La práctica psicomotriz como vehículo para el conocimientode sí mismo
Dos son, básicamente, las ideas
que quiero destacar en mi comunicación:
1- La necesidad de que la educación
infantil priorice, como uno de sus objetivos el acceso, por parte de los
alumnos de 0-3 años, al conocimiento de sí mismos. Hay que
considerar que este concepto va mucho más allá que la mera
descripción o reconocimiento de las partes del cuerpo ya que engloba,
o al menos as¡ lo considero, las ideas, sentimientos y la percepción
que tengo de mí mismo. La propuesta curricular que se deriva de
la actual Ley educativa (LOGSE) y que se desarrolla en nuestra comunidad
andaluza en el Decreto 107/1992 y la Orden de 16 de Marzo de 1993, así
lo evidencian.
2- Reconociendo la importancia de este
objetivo, propongo un programa de práctica psicomotriz como metodología
de trabajo más idónea para la conquista de estos requisitos
en estas edades tan tempranas.
PRÁCTICA PSICOMOTRIZ: VEHÍCULO
PARA EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO EN LAS EDADES MÁS TEMPRANAS.
Es curioso y embelesador
observar cómo un niño de 8 a 10 meses, al que se le ha caído
la pelota hasta el fondo de las escaleras, es capaz de rotarse, ponerse
a gatas e ir bajando peldaño a peldaño hasta rescatar su
juguete favorito. Esta imagen real nos da idea de:
- El control que el niño tiene
de su cuerpo. Sabe que ha de hacer, cómo ha de colocarse para no
caer al bajar por la escalera, etc.
- El conocimiento que tiene de sus
posibilidades. De alguna manera puede prever los peligros que esconde
semejante osadía. Sabe si puede o no atreverse a recuperar su pelota.
Estas son las habilidades básicas
que se deducen en su hazaña, junto a ellas se descubren otras que
también están presentes: Ha de sentirse autónomo
e independiente; tiene una imagen positiva de sí mismo; autoestima;
posee seguridad y confianza en sí mismo; ha tenido posibilidad
de observar, explorar e intervenir sobre la realidad más inmediata
que le rodea..., y todas ellas se darán para que el niño
pueda lanzarse a intervenir de ese modo en su medio.
¿QUÉ CONOCE EL NIÑO
DE SÍ MISMO?
Durante los primeros meses el bagaje
neurológico que aporta al nacer y que manifiesta por medio de reflejos
arcaicos, rápidos, automáticos e involuntarios, serán
las herramientas con las que podrá responder a la variedad de sensaciones
y a la excitación del medio y con ellos establecerá sus primeras
relaciones con los demás. Durante esta fase, que ocupa más
o menos los tres primeros meses, el esquema corporal se reduce a la zona
oral y a los datos que recoge espontáneamente de su cuerpo, datos
sobre todo propioceptivos, derivados de la actividad cinética y
tónica.
A partir del cuarto mes, la propia
maduración nerviosa posibilitará la desaparición de
las reacciones reflejas y la aparición de una actividad que integrará
funcionalmente las necesidades y actitudes con su cuerpo con los deseos
de acceso y conocimiento del mundo externo. Se producirán las primeras
experiencias de su cuerpo, siempre motivado por conocer e investigar aquello
que le rodea, acompañado de las nuevas referencias visuales, datos
auditivos y táctiles, que van a contribuir a que el niño
cambie de la posición dorsal a la ventral, a la sedestación,
al gateo y que culmine con el inicio de los primeros pasos hacia el final
de este primer año.
Ser gracias a la emoción,
como recuerda Wallon, que el niño pasa de ser un sujeto biológico,
con solo respuestas reflejas, a manifestarse como un ser social con un
nivel psicológico que le permite adaptarse al mundo que va descubriendo.
En esta fase las distintas partes
de su cuerpo no están individualizadas ni integradas en el espacio
corporal, sobre todo los miembros inferiores, pero poco a poco se va a
ir organizando la conciencia del propio cuerpo gracias a la actividad
motriz y a las representaciones visuales.
A partir de los 12 meses y hasta el
segundo año, la adquisición de la marcha junto con la aparición
del lenguaje serán las armas más importantes para desarrollar
ese conocimiento de sí mismo. La bipedestación le permitirá
tener mayor independencia y ampliar considerablemente su espacio de movimiento.
Con el lenguaje podrá nombrar cosas, y formar significados con
los que elaborar un conocimiento verdadero.
Cada vez con mayor claridad se
observa como la construcción del esquema corporal no sólo
se produce por la suma de las aferencias sensoriales, vestibulares, propioceptivas,
viscerales... sino que la actividad del sujeto junto con factores emocionales
y sociales contribuyen de modo fundamental a su desarrollo. No hay aún
al comienzo de esta fase un reconocimiento corporal y, cuando meses más
tarde sean reconocidos e individualizados, no serán integrados
en su individualidad física.
En este primer año el niño
ha conseguido un conocimiento perceptivo del conjunto de la cara: boca,
ojos, nariz (Piaget, 1990). Se completaá la noción del todo
corporal hacia los dos años, aún sin tener un reconocimiento
de la relación de las partes del cuerpo.
En el segundo año de vida (de
los 24 a los 36 meses), período que para Piaget inicia el denominado
"preoperatorio", destaca el desarrollo de la "imitación-copia"
con la que el niño podrá reproducir movimientos realizados
por modelos sin tener que percibirlos directamente. Ello le ayudará
a distinguir su propio yo y a oponerse al otro (Wallon, 1979). Con el
desarrollo de esta imitación y representación el niño
comienza a realizar actos simbólicos que le van a permitir integrar
un objeto cualquiera en su esquema de acción como sustituto de
otro objeto.
En estos tres primeros años
el niño establecerá sus dominios funcionales y discriminaciones
de los mismos para llegar a tener un conocimiento de su propio cuerpo
como una realidad dinámica distinta de los objetos y de los otros
seres vivos. Va a ir descubriendo su cuerpo fragmento a fragmento hasta
llegar a una unidad dinámica y armónica. Conseguirá
un conocimiento de sí mismo básico y suficiente como para
poder nombrar partes fundamentales de su cuerpo sobre sí y sobre
otros, podrá realizar algunas actividades de imitación motora
a partir de modelos. Su imagen corporal está esencialmente interiorizada
y continuará investigando para conquistar patrones posturales más
complejos (saltos, carreras...) todo ello con la intención de relacionarse
y conocerse más y mejor a sí mismo y a su medio. Ya sabe
quien es.
A partir de este tercer año
las bases que permiten un conocimiento de la imagen corporal están
dadas, sólo restan algunas complejas adquisiciones que convertirán
el esquema sensoriomotor ya constituido en un esquema representativo y
sobre todo figurativo y operativo.
¿CÓMO SABEMOS QUÉ
CONOCE EL NIÑO DE SÍ MISMO?
Para poder evaluar el conocimiento
de sí mismo que tienen los niños se han utilizado varios
sistemas. Clemente (1991), señala:
A) Las propias referencias lingüísticas
que a su vez pueden ser de dos tipos, de reconocimiento personal a partir
del uso de sustantivos con referencias humanas (un nene), pronombres (mío,
yo...) o el propio nombre; o bien por medio de autoinformes o autodescripciones
de los mismos niños, lingüísticamente más complejos,
en los que se describen con atributos propios de sus características
físicas, habilidades, posesiones, etc.
B) Métodos de reconocimiento
de sí mismo a partir de imágenes propias proyectadas por
espejos, vídeos, fotografías, etc.
C) Respuesta a cuestionarios más
o menos estandarizados.
D) Representaciones gráficas
que sobre sí mismos realizan los niños. El dibujo de la
figura humana, construido por Goodenouch (1951) como prueba válida
para el estudio de la inteligencia y del desarrollo de la personalidad
de la infancia, no ha estado exento de críticas. Sin embargo, desde
una perspectiva psicomotriz (Ballesteros, 1982; Arnaiz/Lozano, 1992) se
ha considerado un medio privilegiado para conocer la imagen que el niño
posee de su cuerpo y, por tanto, para evaluar el nivel de estructuración
de su esquema corporal.
Ahora bien, todos estos métodos
exigen en mayor o menor medida un uso, conocimiento y desarrollo del lenguaje
oral o unas destrezas manipulativas y gráficas que los hacen inválidos
como métodos de investigación para el período 0-3
años. Se ha de recurrir, como ya lo hicieron en su momento Wallon,
Spitz, Zazzo o Piaget, a la adaptación de métodos de inferencia
que se venían utilizando con los adultos y que permitían
la reconstrucción del concepto "conocimiento de sí mismo"
a partir de la observación y registro en diarios de secuencias
de comportamiento y poder así estudiar la evolución del
esquema corporal en el niño a lo largo de su desarrollo.
AMBIGÜEDAD DE ESTE CONCEPTO
Hay otro problema a añadir
a este de los métodos de evaluación y diagnóstico
al que nos hemos referido al tratar el concepto "conocimiento de sí
mismo". Este concepto en la literatura sobre el tema es presentado casi
sinónimamente junto a otros términos como: esquema corporal;
esquema postural, imagen de sí mismo, cenestesia, imagen del yo
corporal... que dan una idea de la ambigüedad y subjetividad que
presenta.
A lo largo de la historia y evolución
de este concepto, los diferentes investigadores (Head y Schilder desde
la neurología de los años 20-40 de este siglo, con sus primeros
abordajes -aunque con un enfoque mecanicista- de la imagen corporal; Spitz,
desde la Psicología genética de los 60-70, estableciendo
la interrelación entre la percepción interoceptiva y sensorial
y la toma de conciencia del cuerpo y su conocimiento; así como
la corriente más dinámica con Tausk y Freud, y su mejor
comprensión de las vivencias corporales primarias del niño)
aportaron cada uno de ellos pequeños descubrimientos que han servido
para un mejor conocimiento de esta etapa y sobre todo constituyen la base
que sustenta la mayor parte de las teorías psicológicas
evolutivas que alimentan la Psicopedagogía actual.
Aunque vista la complejidad de este
vocablo se ha de admitir la dificultad para elaborar una teoría
de carácter global que satisfaga a todos, si podemos considerar
algunas aproximaciones interesantes como la de Mairesse (1992), Ferrándiz
(1979) o Murcia (1990) que descomponen este término en dos:
a) Esquema corporal. Concepto que
se refiere a lo biológico, a lo neurológico, a lo específico
del individuo (postura y movimiento) en cuanto representante de la especie
humana. Es un concepto que se construye con la práctica y se constituye
genéticamente por la síntesis de hechos propios, interoceptivos,
exteroceptivos y la interacción del sistema nervioso.
b) Imagen corporal. Éste está
ligado a cada sujeto y a su historia y engloba las ideas, actitudes y
sentimientos que todo sujeto tiene sobre sí mismo almacenado en
su memoria. Tiene un carácter subjetivo e incluye juicios de valor
de contenido estético.
No parece que la noción de
esquema corporal-conocimiento de sí mismo haya concluido su desarrollo,
al contrario, continúa dando lugar a trabajos, publicaciones y
polémicas. Sin embargo, recordando a Ajuriaguerra (1977) se ha
de admitir que son vocablos que a menudo contienen nociones equivalentes
o como considera Prieto (1983), son términos distintos que se enuncian
de la misma manera.
IMPORTANCIA DE ESTE CONCEPTO
Desde mi punto de vista la utilización
de la expresión "conocimiento de sí mismo" (frente a la
de esquema corporal) presenta grandes peculiaridades y ventajas. Parece
que hace referencia no sólo a la denominación y reconocimiento
de las características físicas y las partes corporales,
que es la forma cómo comúnmente comprobamos en la población
infantil que estos conocimientos están adquiridos ¿dónde
está la nariz?, preguntamos sorprendidamente mientras vamos tocando
diversos puntos de nuestra cara), sino que creo que este concepto parece
incluir otra serie de características que están relacionadas
con lo que los autores han denominado imagen corporal y que incluye una
percepción más subjetiva de mí mismo y que engloba
ideas, actitudes y sentimientos.
Nuestra actual Ley de Educación,
Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) 1/1990,
de 3 d Octubre (BOE Nº 238 de 4 de Octubre de 1990) se hace eco de esta
observación y va a definir este "conocimiento de sí mismo"
como la forma más idónea para el desarrollo de capacidades
exigibles en educación infantil.
Ya en el capítulo primero,
que lleva por título "de la Educación Infantil", en el artículo
8 (a) se presenta "conocer su propio cuerpo y sus posibilidades de acción"
como uno de los objetivos prioritarios que la educación (infantil)
debe contribuir a conseguir. Así mismo, en los textos legales que
desarrollan esta Ley en el marco educativo andaluz: el Decreto 107/1992
de 9 de Junio (BOJA nº 56 de 20 de Junio) en el que se establecen las
enseñanzas de esta etapa educativa (ordenación, contenidos,
orientaciones metodológicas y evaluativas...) y la Orden 16 de
Marzo de 1993 (BOJA nº 47 de 6 de Mayo) en la que se fijan criterios y
orientaciones para la elaboración de proyectos curriculares de
centro y la secuenciación de los contenidos propios para este período,
se expresan una serie de capacidades que la educación infantil
ha de contribuir a desarrollar tales como:
1. Autonomía
2. Formación de una imagen
positiva de sí mismo.
3. Construcción de su propia
identidad sexual y personal.
4. Desarrollo de la autoestima.
5. Seguridad y confianza en sí
mismo. junto con otra serie de capacidades en las que no apareciendo explícitamente
el concepto "cuerpo" o "conocimiento de sí mismo" son, en mi opinión,
el resultado de la elaboración de esa imagen corporal y de un conocimiento
adecuado de sí mismo:
6. Establecimiento de relaciones afectivas
y satisfactorias.
7. Desarrollo de actitudes de colaboración
y respeto.
8. Posibilidad de articular mis intereses
y puntos de vista con los de los demás.
9. Capacidad para asumir iniciativas,
resolver conflictos y tener criterios personales de actuación.
10. Posibilitar la construcción
de significados, interiorización de normas y el uso adecuado de
registros simbólicos.
11. Permitir conocer la posibilidad
de observación y exploración del entorno e intervenir sobre
el mundo y sobre la realidad más inmediata.
La forma de desarrollar estas
capacidades está claramente expresada en el decreto 107/1992: "...
por medio del conocimiento y dominio del propio cuerpo..." (BOJA, 1992:
3968)
BUSCANDO UNA DEFINICIÓN
PARA EL CONCEPTO "CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO".
¿Qué definición cabría
darle a semejante concepto que se nos presenta, por un lado, y de acuerdo
a como lo describen las leyes competentes, prioritario para estas edades,
pero a la vez tan ambiguo y subjetivo?. Los numerosos autores que ofrecen
explicaciones de este término no hacen sino convertir esta tarea
en algo, si cabe, más espinoso. Si hay algunas cuestiones que se
repiten, características que se agrupan y que nos dan una idea
acerca de su origen:
a) Para Wallon (cit. en Murcia, 1990)
no es algo biológico o psíquico, sino que es el resultado
de precisas relaciones entre el individuo y el medio.
b) Para Vayer (1974: 21) "... tiene
su origen en la experiencia de la manipulado y luego en todas las sensaciones
cinestésicas, táctiles y visuales que se desprenden de las
diversas actividades de exploración del mundo exterior por parte
del niño...".
En cuanto a su evolución
y desarrollo la mayoría de los autores: Vayer (1977); Arnaiz/Lozano
(1992); Ballesteros (1982); Le Boulch (1981), opinan que este viene dado
por la maduración del individuo y por la relación con la
imagen del otro y el medio.
En concreto hay dos afirmaciones
de autoras españolas que, junto con el resto de los investigadores,
me han orientado en la búsqueda de mi propia definición.
Prieto (1983) considera la construcción del esquema corporal como
una estructura esencial para el desarrollo de los aprendizajes escolares.
Por su parte Arnaiz y Lozano (1992: 223) aseguran que "... la construcción
del esquema corporal juega un papel fundamental en el desarrollo del niño
ya que dicha organización es el punto de partida de sus diversas
posibilidades de acción...".
Con todas estas aportaciones he intentado
sintetizar una definición del término "conocimiento de sí
mismo" que evitase la exposición de todo lo anterior pero sin perder
la unidad del concepto y la precisión sobre la identidad y la conciencia
de sí que posee el sujeto. En cualquier caso lo he definido como:
Conocimiento que se constituye en
función de la madurez nerviosa y de la propia acción del
sujeto en relación con el medio, los otros y la tonalidad afectiva
de esta relación y que va a ser esencial para el desarrollo de
los aprendizajes escolares.
PRACTICA PSICOMOTRIZ: PROPUESTA
METODOLÓGICA PARA TRABAJAR EL CONOCIMIENTO DE Sí MISMO EN
LOS PRIMEROS AÑOS ESCOLARES.
El niño se manifiesta, pues,
como un sujeto en formación, no fragmentado, global, que accede
y construye el conocimiento de sí mismo a partir de una maduración
neurológica, pero también son indispensables las sensaciones
propioceptivas, interoceptivas y exteroceptivas así como factores
sociales, emocionales y la propia acción del individuo; todo ello
contribuye de forma decisiva a la formación de un conocimiento
apropiado de sí mismo.
El niño es un sujeto global,
si, todos estamos de acuerdo, pero para poder acceder al conocimiento
de su cuerpo y de las posibilidades que este le brinda la única
arma que podrá utilizar en ese proceso será su propio movimiento.
Éste, marcado inicialmente por sus ritmos biológicos y posteriormente
como respuesta a los otros y al medio:
1- Convertir en código de comunicación
cuando sea interpretado adecuadamente por un adulto.
2- Contribuir al establecimiento de
los primeros vínculos sociales a través de los cuales el
niño podrá ir vivenciando sentimientos de seguridad y confianza
que le permitirán satisfacer sus deseos de explorar el medio en
que vive.
3- Facilitar el acceso a un desarrollo
creciente de su autonomía y a la interiorización de un adecuado
esquema corporal.
La LOGSE lo expresa claramente.
El Decreto 107/1992 que concreta y desarrolla esta Ley en nuestra comunidad
andaluza manifiesta que es:
"... a través de la experiencia
del propio movimiento... los niños y las niñas deberán
ir conociendo su propio cuerpo, sus sensaciones y emociones. Aprenderán
a ir poniendo en juego las distintas partes de su cuerpo para producir
un efecto interesante o para su propio placer y, al mismo tiempo, las
irán sintiendo, interiorizando, organizando y construyendo a partir
de ellas una imagen integrada del esquema corporal..." (BOJA, 1992:
3975).
Ser pues la propuesta de experiencias
de movimiento la que posibilitar el acceso a un conocimiento propio de
modo satisfactorio. ¿Cómo?. Habrá que crear las condiciones
(tanto en actividades, experiencias y juegos como facilitando los materiales
idóneos) para que el niño repte, gatee, ande, corra, suba,
baje, trepe, etc. Además deberá apoyarse en:
1- Unas relaciones de apego con adultos
que le sirvan de referencia y otras relaciones interpersonales también
satisfactorias y estables.
2- La posibilidad de satisfacer y
favorecer iniciativas de exploración que pongan en juego su potencial
motor y que constituyen las primeras experiencias en las que puede valorar
sus posibilidades.
3- Vivencias de seguridad y confianza
para que adquiera una imagen positiva de sí mismo y le permita
adquirir su propia identidad sexual y social.
La importancia y la prioridad
de este planteamiento educativo global en estas primeras edades (0-3 años)
hace indispensable la búsqueda de un método de trabajo que
participe, aceptando y comprendiendo, esta manera de ver las cosas. La
práctica psicomotriz, puesta en marcha por B. Aucouturier, desde
el momento en que defiende la atención a la "... totalidad corporal
como integradora de los valores psíquicos, afectivos y motrices
en el desarrollo de la personalidad del niño..." (Arnaiz, 1994:
46) y respeta la globalidad del niño, se configura como el modelo
de intervención educativa idóneo (aunque también
se puede trabajar a otros niveles: reeducativo y terapéutico) para
permitir que el niño plácida y satisfactoriamente acceda
a este conocimiento.
Esta globalidad, esta unión
entre las estructuras sensoriomotora, emocional y cognitiva que conforman
su personalidad y que se presentan cuando el niño se mueve, actúa
o juega espontáneamente se expresa a través de lo que se
denomina "expresividad motriz" y que puede analizarse bajo tres componentes
en su relación con el espacio:
1- El aspecto neuromotor, que proporciona
toda clase de información sobre las posibilidades de movimiento
que tiene nuestro cuerpo respecto al mismo, a los objetos y al espacio.
2- El aspecto afectivo, que nos permite
conocer cuál es el estado emocional en que se encuentra el niño.
3- El aspecto cognitivo, que nos indica
la capacidad del niño para captar el mundo que le rodea desde parámetros
cognitivos: conocimiento de los conceptos básicos de forma, tamaño,
color, espacio, tiempo, etc.
La práctica psicomotriz pretende
desarrollar la expresividad psicomotriz del niño y para ello se
propone como objetivos:
A- Abrir el niño a la comunicación,
considerada ésta como el motor de cualquier tipo de acción
sobre el mundo.
B- A la creación, considerada
como la capacidad de actuar sobre lo que le rodea, y ello lo hará
esencialmente a través del juego. Éste le permitirá
imitar la realidad, mostrarnos cómo la ha captado y qué
aportará a esa realidad.
C- A la formación del pensamiento
operativo. Experimentado con su cuerpo y con los objetos, con el espacio,
con el tiempo, etc., podrá extraer y analizar los parámetros
cognitivos que se deducen de todo ello: rigidez, longitud, materia, volumen,
peso, color...
1. PROGRAMA (0-3 años)
A nivel psicomotor destaca:
a) la adquisición de la marcha
que le permite el acceso al descubrimiento del espacio y el acercamiento
a los objetos y a las personas;
b) la coordinación entre la
visión y el movimiento de pretensión, que tendrá
un especial papel en el desarrollo de la percepción, la habilidad
manual y las futuras habilidades de lectura y escritura;
c) la aparición del lenguaje
que contribuirá a la localización e identificación
de los objetos;
d) la imitación, que le permitirá
distinguir su propio yo y la función simbólica que le permitirá
representar un objeto por medio de otro;
e) la representación, en la
que el símbolo y el signo se convierten en elementos de significación
para el niño.
En el ámbito afectivo,
superada una primera etapa en la que el niño no es capaz de formarse
esquemas mentales sobre las personas por lo que necesita su presencia
continua pasará a un período ambivalente en el que por un
lado se presenta una gran afirmación que demuestra en las relaciones
diferenciales que establece con el medio y que le lleva a oponerse al
adulto, y por otro se observa que interioriza las normas y las reglas
sociales ante el miedo que tiene de perder el amor de sus padres y verse
rechazado.
En el ámbito cognitivo,
este período se caracteriza por el desarrollo del pensamiento simbólico
y preconceptual. Su cuerpo, básicamente, le sirve para orientarse
en el espacio y regirseá por coordenadas elementales: arriba-abajo,
delante-detrás, derecha-izquierda. Ha de aparecer la función
simbólica (y lo hará a partir de los dos años) pero
para ello los esquemas de acción deben estar interiorizados y dar
lugar a las representaciones. Con esta función se garantiza la
evolución del pensamiento e indica la capacidad de reemplazar por
símbolos lo que no está presente. Hay que destacar que las
imágenes mentales nacen de la actividad sensoriomotriz que aparecen
en los dos primeros años y que de un buen desarrollo de estos procesos
depender el logro de operaciones que posteriormente constituirán
la base de la lectura y la escritura y del aprendizaje matemático.
El itinerario de juego que se propone
a los niños (de acuerdo con la modalidad pedagógica más
o menos rígida que se elija) vendrá dado por:
1- Juegos de seguridad profunda. Así
denominados porque intentan, como su nombre indica, ofrecer seguridad
al niño y están muy ligados al actuar del adulto. Entre
estos juegos encontramos los técnico-emocionales, basados en juegos
de caída libre y demás juegos globales en los que el niño,
con diferentes matices, experimenta un auténtico diálogo
con el adulto a través del contacto: cogerse, agarrase, balancearse...,
juegos que por otra parte tienen un fuerte contenido emocional. Este juego
precede siempre al sensoriomotor ya que la dimensión expresiva
del niño no está adquirida todavía, no se ha separado
del adulto ni ha llegado a investir el espacio. También en este
grupo encontramos los presimbólicos en los que el niño aún
no es capaz de construir imaginariamente con una intencionalidad sino
que aprovecha aquello que encuentra por la sala.
2. Juegos sensoriomotores. Estos juegos
tienen la intención de que el niño viva el placer por el
movimiento en todos los planos: horizontal (correr, gatear, andar...);
inclinado (toboganes y rampas); vertical (espalderas, escaleras...). Se
realizan en un espacio preparado para ello en el que el niño no
se haga daño. Le ayudarán no sólo a desarrollar los
músculos, la coordinación de movimientos o el equilibrio,
sino que también le van a servir para comprender y manejar mejor
la realidad, para aceptarse a sí mismo, su cuerpo, sus posibilidades
de movimiento y para independizarse, lo que le hará avanzar en
su desarrollo afectivo y cognitivo.
3. Juegos simbólicos. La función
de este tipo de juegos es dominar la realidad y transformarla por medio
de lo imaginario y sus emociones y restituir la realidad transformada
por estas imágenes internas. A través de objetos reales
(cajas de cartón, muñecos, cojines, bloques de goma espuma,
telas, peluches...) el niño proyecta toda su realidad inmediata.
El uso y significado que da este material nos ayudará a comprenderlo.
Es un juego más tardío y no aparecerá hasta el final
del segundo año.
4. Juegos de representación.
Una vez que el niño ha experimentado el placer por el movimiento
y ha podido expresar y revivir su vida afectiva desdramatizándola
en un lugar de juego, el niño podrá centrarse en actividades
más relacionadas con el desarrollo de su capacidad intelectual.
A este tipo de juegos llegan con dificultad los niños muy pequeños
(y los que llegan lo hacen con juegos de construcción muy simples
y repetitivos) o con necesidades especiales. En estos juegos se utiliza
la pizarra, la plastilina, el lápiz y el papel, las construcciones
de madera, los cuentos, los puzzles... y se le dará bastante
importancia al lenguaje que hará referencia a los tamaños,
las formas, los colores... a la vez que nos servirá para distanciarlos
de las situaciones vividas en los dos espacios anteriores. Favorecer la
distanciación es permitir al niño ser responsable.
Este programa de práctica psicomotriz
requiere de unos recursos materiales específicos así como
de un sistema de actitudes por parte del psicomotricista que supone una
manera de actuar y entender al niño "... en el contexto de su personalidad
y saber usar con eficacia un sistema de intervención que da respuesta
a las necesidades de los niños, respetando su globalidad..." (Arnaiz,
1994: 52).
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