El estudio de la interacción educativa en el aula de educación infantil
Sumario
La comunicación que se expone
a continuación tiene como propósito revisar el marco teórico,
de la orientación sociohistórico-cultural, que permite estudiar
la dinámica de la interacción entre los educadores y las
educadoras, los niños y las niñas en el aula de la escuela
infantil. Esta revisión toma como punto de partida el principio
de la teoría de la actividad, donde se plantea que todas las actividades
educativas están mediadas por herramientas culturales, para adentrarse,
más específicamente y a continuación, en cómo
el adulto y el niño desarrollan una participación conjunta
a través de la acción educativa. Para este objetivo se van
a exponer las interpretaciones actuales del concepto de zona de desarrollo
próximo (Z.D.P.), incidiendo especialmente en las condiciones requeridas
para la enseñanza en el aula.
Conceptos clave: Interacción,
actividad, zona de desarrollo próximo, traspaso de control, andamiaje
y participación guiada.
Introducción. Desde la
acción a la interacción educativa
El propósito general de nuestro
trabajo reside en el estudio de la dinámica de la interacción
educativa y se encuadra dentro del objetivo fundamental de la aproximación
sociocultural. Este consiste, según Wertsch, Del Río y Álvarez
(1995), en explicar las relaciones entre la acción humana y las
situaciones históricas, culturales e institucionales en las que
ésta ocurre.
Desde este marco teórico, nuestro
propósito de estudio es susceptible de ser enfocado, desde diversos
niveles teóricos de análisis. De esta manera, desde un primer
nivel de análisis podríamos estudiar los procesos históricos
que afectan a la dinámica interactiva dentro del entorno escolar,
aspecto éste, de gran interés, pero que por su magnitud
va exceder el alcance de nuestros objetivos. No van a ser, por lo tanto,
los procesos históricos el objeto de nuestro estudio sino los procesos
de interacción dentro de un entorno escolar concreto e históricamente
determinado: la escuela infantil. De este modo, desde un segundo nivel
de análisis, centrado en la institución escolar y en sus
intenciones culturales, vamos a estudiar las acciones de las educadoras
y los educadores, los niños y las niñas, entendiéndolas
dentro del proceso de interacción en que se producen. A su vez,
esta dinámica de interacción social la vamos a comprender
vinculada, en todo momento, al desarrollo individual de los participantes.
De esta manera, y siguiendo el planteamiento vygotskiano (1978) vamos
a entender que las funciones psicológicas se producen, en primer
lugar, en un plano social, para interiorizarse posteriormente. Esta relación
entre lo individual y lo social tiene sentido, por ejemplo, en el problema
de la formación de la conciencia. En este caso, Vygotski (1991,
pp 54-59) nos señala que la conciencia de los individuos se construye
a través de las interacciones del individuo con su mundo por medio
de la actividad social. Desde este planteamiento, la conciencia se forma
en la actividad contextualizada, y estudiar la conciencia desde la perspectiva
de Vygotski, como señala Santamaría (1997, p.7), nos lleva
a estudiar necesariamente las interacciones de los individuos en su entorno
de actividad. Pero no va ser el estudio de la conciencia ni de las funciones
psicológicas el objetivo central de nuestro trabajo, sino la actividad
contextualizada en la institución escolar (sistemas de actividad).
A partir de esta reflexión
previa, el propósito de esta comunicación reside en exponer
los planteamientos teóricos, de la orientación sociocultural,
que se van a convertir en las herramientas para el estudio de la interacción
en el aula de la escuela infantil.
Para desarrollar este objetivo vamos
a tomar como punto de partida, sin desarrollarlo, el principio general
de la teoría de la actividad donde se plantea que todas las actividades
están mediadas por herramientas culturales (Vygotski, 1978, Leontiev,
1981, Wertsch, 1991, 1994, 1995). De esta manera, entendemos que las actividades
educativas tradicionales de la educación infantil (la realización
de la asamblea, contar cuentos, cantar, desarrollar actividades plásticas
o psicomotrices, entre otras) constituyen mediadores o herramientas culturales
de gran importancia a través de los cuales se desarrolla tanto
la acción educativa como el proceso de interacción.
Desde esta perspectiva y centrando
nuestra atención en el proceso de interacción nos vamos
a situar, de forma más específica, en aquellas revisiones
más actuales del concepto vigotskiano de zona de desarrollo próximo
que nos van a permitir comprender cómo las educadoras y los educadores,
los niños y las niñas soportan conjuntamente la interacción
en el aula a través de los diferentes tipos de actividades.
El desarrollo del concepto de
Zona de Desarrollo Próximo.
La interacción niño-adulto
en la teoría sociohistórica-cultural dispone de un potente
concepto que nos permite comprender en diferentes contextos como el proceso
comunicativo se convierte en proceso de aprendizaje, siempre que la interacción,
entre el niño y el adulto, desafíe los límites del
nivel de desarrollo del niño. Nos estamos refiriendo al concepto
de zona de desarrollo próximo, fundamento teórico de nuestro
trabajo y punto de partida para la comprensión de la interacción
en el aula, dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje.
El concepto ha sido investigado, desde
su formulación por Vygotsky, por los principales autores de la
orientación sociohistórico-cultural, debido a lo cual, nos
parece importante empezar por analizar el concepto en Vygotsky, delimitando,
a partir de él, los diferentes campos de investigación que
ha dejado abiertos. A partir del concepto vigoskiano vamos a concretar
aquellos aspectos que delimitan nuestro enfoque investigativo y sin agotar
las posibles interpretaciones, del concepto de Z.D.P, vamos a revisar
las aportaciones más significativas, especialmente, las que desarrollan
el sistema de ayuda ajustado para la interacción. Para finalizar,
señalar que dentro de este epígrafe incluimos también
un intento de sistematización del concepto de Z.D.P. resumiendo
las características más aceptadas por distintos autores,
contrastándolas, previamente, desde una perspectiva transcultural.
En primer lugar nos vamos a introducir
en el concepto de Z.D.P., a partir de su definición por Vygotsky,
como punto de referencia para el análisis.
La zona de desarrollo próximo
es la distancia entre el nivel de desarrollo real del niño, tal
y como puede ser determinado a partir de la resolución independiente
de problemas y el nivel más elevado de desarrollo potencial, tal
y como es determinado por la resolución de problemas por la guía
del adulto, o en colaboración con sus iguales más capacitados
(Vygotsky, 1978, p 133).
El concepto de zona de desarrollo
próximo es introducido por Vygotsky (1978) tratando de explicar
desde un marco teórico general la relación que se establece
entre aprendizaje y desarrollo. Este concepto nos determina la condición
en la que la interacción entre un individuo más experto
y otro menos experto, adulto o niño, sujetos a la dinámica
de interacción, transforman una situación de interacción
en una de enseñanza-aprendizaje. Para ello, el individuo más
experto debe diferenciar en el menos experto entre un nivel evolutivo
real y un nivel evolutivo potencial (nivel de desarrollo), determinando
dentro de un problema específico a resolver cuales son las ayudas
e instrumentos mediacionales de los que se debe servir para guiar al menos
experto. Todo este proceso culmina cuando el sujeto menos experto es capaz
de apropiarse, interiorizando, de los instrumentos y las funciones psicológicas
que el individuo más experto ha utilizado en el marco de la interacción,
dentro del terreno interpsicológico. En otros términos,
el concepto de Z.D.P plantea las claves para entender como los procesos
interpsicológicos pasan a ser intrapsicológicos y como se
produce el cambio cognitivo. Para completar el concepto, desde esta primera
acepción, debemos considerar la naturaleza social, cultural e histórica
del mismo, entendiendo que lo que está en juego en todo momento
es la interiorización, no de representaciones internas y aisladas
sino de instrumentos y conocimientos culturales, históricamente
determinados. De esta manera, el proceso de aprendizaje en la zona de
desarrollo próximo supone la apropiación individual a través
de un agente más experto de la cultura de los instrumentos y conocimientos
de la misma, donde el proceso de aprendizaje va de lo social a lo individual
frente al planteamiento piagetiano que otorgaba prioridad al proceso individual.
Sobre la importancia de los aspectos culturales profundizaremos más
adelante con las aportaciones de Cole (1985, 1989).
Como podemos observar a partir del
análisis de la noción inicial de Vygotsky y del desarrollo
de investigaciones posteriores del concepto de ZDP, nos encontramos ante
una gran multiplicidad de posibles ámbitos de investigación
que quedan abiertos para su desarrollo. El estudio del mismo puede centrarse
en varios aspectos: en la naturaleza sociohistórica de la interacción,
en la dinámica de la interacción y en los sistemas de ayudas
que establece el individuo más experto, en el proceso de evaluación
del nivel de desarrollo del menos experto por el más experto, en
las condiciones de comunicación previas para la interacción,
en la utilización de los instrumentos de mediación ó
medios mediacionales, así como en la interacción de estas
dimensiones. De entre todos estos ámbitos de investigación
hemos seleccionado para nuestro trabajo aquellos que por su relevancia
y accesibilidad investigativa nos han parecido didácticamente más
interesantes para el estudio de la dinámica interactiva en la escuela
infantil. En concreto, como señalábamos anteriormente, nos
vamos a centrar fundamentalmente en el sistema de apoyos, ayudas o soportes
culturales que el educador o la educadora, como individuo más experto,
ofrece al niño o la niña en el espacio interpsicológico.
No obstante y aunque no se desarrolle en esta comunicación, por
limitaciones de tiempo, consideramos indispensable en el estudio de la
interacción en el aula, el abordaje de otros aspectos que afectan
a la dinámica las relaciones en el aula. Especialmente y tal como
se expuso recientemente (Prieto, 1998) nos parece de especial interés
el estudio de los requisitos previos de comunicación que son necesarios
para construir un clima de intersubjetividad en el aula (Wertsch, 1985,
Roommetveit, 1979, Smolka, Goes, Pino, 1995) que posibilite la interacción
en la Z.D.P, así como la investigación los diferentes estados
y niveles de intersubjetividad que se pueden establecer en la interacción
entre el adulto y el niño.
Antes de introducirnos en profundidad
en el sistema de ayudas, consideramos muy relevante explorar previamente
otras dimensiones del concepto. De manera más específica,
nos parece importante delimitar las condiciones en las que una interacción
se produce dentro o fuera de la Z.D.P, en la medida que esto permite especificar
mejor las condiciones en que una interacción entre el adulto y
el niño se convierte en un factor de desarrollo, lo que redunda
inevitablemente en la eficacia del sistema de ayudas que el educador pone
en juego. Este aspecto, de gran interés dentro del marco teórico
general de la Z.D.P ha sido abordado por Ignatovic-Savic (1988) cuando
nos habla de la posibilidad de que la interacción se produzca en
diferentes zonas de desarrollo distintas a la Z.D.P. Desde la perspectiva
del concepto de Z.D.P, y buscando su extensión, nos enuncia otros
conceptos útiles para la operativización del concepto de
Vygotski. Nos referimos a los conceptos de zona de desarrollo futura (Z.D.F)
y zona de desarrollo pasada (Z.D.Pa) construidos lógicamente a
partir del concepto de Z.D.P. El concepto de zona de desarrollo futura
hace referencia a aquella zona de desarrollo donde el individuo menos
experto no es capaz de desarrollar una actividad o tarea, ni siquiera
con la ayuda del individuo experto. En la interacción entre educadores
y educadoras, niños y niñas, frecuentemmnte el adulto presenta
actividades que requieren capacidades que el niño no posee y que
le impiden realizar la actividad, aunque el educador introduzca diferentes
tipos de apoyos, dado que no se puede establecer un nivel mínimo
de significación compartida o no se comparten los mediadores semióticos.
Por ejemplo, en algunas tareas de clasificación de objetos geométricos-
algunos niños menores de dos años no son capaces de compartir
la definición de la situación con los educadores. De forma
opugsta, el!concepto de zona de desarrollo pasada hace referencia a aquella
zona de desarrollo en la que el niño realiza la tarea autónomamente
sin necesidad de ayudas o soportes del adulto. En muchos casos, los educadores
plantean a los niños actividades que suponen realizar ejercicios
repetitivos, que aunque le interesan funcionalmente al(ni&ntilfe;o, como
son los encajes de figuras geométricas, no le suponen un avance
en su desarrollo por el alto dominio alcanzado con anterioridad. De esta
* manera, nos encontramos que la interacción del adulto con el niño
$ en la zona de desarrollo futura y pasada no se convierte en un factor
de desarrollo del niño$lo que adquiere un indudable interés
al delimitar, por negación, las condiciones en que la interacción
entre el individuo más experto y el menos experto se convierten
en un factor real de desarrollo. A su vez, estos dos conceptos nos permiten
especificar didácticamente en una secuencia de actividades educativas,
cuáles de éstas, y para qué niños se pueden
utilizar, teniendo en cuenta las distintas zonas de desarrollo, lo que
 facilita, por lo tanto, las estrategias educativas para enseñar
y aprender en la Z.D.P.
A partir de esta delimitación
inicial desde la cual hemos contextualizado teóricamente la Z.D.P
0 vamos a introducirnos, como planteábamos anteriormente, en aquella{
aportaciones que se centran más específicamente en el sistema
de ayudas y soportes que los educadores y las educadoras establecen en
la Z.D.P, comenzando con un concepto organizador clave para nosotros como
es el de andamiaje.
Un sistema de ayudas y soportes
para la interacción en la Zona de Desarrollo Próximo
El concepto de anäamiaje aborda la
( idea de cómo el individuo más mxperto guía la participación
del menos experto a través de un sistema de ayudas sensible$al
nivel de desarrollo. Esta interpretación de la Z.D.P delimita más
nuestros propósitos de investigación y sirve para introducirnos
en aquellos conceptos que desde diversos autores de la orientación
sociocultural nos van a permitir entender mejor como se produce en sistemas
de apoyos y ayudas sensibles en la zona de desarrollo próximo.
En este epígrafe. La noción central de andamiaje se verá
completada con las de logro asistido, cesión de responsabilidadÂ
y traspaso de control> A través de estas nociones y por distintos
autores, podemos entender cómo el individuo más experto
(en nuestro caso el educador o la mducadora infantil) establece a través
fe la interacción un sistema de ayudas que es contingente con las
necesidades de aprendizaje de los niños y que permite guiar en
todo momento la participación de éstos. Este sistema de
ayudas requiere que el tutor en el proceso de andamiaje desempeñe
una serie de funciones. Estas fueron inicialmente establecidas por Wood,
Bruner y Roos (1976) y han sido desarrolladas posteriormente en la orientación
sociohistórica-cultural. Por su interés en nuestro trabajo
las citamos a continuación:
1. - Orientar al niño hacia
la tarea definida por el tutor.
2. - Reducir el número de pasos
para la resolución del problema, simplificando el procedimiento.
3. - Mantener la actividad del niño,
que trata de alcanzar la meta, motivándolo y dirigiendo sus acciones.
4. - Resaltar las diferencias entre lo que ha hecho
el niño y la solución ideal.
5. - Controlar la frustración
y el riesgo en la resolución del problema.
6. - Aportar una visión idealizada
de la acción a realizar.
Dentro de estas funciones, el proceso
de andamiaje va a requerir, por lo tanto, de la estructuración
de las tareas, de tal manera que no nos encontramos ante ayudas aisladas
sino ante un sistema de ayudas relacionadas entre sí, que van a
permitir, como nos señala Rogoff (1990), guiar la participación
del niño y de la niña por el adulto. De esta manera, si
el niño ante una situación nueva y en un entorno no familiar,
tal como plantea Wood, no recibe ayuda, se verá sometido o superado
por la situación de inseguridad e incertidumbre. Las ayudas del
adulto, por lo tanto, reducirán la incertidumbre y evitarán
que la acción del niño se desarrolle sobre estrategias inadaptadas
o se limite al ensayo y error.
El sistema de ayudas que establece
el adulto requiere de un ajuste continuo, precisando para ello de un control
contingente de la actividad del niño. De esta manera, el control
contingente asegura que las demandas que se hacen al niño no sean
ni demasiado complejas, lo que nos colocaría en la zona de desarrollo
futura, ni demasiado simples, generando aburrimiento y distracción.
Para ello es indispensable que el adulto evalúe correctamente las
capacidades del niño y sus expectativas. Este proceso de control
ajustado del nivel de ayuda (Wood, 1986a, 1986b, 1988) se convierte en
un elemento indispensable de la actividad educativa en la Z.D.P. que va
íntimamente ligado a la cesión de responsabilidad. La noción
de control se entiende, por lo tanto, a través de la actividad
conjunta entre el adulto y el niño, en donde el adulto controla
la actividad del niño a través de un sistema de ayudas que
en diverso grado implican una mayor o menor cesión de responsabilidad
al niño. Este proceso de acción conjunta está sometido
según Wood a dos reglas: a) si después de ayudar al niño,
este falla, el adulto incrementará el nivel de ayuda o control
y decrecerá la cesión de responsabilidad; b) si el niño
tiene éxito tras la ayuda o control, esta se reducirá progresivamente,
incrementándose la cesión de responsabilidad. En todo momento,
la ayuda es contingente a las respuestas del niño y al conocimiento
por el educador de lo que al niño le interesa y es capaz de hacer,
lo que, en consecuencia, supone apoyar y aumentar los recursos cognitivos
del niño. Estas dos reglas básicas de Wood constituyen el
fundamento del procedimiento de ajuste del sistema de ayuda en la interacción.
Este sistema se ve completado por
otras investigaciones de la perspectiva sociocultural desde posiciones
más centradas en los entornos familiares que en los escolares,
donde se puede producir un ajuste de las ayudas mucho más individualizado
y sensible. Este es el caso planteado por algunos autores donde la asistencia
contingente ofrecida por el adulto se debe hacer depender del nivel de
logro alcanzado por el niño, produciéndose en la interacción
una transición desde los logros asistidos a otros independientes.
Desde este postulado, y desde el punto de vista de la enseñanza
comparándola con el entorno familiar, autores como Tharp y Gallimore
(1988) nos plantean que nos centremos en el nivel de logro del niño
y en el grado de asistencia que requiere, estableciendo, como describimos
a continuación, una transición a lo largo de cuatro estadios
entre el logro que requiere asistencia y el independiente:
1. - El logro es asistido por personas
más capaces.
2. - El logro es asistido por el yo,
pero no está automatizado.
3. - El logro está automatizado
y fosilizado.
4. - Se produce la desautomatización
del logro, y el niño pide algunas ayudas.
En línea con estos autores
pensamos que el logro asistido implica un apoyo personal muy próximo
al tipo de ayuda que se produce en el contexto familiar, frente al contexto
educativo, donde, en muchas ocasiones, por falta de personal, la asistencia
no es contingente al nivel de logro del niño. En resumen, desde
las aportaciones surgidas por el concepto de logro asistido podemos comprender
mejor el proceso de andamiaje al entender la asistencia que se le ofrece
al niño como un sistema dinámico y estructurado de ayudas
que se va modificando de forma sensible según el nivel de logro
del niño o la niña en la realización de la tarea.
En este proceso de aprendizaje guiado,
el niño y la niña no son sujetos pasivos en la interacción,
sino que actúan activamente a partir de sus propios intereses,
condicionando esta circunstancia la naturaleza de la actividad conjunta,
el nivel de participación infantil, los logros y recuerdos de las
tareas, así como el sistema de ayudas que el adulto va a poner
en juego. Con relación a los tipos de ayuda que puede ofrecer el
adulto al niño, esta varia en función de si es el propio
niño el que persigue una meta o si es el adulto el que pretende
llevar al niño hacia una meta. En el primer caso, donde la iniciativa
parte del niño o de la niña, el adulto proporciona ayudas
para que el niño progresivamente descubra la meta, y en el segundo
caso, el adulto intenta que el niño previamente comparta en cierto
grado su meta, para realizar, a continuación, la tarea propuesta,
tal como sucede en las situaciones escolares. En definitiva, y resumiendo
la importancia del papel activo del niño, coincidimos con la tesis
de Méndez (1997, p 100) cuando señala que aunque el niño
como aprendiz esté "soportado" por el adulto experto debe tener
la intuición de que el conocimiento está regulado por sí
mismo o dirigido por sus propias interpretaciones.
Por último señalar,
que el ajuste del sistema de ayudas va depender también del nivel
de intersubjetividad o conocimiento compartido previo sobre el objetivo
de la tarea, el procedimiento y estrategias de realización, y el
uso de los instrumentos de mediación, destacando sobre estos aspectos
que a mayor grado de conocimiento compartido entre el adulto y el niño
menor grado de asistencia en el sistema de ayuda.
En resumen, podemos decir que el andamiaje,
entendido como un sistema de ayudas, está inmerso en el proceso
de interacción de enseñanza y aprendizaje en la zona de
desarrollo próximo, donde el adulto y el niño, de forma
asimétrica, asumen un determinado grado de responsabilidad, comparten
unos niveles de significación y asisten el logro del menos experto
estructurando la acción. A su vez, los participantes, establecen
un ajuste de dicha ayuda en función de unos niveles de realización
del menos experto, estando todo ello condicionado por la motivación
que los expertos y "novatos" presentan por la realización de la
tarea.
La Zona de Desarrollo Próximo
desde el plano comunitario
Aunque nuestro trabajo se sitúe
en el estudio de la interacción a un nivel interpsicológico,
en todo momento asumimos el contexto social e histórico como una
dimensión determinante del desarrollo. Por este motivo, aunque
no se constituya en el eje de nuestro propósito, nos parece relevante
contextualizar teóricamente el concepto de Z.D.P dentro del marco
social y comunitario. Para este propósito vamos a recurrir a las
interpretaciones del concepto de Z.D.P de B. Rogoff (1989) y de M. Cole
(1985) que vinculan más nítidamente la perspectiva sociohistórica
con los cambios cognitivos individuales, incluyendo aquellos aspectos
que hacen referencia a las diferencias culturales de los procesos de interacción.
Cuando hablamos de la interacción
y de los procesos de andamiaje, salvo en los mediadores, estamos orientando
la interpretación del concepto de zona de desarrollo próximo
desde un plano interpersonal. Sin embargo, el concepto de Z.D.P no se
puede comprender correctamente sino lo reinterpretamos, como hacen distintos
autores (Cole, 1985, Rogoff, 1990, 1995), desde el marco histórico
y cultural. Este es el caso de la definición de Z.D.P que presentamos
a continuación:
La Z.D.P, es una región dinámica
sensible a las experiencias de aprendizaje, en la que el desarrollo del
niño es guiado por la interacción social (Rogoff, 1989,
p. 68)
Desde esta definición, interpretamos
que el marco histórico y cultural es el fundamento para la interacción
social. De esta manera, pensamos que los instrumentos y procedimientos
didácticos de mediación que forman parte de la cultura educativa,
y que constituyen herramientas específicas para la acción
didáctica, se han ido elaborando durante años de acción
educativa. Un ejemplo propio de la educación infantil es el empleo
de rincones o zonas de actividad, que como método espacial enraizado
en la pedagogía de Decroly, y ampliamente utilizado en la escuela
desde hace años, mediatiza el acercamiento del niño a los
distintos ámbitos de experiencia y facilita el apoyo ajustado del
educador y la educadora a cada niño o niña.
Desde la metáfora del aprendiz
y dentro de la relación establecida entre un plano interpersonal
y uno comunitario, algunos autores (Rogoff, 1989, 1990, 1994, 1995; Lave
y Wenger, 1991) nos plantean como se produce en el marco de la Z.D.P un
proceso de andamiaje donde el adulto estructura las tareas a desarrollar
conjuntamente con el niño y la niña, transfiriéndole
cierto grado de responsabilidad en la ejecución de las tareas.
Todo este proceso va a requerir, a su vez, de un clima de intersubjetividad
como condición previa para su realización. Esta perspectiva,
englobada en el concepto de participación guiada de Rogoff, reinterpreta
el concepto de Z.D.P y nos vincula los procesos de andamiaje, de los que
hemos hablado anteriormente, con la naturaleza social y cultural de la
interacción en la Z.D.P a partir de la utilización de los
instrumentos de mediación, los cuales mantienen una doble posición
social, tanto de uso social compartido como de apropiación individual.
A su vez, las interacciones estudiadas van más allá de las
interacciones diádicas incluyendo a diferentes colectivos e instituciones
de la vida social, lo que lleva al aprendiz a participar de un proceso
de compromiso con la cultura a través de los individuos y medios
más expertos.
A partir de la perspectiva expuesta
anteriormente, una de las líneas de investigación del concepto
de Z.D.P. nos lleva a plantear la naturaleza del encuentro entre la cultura,
representada como decíamos a través del individuo más
experto, y los procesos cognitivos que se ponen en juego en la interacción
con el aprendiz, donde las funciones psicológicas se consideran
desde su origen sociocultural. En esta línea, Cole (1989) establece
que la interacción en la zona de desarrollo próximo da lugar
en sentido amplio a la formación de una zona de construcción
del conocimiento, donde la Z.D.P es la zona donde cultura y cognición
se encuentran (Cole, 1985). De esta manera, nos señala el autor,
La cultura exterioriza la mente en
sus herramientas, como sucede en el lenguaje escrito y en las instituciones
sociales. A su vez, el cambio cognitivo del niño lleva consigo
las interiorizaciones y transformaciones de las relaciones sociales en
las que están envueltos los niños, incluidas las herramientas
culturales que median las interacciones entre las personas y entre éstas
y el mundo físico. ,(Cole, 1989, p.79)
Desde este supuesto teórico,
entendemos que la cultura y el cambio cognitivo no se producen dentro
de un "espacio abstracto" sino dentro de individuos concretos, aunque
social e históricamente determinados, donde el adulto y el niño,
consigo mismos y en interacción, mantienen una relación
dialéctica; donde los procesos cognitivos se entienden desde la
cultura que los genera y donde la cultura no se entiende sin la expresión
social de los procesos cognitivos. Esta confluencia de lo social y de
lo individual requiere, como ya nos señalaba Vygotski y como van
a profundizar Cole(1989) y Wertsch (1985), de medios mediacionales o de
herramientas de mediación como el lenguaje, que se constituyen
dentro de la interacción tanto en una expresión de las capacidades
individuales como de los procesos históricos y culturales. En este
sentido, la interacción entre el educador o la educadora y el niño
y la niña dentro de la zona de desarrollo próximo está
condicionada por los límites que establecen las funciones psicológicas
individuales, pero desde marcos sociales distintos. Por un lado tenemos,
que el papel social del educador y de la educadora y su posición
social como docente le convierten en agente social de la cultura y en
representante institucional de las intenciones de una política
educativa detrás de la cual trasciende una idea de hombre-mujer.
A su vez, este educador o educadora dispone de unas funciones psicológicas
propias y de unos intrumentos sociales de mediación, fundamentalmente
el lenguaje, así como de diferentes soportes tecnológicos,
que le permiten establecer la mediación entre sus conocimientos
culturales y las funciones psicológicas del niño y la niña.
En esta relación, el niño o la niña es impelido por
el educador o la educadora y por el entorno social a convertirse en un
agente social de la cultura, en la medida que se apropia no sólo
de los conocimientos culturales del adulto sino también de los
instrumentos de mediación, como el lenguaje, que va a utilizar
en la interacción o acción social con otros niños
y adultos. Esta dinámica de interacción, asimétrica
en cuanto a su responsabilidad, entre el educador o la educadora y el
niño o la niña, produce tanto una modificación individual
de los procesos psicológicos del niño a través de
la interiorización como un cambio sustancial en las relaciones
sociales del niño, en la medida que éste exterioriza sus
funciones psicológicas a través del uso con otros individuos
de los instrumentos de mediación. Por último señalar,
como decía Cole, que la dinámica de interacción también
transforma los instrumentos de mediación, los cuales están
siempre sujetos a la acción que se realiza a través de ellos.
Volviendo al objetivo inicial de nuestro
trabajo centrado en el estudio del sistema de ayuda y de asistencia que
el educador ofrece al niño, y a la luz del análisis del
concepto de Z.D.P desde el plano comunitario que hemos realizado anteriormente,
interpretamos que el sistema de ayudas se adapta a las necesidades individuales
de apoyo del niño, y es, a su vez, el resultado del conocimiento
cultural que una comunidad educativa es capaz de expresar a través
de la figura del experto: educador o educadora. De esta manera, podemos
ir un poco más allá en el planteamiento de Cole y señalar
que la interacción en la Z.D.P., entre los educadores y las educadoras,
los niños y las niñas, pone en juego un sistema de ayudas
experto que procede de una cultura educativa y que se ajusta a las capacidades
del individuo.
La Zona de Desarrollo Próximo
desde una perspectiva transcultural
Continuando con el análisis
de las influencias culturales, y desde una orientación transcultural,
vamos a plantearnos si el sistema de ayuda sobre el que opera la interacción
en la Z.D.P es algo propio y específico de nuestra cultura occidental
o si bien mantiene unas características universales.
Para responder a esta pregunta, a
partir de la perspectiva transcultural y apoyándose en una metodología
etnográfica, algunos autores, como Rogoff, investigan qué
aspectos de los procesos subyacentes de la Z.D.P, reelaborados a través
del concepto de participación guiada, son dominantes en todas las
culturas y cuáles presentan variaciones. En este sentido, Rogoff
(Rogoff, B., Mistry, J., Göncü, A. y Mosier, C.1994) pone de
manifiesto la universalidad de los procesos generales de participación
guiada en contextos como India, Méjico o Estados Unidos, así
como las adaptaciones culturales que sufren dichos procesos en las distintas
culturas. El hallazgo fundamental de Rogoff consiste en descubrir que
en todas las culturas los adultos estructuran las tareas a los niños
y ajustan sus ayudas en función del nivel de comprensión.
Sin embargo, estos procesos, aunque aparentemente universales, no se producen
de la misma manera en todas las culturas y están sometidos a importantes
variaciones contextuales, de las que hablaremos a continuación.
Rogoff nos describe como varían
en cada cultura los objetivos de desarrollo de los adultos para los niños,
especialmente entre las culturas de tradición oral y escrita. A
su vez, nos explica como se producen modificaciones importantes en las
formas de comunicación entre niños y adultos en las diferentes
culturas, destacando un predominio de la comunicación verbal en
las sociedades occidentales urbanas y una mayor utilización de
la comunicación no verbal en culturas tribales o en las comunidades
rurales. También encuentra que se producen modificaciones notables,
entre culturas, en la posición social del niño dentro del
aprendizaje. De este modo, en la cultura urbana occidental, la responsabilidad
de estructurar el aprendizaje recae sobre los adultos, los cuales, para
la enseñanza, delegan más que en otras culturas en figuras
de "expertos", no transfiriendo apenas responsabilidades a los niños,
sobre los que ejercen, además, un alto grado de control. Sin embargo,
en otras culturas donde el niño interactúa en amplias comunidades,
habitualmente no occidentales y rurales (por ejemplo, Méjico, Guatemala,
Nueva Guinea y Samoa), los adultos estructuran menos las situaciones de
aprendizaje, comprometen más a los niños en las actividades
de la comunidad adulta y transfieren un mayor grado de responsabilidad.
Esto produce una mayor integración cultural de los niños
y las niñas en sus comunidades. Se presentan también importantes
diferencias en los roles de participación y control social de los
niños y adultos. Nos encontramos con culturas donde el rol del
niño es tanto de observador como de participante en las actividades
del adulto y donde existe un mayor contacto físico entre padres
e hijos, (culturas colectivistas, como es el caso de Guatemala). Por el
contrario, en otras, como la occidental, el niño es segregado en
una gran cantidad de actividades del adulto, manteniéndose a los
niños distanciados de sus padres (escuelas, habitaciones separadas,
actividades profesionales de adultos, actos sociales exclusivos de adultos).
Rogoff estudia también las variaciones culturales en los compromisos
del grupo con respecto a la atención de los niños. Mientras
en la cultura occidental los padres asumen la total responsabilidad sobre
los niños, en otras culturas es la comunidad y dentro de ésta
las diferentes figuras familiares o los niños mayores quienes asumen
la atención de los más pequeños, lo que facilita,
en el último caso, el proceso de socialización y de integración
social.
Bárbara Rogoff no se limita
a investigar los diferentes modelos culturales de participación
sino que nos propone un modelo didáctico, las comunidades de aprendices
(Rogoff, 1994), que se fundamenta en sus investigaciones transculturales,
especialmente las dedicadas al entorno familiar de culturas no occidentales,
de las que hemos hablado anteriormente (Rogoff, 1993). Para la autora,
la idea de las comunidades de aprendices supone una alternativa
a los modelos educativos tradicionales, dondela estructuración,
el control y la responsabilidad de la acción educativa recaían
exclusivamente sobre el educador o el niño. En su modelo predomina
el carácter comunitario, el educador o la educadora pierde su función
de jefe, convirtiéndose en un líder facilitador del grupo
de actividad, aspecto éste que Rogoff toma de Dewey (1938). El
discurso instruccional clásico, basado en el monólogo, preguntas
del educador y respuestas del niño, es sustituido por la conversación
y el diálogo. Se enfatiza la importancia del proceso frente al
producto y el interés por las actividades donde los niños
asumen responsabilidades sociales. La evaluación es cualitativa
y se produce a través de la observación de los niños
en el trabajo conjunto con el educador, poniéndose un énfasis
especial en la evolución individual frente a la comparación
colectiva tradicional. El aprendizaje es cooperativo y ocurre dentro de
un programa global que tiene sentido vital para los niños y donde
cada sujeto asume un rol distinto, asimétrico con respecto a los
demás sujetos, pero ajustado a su propio desarrollo.
Los rasgos del concepto de ZDP:
Un intento de sistematización
Después de haber revisado el
concepto de zona de desarrollo próximo, tanto desde el plano interpersonal
como desde el comunitario, vamos a intentar resumir los rasgos que lo
definen de cara a su utilización posterior en el marco de la enseñanza.
El concepto, como hemos visto anteriormente,
ha estado sujeto a múltiples investigaciones que no han conseguido
establecer una definición única, aunque si se ha realizado
por los autores principales un intento de sistematización de los
rasgos que lo componen. En este intento de sistematización y a
partir de la revisión de las investigaciones sobre el concepto,
Rogoff (1984) y Wertsch (1984) establecen tres tipos de rasgos asociados
a la Z.D.P:
a.- La ZDP supone una conciencia
conjunta de los participantes donde dos o más mentes colaboran
en la resolución de un problema. Si bien, el niño y el adulto
no definen la tarea de la misma manera, dichas definiciones se van aproximando
en el curso de la interacción.
b.- Ambos participantes desempeñan
un papel activo, aun en situaciones que no tienen un claro carácter
instruccional. El niño aporta sus propias habilidades e intereses
y participa con el adulto en la organización de la situación.
A su vez, el adulto tiene una particular responsabilidad en segmentar
la tarea y en alterar su definición de forma que pueda compartirla
con el niño.
c.- La interacción en la ZDP
está organizada en un sistema funcional y dinámico
orientado hacia las futuras habilidades y el conocimiento infantil. Este
sistema funcional está organizado por definiciones de la tarea,
actividades y tecnologías disponibles de la cultura.
Estas características las vamos
a completar con las aportaciones de G. Wells (1995) que recopiladas en
la tesis de Méndez (1997) nos ofrecen una visión más
amplia del concepto de Z.D.P. Para Wells, el concepto supone un conjunto
de normas donde el experto se compromete para desarrollar actividades
en las que el aprendiz observa y participa. A partir de esta definición,
Wells desarrolla el concepto de Z.D.P. a través de siete características
que hemos ordenado y resumido a continuación sobre la base de dos
criterios. El primero hace referencia a la interpretación clásica
desde el planteamiento de Vygotsky y el segundo a las interpretaciones
actuales desde el contexto de enseñanza-aprendizaje:
a.- Principios generales de la
tradición sociohistórica-cultural
1. - Se puede aplicar en cualquier
situación donde una persona se acerque a una práctica o
conocimiento.
2. - Toda situación está
mediada por herramientas y en la Z.D.P pueden ser tecnológicas,
procedimentales o conceptuales.
3. - La Z.D.P no es un atributo individual
del niño o del adulto sino de la interacción social.
b.- Principios en el contexto de
enseñanza-aprendizaje.
4. - Enseñar en la Z.D.P supone
responder a los objetivos actuales del aprendiz y suministrar una guía
para que pueda acceder a futuras participaciones.
5. - Aprender en la Z.D.P no requiere
de un maestro dado que cualquier
persona puede ayudar.
6. - Se requiere de la producción
de un artefacto o herramienta para acceder a conocimientos posteriores.
7. - Las interacciones tienen que
hacerse con agrado para que el aprendizaje sea un éxito. Trabajar
en la Z.D.P. implica el desarrollo de la propia autoestima e identidad.
A partir de los dos grupos de recopilaciones
realizadas anteriormente, sobre el concepto de Z.D.P, debemos de tener
en cuenta que las aportaciones de Rogoff y Wertsch contextualizan de forma
general el concepto de Z.D.P. mientras que las de Wells matizan con mayor
precisión las condiciones de enseñanza en la Z.D.P., completando
las primeras. No obstante, los primeros inciden en considerar la interacción
en la Z.D.P como un sistema funcional e inmerso en la cultura mientras
Wells lo plantea como un sistema normativo sujeto a determinadas condiciones.
En los dos casos, encontramos recogidos los principios que hemos ido exponiendo
a lo largo del capítulo. No obstante, consideramos que en las aportaciones
de Wells podemos incluir, a partir de la revisión que hemos realizado
anteriormente, alguna matización que consideramos importante. Especialmente,
destacaríamos que para aprender en la Z.D.P es preciso que el sistema
de ayudas esté estructurado sensiblemente al nivel de competencia
del niño, debiendo de delimitarse con precisión el grado
de conocimiento compartido, tanto a nivel conceptual, como de las herramientas
o procedimientos que median la acción educativa. Pensamos que éste
último aspecto había quedado insuficientemente representado
en las tesis de Wells.
A partir de este planteamiento, y
para finalizar, entendemos la interacción en la Z.D.P. como un
sistema funcional y dinámico en donde desde la praxis y la acción
interactiva, mediada a través de herramientas culturales, se consigue
una conciencia conjunta de los participantes, entre los cuales, el individuo
menos experto está en condiciones de aprender cuando el más
experto establece un sistema de asistencia o ayuda ajustado a los objetivos
y competencia del aprendiz. Todo este proceso sólo se entiende
en el marco histórico y cultural donde la naturaleza de la interacción
es una expresión del desarrollo social del hombre y donde las relaciones
sociales son, a su vez, una expresión de la acción humana.
Un sistema de ayudas y soportes
para enseñar en el aula en la Z.D.P.
Desde la perspectiva de nuestro trabajo,
el análisis de la dinámica de interacción a través
del concepto de Z.D.P. carecería de sentido sino lo encuadráramos
dentro del contexto escolar. De esta manera, vamos a estudiar a continuación,
las condiciones que convierten la interacción, entre el educador
o la educadora y el niño o la niña, en situaciones de aprendizaje
dentro de la Z.D.P.
Partiendo de la revisión de
diferentes autores que nos han servido de guía (Lacasa, 1995; Moll,
1990; Wells, 1995) nos planteamos, inicialmente, que la enseñanza
es una actividad que se realiza en un entorno social, donde los educadores
y las educadoras, las niñas y los niños interactúan,
creando intencionadamente situaciones de enseñanza-aprendizaje.
Además, el niño y el educador participan conjuntamente de
las actividades, empleando normas de interacción social que están
reguladas culturalmente. Esta dinámica de interacción genera
una acción conjunta, expresada a través de actividades educativas,
que está mediada por la utilización de instrumentos como
el lenguaje, los géneros discursivos, los recursos didácticos
y los mecanismos de soporte o ayuda. Esta dinámica no puede entenderse
sin comprender las intenciones, procedimientos y acciones del educador,
y de los niños que participan. Por lo tanto, estamos ante una dinámica
compartida y de actividad conjunta. De esta manera, enseñar
consiste, como nos indican algunos autores (Coll, Colomina, Onrubia
y Rochera, 1991; Onrubia 1993, Méndez, 1997), en crear zonas
de desarrollo próximo en situaciones de interacción e intervenir
en ellas ofreciendo asistencia, donde el entorno y las condiciones
de la asistencia deberán ser evaluados y organizados continuamente
por el educador o la educadora.
La organización del entorno
para crear zonas de desarrollo próximo, en situaciones de asistencia,
requiere de unas determinadas condiciones, en cuanto a las funciones del
educador y a la dinámica de interacción en el aula, que
desarrollamos a continuación.
El educador tiene una tarea fundamental
que consiste en planificar las situaciones de interacción en
la enseñanza de una forma detallada y rigurosa. Deberá hacer
explícita la intencionalidad y proponer actividades creativas en
la Z.D.P. que favorezcan la elaboración por el aprendiz de conocimientos
propios a partir de los conocimientos previos (Onrubia, 1993). A su vez,
el educador deberá observar y reflexionar constantemente sobre
lo que ocurre en el aula, lo que le va a permitir una actuación
diversificada y plástica, en función tanto de los objetivos
como de la planificación previa que se haya diseñado, ajustando,
en todo momento, el sistema de ayudas al niño. La planificación
de la interacción requiere de la participación de todos
y cada uno de los niños del aula en interacciones diádicas
y grupales, tanto del tipo educador/a-niño/a como entre los propios
niños y niñas.
A su vez, el educador debe garantizar
que se produzca la creación de zonas de desarrollo próximo
durante la interacción, para lo cual es importante que respete
algunos criterios (Onrubia 1993) que indicamos a continuación:
1- Encuadrar las actividades puntuales
de los niños en el ámbito de objetivos amplios donde adquieran
un mayor significado.
2. - Diversificar las actividades,
posibilitando la creación de diferentes niveles de ejecución
en los niños atendiendo a sus intereses y capacidades previas.
3. - Realizar modificaciones y ajustes
específicos "sobre la marcha", cambiando, desde la propuesta de
actividad hasta el sistema de ayuda, según las condiciones de realización
de los niños.
4. - Promover la utilización
y profundización autónoma de los conocimientos por los alumnos.
5. - Establecer, en el mayor grado
posible, las relaciones entre los contenidos nuevos y los conocimientos
previos de los niños.
6. - Emplear el lenguaje para contextualizar
y recontextualizar la experiencia, así como para controlar la comprensión.
7. - Favorecer un clima relacional
y afectivo que favorezca la comunicación y la curiosidad.
A su vez, estos autores (Coll, 1984;
Coll y Colomina, 1990) consideran que la promoción por el educador
de la interacción entre los niños es un componente favorecedor
de la creación de zonas de desarrollo próximo, siempre y
cuando cumpla con los requisitos siguientes:
1. Se potenciará el contraste
entre perspectivas moderadamente divergente a propósito de una
tarea o una realización conjunta. Estas divergencias ligeras favorecen
el establecimiento de retos y sirven como sistema de ayuda.
2. - Se explicitará el propio
punto de vista. La descripción comunicativa a través del
lenguaje permite, como instrumento mediador, regular y reestructurar los
procesos cognoscitivos a partir de la acción.
3. - Se desarrollará la coordinación
de roles, el control mutuo del trabajo y el ofrecimiento y recepción
mutuos de ayuda. Este aspecto debe estar controlado y diseñado
con precisión por el educador para que sea realmente efectivo.
Los tres planos de análisis
de la actividad sociocultural
Desde la perspectiva sociohistórico-cultural
hemos planteado, a lo largo de la exposición, la necesidad de estudiar
el desarrollo humano contextualizadamente y en interacción. Pero,
el estudio de la interacción en el desarrollo humano a través
del concepto de zona de desarrollo próximo nos sitúa aparentemente
en un solo plano de análisis, el interpersonal, mientras que el
desarrollo humano, como nos señala Rogoff, (1995), se produce,
y debe analizarse también dentro de la acción desde el plano
comunitario y el intrapersonal. Por lo tanto, consideramos que los niños,
las escuelas, las familias y las comunidades se desarrollan al unísono
e interactivamente aunque a diferente ritmo, desde un vínculo constante
entre el plano individual, el interpersonal y el comunitario. Es importante
señalar que ésta orientación ya fue esbozaba en la
obra de Vygotski, al poner éste un énfasis especial en la
interrelación establecida entre los roles del individuo y del mundo
social, en el desarrollo microgenético, ontogenético y sociocultural
(Scribner, 1985; Wertsch, 1985).
Desde esta perspectiva y siguiendo
los planteamientos que realiza Rogoff (1995), proponemos que el estudio
de la interacción en la zona de desarrollo próximo debe
realizarse desde los tres planos de análisis citados (individual,
interpersonal y comunitario), para lo cual, proponemos la utilización
de tres conceptos que, asociados a cada plano, nos permiten enfocar la
observación de las actividades socioculturales. Nos referimos a
las nociones de aprendiz, participación guiada y apropiación
participatoria, que están asociadas (fig.3.1.), respectivamente,
al plano comunitario, interpersonal y personal.
Fig.- 3.1
A continuación, nos vamos a
aproximar a esta propuesta de análisis de la interacción,
combinando los tres planos de análisis, aunque incidiremos especialmente
en el plano intrapersonal a través del concepto de apropiación
participatoria. Ello es debido a que anteriormente habíamos fijado
sólo nuestra atención en los planos interpersonal y comunitario.
La metáfora del aprendiz nos
permite entender desde el plano más general de la comunidad, como
los individuos se comprometen con otros en actividades socioculturales
y como el conocimiento de los individuos más expertos está
fuertemente enraizado en los contextos históricos o institucionales
de la actividad (Bruner, 1983; Lave & Wenger, 1991; Rogoff, 1990).
Así, por ejemplo, para entender el aprendizaje en el aula y las
intenciones de los educadores y las educadoras es necesario conocer el
marco institucional y curricular desde donde se orienta la actividad educativa.
Pero el proceso de aprendizaje individual no se produce a nivel comunitario.
Este requiere para su realización de la interacción diádica
entre el individuo más experto y el menos experto. De esta manera,
ambos se implican en el proceso de enseñanza y aprendizaje en un
compromiso mutuo de comunicación, compartiendo en cierto grado
unos significados, a través de actividades socioculturales organizadas.
Todo ello genera una dinámica de participación guiada en
la zona de desarrollo próximo que se produce necesariamente en
un plano interpersonal (Rogoff & Gardner, 1984; Rogoff, 1990). Esta
interacción tiene la capacidad de incidir, a su vez, en las funciones
y los procesos psicológicos de los individuos que participan en
ella, especialmente, en los del individuo menos experto, en el cual se
produce una apropiación psicológica (individual) a través
de la participación guiada (interpersonal) desde un marco comunitario
(social e histórico).
Una vez establecida la relación
entre los tres planos de análisis vamos a centrar nuestra atención
en el plano personal a través del concepto de apropiación,
al que Rogoff (1995) denomina apropiación participatoria y que
define de la manera siguiente:
Uso la apropiación participatoria
o simplemente apropiación para referirme al proceso por el cual
los individuos transforman su comprensión y responsabilidad en
las actividades a través de su propia participación, (Rogoff,
1995, p150).
La apropiación participatoria
frente al término de internalización
La apropiación es participatoria
en la medida que es un proceso de transformación que se produce
en los individuos, en cada momento, mientras participan de las actividades
sociales. De esta manera, no podemos separar los eventos de las personas,
dado que los eventos y las actividades son dinámicas y no pueden
entenderse al margen de las personas que los producen. En este sentido,
el término apropiación supone una modificación de
la noción de internalización que fue propuesta por Vygotski.
El concepto de internalización de Vygotski es interpretado desde
el procesamiento de la información, estableciendo un límite
entre lo externo y lo interno, entre el sujeto y el contexto social, entre
el proceso y el producto. Sin embargo, el concepto de apropiación,
cuyo origen se encuentra en Bajtín (1981), se fundamenta en la
tesis del autor ruso que afirma que las palabras de los sujetos pertenecen
parcialmente a otros, apropiándose el individuo de las palabras
de los otros y adaptándolas a sus propios propósitos. En
consecuencia, tal como plantea Rogoff, criticamos el estatismo y la separación
que se establece entre la persona y el contexto social en el concepto
de internalización. Para nosotros, sin embargo, la importación/apropiación
de las palabras no es estática sino transformadora y plantea que
es cuestionable el límite entre la persona y la actividad, "el
proceso y el producto", como planteaba Wertsch (1991) argumentando
que la persona que está participando en la actividad es parte de
la actividad misma. En otros términos, suponemos que el mundo social
no es externo al individuo, dado que la persona que participa en una actividad
se compromete en la apropiación a través de su propia participación
en la actividad social. En nuestra opinión, por lo tanto, la apropiación
es un proceso de transformación, no una precondición para
la transformación. A su vez, es importante tener en cuenta la utilización
de un sentido distinto del tiempo en ambos conceptos. Mientras en el concepto
de internalización un proceso que sucede en el pasado se internaliza
en el presente, en el concepto de apropiación, los procesos y transformaciones
suceden en cada momento. Debido a ello, en la apropiación no hay
acumulación, ni exige, como indica Rogoff (1995), de especificaciones
universales, por lo que el desarrollo se puede entender localmente.
Desde los argumentos anteriores, el
desarrollo cognitivo lo entendemos como un proceso de apropiación
participatoria a través de la participación guiada en la
Z.D.P, dentro de un sistema social de aprendizaje.
Desde éste planteamiento teórico,
en el niño o la niña de la escuela infantil, la apropiación
participatoria es una característica continua de la participación
guiada en el sistema de aprendizaje, a través del cual, y desde
la actividad, podemos estudiar los procesos personales, interpersonales
y culturales. A su vez, la apropiación en la participación
va a estar mediada por herramientas culturales específicas, que
son propias de la cultura educativa de la educación infantil.
BIBLIOGRAFÍA
Bruner, J., (1983). Child´s talk: Learning to
use language. New York. Norton. Trad. Cast. : El habla del niño.
Barcelona. Paidos.1990.
Cole, M. (1985). The zone of proximal development:
Where culture and cognition create each other. En J.V. Wertsch (comp),Culture, communication and cognition: Vygotskian perspectives.
Cambridge: Cambridge University Press.
Cole, M. (1993), En Silvestri, A., Blanck, G.,
(1993). Bajtín y Vigotski: La organización semiótica
de la conciencia.(p.9) Barcelona: Anthropos.
Cole, M., Griffin, P., Newman, (1989) D. The
construction zone: Working for cognitive change in school.
Cambridge university press. USA. Trad. cast.: La zona de construcción
del conocimiento.MEC-Morata. Madrid. 1991.
Coll, C. (1984). Estructura grupal, interacción
entre alumnos y aprendizaje escolar. Infancia y aprendizaje,
27-28, 119-138.
Coll, C. (1988). Sentido y significado del aprendizaje
escolar, Infancia y aprendizaje, 41, 131-142.
Coll, C; Colomina, R. (1990). Interacción
entre alumnos y aprendizaje escolar.En C. Coll, J. Palacios
y A. Marchesi (comps): Desarrollo psicológico y educación
II. Psicología de la educación. Madrid. Alianza.
Coll, C. y Onrubia, J. (1996) En Coll, C y Edwards,
D. (Eds). Enseñanza, aprendizaje y discurso en el aula. (pp
53-73). Madrid. Fundanción Infancia y Aprendizaje.
Dewey, J. (1938). Experience and education.
New York: Macmillan.
Ignatovic-Savic, N., Kovac-Cerovic, T., Plut, D.
y Pesikan, A. (1988). Social interation in early childhood and its developmental
effects, en J. Valsiner (Eds.), Child development within culturally
structures enviroments. Vol.1. New Yersey.: Ablex Publishing Corporation.
Lacasa, P. y Méndez, L. (1995) Aprender
y enseñar en situaciones cotidianas, en Berrocal, F. y Melero,
M.A. (Eds), La interacción social en contextos educativos.
S.XXI. Madrid.
Lave, J., & Wenger, E. (1991). Situaded
learning: Legitimate peripheral participation. Cambridge University
Press.
Leontiev, A.N. (1981). The problem of activity
in psychology. In J.V. Wertsch (Ed.).The concept of activity in
soviet psychology (pp 37-71). Armonk, NY: Sharpe.
Méndez, L. (1997). Educar a los más
pequeños. Una experiencia en educación infantil. Tesis
doctoral. Universidad de Córdoba.
Onrubia, J (1993). Enseñar y crear zonas
de desarrollo próximo e intervenir en ellas. En El constructivismo
en el aula. Barcelona. Grao.
Prieto, J.L. (1998). Análisis de la interacción
educativa en un aula de educación infantil desde la perspectiva
sociohitórico-cultural. Tesis doctoral. Universidad de Córdoba.
Rogoff, B. (1989). The joint socialization of development
by young children, en Lewis M, y Feinman, S. (eds). Social Influences
and Behaviour, New York: Plenun.
Rogoff, B. (1990). Apprenticeship in thinking.
Cognitive development in social context. New York: Oxford
University Press. Trad. cast.: Aprendices del pensamiento. El desarrollo
cognitivo en el contexto social. Barcelona: Paidos, 1993.
Rogoff, B. (1994). Developing undertanding of the
idea of communities of learners. Mind, culture and activitity.
Vol I, 4.209-229.
Rogoff, B. (1995). Sociocultural activity in three
planes, en Wertsch J.V., Del Rio, P., y Alvarez, A., (Eds). Sociocultural
Studies of Mind. (pp 139-165). Cambridge University Press.
Rogoff, B., Gardner, W.P. (1984). Adult guidance
of cognitive development. In B. Rogoff & J. Lave (Eds), Everyday
cognition: its develpment in social context (pp. 95-116).
Cambridge, MA: Harvard University press.
Rogoff, B., Malkin, C., y Gilbridge, K. (1984).
Interaction with babies as guidance in development. En B. Rogoff y J.V.
Wertsch comp, Children´s learning in the zone of proximal development.
San Francisco: Jossey-Bass.
Rommetveit, R. (1979). On the architecture of intersubjetivity.
En Rommetveit, R., y Blakar, R. (Eds). Studies of language and verbal
comunication. NY: Academic Press.
Santamaria, A. (1997). La naturaleza semiótica
de la conciencia: una aproximación sociocultural a la mente humana.
Infancia y aprendizaje, 80, 3-15.
Scribner, S. (1985). Vygotsky´s uses of history.
In J.V. Wertsch (Ed.), Culture, comunication and cognition: Vygotskian
perspectives(pp. 119-145). Cambridge University Press.
Smolka, A.L., De Goes, M.C., y Pino, A. (1995).
The constitution of the subject: a persistent question. En Wertsch J.V.,
Del Rio, P., y Alvarez, A., (Eds). Sociocultural Studies of Mind.
(pp 165-187). Cambridge University Press.
Tharp, R. y Gallimore, R. (1988). Rousing minds
to life: Teaching, learning and schooling in social context.
New York: Cambridge University Press.
Vygotsky, L.S. (1978). Mind in society, the
development of higher psychologycal processes. Cambridge:
Harvard University Press. Trad. cast: El desarrollo de los procesos
psicológicos superiores. Barcelona: Crítica,
1979.
Vygotski (1991) Obras escogidas. Vol I.
Madrid: Aprendizaje. Visor.
Wells, G. (1995). La Zona de Desarrollo Próximo.
III jornadas de la fundación Infancia y Aprendizaje. Madrid.
Sin publicar.
Wertsch J.V. (1984) The zone of proximal development:
Some conceptual issues. En B. Rogoff y J.V. Wertsch (Eds),Children´s
learning in "the zone of proximal development". San Francisco: Jossey-Bass.
Wertsch J.V. (1991).Voices of the mind.
A sociocultural approach to mediated action. Cambridge, MA:
Harvard university press. Trad. cast:Voces de la mente: Un
enfoque sociocultural para el estudio de la acción mediada.
Madrid.Visor.1993.
Wertsch J.V. (1994). The primacy of mediated action
in sociocultural studies. Mind, Culture and activity. Vol I,
4, 202-208.
Wertsch J.V. (1995) Sociocultural research in the
copyright age. Culture and psychology, 1,(1), 81-103.
Wertsch J.V., Del Río, P. y Álvarez,
A., (1995). Sociocultural Studies of Mind. Cambridge: Cambridge
university press.
Wood, D., Bruner, J.S. y Ross, G. (1976) The
role of tutoring in problem solving. Journal of child psychology
and psyquiatry, 17, 89-100.
Woods, P. (1986a). Inside Schools. London:
Routledge & Kegan Paul. Trad. Cast.: La escuela por dentro.Barcelona: Paidos y M.E.C., 1987.
Wood, D. (1986b) Aspects of teaching and learning.
En M. Richards y P. Light (comps), Children of social worlds.
Cambridge: Polity press.
Wood, D. (1988). How children think and learn.
Oxford: Balckwel