Me gustaría que nos transportáramos
a una escena que posiblemente se ha repetido cientos de veces en cada
uno de nuestros hogares. El padre acaba de llegar del trabajo y está
deseoso de saludar a su hijo de cinco años. Sube las escaleras
pensando que el niño debe estar realizando sus tareas escolares.
Toca tímidamente a la puerta y al abrir encuentra un panorama que,
si no lo sorprende, lo inquieta. El pequeño está cómodamente
instalado en la cama. A su lado un cuaderno abierto y una caja con lápices
de colores. Dos metros más y el computador encendido hace titilar
un cartel que reza: "game over". En el otro extremo, el televisor ofrece
un comercial de jabón.
El azorado padre no sabe cómo poner orden a este
caos. Si es tolerante, le dirá al infante en tono amable: "Hijo
mío, ¿cómo puedes concentrarte en tantas cosas al mismo
tiempo? Te propongo un trato, termina tus tareas, luego juegas en el computador
y por último, eliges un buen programa de TV para mirar, ojalá
en el canal educativo.
Si, por el contrario es de la escuela autoritaria, tal
vez reaccione así: "!Esto es inadmisible! ¿Cómo puedes concentrarte
en tres cosas al mismo tiempo? Apaga ese computador, haz las tareas de
inmediato y tienes prohibido mirar T.V. por una semana!
En ambos casos, los progenitores saldrán por
la puerta y dejarán solo –y también desconcertado- a nuestro
niño, que no puede entender por qué no es posible concentrarse
en tres cosas al mismo tiempo, si para él es lo más natural.
Desde la llegada de la televisión, padres, maestros
y la sociedad en general, nos hemos preguntado infinidad de veces qué
ocurre en la mente de los niños que permanecen horas con los ojos
clavados en la pantalla. Qué tipo de influencia ejerce este medio
sobre ellos?
Si consideramos que los niños pasan casi el mismo
tiempo frente al aparato de televisión que en la escuela –un promedio
de 4 a 6 horas diarias- debemos intentar comprender qué hay detrás
de este fenómeno tan controvertido.
Nadie puede negar que estamos frente a una nueva cultura.
Todos los objetos de la tecnología nos han obligado a remodelar
nuestra percepción del mundo, sin darnos tiempo de detenernos a
preguntar qué pasó.
¿No es acaso ésta nueva forma de aprehender el
mundo, sustancialmente diferente a la que tuvimos nosotros, formados dentro
de una cultura alfabética, con una lógica lineal, donde
el lenguaje escrito debía ser interpretado en un solo sentido y
con gran esfuerzo? ¿Estaremos asistiendo al advenimiento de una lógica
distinta en los procesos formales del pensamiento?
Dice Eduardo Castro Silva: "A quienes nos hemos criado
dentro de las cotidianeidades de la cultura letrada, nos resulta difícil
aceptar que el auge de la televisión, de las historietas gráficas,
de los spots, de los clips, de los juegos y entretenimientos viso-computarizados,
de las revistas, de los cómics y, de otro lado, de vivir en medio
de transformaciones tecnológicas que se suceden sin pausa, pueda
hacer desaparecer en un par de generaciones un patrón de pensamiento
que nos parece "natural" y desarrollar en los niños, en cambio,
lógicas o estilos de aproximación intelectual a la realidad
bastante distintos de los nuestros".
Estamos frente a un hecho ineludible: la televisión
y todos los medios electrónicos a nuestro alcance, nos han seducido,
y le han ganado terreno a la escuela tradicional que debe ahora sí,
preocuparse por entender cuál es su papel dentro de esta nueva
cultura y plantear acciones en consecuencia.
LA ESCUELA Y LAS NUEVAS TECNOLOGIAS
Vivimos una realidad: las imágenes nos bombardean,
estamos obligados a ver, nos guste o no. El punto es ¿sabemos ver? ¿Estamos
ayudando a los niños a leer las imágenes, a discriminar,
a elegir?
La imagen está cargada de gran vitalidad. Yo
como espectador vivo la imagen, la ficción me invade. Todos los
hechos y personas se hacen presentes con sólo mover un dedo en
el control remoto. Esa presencialidad me hace pensar que la cultura está
en manos de todo el mundo y que tenemos libre acceso a ella. Aunque no
quiera, tengo que participar.
La escuela no puede sustraerse a esta realidad. Hasta
hoy, no se ha preocupado específicamente por abordar el tema de
la televisión con una nueva mirada. Sin embargo se escuchan voces
que consideran que la televisión es una herramienta importante
para el desarrollo de las estructuras de pensamiento.
En primer lugar tenemos que deshacernos de la idea de
que el niño es un ente aislado y ubicarlo como un ser social, cuyo
mundo está determinado por un complejo sistema de fuerzas sociales.
A su vez, los mensajes transmitidos por los programas
de T.V., son también producto de esa complejidad. La televisión
emite mensajes. Esos mensajes son interpretados y modificados por seres
activos, capaces de seleccionar y descartar, que construyen significado
y pueden ejercer su autonomía frente a lo que este medio audiovisual
propone.
El niño que mira televisión no absorbe
como un zombie todo lo que recibe. Por el contrario, hay un alto nivel
de actividad intelectual, se están manejando estructuras de significado
complejas e importantes y desarrollando la capacidad de pensamiento y
juicio.
En un estudio realizado sobre 2000 niños de escuelas
primarias en Argentina se afirma que en los niños de menores recursos,
hay mejor rendimiento escolar, entre quienes pasan más horas frente
al televisor (calculan unas 4 horas al día, el mismo tiempo que
permanecen en la escuela). Según esta investigación, este
medio ayuda a compensar sus carencias, no sólo individuales sino
sociales y culturales.
Desde esta perspectiva, la escuela debe rehacer su mirada
acerca de la utilización de este medio como recurso pedagógico
para orientar y favorecer diferente aprendizajes. No tenemos que ver a
la televisión como el enemigo al que hay que combatir, sino por
el contrario, ubicarla en un lugar de equilibrio, dentro y fuera de la
escuela. Si usamos la televisión para que nuestros hijos no nos
molesten o para llenar una hora de clases, nos perderemos de muchas posibilidades
formativas. Si aprovechamos este medio para la reflexión y el diálogo,
respetando los gustos de los niños y tratando de entender cuál
es la magia que ejerce sobre ellos, estaremos dando un paso adelante para
comprender y actuar. ¿Y cuál es el justo equilibrio? Cada uno deberá
plantearse este interrogante y comenzará a responderlo en la medida
en que se empiece a conocer y a desmistificar este medio.
TELEVISION Y LECTURA
Existe también la creencia de que la televisión
es culpable de que los niños "ya no quieran leer". Posiblemente
ése sea otro de los temores para la incorporación de lo
audiovisual a la escuela. ¿Se olvidarán los niños de leer?
¿Estaremos matando al libro?
Pensemos en el concepto de lectura que manejamos. ¿Solamente
se leen textos escritos? ¿Qué es leer?
Escuchemos a Paulo Freire:
"Lo primero que aprendí a leer fue el mundo.
El pequeño mundo donde vivía. Recuerdo la casa donde nací,
en Recife, rodeada de árboles. Los textos, las palabras, las letras
de aquel mundo se encarnaban en el canto de los pájaros, en el
baile de la copa de los árboles, en el sonido de las aguas lluvias
con las que jugábamos a inventar islas, en el silbido del viento,
en el olor de las flores…"
¿No es acaso leer una re-interpretación del mundo
que nos rodea? Y si es así, ¿estamos leyendo cuando miramos televisión?
El cine, el vídeo, las tecnologías digitales
y la televisión nos han demostrado que existen nuevas y variadas
formas de leer y escribir.
"Aparecen no sólo nuevas formas de expresión
de los textos escritos, sino nuevos tipos de textos, que no existían
antes" –nos dice Luis Bernardo Peña- "Sería más exacto
hablar de una metatextualidad que se extiende a todo el espectro de los
modos de representación: textos, imágenes, sonidos, películas,
bases de datos, e-mail. Vivimos inmersos colectivamente en el espacio
de un libro sin fin, en lugar de estar solos, frente a las dos dimensiones
de la página impresa."
En el mundo exterior, estas nuevas "lecturas" ya están
plenamente establecidas y certificadas, sólo falta que los maestros
les demos permiso para su ingreso a la escuela y comencemos a pensar en
construir una nueva cultura dentro del aula, mucho más vinculada
a la vida. La lectura de la televisión, puede brindarnos infinitas
posibilidades de acercamiento a los libros, todo dependiendo del uso que
hagamos de ella. Los medios audiovisuales nos brindan un mundo riquísimo
de mensajes para interpretar, analizar y reconstruir. La responsabilidad
de los padres y los maestros es la de ser mediadores, acompañantes
y guías, para que el niño telespectador pueda elaborar esos
mensajes y aprovecharlos en su proceso de desarrollo como ser autónomo.
Por eso es importante el diálogo que se establezca con el niño,
los elementos de análisis que le podamos brindar para que él
mismo sea capaz de seleccionar y desechar lo que le interesa o no ver.
LA VIOLENCIA EN LA TELEVISION
La violencia en la televisión es otro de los
temas que nos preocupan. Si consideramos que el acto de ver televisión
es una interacción, en la cual los significados se negocian permanentemente,
que forma parte de una compleja situación comunicativa, que los
espectadores no son víctimas pasivas de lo que ven en la pantalla,
comprenderemos mejor el grado de incidencia que puede ejercer sobre los
niños.
Dijimos que el niño no es un ser aislado, está
inmerso en un aquí y un ahora, tiene un pasado, un entorno familiar
y social y vive un permanente proceso de construcción de conocimientos
en sus diferentes etapas de desarrollo, mediatizado por su realidad.
Las posturas frente a las relaciones con el mundo que
el niño va desarrollando se van a ver condicionadas por las influencias
de su entorno, pero, en la medida que ese niño tenga la posibilidad
de desarrollarse como un ser autónomo, irá construyendo
sus propias perspectivas frente a lo que lo rodea, irá desarrollando
sus juicios y por lo tanto, actuará en consecuencia.
Se ha comprobado que de por sí, la violencia
en la televisión no ejerce más influencia que la que causa
el medio social o familiar, y no provoca en los telespectadores el deseo
irresistible de efectuar actos violentos.
En un artículo periodístico que leí
meses atrás, el autor presenta el interrogante de si la televisión
es o no responsable de un hecho ocurrido en Arkansas, Estados Unidos,
en marzo de este año, cuando dos niños, incursionaron con
armas de fuego en el patio de su colegio, matando a cuatro niñas
y una profesora. El acto cometido con toda frialdad y el gran parecido
con las series de televisión, resultaban argumentos convincentes
para responsabilizar a este medio de la aterradora acción.
A pesar de que la lectura de hechos de esta magnitud
puede producirnos serias dudas y múltiples interrogantes, hay algo
inobjetable, entre los millones de niños que miran a diario televisión,
sólo se han presentado casos aislados de jóvenes con perturbaciones
que los llevan a tomar este medio como modelo para cometer actos irracionales.
Volviendo al artículo antes mencionado, lo interesante
es la demostración de que en nuestros países, nadie se responsabiliza
del control. El estado no tiene políticas claras frente al tema,
los dueños de las programadoras sólo se mantendrán
en el negocio en la medida que sea rentable (me pregunto ¿por qué
lo rentable tiene que ser violento o de mala calidad?) y por último,
las instituciones educativas aún no se han planteado incorporar
la alfabetización de medios como parte de su pensum académico.
Parece que la tarea quedara sólo en manos de los padres, quienes
muchas veces se encuentran desorientados frente a este tema.
La violencia en la televisión debe ser considerada
en toda su dimensión y analizada en cuanto a que forma parte de
una realidad en la cual vivimos. Hay violencia en la sociedad, hay violencia
intrafamiliar, hay violencia en la escuela y también la hay en
la televisión. La pregunta es, ¿qué tipo de compromiso nos
haremos los adultos frente al tema de la violencia en todos los terrenos?
ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA LOS PADRES Y MAESTROS
Como vimos a lo largo de esta charla, las ventajas y
desventajas de la televisión dependerán del uso y del análisis
que realicemos a partir de lo que este medio nos propone. Hay sin embargo
una serie de recomendaciones a las que debemos estar atentos:
1. En primer lugar, no usar la televisión como
niñera. Si no podemos acompañar a nuestros hijos o estamos
muy atareados, lo mejor será que pensemos en alternativas para
que no tengan que permanecer incontables horas frente al aparato de televisión.
2. Elegir junto con los niños qué programas
quieren ver y cuánto tiempo le van a dedicar por día.
3. Si sus hijos observan que usted pasa horas frente
al televisor y no ofrece otras alternativas de distracción, con
seguridad imitarán este comportamiento.
4. Demuestre a sus niños que usted es un telespectador
inteligente, que opina, critica, propone y puede elegir lo que quiere
ver con criterio y autonomía. También que es capaz de apagar
el aparato cuando es necesario.
5. Comente con sus hijos por qué elige un programa.
Busque los programas de calidad, interésese por la programación
cultural.
6. Pregunte a los niños por qué les gusta
ver un programa en particular. Hable con ellos acerca de sus interpretaciones.
Aproveche estos valiosos momentos para favorecer el diálogo.
7. Comente los comerciales con sus hijos. Reflexione
sobre la propaganda y el consumo.
Los maestros a la vez debemos pensar seriamente en la
manera de aprovechar este medio para construir nuevos caminos hacia la
lectura y la escritura. Aldo Boetto nos dice en El Aula Audiovisual:
" Es necesario que empecemos a LEER los productos
de los medios audiovisuales con una mirada más crítica para
mejorar nuestra comprensión. A través del Aula Audiovisual
nos hacemos muchas preguntas:
¿Por qué no capitalizar todo ese caudal de
atención que ponen los alumnos en los medios audiovisuales en beneficio
de su formación?
¿Acaso somos espectadores que hemos "Nacido sólo
para comprar…?
¿Por qué dejarla fuera de la escuela en vez de
Incorporarla de Manera Creativa?
¿No será la hora de que empecemos a formar Espectadores
con Criterio?
¿Se podrá dejar de fabricar teleadictos para
forjar Televisionarios?"
Esta propuesta que ha sido difundida en Argentina y
Colombia a través de talleres y seminarios, invita a los docentes
y a los padres a conocer por dentro este medio para descubrir recursos
que permitan incorporarlo a las aulas, permitiendo así un vínculo
diferente al tradicionalmente establecido entre los niños y la
televisión.
Percibimos que todo está cambiando. El Tercer
Milenio nos espera con mirada desafiante. Todas las estructuras sobre
las que basábamos nuestras convicciones se están reacomodando.
Para algunos puede ser el caos. Para otros, el comienzo de una Era con
perspectivas impensadas para el hombre de hoy. Abrir nuestras mentes parece
ser la consigna. Esta es la invitación a la cual los educadores
no podemos faltar.