Características del desarrollo evolutivo del lenguaje en la etapade la educación infantil
Caracterización
del desarrollo del lenguaje en el primer año de vida (0 a 1 año).
Una particularidad significativa de
este año lo constituye una notable homogenización de las
manifestaciones verbales de los niños, sin comportamientos individuales
que se alejen notoriamente de la norma. Esto ha de ser atribuible a que
los procedimientos de atención y cuidado de los lactantes parece
ser muy semejantes en todos los hogares y el propio centro infantil, lo
que hace bastante similar la estimulación objetal – verbal a los
mismos.
No hubo niños de menos de 45
días en la muestra, por lo que la caracterización asimila
los planteamientos de A. V. Zaporozhtes para este período de edad:
Presencia del grito (provocado por estímulos
internos – externos).
Reacciones elementales de orientación hacia
los sonidos del medio (sobre la segunda semana de vida).
En el primer trimestre se observan
las primeras manifestaciones verbales del niño en la medida en
que surge el gorjeo (emisión sonora univocálica prolongada,
espontánea o provocada por el adulto), unida a la presencia de
gruñidos chasquidos, gritos.
Surgimiento del complejo de animación (observable
durante el tercer mes de vida). Se acompaña de elementos sonoros,
básicamente chasquidos, gruñidos y sonidos univocálicos.
En ocasiones se observan sonidos de una vocal seguida de una consonante.
Gorjeo, que aparece hacia mediados del primer trimestre,
y se manifiesta también en el segundo. Ocasionalmente en etapas
posteriores, emisión sonora semejante.
Hacia el segundo trimestre:
Balbuceo (repetición de sonidos espontáneos
por el niño, al principio por combinación vocal – consonante,
y luego se combina con consonante – vocal).
A partir de este momento, la ejercitación
sonora por el niño va a manifestarse de manera continua, ante una
estimulación verbal u objetal, en la realización de movimientos,
e incluso en la inactividad. Es como si el lactante descubriera
el lenguaje.
Emisión de sonidos vocálicos al manipular
objetos (y posteriormente al hacer movimientos gruesos: gatear, sentarse).
Respuestas sonoras diversas ante estimulación
verbal objetal del adulto, no relacionadas fonéticamente (es
decir, el niño repite un sonido independientemente del sonido
independientemente del que le dice el adulto).
Hacia el tercer trimestre:
Aparición del silabeo (balbuceo prolongado
con predominio de sonidos consonante – vocal, asociados fundamentalmente
a los sonidos de las consonantes (m), (t) y (p).
Repetición por el niño de sílabas
relacionadas fonéticamente ante estimulación verbal del
adulto, de manera frecuente pero no siempre.
En este momento, y desde finales
del trimestre anterior, se observan intentos de repetición que
no cristalizan en verbalizaciones, el niño se concentra en la estimulación
que le hacen, y se distinguen movimientos de labios (que implican intencionalidad
que no se materializa en vocalizaciones).
Surgimiento de reacciones motoras ante la estimulación
gestual – verbal del adulto, asociadas a determinadas combinaciones
de sonidos.
Indica el inicio de la comprensión
del lenguaje adulto como tal, por la asociación acto motor – combinación
sonora, como sucede con "Ven" (más extensión de brazos del
adulto) que conlleva reacción motora de brazos en el niño;
"¿Cómo hace el reloj? Tic – Tac" (que determina movimiento de cabeza
del niño); "¿Dónde está la boca?" (que conlleva a
que el niño saque la lengua).
Estas reacciones motoras (mover
las manos ante la" tortica", tocarse la cabeza y moverla ante "Azótate
la mocita", etc.) suelen no acompañarse de emisión de sonidos
cuando son ejecutadas.
No obstante, si no hay ejecución
motora correspondiente, el niño reacciona con sonidos diversos.
Hacia el cuarto trimestre:
Repetición frecuente y fonéticamente
relacionada ante estimulaciones verbales del adulto asociadas a sonidos
vocálicos (a) (e).
Esto parece relacionarse con tendencias
del adulto a utilizar solamente estos sonidos y en menor grado (o), e
(i). El sonido vocálico (u) casi nunca es usado por el adulto en
su estimulación.
Comprensión de la palabra del adulto en
el plano verbal, sin asociarse a la acción motora de apoyo, generalmente,
por la entonación de la misma y su estructura rítmico
– melódica.
Esto determina la ejecución
de una acción motora ante una orden verbal ("Dame", y el niño
entrega); ("Busca", y el niño mira en dirección al objeto
sin buscar o hace intentos de hacerlo).
En algunos niños, se da
la emisión de sonidos onomatopéyicos conocidos ante la solicitud
verbal del adulto, a veces no relacionada fonéticamente de manera
directa (¿Cómo hace el reloj? "Ta – Ta", emisión del niño).
Hacia finales del trimestre
la comprensión de palabras se amplía, lo que determina la
posibilidad de juegos motrices – verbales. En algunos niños se
observa que vuelven el rostro al llamárseles por su nombre.
Surgimiento de la primera palabra significativa,
generalmente de segundo – tercer grado de similitud.
En el plano pasivo esta palabra
es generalmente un sustantivo ("¿Qué es esto? Mira la nené,
Cómo se dice?"...). En solo un caso se registró un verbo
(ame por dame).
En el plano activo (palabra espontáneamente
expresada por el niño) esta es un sustantivo utilizado siempre
como palabra-frase, es decir, que expresa una acción concomitante.
La amplitud del vocabulario es
mínima, concretándose por lo general a una sola palabra.
Desde el segundo semestre aparece
la interjección generalmente de un sonido vocal – consonante, como
primer accidente gramatical manifiesto.
El curso evolutivo de la emisión
verbal del niño ha tenido en el primer año de vida la siguiente
manifestación en términos generales:
Gruñidos, chasquidos, gritos.
Sonidos de una vocal seguida de una consonante
(con aparición del balbuceo).
Sonidos de una consonante seguida de una vocal
(al surgir el silabeo).
Combinación vocal – consonante – vocal.
Combinación de elementos anteriores en expresión
oral prolongada.
Relación sonido con objeto (onomatopéyico
o verbal, generalmente incompleto).
Repetición consciente de sonidos silábicos
o bisilábicos (a veces con formas no correspondientes).
Aparición de la primera palabra significativa,
generalmente incompleta pero semánticamente correcta.
Aparición de palabras de segundo – tercer
grado de similitud.
Palabras de primer grado de similitud.
Las palabras de primer grado de
similitud son las léxico – semánticamente correctas (nené
por nené), las de segundo grado presentan distorsiones pero son
reconocibles incluso fuera del contexto (apato por zapato), las de tercer
grado son aquellas ininteligibles e irreconocibles pero que designan siempre
al objeto aludido (aco por perro).
Caracterización del desarrollo
del lenguaje en el segundo año de vida.
En esta edad se observa una particularidad
no presente en el año anterior, y que consiste en la manifestación
de comportamientos verbales individuales que se apartan considerablemente
de la norma, pero sin alcanzar un nivel de significación estadística.
Esto determina que existan niños
que muestran un desarrollo un desarrollo verbal muy por encima de sus
iguales, o algún tipo de manifestación verbal en períodos
muy tempranos comparados con el resto del grupo, pero no determinan la
caracterización por ser poco numerosos.
Es de señalar que no se
observa una explosión del vocabulario alrededor de los 18 meses,
que se considera en la bibliografía como el inicio del período
sensitivo del lenguaje. En la muestra de estudio este se ubica definidamente
en el tránsito del segundo al tercer año de vida, lo que
plantea un cambio conceptual respecto a este período sensitivo.
Surgimiento de la palabra – frase (u oración
monopalábrica).
Esta palabra – frase va a caracterizar
todo el segundo año de vida, con una cresta definida entre los
1,3 y los 1,9 años de edad, y un decrecimiento progresivo hacia
finales del segundo semestre.
La palabra – frase es precedida
evolutivamente por la utilización de sonidos que tienen la misma
función de aquella (¿sonido – frase?) y a los que el niño
recurre en su acción e interrelación con adultos e iguales.
Estos sonidos – frases implican a veces repetición de vocales.
Se mantiene la verbalización
sonora como acompañante de la acción motora, que toma con
frecuencia la condición de jerga (emisión incomprensible
de sonidos concatenados). Esta jerga es ocasionalmente utilizada por el
niño como expresión verbal o comunicación con el
adulto y, aunque es bastante frecuente, no se plantea como caracterización
por no alcanzar el grado de significación del 0.05.
Ampliación de la comprensión léxico
– semántica de la lengua que permite cumplimiento de órdenes
por demanda verbal y responder a preguntas directas, siempre en tiempo
presente (cresta a partir de los 1,5 años de edad).
La respuesta a preguntas está
en estrecha relación con el tipo usual de estimulación,
encontrándose reforzamiento de respuestas en sonidos onomatopéyicos
en los primeros meses del año.
En el primer semestre se observan
respuestas ininteligibles a las preguntas del adulto, y a partir de los
1.8 años son predominantemente silábicas. Estas preguntas
siempre tienen que ser directas (dirigidas al propio niño) y en
tiempo presente, pues no hay comprensión del tiempo pasado ni futuro.
Surgimiento de frases simples (oraciones de dos-tres
palabras), con dificultades morfológicas, sintácticas
y gramaticales.
Estas oraciones surgen hacia el final
del segundo semestre, y se concatenan con la posibilidad de responder
a las preguntas del adulto.
Caracterización del desarrollo
del lenguaje en el tercer año de vida (2 a 3 años).
Una particularidad distintiva
es una evidente explosión del lenguaje en el transcurso del segundo
al tercer año de vida, mucho más manifiesta a partir del
segundo trimestre, y que se expresa en un aumento considerable del vocabulario
y de las frases de dos – tres palabras, la reducción progresiva
de las palabras – frase, y el surgimiento y predominio de frases de más
de 4 palabras.
Asimilación de variados elementos morfológicos
y gramaticales que permiten una comunicación asequible y comprensible.
En este sentido, y a partir de
la explosión del lenguaje, se da un predominio marcado de palabras
de primer grado de similitud (que hacen el habla comprensible) y que significan
un 78.7 % de los vocablos, contra un 18.6 % de segundo grado y un 2.7
% de tercer grado.
Un análisis de las palabras
de segundo grado de similitud muestra a la omisión de fonemas como
la dislalia más significativa, básicamente en los sonidos
/s/, /l/, /g/ y /n/ en ese orden, muy por encima del resto de los fonemas.
También se observa con frecuencia la omisión de sílabas.
La sustitución de fonemas
tiene una gama general no significativa, destacándose (l por r),
(t por s) y (g por r).
Se observa la incorporación
de formas gramaticales diversas a las anteriormente presentes (sustantivo
y verbo), entre las que se encuentra el artículo, adjetivos (particularmente
demostrativos), pronombres y formas pronominales, adverbios (básicamente
de lugar, y en menor frecuencia de tiempo), uso del posesivo, del genitivo
y formas gramaticales diversas [de quién, para qué, por
qué, entre otras], y su uso en la comunicación, pero con
dificultades en la concordancia.
Hay aparición espontánea
de la forma temporal en tiempo pasado simple y uso del futuro en presente
("Voy a jugar") muy por encima del futuro simple ("Jugaré"), ante
la pregunta directa del adulto, y formas muy tempranas del imperativo.
El presente continuado ("Estoy comiendo") es poco usado.
Surgimiento de preguntas por el propio niño
en su contacto verbal, con respuestas de frases largas.
Este comportamiento se vuelve
muy significativo a partir del segundo semestre, y surgen las primeras
oraciones compuestas, básicamente descansando en la conjunción
"y".
Ampliación marcada del vocabulario, por
extensión notable de la comprensión léxico-semántica,
sin significativas dificultades en la articulación y pronunciación.
Esto se refleja notablemente en
el acompañamiento verbal de las acciones intelectuales y motoras
que realiza, en los que el lenguaje sirve de apoyo y regulación
de la propia acción.
Aparición de la conversación de tipo
situacional o lenguaje situacional.
El lenguaje situacional (uso de
oraciones simples que hacen comprensible el contenido de una conversación
dentro del contexto) tipifica el final del segundo semestre, y en este
sentido, es frecuente el inicio espontáneo de este tipo de conversación
niño-niño y niño-adulto, con frases largas y simples,
y con habituales enfatizaciones de negación – afirmación.
Identificación mediante el pronombre Yo,
y diferenciación y verbalización de su identidad.
Al segundo semestre los niños
saben significativamente su nombre y lo verbalizan al ser cuestionados,
generalmente sin uso del apellido. No obstante, aun no domina su edad,
apoyándose en los dedos y con equivocaciones frecuentes.
El desarrollo evolutivo del lenguaje
en estos tres años de vida, constituye la caracterización
del mismo en la edad temprana, etapa de singular importancia, puesto que
ya, al final de la misma el niño es un ser que comunica y utiliza
el lenguaje en sus acciones cognoscitivas, afectivas y de relación,
a la vez que implica el inicio de su periodo sensitivo, que aparentemente
se extiende algo más allá de la infancia temprana.
La caracterización en la
edad preescolar propiamente dicha, cuarto, quinto y sexto año de
vida, a diferencia de las de la primera infancia, plantea la dificultad
de no poder establecer una diferenciación etaria evolutiva muy
definida, ya que la mayoría de las estructuras básicas de
la lengua (fonético – fonológicas, léxico – semánticas
y morfosintácticas) están ya presentes desde el cuarto año
de vida y con particularidades bastante perfiladas, y lo que se observa
es una progresiva complejización de las mismas con el incremento
de edad. Inclusive, es típico en la manifestación de los
diferentes componentes que permiten una cierta caracterización
del año de vida, la presencia simultánea de diversas estructuras
sin una gradación evolutiva secuencial bien diferenciadora, por
lo que puede ser insustancial en ocasiones el orden cronológico
en que han de caracterizarse los logros que se van denotando en el desarrollo
del lenguaje.
Otra característica relevante
consiste en la no paridad de los diferentes componentes de la lengua,
y unos se encuentran a mayor nivel de desarrollo que otros, e incluso,
dentro de un mismo componente se dan desniveles que llevan a incongruencias
significativas. Tal es el caso, por ejemplo, de que aún en el sexto
año de vida, dominando el niño los casos temporales y siendo
capaz de hacer una conversación contextual en pasado, presente
y futuro sin dificultades relevantes, sin embargo, exista en muchos niños
cierta confusión en la diferenciación conceptual entre la
mañana, la tarde y la noche, o la comprensión cabal de los
días de la semana y su relación con un momento temporal
dado.
A su vez, la edad preescolar va
a caracterizarse también en que el amplio desarrollo léxico
que muestra el niño, muchas veces no se acompaña de su correspondiente
contrapartida semántica, y el niño utiliza muchas palabras
en su habla habitual que no están apoyadas por una comprensión
cabal de su significado.
No obstante lo anterior, la paulatina
complejización de las estructuras que se conforman permite una
cierta caracterización por años de vida, con límites
bastante imprecisos entre sí, y manifestaciones de diferencias
individuales relevantes en algunos niños.
Caracterización del desarrollo
del lenguaje en el cuarto año de vida (3 a 4 años).
Una particularidad importante
de este año de vida consiste en que hacia su final ya están
presentes todas, o la gran mayoría, de las estructuras básicas
de la lengua, lo que lo hace un año de especial significación
a los fines del desarrollo del lenguaje. La explosión del lenguaje,
característica del año de vida anterior, permite una mayor
ampliación del vocabulario, con presencia de oraciones compuestas
más complejas, y que van a determinar la posibilidad de una mayor
expresión oral y una comunicación más amplia del
niño.
El análisis comparativo
de estos dos años de vida en su conjunto, nos permite entonces
afirmar que el período sensitivo del lenguaje se enmarca en
este período, desde su manifestación primigenia en la
explosión del lenguaje hasta la asimilación de las estructuras
básicas de la lengua.
Dominio del tiempo presente (simple y condicional),
con dificultad gramatical ocasional. Uso amplio del pasado simple, que
permite relato de vivencias en pasado, con oraciones cortas y sencillas.
Utilización del futuro, presente de carácter inmediato
o cercano.
El uso de los tiempos básicos
no es semejante, aunque en su conversación el niño ya se
expresa en los tres fundamentales, pasado – presente – futuro. El presente
es ampliamente dominado, el pretérito solo en su forma simple "Fui
al Jalisco Park y monté las lanchitas", el futuro casi exclusivamente
en su forma presente cercana "Mañana voy a pasear con mi papá",
"Mi abuela me va a comprar un caramelo el domingo".
Repetición de una canción simple.
La memoria verbal con significado
es aún deficiente en este año de vida, y aunque reconoce
poesías, cuentos, le es muy difícil reproducirlos cabalmente,
concretándose a estrofas o estribillos. No obstante, es significativa
la posibilidad de repetir una canción, aunque se den niños
que transformen la letra o la canten incompleta. Este se relaciona con
la dificultad absoluta de describir. Las dislalias son aun frecuentes.
Verbalización del establecimiento incipiente
de la relación causa – efecto. Surgimiento de los porqués
de tipo cognoscitivo, directos.
Posiblemente relacionado con el
devenir del pensamiento representativo, y en particular a partir del segundo
semestre, se observa un despertar cognoscitivo que hace que el niño
inquiera frecuentemente por la causa de los fenómenos que le rodean,
o de su interrelación causal, como son, por ejemplo, "¿Por qué
el elefante tiene trompa?", "¿Por qué tu no vienes ahora?", particularidad
que va a manifestarse también de manera frecuente durante el quinto
año de vida.
Conversación de tipo situacional, con elementos
contextuales, fundamentalmente relacionado con vivencias personales.
La ampliación del vocabulario,
la posibilidad de expresión temporal y de relatar vivencias, determinan
entre otros factores, la ampliación de la conversación basada
exclusivamente en lo que rodea, introduciendo elementos que ya no son
del entorno cercano, si bien con frases aun cortas y muchas veces causadas
por las preguntas directas del adulto.
Uso apropiado de las relaciones de lugar, no así
de las temporales.
La mayoría de los adverbios
de lugar son utilizados de manera correcta por el niño, aunque
algunos no sean totalmente dominados. No obstante, aunque usa las palabras
que designan relaciones temporales "hoy", "mañana o ayer", "día
– tarde – noche", y en ocasiones dice algún día de la semana
(particularmente el domingo), existe confusión notoria en su utilización
y dificultad muy marcada en explicarlo conceptualmente, o descritas por
elementos no esenciales o comunes "es de mañana porque es de día",
"De tarde yo juego", etc. Solo la relación día – noche es
definida, especialmente por sus acciones más relevantes, jugar,
pasear, dormir, entre otras.
Identificación y diferenciación por
su nombre propio, agrega un apellido ante la pregunta del adulto.
En este año el niño
se identifica directa o indirectamente por su nombre, más generalmente
requiere de la pregunta del adulto "¿Y que más?" para que añada
el primer apellido. La mayoría de los niños conoce su edad
, pero fundamentalmente expresándolo con los dedos, pues pocos
la verbalizan espontáneamente.
Caracterización del desarrollo
del lenguaje en el quinto año de vida (4 a 5 años).
El quinto año de vida parece
ser un año de transición en el desarrollo del lenguaje en
la edad preescolar, pues lo que generalmente se destaca es una mayor complejidad
de las estructuras básicas ya adquiridas, o una mayor calidad de
los logros previamente manifestados, como sucede con la conversación
de tipo contextual, siendo su principal y significativo aporte el surgimiento
del lenguaje interno, no observable objetivamente en el año precedente.
Surgimiento del lenguaje para sí, y del
lenguaje interno.
La presencia del lenguaje para
sí, probablemente como primera manifestación del lenguaje
interno, se observa principalmente en la realización de las tareas
cognoscitivas en las que el niño se concentra profundamente, y
con cierta frecuencia emite expresiones audibles y sonidos bajos dirigiendo
la acción que efectúa, señalamientos que en otras
ocasiones se concretan en micromovimientos de los labios. Este comportamiento
marca un paso importante en el desarrollo del lenguaje, y caracteriza
a los niños de este año de vida, pues en el anterior, caso
de existir, no era perceptible objetivamente al observador.
La diferencia fundamental entre
este tipo de lenguaje y el observado en los años anteriores (en
que también realizando acciones motoras o cognoscitivas se observaba
emisión de palabras), es que en aquel del segundo y tercer año
la emisión verbal aparece como apoyo de la acción cognoscitiva
que se realiza en el plano del pensamiento en acciones, mientras que ahora
el lenguaje dirige la propia acción de pensamiento que, por sus
particularidades, parece realizarse en el plano de las imágenes.
Consolidación del tiempo presente y uso
del pasado en oraciones combinadas, subordinadas y compuestas de corta
extensión.
El mayor dominio de la lengua
materna permite la utilización de frases combinadas, subordinadas
o compuestas en estos casos temporales, tales como "Yo estaba jugando
y mi mamá me llamó a comer", "Yo la tenía en mi mano
pero el otro niño vino y me la quitó", "Yo quisiera ir a
pasear si mi papá me viene a buscar", entre otras, que reflejan
la mayor calidad de este logro presente desde el año anterior.
Conversación contextual de corta extensión,
sin grandes complicaciones gramaticales, morfológicas o sintácticas.
Las posibilidades ya señaladas
de expresión hacen posible la realización de conversaciones
cuyo contenido está fuera de la situación contextual de
manera ya habitual, pero de corta extensión, y muy relacionadas
aún con las propias vivencias, sin uso de expresiones verbales
gramaticalmente muy complejas. La descripción continúa pobre,
repite pequeñas poesías sin dificultad, aunque el relato
es breve y entrecortado. Dice una adivinanza breve conocida, pero es totalmente
incapaz de crear una, concretándose a descripciones simples.
Identificación propia bien diferenciada,
uso del nombre y un apellido.
La propia identificación
es plena, incluso cuando hay referencia en tercera persona. El reconocimiento
de los demás está fundamentalmente determinado por los nexos
familiares y sociales: "mi mamá", "mi abuelo", "mi seño"
en cuanto a los adultos, sin que el niño domine sus nombres, incluyendo
a los padres. La identificación de los iguales está bien
definida.
Caracterización del desarrollo
del lenguaje en el sexto año de vida (5 a 6 años).
El sexto año de vida constituye
un perfeccionamiento de las estructuras previamente formadas, la consolidación
de los logros alcanzados y su complejización, así como la
completa asimilación de las reglas gramaticales, por las que el
niño se guía al hablar. Desde este punto de vista, salvo
la asimilación del lenguaje escrito como tal, todas las estructuras
fundamentales de la lengua materna están conformadas y consolidadas,
y en este sentido el habla del niño preescolar a los seis años
solo se diferencia del adulto en su contenido y, naturalmente, en un menor
desarrollo de su lenguaje lógico, lo cual está determinado,
por supuesto, por el surgimiento del pensamiento lógico – verbal,
que se ha de perfeccionar en la edad escolar y adolescencia.
Enriquecimiento del lenguaje interno.
En este año de vida se destaca
una mayor concentración en la realización de las tareas
cognoscitivas, observándose que el lenguaje para sí es más
fragmentado, con musitaciones sonoras prolongadas características
o micromovimientos de labios con sonidos inaudibles o en extremo bajos,
y también concentración con ausencia verbal total, lo que
indica una consolidación progresiva del lenguaje interno, una mayor
"interiorización" del lenguaje para sí, y que aparentemente
le sirve al niño para guiar su acción manual y mental.
Asimilación completa de los tiempos fundamentales,
pasado-presente-futuro, con complejidades gramaticales, y secuencia
y diferenciación de acciones temporales.
El dominio de los tiempos permite
el relato de vivencias con complejidades gramaticales y diferenciación
secuencial dentro de un mismo caso temporal "El sábado por la mañana
voy a ir a Jalisco Park y luego, en la tarde, iré a pasear con
mi mamá y volver por la noche", "El domingo pasado por la noche,
cuando mi mamá estaba cocinando , yo soñé que ella
se ponía triste y lloré...", entre diversas posibilidades
más. Solo ocasionalmente se observan dificultades en algunos niños
en el futuro mediato.
34. Aparición del sentido de
la lengua, generalizaciones idiomáticas empíricas y de carácter
no consciente.
Por primera vez en el curso del
desarrollo evolutivo del lenguaje éste cobra para el niño
un "sentido" como tal. Hasta este momento la lengua era consustancial
en su vida y el niño no se percataba de su existencia. Ahora, al
darse el sentido de la lengua, se percata de los errores en el habla de
los demás y los critica (aunque no sepa a ciencia cierta por qué),
a la vez que transforma y crea nuevas palabras en sus juegos. El surgimiento
de este sentido de la lengua permite a su vez al niño la utilización
frecuente del lenguaje coloquial, que usa en su atribución correcta
y conciente de que no es lo más apropiado en su expresión
oral.
35. Conversación contextual
compleja.
Como consecuencia del dominio
gramatical, una considerable ampliación del vocabulario y el surgimiento
del sentido de la lengua, el niño es capaz de conversar en cualquier
caso temporal, con frases largas y complejas, con un lenguaje lógico,
ordenado y coherente. La memoria verbal con significado es más
amplia, lo que permite la repetición de cuentos y poesías
íntegras, de relativa longitud, siendo capaz de crear un relato
de su cosecha, introduciendo elementos conocidos, y repetir adivinanzas
y trabalenguas muy simples.
Verbalización del establecimiento de relaciones
causa – efecto complejas.
Si bien en los dos años anteriores
los porqués de tipo cognoscitivo eran directos y con nexos de contigüidad
entre los fenómenos, en este año de vida los niños
establecen y verbalizan relaciones más complejas y mediatas, como
por ejemplo "Los muertos no salen porque están muertos", "El sol
seca el agua porque, aunque está lejos, es muy caliente", "Si no
me como la comida me pongo flaco y me muero, porque para vivir hay que
comer y tomar agua", entre otras, indicando que los nexos de causa y efecto
son comprendidos y aplicables a cuestiones no directa y perceptiblemente
relacionadas.
Identificación propia bien consolidada,
y de los demás respecto a sí, uso del nombre y dos apellidos.
La identificación como
persona individual es plena hacia finales de este año de vida,
con dominio de las relaciones de parentesco, y de su identificación
en el grupo social de iguales. Por falta de ejercitación generalmente
no conocen los niños la ocupación de sus padres ni su dirección,
la que describen apoyándose en elementos de localización
que les son significativos.
El análisis general de estas
caracterizaciones, que enmarcan el desarrollo evolutivo del lenguaje desde
el primero al sexto año de vida, permite considerar los momentos
propicios para iniciar una determinada estimulación, revalorar
los procedimientos metodológicos usualmente utilizados, modificar
contenidos, entre otros aspectos, y de esta manera lograr una mayor correspondencia
entre dicho curso evolutivo y los programas dirigidos a su formación.
Pero a su vez implica un mayor conocimiento de un proceso psíquico
que reviste una singular importancia en el