Trabajar las habilidades sociales en educación infantil
PRESENTACIÓN DEL TEMA.
En los últimos años
estamos asistiendo a un auge de todo lo relacionado con las Habilidades
Sociales (HH SS). Este auge, que está lejos de ser una moda, tiene
su fundamento en la pertinencia de dar respuesta a una serie de necesidades
que se plantean en la educación de los niños y las niñas.
Las habilidades sociales tienen una estrecha relación con el desarrollo
cognitivo y los aprendizajes que se van a realizar en la escuela. Además,
constituyen un requisito necesario para desarrollar y establecer una buena
socialización del niño y de la niña con sus iguales.
Por su parte, los educadores,
padres y profesores, suelen preocuparse ante la aparición de conductas
problemáticas en la relación social del alumnado, lo que
implica el desarrollo de una serie de actitudes que favorezcan la aparición
de comportamientos positivos, y ante estas necesidades, como agentes socializadores
primarios, no pueden permanecer pasivos. Por consiguiente, en el trabajo
en Habilidades Sociales con la infancia se trata fundamentalmente de entrenar
a la familia y la escuela, con el fin de desarrollar nuevos patrones de
comportamiento en los niños y las niñas que favorezcan su
interacción con los demás, trabajando sobre procedimientos
y recursos metodológicos específicos y adecuados para afrontar
situaciones que se inician como problemáticas.
En lo que se refiere al ámbito
específico del centro escolar, desde los planteamientos de la reforma
educativa, los objetivos de esta institución se van orientando
progresivamente con mayor carga en el desarrollo integral de los niños
y niñas como personas, es decir, en las relaciones interpersonales,
y no tanto en la mera transmisión de los contenidos de tipo conceptual.
Por ello, es muy conveniente trabajar las Habilidades Sociales en la infancia,
ya desde el Segundo Ciclo de la Educación Infantil, continuando
por toda la etapa de Educación Primaria, puesto que son, como todo
proceso de desarrollo, susceptibles de mejora en unas condiciones de aprendizaje
favorables. Por otra parte, cuando aparecen problemas no se puede esperar
que desaparezcan ni se solucionen por sí solos y espontáneamente,
sino que hemos de tener muy en cuenta que los déficits en Habilidades
Sociales que aparecen en edades muy tempranas se agravan con el paso del
tiempo si no se interviene. De todos estos aspectos, y de algunos más
directamente implicados, se va ocupar el presente tema de estudio.
1. LOS HÁBITOS Y HABILIDADES
SOCIALES EN LA INFANCIA.
1.1. CONCEPTO DE HABILIDADES SOCIALES.
NOTAS ESPECÍFICAS EN LA ETAPA INFANTIL.
Para Vicente Caballo (1991), las
Habilidades sociales son el "conjunto de conductas emitidas por un individuo
en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes,
deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la
situación, respetando esas conductas en los demás, y que
generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación
mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas".
Expresado de un modo más
sencillo y adaptado a las edades más jóvenes, se podría
decir que las Habilidades Sociales son el conjunto de conductas y comportamientos
que adquiere una persona para:
Tomar
decisiones teniendo en cuenta sus propios intereses y los de las
personas de su entorno.
Elaborar
un juicio crítico compartiendo criterios y opiniones.
Resolver
sus propios problemas, comprender a los demás y colaborar
con ellos.
En el trabajo sobre Habilidades
Sociales en la infancia, junto con las habilidades más propias
de interacción social, se ha de trabajar también otro bloque
de habilidades más relacionadas con la autonomía personal,
y que en las edades más tempranas del desarrollo guardan una muy
estrecha relación. La definición de ambos tipos de habilidades
podemos establecerla en el siguiente cuadro:
HABILIDADES
SOCIALES EN LA INFANCIA
HABILIDADES
DE AUTONOMÍA PERSONAL
HABILIDADES
DE INTERACCIÓN SOCIAL
Repertorios comportamentales que ADQUIERE un niño
o una niña para resolver por sí mismo los cuidados
o atenciones que requiere en la vida cotidiana y poder colaborar
con los demás en estas necesidades.
Conjunto de conductas o repertorios comportamentales
que ADQUIERE una persona para relacionarse con los demás
de manera que obtenga y ofrezca gratificaciones.
Esto supone establecer relaciones
de "ida y vuelta" entre la persona y su medio, a través
de las cuales la persona socialmente habilidosa aprende a
obtener consecuencias deseadas en la interacción con los demás,
tanto niños como adultos, y suprimir o evitar aquellas otras no
deseadas.
1.2. HABILIDADES SOCIALES Y DESARROLLO
INFANTIL.
Las Habilidades Sociales constituyen
un aspecto fundamental en el desarrollo infantil. Que el niño y
la niña sean capaces de relacionarse con sus compañeros
y compañeras, de expresar sus emociones y experiencias, de iniciarse
en el progreso de su independencia y autonomía, tanto en el terreno
personal como en el de autocuidado, son condiciones que facilitan su crecimiento
en otras áreas cognitivas y afectivas:
a) Habilidades Sociales y aprendizaje
escolar.
Las habilidades sociales tienen
una relación directa con el rendimiento, ya que para que el aprendizaje
escolar llegue a ser suficientemente significativo, requiere en el niño
y la niña una actitud autónoma, de confianza en sí
mismo y de interés por el entorno que le rodea; es decir, que posea
una competencia social adecuada.
b) Habilidades sociales y socialización.
Las relaciones sociales de los
niños y niñas con el grupo de iguales son una parte muy
importante en el proceso de socialización infantil, ya que van
a aprender las normas y reglas sociales en interacción con sus
pares. En este sentido, las Habilidades Sociales constituyen un factor
fundamental para conseguir la aceptación de los compañeros
y compañeras, y formar parte activa en la dinámica del grupo.
Por otra parte, la agresión y la manifestación de un comportamiento
social negativo provoca el rechazo del resto de niños y niñas,
dificultando al niño o niña con problemas de interacción,
la posibilidad de relacionarse con sus iguales.
Todos estos comportamientos sociales,
tanto positivos como negativos, van configurando el patrón de conducta
que va a tener el niño y la niña para relacionarse con su
entorno, pues al actuar de una determinada manera, obtiene una respuesta
consecuente del mismo que le va a ir enseñando a comportarse así
en lo sucesivo. Por esta razón es importante iniciar lo antes posible
el entrenamiento en Habilidades Sociales, ya que éstas no mejoran
espontáneamente con el paso del tiempo, sino que incluso
se pueden deteriorar al provocar el rechazo o la indiferencia de los compañeros
y los adultos significativos.
1.3. ADQUISICIÓN DE HABILIDADES
SOCIALES EN LA INFANCIA.
1.3.1. La conducta.
En términos muy simples,
se entiende por comportamiento o conducta todo lo que hace un ser humano:
COMPORTAMIENTO
CONDUCTA
Conjunto de conductas.
Cada una de las unidades de un comportamiento.
Por lo tanto, todo lo que hace
un sujeto configura sus comportamientos y conductas. En este sentido podemos
agrupar los comportamientos y conductas en motrices, verbales, emocionales,
cognitivos, etc. Las personas, y por lo tanto los niños y niñas,
están emitiendo conductas continuamente, siendo casi todas ellas
aprendidas, a diferencia de las conductas reflejas,
que no se aprenden, sino que se producen involuntariamente y que aparecen
siempre que un estímulo las provoca, como por ejemplo estornudar,
cerrar los ojos ante un fuerte destello luminoso, etc.
1.3.2. Importancia del ambiente.
El ambiente es el conjunto de circunstancias
que rodean a la persona. La familia, su contexto o estrato social, el
lugar donde habita y se desarrolla, en medio de determinadas ideas, creencias
y valores que configuran una cultura determinada, son los principales
factores o variables que configuran el ambiente.
La conducta humana está influida
y determinada en gran medida por el ambiente en que se produce; lo que
sucede alrededor de la persona, y fundamentalmente lo que ocurre antes
y después de que realice cualquier conducta, va configurando
la manera de comportarse y la forma de ser del individuo. Durante la primera
infancia el ambiente más cercano al niño y a la niña
lo configuran la familia y la escuela, por lo que ambos se constituyen
en los agentes más influyentes y determinantes de su proceso de
aprendizaje.
Sin quitar importancia a los factores
genéticos y hereditarios que intervienen en la configuración
del carácter y la personalidad de los individuos, lo fundamental
en el comportamiento viene dado por el ambiente, ya que en él se
generan la mayor parte de los aprendizajes. Además, el ambiente
se puede variar y modificar con el objetivo de adquirir conductas que
no se han aprendido todavía, y/o desaprender otras que no son adecuadas,
que perjudican al mismo individuo o a los demás.
1.3.3. Las leyes del aprendizaje.
Ninguna persona, ningún niño
o niña nace simpático, triste, desobediente, violento, etc.,
sino que a lo largo de la vida va aprendiendo a ser como es. En este aprendizaje
hay dos variables implicadas:
I. La propia conducta: Lo que la
persona hace, dice, piensa, etc.
II. Las conductas de los demás:
La reacción del entorno ante lo que el individuo hace.
La relación e interacción
de ambas variables configuran lo que se conoce como Leyes del Aprendizaje.
Las más importantes son:
LEYES DEL APRENDIZAJE
1ª Ley.
Toda conducta que va seguida de una recompensa, tiende a repetirse
en el futuro.
2ª Ley:
Cuando una conducta no obtiene ninguna recompensa, tiende
a desaparecer, o se extingue.
3ª Ley:
Muchas conductas se aprenden por observación, imitando
lo que hacen otras personas.
4ª Ley:
En determinadas condiciones, las conductas que van seguidas
de consecuencias desagradables, tienden a desaparecer o extinguirse.
Las habilidades sociales son conductas
aprendidas. Un niño o una niña poco habilidoso socialmente
no es un niño o una niña enfermo o desequilibrado, sino
simplemente una persona a quien el medio no ha proporcionado suficientes
experiencias y modelos para aprender dichas conductas.
1.3.4. Importancia de la actitud
de los adultos en la adquisición de habilidadessociales
en la infancia.
La actitud de los adultos es muy
importante. Algunas de las actitudes más importantes que los adultos
significativos deben tener en cuenta son: ofrecer un modelo adecuado
a los niños y niñas, valorar los aspectos positivos de las
conductas de los pequeños, facilitar el entrenamiento en un pensamiento
divergente, y proporcionar ocasiones que faciliten el ejercicio de habilidades
sociales.
a) Ofrecer un modelo adecuado.
Los niños y las niñas
necesitan modelos correctos para aprender adecuadamente. El adulto debe,
por lo tanto, comportarse habilidosamente y resolver conflictos a través
del diálogo, saber conversar, desarrollar conductas asertivas,
mostrarse receptivo ante los demás, expresar de manera adecuada
sus emociones, defender sus derechos de manera no ofensiva para los demás,
etc.
b) Valorar los aspectos positivos.
Frecuentemente se utiliza la recriminación
con los niños y las niñas para corregir los excesos o déficits
en habilidades sociales, dirigiéndoles mensajes (conductas verbales)
como "¡Es un desobediente, no hay quien haga carrera de él!
; ¡No sabes defenderte, pareces tonto! ; ¡Este niño es malísimo!
; ¡Lo haces todo mal, no tienes remedio!"; etc. Sin embargo, es sabido
que para que el niño y la niña desarrollen unas habilidades
sociales y consigan un comportamiento social competente, los adultos deben
cambiar esa actitud negativa o recriminatoria por otra más positiva,
como:
Valorar
otras conductas alternativas que todos los niños y las niñas
realizan y que con mucha frecuencia pasan desapercibidas.
Mantener
una actitud positiva ante cualquier logro del niño, por mínimo
que parezca.
Permitir
que el niño o la niña realice las conductas, aunque en un
principio no lo haga del todo bien.
c) Facilitar el entrenamiento
en un pensamiento divergente.
Nuestro entorno cultural genera
sobre todo un estilo de pensamiento unidireccional, es decir, existe
la tendencia a buscar una única solución a los problemas
y situaciones de la vida cotidiana, sin tener en cuenta que en la mayoría
de las ocasiones, las soluciones o alternativas pueden ser diferentes
y múltiples. En este sentido, cuando el adulto anima a los niños
y a las niñas a elegir la solución que más les convenga
entre las distintas posibles, les está entrenando en el ejercicio
de un pensamiento divergente. Esto se puede apreciar claramente
en el ejemplo de Álvarez Pillado et. al. (1990, pág. 17):
PROBLEMA
QUE SE PLANTEA:
"El niño sube a casa enfadado porque
le han quitado la pelota".
FAVORECE un estilo de PENSAMIENTO DIVERGENTE
NO LO FAVORECE
Padres:
¿Qué puedes
hacer la próxima vez para que no te la quiten?...
¿Y qué más?...
De todas estas
cosas que puedes hacer, ¿Cuál es la que más te interesa?...
¿Cuál crees
que te dará mejor resultado?...
Padres:
¡Lo que tienes
que hacer es no bajarte más la pelota!
Ayudan a que el niño busque soluciones y elija aquella que
más pueda interesarle.
Los padres ofrecen la solución de manera cerrada y negativa.
d) Proporcionar ocasiones
facilitadoras de habilidades sociales.
Cuando se ofrecen al niño
y a la niña experiencias variadas que le posibiliten relacionarse
en distintas situaciones sociales, se está favoreciendo el ejercicio
y desarrollo de las habilidades sociales.
En resumen:
Las
Habilidades Sociales se aprenden.
Es
necesario ofrecer un modelo adecuado a los niños y niñas.
Valorar
todas las conductas positivas.
No
insistir en lo negativo; no recriminar.
Ayudar
al niño y a la niña a utilizar un pensamiento divergente.
Proporcionarles
situaciones variadas de aprendizaje social.
1.4. DEFINICIÓN Y OBSERVACIÓN
DE CONDUCTAS.
Como ya se ha dicho anteriormente,
las Habilidades Sociales incluyen un gran repertorio de conductas que
las personas realizan para relacionarse de manera empática y adecuada
con los demás. En la infancia, se trabajan paralelamente dos grandes
ámbitos de Habilidades Sociales: aquellas conductas relacionadas
con la autonomía personal, y las habilidades de interacción
social. Veamos más detenidamente cada una de ellas.
a) Habilidades de autonomía
personal.
Pueden agruparse en cinco bloques,
abarcando cada uno de ellos una cadena de habilidades que el niño
y la niña van aprendiendo poco a poco, empezando por las más
sencillas. Para los niños del Segundo Ciclo de Educación
Infantil y Primer Ciclo de Educación Primaria, el nivel de dificultad
en cada uno de los cinco bloques es el siguiente:
III. Habilidades de aseo personal.
Se incluyen conductas que van desde el lavado de manos hasta el aseo completo
y sin ayuda.
IV. Habilidades de comida. Comprenden
las conductas necesarias para comer sin ninguna ayuda, hasta conseguir
pelar frutas y cortar alimentos duros, a partir de que los niños
y niñas posean las destrezas motrices y coordinación viso-manual
suficientes.
V. Habilidades de vestido. Suponen
desde ponerse y quitarse prendas sencillas, hasta vestirse y desnudarse
sin ayuda, consiguiendo abrocharse por atrás, hacerse la lazada
en los zapatos, etc.
VI. Habilidades para tareas
sencillas, ayudar a los demás y uso de herramientas. Se
refiere a habilidades tales como recoger y cuidar sus cosas, colaborar
en tareas sencillas de la casa y de la clase en la escuela, usar correctamente
tijeras, punzones, sacapuntas, agujas grandes, etc.
VII. Habilidades para desplazamientos.
Incluyen habilidades que van desde saber su dirección y
reconocer los trayectos familiares, hasta poder jugar solos en las calles
y plazas no peligrosas; primero con la supervisión de algún
adulto, para después poder hacerlo sin vigilancia; así como
manejarse con las señales de circulación peatonal, poder
hacer recados sencillos, etc.
b) Habilidades de interacción.
VIII. Interacción en
el juego:
- Buscar otros niños y niñas
para jugar.
- Participar en los juegos teniendo
iniciativas.
- Compartir los juguetes.
IX. Expresión de emociones:
- Saber ser agradable y simpático
o simpática.
- Ser capaz de expresar con gestos
sus emociones (alegría, tristeza, enfado...)
- Ser capaz de mantener un tono de
voz acorde con la situación.
- Recibir con agrado las alabanzas
de los demás y saber decir cuáles son las cosas que le gustan
de los otros.
X. Autoafirmación:
- Saber defenderse.
- Expresar quejas adecuadamente.
- Ser capaz de pedir favores.
XI. Conversación.
Incluye todo lo referente a las Habilidades
Sociales verbales, y comprenderían comportamientos habilidosos
como:
- Mantener la atención en conversaciones
cortas (según la edad de los pequeños).
- Conseguir respetar los diferentes
turnos de palabra.
- Ser capaz de expresar espontáneamente
acontecimientos en los que ha estado implicado o implicada.
- Contestar a las preguntas que le
hacen.
- Ser capaz de opinar sobre sus propias
experiencias.
Para llevar a cabo un programa
de este tipo, es imprescindible planificar la enseñanza de las
Habilidades Sociales a los niños y niñas. Para ello, se
desarrollarán dos etapas:
XII. Definir concreta y específicamente
las conductas que se desea que aprendan.
XIII. Realizar una observación
previa.
1) Definición de conductas.
Para definir los objetivos que
se desean conseguir en un programa de Habilidades Sociales en la infancia,
es necesario concretar las conductas que se pretenden enseñar,
de manera clara e inequívoca, de forma que todas
las personas que intervienen en el programa (padres y otros familiares,
educadores, profesores, monitores y animadores infantiles, etc.) entiendan
lo mismo y no se incurran en confusiones y/o contradicciones.
Álvarez Pillado et. al.
(op. cit., pág. 24), proponen los siguientes ejemplos realmente
clarificadores de objetivos concretos en un programa:
DEFINICIONES CONCRETAS
Y ESPECÍFICAS
DEFINICIONES IMPRECISAS
XIV.. Que Antonio juegue en la calle con otros
niños y niñas.
XV.. Que Laura sepa cruzar la calle respetando
las señales de tráfico.
XVI.. Que Marta conteste a los saludos.
XVII.. Que Manuel haga las camas.
XVIII.. Que Pedro se abotone solo (los botones
de delante).
XIX.. Que María se defienda cuando la
insultan.
XX.. Que Juan salude a la profesora al entrar
en clase.
XXI.. Que Pilar conteste cuando un compañero
o compañera le pregunte algo.
XXII.. Que Antonio sea más sociable.
XXIII.. Que Laura cruce la calle con cuidado.
XXIV.. Que Marta sea más educada.
XXV.. Que Manuel ayude en las tareas de casa.
XXVI.. Que Pedro se vista correctamente.
XXVII.. Que María sea más valiente.
XXVIII.. Que Juan no sea tan tímido.
XXIX.. Que Pilar sea más simpática.
2) Observación previa.
Tras haber definido concretamente los
objetivos a conseguir, el segundo paso consiste en observar a los niños
y niñas durante varios días. En lo que respecta a las habilidades
de autonomía personal, esta tarea es muy sencilla, y se
concreta en los siguientes pasos:
XXX. Observar durante uno o dos
días la habilidad o las habilidades que se van a enseñar,
registrándolas al mismo tiempo.
XXXI. Rellenar una guía de observación,
especificando qué parte de dicha habilidad o conductas realizan
los niños por sí solos, y qué parte realiza el adulto
por ellos.
Después de haber cumplimentado
la guía de observación, conviene empezar a trabajar por
una conducta que sea fácil de conseguir, teniendo en cuenta que
un niño o una niña está preparado/a para aprender
una habilidad determinada cuando: a) presta atención a lo
que el modelo (adulto) hace cuando éste realiza la habilidad; b)
hace cualquier tipo de esfuerzo físico que pueda ayudar
a conseguir la conducta que deseamos enseñarle; c) intenta continuar
si el adulto se detiene en el proceso; y d) realiza tareas semejantes
en situaciones de juego. Un ejemplo de registro de habilidades
de autonomía puede ser el siguiente:
NOMBRE Y APELLIDOS DEL NIÑO/A:
Jorge H. T.
EDAD: 4 años.
OBSERVADOR/A: Padre.
OBJETIVOS A ALCANZAR (Habilidades de Autonomía
que se desea enseñarle)
HABILIDADES QUE EL ADULTO HACE POR ÉL O ELLA
LO QUE EL NIÑO O LA NIÑA SABE HACER
1. Ducharse solo.
Le enjabono por
delante y por detrás, le quito el jabón y le seco.
Me recuerda que
quiere bañarse.
Se frota el jabón
por delante.
Colabora cuando
le estoy secando.
2. Utilizar el cuchillo para cortar cosas blandas.
Le corto todos
los alimentos en trozos que él puede comer con facilidad.
Intenta cortar
algunos alimentos sin éxito, cogiendo el tenedor con el puño.
3. Peinarse solo.
Le peino yo totalmente.
Protesta porque
le doy tirones.
Cuando juega con
muñecas, las peina.
4. Vestirse y desnudarse solo con prendas sencillas.
Le visto yo siempre.
A veces le dejo
que se desnude solo.
Se desnuda solo
si le dejo.
Intenta ponerse
algunas prendas.
Colabora moviendo
adecuada- mente los brazos y las piernas.
5. Que busque el paso de cebra para cruzar la calle,
aun yendo acompañado.
Siempre que cruzamos
le llevo de la mano.
Se deja llevar.
No mira a uno y
otro lado.
No pregunta y va
distraído.
De esta observación
se desprende que las habilidades de autonomía que Jorge puede aprender
con mayor facilidad en este momento son: a) ducharse solo, y b) vestirse
y desnudarse solo. En un segundo orden están:
1) cortar alimentos blandos, y
2) peinarse. Finalmente, el objetivo
Nº 5 "que busque el paso de cebra para cruzar, aun yendo acompañado",
será el menos indicado, pues el niño no muestra ningún
interés ni motivación hacia el mismo.
En lo que respecta a las habilidades
de interacción social, la tarea, aunque pueda parecer en
un principio más complicada, no encierra excesiva dificultad. Es
necesario tener presente que las conductas que se van a observar se dan
siempre en la relación con otros niños y niñas, o
con el adulto, y en distintos ambientes o entornos, mientras que como
se ha visto anteriormente, en las conductas de autonomía personal
el entorno donde se realizan dichos comportamientos no es relevante, ya
que una vez que el niño o la niña han aprendido la conducta,
la probabilidad de que la repita en todos los contextos es alta.
Por ello, al observar y registrar
estas conductas es importante tener muy en cuenta:
El objetivo
a alcanzar (habilidad de interacción que se desea enseñarle).
Con qué
personas realiza dichas conductas.
En dónde
se producen.
Qué
ocurre en ese momento.
Si la observación y registro
se realiza conforme a lo anterior, vamos a obtener mayor información,
no tanto del número de veces que el niño o la niña
realiza dichas conductas, sino de la situación en la que aparecen
y con qué personas se producen esas habilidades de interacción
social. Como es bien sabido, todas las personas -y por tanto, todos los
niños y niñas- pueden tener en su "repertorio conductual"
una serie de habilidades de interacción social y sin embargo manifestarlas
exclusivamente en determinados ambientes y ante la presencia- o la ausencia-
de determinada/s persona/s.
Para observar y registrar una
conducta de interacción social, el educador, profesor, padre o
madre del niño o la niña puede servirse también de
una guía en la cual recogerá y anotará puntualmente
los diversos aspectos relacionados con la habilidad de relación
que se desea enseñar o modificar. El siguiente ejemplo puede servir
como muestra de este otro tipo de registro observacional:
NOMBRE Y APELLIDOS DEL NIÑO/A:
Leticia M. S.
EDAD: 7 años.
OBSERVADOR/A: Educador.
Conducta: "Leticia contesta cuando
le saludan sólo en determinadas ocasiones".
OBJETIVO A ALCANZAR (Habilidad de Interacción
que se desea que aprenda)
A QUIÉN
DÓNDE Y CUÁNDO
QUÉ OCURRE
Contestar cuando le saludan
- A su amiga.
Al entrar al colegio.
La amiga le dice: "hola", y Leticia contesta corriendo
hacia ella.
- A su profesora.
Al entrar en clase.
La profesora le dice: "buenos días", y ella
contesta sin mirarle y con la voz baja.
- A su vecina.
Al encontrarse en el portal.
La vecina le dice "hola", y la niña no contesta
y se esconde detrás de la madre.
- A su madre.
Al llegar a casa.
La madre le dice: "hola", y Leticia contesta acercándose
y dándole un beso.
- A un grupo de niños y niñas de
su colegio.
En el patio de la escuela.
Los niños le llaman y ella no contesta,
manteniéndose a distancia.
Con este ejemplo se ven
claramente las diferencias que existen al observar y registrar conductas
de interacción social con respecto a las de autonomía. En
el caso concreto de Leticia, interesa conocer y clarificar en qué
situaciones y ante qué personas le cuesta más trabajo saludar,
quedando patente que lo es con personas que conoce menos o que
le imponen autoridad.
En cualquier caso, conviene tener
en cuenta que la observación debe llevarse a cabo en un periodo
aproximado de una semana, y solamente en aquellas situaciones
donde aparece el tipo de conductas sobre las que se desea intervenir.
2. CONSIDERACIONES SOBRE UN PROGRAMA
DE HABILIDADES SOCIALES EN LA INFANCIA.
Como ya se ha dicho anteriormente,
las Habilidades Sociales son repertorios de conductas aprendidas y respuestas
interactivas. En este sentido, los grupos que más influyen en su
desarrollo y adquisición son los agentes socializadores primarios:
la familia, la escuela y el grupo de iguales, ya que en la infancia, la
familia y la escuela son las instituciones educativas más poderosas,
y conforman a su vez los ambientes en los que el niño y la niña
tiene que aprender a interactuar y relacionarse con los demás.
Por ese motivo, los programas
de Habilidades Sociales en la infancia suponen la participación
conjunta de la escuela y la familia, debiendo seleccionar objetivos o
conductas que puedan trabajarse de forma paralela, de cara a unificar
criterios educativos en ambas instituciones, de proporcionar al niño
y a la niña experiencias de aprendizaje en distintos contextos,
con el fin de que dichos aprendizajes sean consistentes y fácilmente
generalizables.
En este sentido, algunos de los
objetivos más significativos que se habrán
de plantear estos programas con la infancia pueden ser:
Enseñar
a los niños y niñas las habilidades sociales básicas
que le permitan adquirir una mayor competencia social.
Proporcionar
a la institución escolar, a través de los profesores
y profesoras, los medios, instrumentos y técnicas específicas
para trabajar adecuadamente las Habilidades Sociales con el grupo-clase
y con el niño o niña como individuo.
Trabajar
paralelamente con la familia para conseguir una mayor sensibilización
en estos aspectos educativos, proporcionándoles los medios y técnicas
adecuadas que les permita enseñar a sus hijos e hijas dichas conductas
y su generalización a distintas situaciones de la vida familiar,
ofreciendo un modelo socialmente más competente.
Favorecer
la coordinación de ambas instituciones (familia y escuela)
para alcanzar los objetivos educativos planteados.
3. TRASTORNOS MÁS FRECUENTES:
CARACTERIZACIÓN.
El comportamiento interpersonal
del niño y la niña juega un papel vital en la adquisición
de refuerzos sociales, culturales y económicos. Los niños
y niñas que carecen de comportamientos sociales apropiados experimentan
aislamiento social, rechazo, etc. Por este motivo, la competencia social
tiene una importancia crítica tanto en el momento presente como
en el desarrollo futuro de la persona. Las Habilidades sociales permiten
a los pequeños asimilar los roles y normas sociales de su entorno
sociocultural de referencia.
Existen muchas definiciones del
concepto "Habilidades Sociales", sin que exista una que sea universalmente
aceptada. En general son consideradas como un conjunto de comportamientos
interpersonales complejos. No obstante, para poder tener una comprensión
básica del término es preciso considerar una serie de conceptos
y definiciones sobre el comportamiento social, la asertividad y la competencia
social que posibiliten asimismo la descripción y caracterización
de los posibles trastornos o habilidades sociales desadaptadas o inadecuadas.
El término Habilidad
se utiliza para indicar que la competencia social no es un rasgo de
la personalidad, sino un conjunto de comportamientos aprendidos y adquiridos.
Por consiguiente, se pueden señalar los siguientes componentes
esenciales para la comprensión de las Habilidades Sociales:
XXXII. Las Habilidades sociales se
adquieren principalmente a través del aprendizaje.
XXXIII. Incluyen comportamientos verbales
y no verbales, específicos y discretos.
XXXIV. Suponen iniciativas y
respuestas efectivas y apropiadas.
XXXV. Acrecientan el reforzamiento
social.
XXXVI. Son recíprocas por
naturaleza y suponen una correspondencia efectiva y apropiada.
XXXVII. Su práctica está
influida por las características del medio: edad, sexo,
estatus...
XXXVIII. Los déficits y
excesos de la conducta social pueden ser especificados y objetivados
a fin de proceder a la intervención sobre los mismos.
Además de lo anterior,
es preciso considerar la direccionalidad de los déficits
para la conceptualización de la competencia social, teniendo en
cuenta que dicha competencia se adquiere para:
Expresar
a los demás los propios sentimientos, actitudes y derechos
de forma adecuada y teniendo en cuenta la situación.
Elaborar
un juicio crítico compartiendo criterios y opiniones.
Resolver
los propios problemas, comprender a los demás y colaborar con
ellos, evitando así la aparición de futuros problemas.
Establecer
relaciones satisfactorias con los demás.
3.1. ESTILOS DE COMPORTAMIENTO
SOCIAL.
Según Curran, existen unos
estilos de comportamiento social que subyacen en cualquier tipo de relación
interpersonal. La teoría del Aprendizaje Social considera estos
estilos como adquiridos, aprendidos, nunca innatos ni heredados.
El mencionado autor extrajo las
siguientes premisas inherentes a los estilos de comportamiento social:
XXXIX. Las relaciones interpersonales
son importantes para el desarrollo y funcionamiento psicológico.
XL. La falta de armonía interpersonal
puede contribuir o conducir a disfunciones y perturbaciones psicológicas.
XLI. Ciertos estilos y estrategias
interpersonales son más adaptativos que otros para clases específicas
de encuentros sociales.
XLII. Estos estilos y estrategias
pueden especificarse y aprenderse, o desaprenderse.
XLIII. Una vez aprendidos, los individuos
mejorarán la competencia social en esas situaciones específicas.
XLIV. La mejora en la competencia
interpersonal puede contribuir o conducir a la mejora del funcionamiento
psicológico.
Ya se ha visto anteriormente que
las Habilidades Sociales no son una disposición, sino una capacidad
de respuesta. Los estilos de comportamiento social están configurados,
son un repertorio conductual de respuestas adaptadas en un caso, e inadaptadas
o inadecuadas en el otro, que requerirán de una intervención
en un nivel primario o secundario de prevención, o de una terapia
clínica en aquellos casos en que los déficits hayan derivado
en verdaderos trastornos de las relaciones del individuo.
Los tres estilos de comportamiento
social se denominan: asertivo, inhibido/pasivo y agresivo. Las
características más notables en cada uno de
ellos son:
CARACTERÍSTICAS DE LOS ESTILOS DE COMPORTAMIENTO SOCIAL
ESTILO INHIBIDO/PASIVO
ESTILO AGRESIVO
ESTILO ASERTIVO
1. Comportamiento verbal
Vacilante: "no,
si yo..."
Con parásitos
verbales: "ejem..."
1. Comportamiento verbal
Impositivo: "tienes
que..."
Interrumpe, da
órdenes.
1. Comportamiento verbal
Firme y directo:
"deseo", "opino que..." "¿qué piensas... ?"
2. Comportamiento no verbal
Postura cerrada
y hundida.
Cabizbajo a menudo.
Ausencia de contacto
visual.
Voz baja, tono
vacilante.
Tiende al alejamiento
físico.
Puede evitar totalmente
la situación.
2. Comportamiento no verbal
Postura erecta,
hombros atrás.
Movimientos y gestos
amanerados.
Cabeza hacia atrás.
Mirada fija.
Voz alta. Habla
fluida y rápida.
Tiende a invadir
el espacio del interlocutor.
2. Comportamiento no verbal
Expresión
abierta del cuerpo.
Postura relajada.
Cabeza alta y contacto
visual.
Tono de voz firme.
Espacio interpersonal
adecuado.
3. Otras características
Deja violar sus
derechos.
Baja autoestima.
No es capaz de
tomar decisiones.
Se siente sin control.
No suele lograr
sus objetivos.
3. Otras características
Viola los derechos.
Baja autoestima.
Se siente sin control.
Toma decisiones
por otros.
Puede lograr algunos
objetivos, pero dañando las relaciones (humilla, insulta...)
3. Otras características
Protege sus derechos
y respeta los de los demás.
Logra sus objetivos
sin ofender a los otros.
Buena autoestima.
Elige por sí
mismo/a.
Sabe empatizar.
Expresa lo que
quiere con claridad.
3.2. FACTORES QUE PUEDEN
IMPEDIR A UN NIÑO O NIÑA MANIFESTAR UNA CONDUCTA SOCIALMENTE
HABILIDOSA.
Los factores que impedirían
a los niños y a las niñas manifestar una conducta socialmente
habilidosa podrían ser los siguientes:
Las respuestas habilidosas necesarias
no están presentes en el repertorio de respuestas del niño.
Este niño o niña puede no haber aprendido nunca
la conducta apropiada o puede haber aprendido la conducta inapropiada.
Puede ser también que estas respuestas inapropiadas tengan una
alta probabilidad de ocurrencia a causa del aprendizaje anterior, con
lo que incluso si el pequeño posee las habilidades necesarias,
las respuestas inapropiadas pueden superar a las habilidades más
apropiadas y producirse una actuación inadecuada.
El niño siente ansiedad
condicionada que le impide responder de una manera socialmente adecuada.
A través de experiencias adversivas o del condicionamiento
vicario (modelado), el niño o niña ha llegado a asociar
señales anteriormente neutras con estímulos adversivos.
El niño o niña
considera de forma incorrecta su actuación social, autoevaluándose
negativamente o está temeroso de las posibles consecuencias de
la conducta habilidosa.
Falta de motivaciónpara actuar apropiadamente en una situación determinada.
No sabe discriminar adecuadamente
las situaciones en las que una respuesta determinada es probablemente
efectiva.
No está seguro/a de sus
derechos o no cree que tenga el derecho de responder apropiadamente.
El síndrome de hospitalismo
o depravación afectiva.
Obstáculos ambientales
restrictivos que impiden al niño o a la niña expresarse
apropiadamente o que incluso castigan la manifestación de esa conducta
adecuada.
3.3. MODELOS EXPLICATIVOS DE LOS
COMPORTAMIENTOS INADAPTADOS.
3.3.1. Modelo de déficit
de conductas.
Según este modelo, el fracaso
social se explica por la carencia de comportamientos adecuados en los
repertorios conductuales de las personas. Aunque en la mayoría
de las ocasiones poseen los elementos conductuales básicos (contacto
ocular, gestos descriptivos, vocabulario apropiado...), fracasan al intentar
combinarlos, por ejemplo al hablar ante un grupo. Estos mismos factores
explican la ansiedad que algunas personas experimentan en distintas situaciones
sociales y no saben cómo comportarse, o al hacerlo de una forma
incorrecta y poco reforzante (ansiedad reactiva). Esta explicación
de los comportamientos inadaptados corresponde en general al fracaso
social primario, que caracteriza a los niños inhábiles,
fracaso que se debe fundamentalmente a una socialización deficiente,
o a la falta de experiencia social.
3.3.2. Modelo de Déficit
de habilidades.
Este modelo es complementario
del anterior, y consiste en suponer que las conductas inadaptadas se deben
a la carencia o uso erróneo de habilidades cognitivas y perceptivas,
produciéndose discriminaciones defectuosas, e interpretaciones
incorrectas de las señas sociales.
Según este modelo, para
alcanzar las metas sociales, las personas deben llevar a cabo comportamientos
hábiles en una constante interacción con el medio social.
Por lo tanto, el fracaso social se explica como un cortocircuito producido
en algún punto del ciclo.
3.3.3. Modelo de ansiedad
condicionada.
Según este modelo, la ansiedad
es un factor crítico en la elaboración y mantenimiento de
las conductas inadaptadas. Asume que las personas poseen repertorios de
conductas y habilidades necesarias, pero no las realizan debido a la ansiedad
condicionada a ciertos estímulos que están presentes en
determinadas situaciones sociales.
3.3.4. Modelo cognitivo
evaluativo.
Este modelo considera que las
personas conocen y poseen las conductas apropiadas, pero evalúan
mal las situaciones, temen a las críticas o desaprobaciones de
los demás (expectativas negativas) o tienen un bajo autoconcepto,
por lo que tienen respuestas emocionales inadaptadas y por consiguiente
inhiben los comportamientos socialmente apropiados.
Cada uno de estos modelos ofrece
unas estrategias de intervención, que presentamos en el siguiente
cuadro:
ESTRATEGIAS
DE INTERVENCIÓN ANTE LOS COMPORTAMIENTOS SOCIALMENTE INCOMPETENTES
Adaptado de Gil, F. (1988), pág. 402.
MODELO
OBJETIVO
MÉTODOS
Déficit
de conductas apropiadas
Adquisición
de conductas eficaces
- Ensayo conductual.
- Entrenamiento conductual.
- Aprendizaje estructurado.
- Eficacia personal.
Déficits
en habilidades
Adquisición
de habilidades perceptivas y cognitivas.
Planificación
de actúa- ciones
- Entrenamiento Habilidades
Sociales (EHS).
- Solución de problemas.
Ansiedad
condicionada
Control de ansiedad
- Desensibilización sistemática.
- Desensibilización sistemática modificada.
- Inoculación de estrés.
Evaluaciones
cognitivas erróneas
Modificación
de evaluaciones cognitivas.
- Terapia Racional Emotiva.
- Modificación cognitiva.
- Reestructuración racional
sistemática.
3.4. CARACTERIZACIÓN
DE LOS TRASTORNOS MÁS SIGNIFICATIVOS DE LA INFANCIA.
a) Retraimiento social.
El niño no asertivo
es un niño retraído socialmente, un niño o niña
aislado, tímido, pasivo y letárgico. Fracasa en la expresión
de sus propios sentimientos, necesidades y opiniones. Sus respuestas pasivas
pueden evocar sentimientos de insuficiencia, depresión e incompetencia.
Del mismo modo, el niño
y la niña no asertivos, debido a la ansiedad relacionada con las
interacciones interpersonales, pueden encontrar las situaciones sociales
adversivas. Además, puesto que las interacciones con sus iguales
son recíprocas, los niños y niñas retraídos
también elicitan menor número de respuestas sociales positivas
en los demás, con el resultado de un nivel bajo de contacto social.
b) Agresión social.
Estos niños y niñas
son típicamente agresivos, no cooperativos, y manifiestan un comportamiento
dirigido al exterior. Fracasan al intentar demostrar las habilidades sociales
necesarias para llevar a cabo interacciones sociales efectivas y apropiadas.
Su comportamiento resulta desagradable para los demás individuos
de su entorno social. Entre sus características destacan la violencia
verbal y física, las burlas, provocaciones, peleas, discusiones
sobre conflictos ya resueltos, violan e ignoran los derechos de los demás,
etc.
Este tipo de comportamiento
social puede generar muchos efectos negativos para el niño o la
niña agresivos. Además, estos pequeños tienden a
adquirir los aprendizajes escolares en menor proporción que los
no agresivos.
La agresividad en la interacción
social conduce a la contra-agresión de los compañeros y
compañeras, y a un mayor rechazo social en el medio. El niño
agresivo puede, en un principio, alcanzar unos fines particulares, pero
con el tiempo pagará un precio social por la violación de
los derechos de los demás.
3.5. HABILIDADES SOCIALES
Y FUNCIONAMIENTO ADAPTATIVO.
Existen suficientes investigaciones
que demuestran que la existencia de Habilidades Sociales es fundamental
para vivir de un modo adaptativo en todos los niveles y etapas de la vida.
La importancia de las Habilidades Sociales para conseguir la aceptación
de los compañeros y compañeras está bien documentada.
La aceptación de los iguales y la popularidad parecen jugar un
papel importante en la socialización infantil. Las Habilidades
Sociales proporcionan a los niños y niñas un medio a través
del cual pueden dar y recibir recompensas sociales positivas, las cuales
llevan a un incremento de las percepciones de la cordialidad, aceptación
de los pares y participación social.
Parece que los niños
y niñas populares refuerzan socialmente a sus compañeros
y compañeras con mayor frecuencia que los poco populares, y reciben
a cambio mayor cantidad de respuestas sociales positivas, tanto de los
iguales como de los adultos. Este ciclo positivo se perpetúa durante
la adolescencia y posiblemente en la edad adulta, creando un ambiente
interpersonal recíproco durante toda la vida.
Además, parece que
los niños y niñas habilidosos socialmente se desenvuelven
mejor en los sectores escolar, social y emocional. Por el contrario, los
niños y niñas socialmente deficientes generan, y por lo
tanto reciben, menos interacciones sociales positivas de su medio social;
esto puede tener como efecto inmediato el aislamiento, agresión,
frustración y retraimiento. Este fenómeno puede afectar
negativamente en la habilidad del individuo para funcionar de forma adaptativa
en su medio social.
4. TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN
COGNITIVO-CONDUCTUALES.
Como hemos señalado
en los primeros epígrafes de este trabajo, los programas de Habilidades
Sociales en la infancia tienen fundamentalmente un carácter preventivo,
incidiendo desde la prevención primaria para evitar que aparezcan
en los niños y niñas una serie de conductas inadecuadas,
o desde la prevención secundaria para tratar de eliminar aquellas
que ya se han iniciado y cuyo mantenimiento podría repercutir en
un inadecuado- cuando no nocivo- desarrollo de su personalidad y en sus
relaciones con los demás.
Los programas de Habilidades
Sociales en la infancia tienen un enfoque cognitivo-conductual-comunitario,
que va más allá del modelo clínico, ya que propone
modos de intervención y evaluación eficaces en el ámbito
comunitario, que en el mundo de los niños y las niñas está
representado por la familia y la escuela. Los contenidos de estos programas
se derivan de las teorías del Aprendizaje, del Análisis
Funcional de la Conducta, y utiliza técnicas como la observación,
registro y modificación de conductas.
La metodología
utilizada sigue los esquemas del Modelo de Competencia,
basado en la concepción de una intervención psicosocial,
entendiendo que las personas, y por lo tanto también los niños
y niñas, que experimentan una situación psicológica
de malestar, o corren el riesgo de padecerla, no necesitan tutela, sino
recursos, es decir, no se pretende tanto resolver los problemas, cuanto
lograr que las personas sean capaces de resolverlos por ellos mismos,
una vez que se les ha proporcionado las habilidades y recursos adecuados
para ello.
Los objetivos fundamentales
que se plantea este modelo en el terreno infantil consisten fundamentalmente
en favorecer la adquisición de determinadas habilidades educativas
que posibiliten:
XLV. Prevenir la aparición
de comportamientos inadecuados o desadaptados.
XLVI. Entrenar en modelos
de interacción que proporcionen respuestas mutuamente satisfactorias.
XLVII. Desarrollar hábitos
de trabajo intelectual, haciendo posible el desarrollo de las capacidades
de observación, análisis, planificación, etc.
XLVIII. Intervenir sobre
problemas conductuales ya existentes, mediante el diseño y
aplicación de programas de modificación de conductas sistemáticas.
4.1. TÉCNICAS PARA
ENSEÑAR (IMPLEMENTAR) CONDUCTAS.
Ya se ha remarcado en varias
ocasiones la idea según la cual las conductas se aprenden. Los
recién nacidos manejan pocas conductas, prácticamente todas
reflejas, no aprendidas, pero enseguida comienzan a adquirir experiencia,
ampliando su repertorio conductual de manera que en la edad en que el
niño o la niña inicia su escolarización, la mayor
parte de sus comportamientos son aprendidos.
En numerosas ocasiones,
los niños y las niñas saben realizar determinadas conductas,
pero las ponen en práctica pocas veces, ya que tuvieron las condiciones
necesarias para aprenderlas, pero no se produjeron otras condiciones oportunas
para crear su hábito, o lo hicieron de manera inadecuada. Por lo
tanto, si se desea que los niños y las niñas aprendan a
realizar habitualmente esas conductas que ya saben pero que casi
nunca practican, es posible utilizar técnicas basadas en las leyes
del aprendizaje (ver punto 1.3.3).
4.1.1. Técnica
del refuerzo positivo.
Esta técnica se basa
en la primera ley del aprendizaje: "Siempre que una conducta va seguida
de consecuencias agradables para quien la realiza, aumenta la probabilidad
de que vuelva a repetirse en el futuro". Consiste en premiar (reforzar)
cada vez que el niño o la niña realice la conducta que se
desea que haga habitualmente.
L. Sociales: Alabanzas,
muestras de cariño, atención, besos, abrazos...
LI.. Actividades: Poder
realizar algo que al niño o la niña le guste hacer (excursiones...)
CONDICIONES
NECESARIAS EN LA ADMINISTRACIÓN
DEL REFUERZO POSITIVO
Los refuerzos deben
darse inmediatamente después de la conducta, sobre
todo si los niños son pequeños.
Los refuerzos deben
ser cosas que verdaderamente gusten e interesen a quien los
recibe.
Los refuerzos deben
conseguirse por la conducta concreta que se desea que aprenda
el niño y que ejerza habitualmente.
Siempre que sea posible,
se deben utilizar refuerzos naturales (los que se dan en el entorno
natural y habitual, como ir a los columpios, jugar en el parque, atención
del adulto...), refuerzos sociales y refuerzos de actividades.
Científicamente, los refuerzos materiales son tan útiles
como los anteriores, pero su utilización es más complicada,
porque en el caso de no planificar técnicamente su aplicación
(respetando las fases de refuerzo continuo y de razón fija o variable),
se corre el riesgo de producir un aprendizaje paralelo en términos
de "si hago lo que el adulto quiere que haga, me habrá de dar
cosas materiales a cambio". En cualquier caso, en la administración
de refuerzos se seguirán los siguientes pasos:
LII.. En un primer momento, y para
conseguir el hábito, administrar el refuerzo cada vez que
aparezca la conducta deseada.
LIII. Posteriormente, cuando la conducta
aparezca con cierta frecuencia, se reforzará de manera intermitente,
es decir, de vez en cuando, pero no siempre.
LIV. No se dejará nunca de
utilizar reforzadores sociales o de actividades en algunas ocasiones,
ya que las conductas que no reciben refuerzo, tiende a desaparece
4.1.2. Técnica de
Premack.
Consiste en asociar una actividad
desagradable, que no gusta o no interesa al niño, con otra agradable,
y siguiendo este orden. Al igual que la anterior, se basa en la primera
ley del aprendizaje según la cual toda conducta que recibe un premio
tiende a repetirse. Al ser agradable la segunda actividad, actúa
como refuerzo de la primera, lo cual aumenta la probabilidad de que se
repita en el futuro.
Esta técnica es muy eficaz
para crear o incrementar hábitos adecuados, dependiendo el éxito
de su aplicación de:
Elegir
una tarea (reforzador) realmente interesante para el niño
o la niña.
Que dicha
actividad sólo pueda realizarla después de
la conducta que se quiere reforzar.
Que en
un principio se practique siempre e inmediatamente después
de la conducta cuya frecuencia o duración se desea que aumente.
Finalmente,
la actividad reforzante se realizará sólo de vez en cuando
y con libertad para ejercitarla en otras ocasiones.
4.1.3. Aprendizaje por observación.
Esta técnica se basa en
la 3ª Ley del Aprendizaje, según la cual, muchas conductas se aprenden
por imitación de modelos, observando lo que otros hacen o dicen.
En el terreno de la infancia, es sumamente importante en el ambiente familiar
y escolar, puesto que en ambos están apareciendo continuamente
diversos modelos para el niño y la niña, con frecuencia
de una forma no planificada, y que suponen para los pequeños una
fuente sistemática de aprendizaje.
Para utilizar esta técnica
de una manera útil y provechosa es necesario tener en cuenta las
siguientes consideraciones:
Los modelos
son aquellas personas a las que el niño y la niña tiene
oportunidad de observar, y de las que aprende determinadas
conductas, actitudes y opiniones.
Durante
la primera infancia, los padres, profesores y los hermanos son
los modelos más poderosos, y una fuente de aprendizaje importantísima
para los más pequeños.
El esquema práctico del
aprendizaje por observación es muy simple:
EL MODELO:
EL OBSERVADOR:
Hace algo, realiza
una conducta, manifiesta una opinión, expresa con gestos
o palabras una idea...
Atiende lo que
hace o dice el modelo, le observa, aprende a hacer como él,
le imita.
Para aprender por imitación
se necesita, pues, un modelo que realice delante del niño o la
niña la/s conducta/s que se desea que aprenda. No obstante, un
modelo demasiado "torpe" no es una buena fuente de aprendizaje;
por ejemplo, si un adulto pronuncia mal, no será buen modelo para
un niño o niña con problemas de lenguaje. Por otra parte,
un modelo "demasiado perfecto" tampoco será buena fuente
de aprendizaje, ya que el grado de dificultad que presenta, es demasiado
grande para el niño.
Pero también es preciso
tener presente las consecuencias que obtiene el modelo de
lo que hace o dice. Si dichas consecuencias son agradables, es más
probable que el niño o la niña trate de imitarle, de realizar
esa conducta; pero si, por el contrario, el modelo obtiene consecuencias
negativas, es más probable que aprenda a no imitarle.
REQUISITOS PARA EL ÉXITO DEL APRENDIZAJE POR OBSERVACIÓN
1. Realizar delante del niño o de la niña
la conducta que se desea que aprenda.
2. Ofrecer un modelo adecuado, para cuya imitación
el niño o la niña posea ya las habilidades suficientes.
3. Procurar que el modelo obtenga resultados positivos
por lo que hace.
4. Reforzar al observador inmediatamente después
de que imite la conducta observada.
4.1.4. Técnica
del moldeamiento o de aproximaciones sucesivas.
Algunas conductas son difíciles
en su ejecución, por lo que requieren el dominio de una gran cantidad
de habilidades previas. De manera natural, los niños y las niñas
van aprendiendo la conducta terminal de correr, lo cual van consiguiendo
de manera gradual durante un largo periodo en el que van adquiriendo habilidades
cada vez más complejas: reptar, gatear, mantenerse de pie agarrado,
mantenerse de pie guardando el equilibrio, dar unos pasos, caminar solo
sin ayuda... correr. Sin embargo, otros aprendizajes necesitan de una
planificación y dirección por parte del adulto, como por
ejemplo la adquisición de la lectoescritura.
A menudo las Habilidades Sociales
son demasiado complejas para determinados niños y niñas,
por lo que se ha de utilizar la técnica del moldeamiento, llamada
también de aproximaciones sucesivas, y que puede facilitarles mucho
la adquisición de estos aprendizajes. Esta técnica se basa
en la 1ª Ley del Aprendizaje, y consiste en descomponer el objetivo que
se desea conseguir (la adquisición de una conducta terminal) en
varias conductas o aprendizajes intermedios, de forma que el comportamiento
pueda ir adquiriéndose y aprendiéndose paso a paso.
PASOS A SEGUIR EN LA TÉCNICA DE MOLDEAMIENTO
1º. Definir muy concretamente la conducta terminal.
2º. Desmenuzar dicho objetivo en conductas más simples.
3º. Partir de lo que el niño o la niña ya sabe hacer.
4º. Reforzar cualquier avance, por mínimo que parezca.
En el caso del entrenamiento
en conductas de interacción social, se recomienda utilizar únicamente
la técnica del moldeamiento, siendo fundamental considerar dos
factores:
Controlar
la actuación de aquellos niños y niñas que con
su actitud pudieran inhibir las tentativas de participación del
niño poco habilidoso socialmente.
Entrenar
al resto de los compañeros y compañeras para reforzar
las conductas de acercamiento de aquellos a quienes les cuesta más
trabajo.
4.2. TÉCNICAS PARA HACER
DESAPARECER CONDUCTAS.
Cuando se habla de interacción
social, se pueden encontrar determinadas conductas desadaptadas que interfieren
el proceso de socialización. No se trata entonces, como en los
casos anteriores, de que el niño o la niña no haya aprendido
los comportamientos a realizar, sino que se podría decir que los
ha aprendido "en exceso" e inadecuadamente. Estos niños
y niñas actúan en su relación con los demás
por medio de provocaciones, burlas, violencia verbal y/o física...;
se comportan sin respetar los derechos de los demás.
Se dice que este tipo de comportamiento
es desadaptado cuando su aparición o frecuencia es tan alta
que prácticamente impide que se produzca otra forma de interacción
más equilibrada. El niño o la niña que se relaciona
de forma dominante con los iguales, conseguirá el rechazo o la
sumisión de éstos, y además perderá las oportunidades
de aprender de los demás. En estas circunstancias, será
preciso intervenir para tratar de erradicar estas conductas y permitir
que aparezcan otras que posibiliten mejores y más adecuadas interacciones.
Para ello se utilizan técnicas
específicas basadas en las Leyes del Aprendizaje: La conducta
se aprende y se mantiene en función de sus consecuencias. Hasta
este momento se ha estudiado cómo toda conducta que va seguida
de consecuencias positivas (refuerzos, premios, recompensas) tiende a
repetirse en el futuro. Las conductas desadaptadas o inadecuadas también
se han aprendido por el hecho de reportar consecuencias positivas para
el niño o la niña, como pueden ser reclamar y obtener la
atención del adulto, aunque sea para conseguir una recriminación.
Por ello, cuando se pretende erradicar dichas conductas, se ha de conseguir:
a) que a ese comportamiento no le siga una consecuencia agradable y positiva,
y b) que vaya seguida de una consecuencia negativa.
A continuación se examinarán
algunas técnicas útiles para eliminar en los niños
y niñas conductas desadaptadas "por exceso": retirada de
atención, tiempo fuera y castigo.
4.2.1. La retirada de atención.
Esta técnica está
basada en la 2ª Ley del Aprendizaje: "Las conductas que no van seguidas
de consecuencias agradables o refuerzos, disminuyen su frecuencia y tienen
menos probabilidad de repetirse en el futuro".
Se conoce por retirada de atención
a la ausencia de refuerzo de la conducta que esperamos se extinga o
disminuya su intensidad y frecuencia. La adecuada aplicación de
la retirada de atención requiere tener en cuenta las siguientes
condiciones:
Se utilizará
esta técnica para eliminar aquellas conductas que no son especialmente
perjudiciales para los demás o para el mismo niño o niña.
Mediante
la observación sistemática, se identificará con claridad
el refuerzo que mantiene la conducta. Es preciso asegurarse de que el
niño o la niña se comporta de esa determinada manera para
llamar la atención.
Al retirar
la atención sobre la/s conducta/s desadaptada/s o inadecuada/s,
es preciso orientarla/s hacia otras conductas positivas que resulten incompatibles
con la/s que se pretende/n eliminar.
Cuando
se inicie esta técnica, se debe tener presente que en un primer
momento la conducta que se pretende eliminar pueda empeorar.
No es extraño que al principio el niño o la niña
insista y acentúe su comportamiento en intensidad y frecuencia.
Hay que considerar que el pequeño necesita tiempo para reaprender
que la atención del adulto la obtiene por sus conductas
positivas, no por la inadecuada.
4.2.2. El tiempo fuera o
aislamiento.
Consiste en privar al niño
o niña de la posibilidad de obtener refuerzo aislándole
durante un período corto de tiempo de las actividades que
realizaba y de las personas con las que estaba en ese momento. El tiempo
de duración debe oscilar entre 1 y 5 minutos, pero no sobrepasarlo
en exceso, pues perdería su efectividad. El aislamiento o tiempo
fuera intenta fundamentalmente lograr dos objetivos:
LV. Retirar al niño
o a la niña los posibles refuerzos ambientales que pueden
estar manteniendo su conducta inadecuada.
LVI. Cortar la cadena de respuestas
en los casos en que su propia conducta o actividad es el refuerzo que
recibe.
Las condiciones en
las que se debe aplicar la técnica son las siguientes:
Se utilizará
el aislamiento o tiempo fuera en los casos en que sea difícil identificar
el refuerzo concreto que mantiene la conducta, o cuando el comportamiento
del niño o la niña perturba tanto la convivencia
que resulta muy difícil ignorarlo, o es particularmente incómodo
para los demás.
El lugar
de aislamiento debe ser un lugar neutro de la casa o del
aula, no muy atractivo, pero tampoco que produzca temor o miedo al niño
o a la niña. Por supuesto, no debe ser su cuarto de juego en la
casa, ni siempre el mismo lugar en la clase, ya que podría llegar
a convertirse en un rincón adversivo e indeseable.
Se utilizará
el tiempo fuera sólo después de haber explicado anteriormente
al niño o a la niña qué es lo que no queremos que
haga y por qué. Asimismo, se le explicará también
cuál será el lugar de aislamiento si lo hace.
Es preciso
realizar la técnica de forma firme y sistemática
para que surta efecto, sin dejarse asustar por las reacciones del niño
o la niña, y se aplicará tantas veces como sea necesario,
hasta que desaparezca la conducta.
Una vez
transcurrido el tiempo marcado (entre 1 y 5 minutos), se irá a
buscarle para intentar incorporarle a una actividad más positiva,
que se reforzará adecuadamente.
4.2.3. El castigo.
La técnica del castigo
se basa en la 4ª Ley del Aprendizaje: "En determinadas condiciones,
las conductas que van seguidas de consecuencias desagradables, tienden
a desaparecer o extinguirse". El castigo puede producirse de dos formas:
LVII. Presentando una situación
desagradable al niño o a la niña después
de una conducta inadecuada (dar un "cachete" en las manos después
de haber intentado tirar al bebé de la cuna).
LVIII.. Retirando un privilegio
o una situación agradable que el niño o la niña disfrutaba,
justo después de que se produzca la conducta inadecuada
(no ver los dibujos animados, no jugar esa tarde con su juguete favorito...)
Las condiciones que
es preciso tener en cuenta para una adecuada utilización de esta
técnica son numerosas:
Debe
utilizarse el castigo solamente en aquellas situaciones en que las conductas
sean especialmente perjudiciales para los demás (agresiones
físicas desmesuradas y sistemáticas) o para él mismo
(escaparse y cruzar la calle sin mirar, etc.)
Su utilización
debe ser el último recurso a utilizar para conseguir
que una conducta desaparezca.
Se sabe
que algo funciona como castigo cuando es verdaderamente desagradable para
el niño o la niña y hace disminuir su conducta.
Su aplicación
debe ser inmediata, y ha de quedar claro para el niño
o la niña que es como consecuencia de la realización de
una determinada conducta que no se desea que haga.
Debe
aplicarse siempre que se den este tipo de conductas que
se desea eliminar.
El castigo
debe ser intenso y corto.
Al utilizarlo,
se deben tener siempre presentes todas las conductas que se van a reforzar,
con el fin de ofrecer al niño o a la niña un modelo
de actuación alternativo.
Se debe
aplicar sólo como el último recurso, y una
vez que han fallado otras técnicas de modificación de conducta,
ya que el castigo puede provocar respuestas emocionales
de ansiedad, miedo, etc., lo que puede interferir en la realización
de otras conductas positivas.
Si se
utiliza con frecuencia, origina inseguridad y mal concepto
de sí mismo. El adulto que aplica el castigo se convierte
en un modelo agresivo para el niño o la niña,
por lo que la conducta desaparece solamente cuando está presente
el adulto, y de una manera temporal, por lo que se tendría
que aumentar la frecuencia e intensidad ilimitadamente, lo que puede ocasionar
una situación aberrante de malos tratos.
Para concluir, se pueden resumir
las técnicas anteriormente expuestas en el siguiente cuadro-esquema:
TÉCNICAS
DE MODIFICACIÓN COGNITIVO-CONDUCTUALES
EN LA INFANCIA
TÉCNICAS PARA ENSEÑAR CONDUCTAS
TÉCNICAS PARA ERRADICAR CONDUCTAS
Refuerzo positivo.
Técnica de Premack.
Aprendizaje por observación.
Moldeamiento o aproximaciones
sucesivas.
Retirada de atención.
Tiempo fuera o aislamiento.
Castigo.
5. COLABORACIÓN DE
LA FAMILIA Y OTROS AGENTES EXTERNOS.
Cuando se definen las Habilidades
Sociales como repertorios conductuales que se adquieren, se está
haciendo hincapié en la existencia de una gran cantidad de conductas
que los niños y niñas hacen, dicen y piensan, reafirmando
igualmente su condición de aprendidas, puesto que se adquieren.
La escuela y la familia son las
instituciones educativas y socializadoras más significativas en
los primeros años del desarrollo infantil, por lo que las Habilidades
Sociales han de ser tenidas en cuenta como objetivo de su actuación,
potenciándolas y ejerciendo acciones educativas planificadas y
coordinadas, en aras de que el niño y la niña no encuentren
disparidad de criterios entre el centro educativo y su hogar.
5.1. TRABAJO PARALELO AL ENTRENAMIENTO
EN HABILIDADES SOCIALES: COORDINACIÓN FAMILIA-ESCUELA.
5.1.1. Implicación
de la familia.
La familia es el primer y principal
núcleo socializador y grupo normativo de referencia en la infancia,
debiendo ser considerada como parte de la comunidad educativa. Por ello,
es muy importante que los padres conozcan el programa en que participan
sus hijos e hijas para ayudar en la práctica de las Habilidades
Sociales entrenadas en el contexto familiar. Asimismo, es de gran relevancia
el hecho de que los padres también tengan competencia social y
habilidades de comunicación, con el fin de que la convivencia en
el hogar sea más agradable.
Un programa de enseñanza
de Habilidades Sociales no debe pretender reemplazar el papel de la familia
como agente de socialización; en cambio, su efectividad se ve notablemene
incrementada con la participación de los padres y madres. Por ello,
resulta de gran importancia su cooperación en la puesta en práctica
del programa, así como en el apoyo de la participación de
sus hijos e hijas. El medio más eficaz para asegurar y mantener
el apoyo de las familias es familiarizar a los padres con el contenido
del programa, subrayando la naturaleza suplementaria a su tarea educativa,
e integrando siempre que sea posible las ideas y preocupaciones de las
familias en el diseño del mismo. Generalmente, los padres y madres
presentan escasas objeciones a un proyecto que contribuya al desarrollo
de sus hijos e hijas, y cuando se les exponen las ventajas y la importancia
que tiene el entrenamiento en Habilidades Sociales para el adecuado desarrollo
afectivo y social de los niños, las familias ofrecen su apoyo y
colaboración.
5.1.2. Implicación
del profesorado.
La intervención del profesorado
en los programas de Habilidades Sociales en la Infancia es muy importante,
ya que ayudará a que el niño o la niña afiance las
conductas que ha aprendido y entrenado en el grupo. Con frecuencia, los
docentes participan en la identificación de los niños y
niñas con problemas en el desarrollo de Habilidades Sociales y
en el diseño de programas educativos, por lo que su cooperación
es esencial. Profesores, tutores, consejeros, directivos, etc., juegan
un papel fundamental en la elaboración, evaluación y valoración
reales del programa y de los niños y niñas que participan
en el mismo.
De la misma manera, desempeñan
una función muy importante como coordinadores y mediadores entre
las familias y toda la comunidad educativa y social. Por todo ello, para
fomentar y apoyar sus esfuerzos es preciso que se abran canales de comunicación
abierta en todo el sistema de la institución escolar en la que
se va a desarrollar el programa de Habilidades Sociales, y que éste
sea lo suficientemente flexible como para dar cabida a sus preocupaciones
específicas.
RESUMEN.
Las Habilidades Sociales (HH SS)
son el conjunto de conductas y comportamientos que adquiere una persona
para tomar decisiones teniendo en cuenta sus propios intereses y los de
los demás, elaborar un juicio crítico compartiendo criterios
y opiniones, y resolver sus propios problemas, comprendiendo también
los de los demás. En la infancia, junto con las habilidades
más propias de la interacción social, se ha
de trabajar también otras relacionadas con la autonomía
personal.
Las HH SS constituyen un aspecto
muy importante en el desarrollo infantil. Que el niño y la niña
sean capaces de relacionarse con sus compañeros, de expresar
sus emociones y experiencias, de iniciarse en el progreso de su independencia
y autonomía, tanto en el terreno personal como en el de autocuidado,
son condiciones que facilitan su crecimiento en otras áreas cognitivas
y afectivas.
La conducta humana está
influida y determinada en gran medida por el ambiente en que se produce.
Lo que sucede alrededor de la persona, y lo que ocurre antes y después
de que realice cualquier conducta va configurando la manera de comportarse
y la forma de ser del individuo. De esto se desprenden las Leyes
del Aprendizaje:
LIX.. Toda conducta que va seguida
de una recompensa, tiende a repetirse en el futuro.
LX. Cuando una conducta no obtiene
ninguna recompensa, tiende a desaparecer.
LXI. Muchas conductas se aprenden
por observación, imitando lo que hacen otros.
LXII. En determinadas condiciones,
las conductas que van seguidas de consecuencias desagradables, tienden
a desaparecer o extinguirse.
La actitud de los adultos
es muy importante. Algunas de las actitudes más relevantes que
los adultos significativos deben tener en cuenta son:
Ofrecer un modelo adecuado.
Valorar los aspectos positivos de
las conductas de los pequeños.
Facilitar el entrenamiento en un pensamiento
divergente.
Proporcionar ocasiones que faciliten
el ejercicio de HH SS.
En la infancia se trabajan dos
grandes ámbitos de HH SS:
HH. DE AUTONOMÍA
PERSONAL
HH. DE INTERACCIÓN SOCIAL
LXIII.. Aseo personal.
LXIV.. Comida.
LXV.. Vestido.
LXVI.. Tareas sencillas, ayuda a los demás y uso de herramientas.
LXVII.. Desplazamientos.
LXVIII.. Interacción en el juego.
LXIX.. Expresión de emociones.
LXX.. Autoafirmación.
LXXI.. Conversación.
En un programa de HH SS
en la infancia, es preciso desarrollar dos etapas:
LXXII.. Definir concreta y específicamente
las conductas que se desea que aprendan.
LXXIII. Realizar una observación
previa:
- Observar y registrar durante uno
o dos días las habilidades que se van a enseñar.
- Rellenar una guía de observación.
Los objetivos más
significativos de un programa de HH SS con la infancia son:
Enseñar
a los niños y niñas las habilidades sociales básicas
que le permitan adquirir una mayor competencia social.
Proporcionar
a la institución escolar los medios, instrumentos y técnicas
específicas para trabajar adecuadamente las HH SS con el grupo-clase
y con el niño/a.
Trabajar
paralelamente con la familia para conseguir una mayor sensibilización
en estos aspectos educativos, ofreciendo un modelo socialmente más
competente.
Favorecer
la coordinación de ambas instituciones (familia y escuela)
para alcanzar los objetivos educativos planteados.
Existen tres estilos de
comportamiento social que subyacen en cualquier tipo de relación
interpersonal. La teoría del Aprendizaje Social los considera como
adquiridos y aprendidos, nunca innatos ni heredados. Los tres estilos
son: el inhibido/pasivo, el agresivo y el asertivo.
Cuatro modelos explican
los comportamientos inadaptados y el fracaso en las relaciones
sociales:
1) déficit de conductas,
2) déficit de habilidades,
3) ansiedad condicionada y
4) modelo cognitivo evaluativo. Los
cuatro modelos explican la caracterización de los dos trastornos
más significativos de las HH SS en la infancia: el retraimiento
social y la agresión social.
Las técnicas de modificación
cognitivo-conductuales se basan en el modelo de competencia desde
el enfoque comunitario del trabajo en HH SS. Pueden clasificarse en dos
grandes apartados:
1) Técnicas para enseñar
conductas (refuerzo positivo, técnica de Premack, aprendizaje
por observación y moldeamiento o aproximaciones sucesivas) y
2) Técnicas para eliminar
conductas (retirada de atención, tiempo fuera y castigo).
La escuela y la familia
son las instituciones educativas y socializadoras más significativas
en los primeros años del desarrollo infantil, por lo que las HH
SS han de ser tenidas en cuenta como objetivo de su actuación,
potenciándolas y ejerciendo acciones educativas planificadas
y coordinadas, en aras de que el niño y la niña no encuentren
disparidad de criterios entre el centro educativo y su hogar.
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