marlim
y Dory podría definirse como una relación de amistad, sin
embargo son contínuas las evidencias del interés por establecer
algún tipo de intercambio afectivo entre los dos personajes.
Cuando capturan a Nemo, Marlim intenta
perseguir el bote en el que lo han subido pero llega un momento que pierde
su rastro. Desesperado y tras varios intentos fallidos de conocer el rumbo
que ha tomado la embarcación, se encuentra con un pez cirujano
azul que le ofrece ciertas indicaciones. Tras el primer momento esperanzador,
uno se da cuenta de que Dory, sufre algún tipo de trastorno de
la memoria. Tal vez un entrañable homenaje a los afectados por
esa pavorosa enfermedad de nuestro tiempo, devastadora de recuerdos, que
es el mal de Alzheimer.
Pese a la dificultad de Dory para recordar,
ésta cuenta con una serie de aprendizajes que ayudan a Marlim a
encontrar a Nemo: conoce métodos de lectura rápida, es capaz
de hablar diferentes dialectos del idioma balleno…; pero lo más
importante es la actitud positiva que tiene ante la vida. Continuamente
repite a Marlim: “cuando huye la suerte, ¿sabes lo que hay
que hacer? Sigue nadando, sigue nadando”.
La inconsciencia que impera en todas
las actuaciones de Dory contrastan con la excesiva reflexión de
Marlim ante cualquier situación. Ninguno de los dos extremos es
positivo. Dory consigue que Marlim salga de muchos de los estados depresivos
que experimenta a lo largo de la película. En contraposición,
el pez payaso le confiere a Dory una cierta estabilidad y sobre todo,
la necesidad de tener que realizar un esfuerzo para aplicar los aprendizajes
con los que cuenta y olvidarse menos de las cosas.
Son varias las escenas en las que podemos
apreciar como las diferencias de base entre ambos hacen que Marlim desee
romper la relación que le une con Dory y continuar el viaje sin
el lastre que considera que ella le supone. Es paradójico ver como
un ser acostumbrado a proteger excesivamente a su vástago por ser
“diferente”, sea poco tolerante con las peculiaridades de
los otros.
- La sociedad:
Algunos hábitos sociales muy extendidos
en nuestra sociedad globalizada, también son motivo tanto de crítica
como de afirmación en el filme. La tendencia a poseer animales
de compañía como mascotas o elementos decorativos en nuestros
hogares es uno de ellos. En Estados Unidos, la venta de comida para mascotas
alcanza cifras astronómicas. Darla, alias “Risitas”,
la maléfica sobrina del galeno de la película, al margen
de su traviesa imagen acrecentada por el protector metálico de
su dentadura (el terror de muchos y muchas quinceañeras), recurre
al inodoro (“taza de la muerte”) para desacerse cada año
de su pez mascota. Un viaje sin retorno. La propia visita a la “pet
shop”, creemos, posiciona sen ambajes a los guionistas de “Buscando
a Nemo” al respecto del comercio y proceder con las mascotas naturales.
El drama de los abandonos caninos o de aves exóticas que apenas
saben volar por sus días de cautiverio, es visible en parques,
calles y carreteras de cualquier ciudad, especialmente las fechas posteriores
a las fiestas navideñas o primeras días del estío.
Por otro lado, estamos ante un éxito
de recaudación y de crítica que va más allá
que una película infantíl. De hecho, el día de nuestro
visionado, la presencia en la sala de adultos, era notable. Pixar, conscientemente,
ideó guión y método para lograrlo. La mezcla de dibujo
tradicional y de diseño por ordenador mejora notablemente el resultado
final de las películas de esta naturaleza. Además, los guiños
á la realidad más actual (lenguaje y expresiones de la calle,
doblajes por parte de reconocidos actores nacionales, referencias críticas
a la omnipresencia de los norteamericanos en el mundo, etc.), ayudan a
captar la atención (y el aprecio) de un público adulto.
¿Es casual que el carcelero tenga de profesión odontólogo,
ese causante de tanto quebraderos de cabeza para algunas generaciones?
También en este apartado de contenido
más social, quisiéramos mencionar dos cuestiones que no
deberían pasar desapercibidas al lector/espectador. Ambas tienen
como protagonistas a las aves. La primera de ellas, la protagonizan las
gaviotas (en el filme, retratadas casi como buitres carroñeros
o hienas del mar). Su insistente y unísono graznido de “¡¡¡mío,
mío, mío!!!”, eslogan más propio de un grupo
de consumidores ante las rebajas, que de una bandada de aves, aleja cualquier
atisbo de afectividad con el público. El individualismo, la preponderancia
del yo ante el otro rival, son características que definen en gran
medida nuestras identidades urbanas actuales.
La segunda de las referencias aladas,
está protagonizada por los pelícanos. No tanto del buen
colaborador “Nígel”, siempre presto a traer información
de mar adentro a los cautivos pececitos, sino de la prole anclada a la
entrada de la bahía. La escena en que Dory y Marlim son rescatados
del pantalán por Nígel, introduciéndoles en su boca,
dando una sensación de encontrarse en un estado etílico,
es observada con absoluta indiferencia por parte de los miembros de la
camada, hasta que uno de ellos, y luego todos los demás, acuden
raudos en su ayuda. ¿Acaso no es general proceder de la gente ante
cualquier suceso similar en el metro o la calle?
- Epílogo
Al margen de polémicas sobre
plagios y derechos de autor surgidas con el éxito de “Buscando
a Nemo”, es innegable que este producto de consumo cultural, no
pasó desapercibido. El aumento de las visitas a acuarios, la adquisición
de peces exóticos como mascotas, el capítulo espectacular
de ventas por merchandising, dan fe de ello.
Nuestra pretensión con la
presente Comunicación es, después de haber disfrutado debidamente
como espectadores como una gran parte de los mortales, es traer a colación
los aspectos del metalenguaje subyacentes en este tipo de propuestas de
ocio. Su aprovechamiento por parte de la industria cultural para homogeneizar
pensamientos y conductas nos debería plantear cierta mirada crítica.
Proyectar este film en las aulas de educación infantil o en la
las facultades de educación, sería un buen ejercicio de
reflexión y formación, tanto para unos como para otros.
De nosotros depende.