Avances en el estudio del desarrollo de la percepción espacial
AVANCES EN EL ESTUDIO DEL DESARROLLO
DE LA PERCEPCION ESPACIAL
Comunicación
presentada en el Congreso de Madrid Diciembre-98 por:
Andrés Canto Jiménez,
Juan Granda Vera, Oscar Carballo Trinidad y María Isabel
Ferrer Cano
1. INTRODUCCIÓN
La consideración de la Motricidad
como instrumento facilitador de conocimiento se refiere fundamentalmente
a la adquisición de las diferentes estructuraciones que el niño
debe conseguir a través de su capacidad de percibir, Le Boulch
(1983) refiriéndose a la Percepción Espacial recoge que
«el desarrollo de la función simbólica aporta nuevas
perspectivas en la percepción de un espacio que, progresivamente
de topológico se convertirá en proyectivo y euclidiano».
Supone el soporte para el inicio de un proceso posterior que garantizará
la escritura y otros aprendizajes instrumentales, como afirma (Luçart,
1973): «la direccionalidad adquiere una gran importancia en el proceso
de aprendizaje de la lecto escritura». El trabajo de afianzamiento
espacial lleva al niño/a a conseguir una buena percepción,
dado que aprende a reconocer el espacio, a orientarse, a evaluar distancias,
formas y a prever los movimientos que debe realizar, conseguirá
orientar el espacio sobre el que ha de escribir y la línea sobre
la que van a estar puestas las letras (Linares, 1993).
2. PERCEPCIÓN Y EXPERIENCIA
MOTRIZ
Según LAPIERRE y AUCOUTURIER
(1980), Cuerpo y mano o locomoción y aprehensión, constituyen
las primeras experiencias infantiles, son los pilares sobre los cuales
el niño/a construirá el mundo de sus percepciones.
LURIA (1981), relaciona la percepción
con el pensamiento, destacando la influencia dela experiencia
anterior para obtener informaciones más exactas.
ROCA (1991) señala, lo que
hace diferente el acto de sentir y percibir, es que este último
supone una participación activa del sujeto.
Recordar que HAYWOOD (1986), asegura
que los niños entre los 8 y 12 años, se acercan a niveles
adultos de perfeccionamiento en muchas habilidades perceptivas, a falta
de ciertos refinamientos que llegarán con la experiencia práctica.
2.1. Relación del niño/a
con el mundo exterior
La relación con el mundo exterior
contribuye a afianzar la relación del niño/a con seres y
objetos (LORA, 1991), progresando conforme cambia las posiciones de su
cuerpo, al pasar desde la horizontal (decúbito) hasta la posición
bípeda, así:
Amplía su campo perceptivo.
Contribuye la dimensión afectiva y sus relaciones
con los demás.
De este modo, el niño/a llega
al conocimiento del espacio de forma directa, por la exploración
y manipulación de los objetos. Los movimientos y desplazamientos
que irrumpen en todas direcciones y trayectorias en el espacio próximo,
ponen en evidencia una mejor relación con los demás,
Al ser aceptado en el espacio de los otros.
Y al aceptar a los otros en el espacio propio,
desarrolla un Espacio Íntimo (Madre), un Espacio Personal
(Amigos) y un Espacio Social (Desconocidos) (MOTOS, 1990).
Mientras que en el conocimiento de
formaindirecta interviene la palabra para denominar los
objetos y sus emplazamientos. Ambas formas se complementan para afianzar
la toma de conciencia del espacio (LORA, 1991), va a aprender a diferenciar
su yo en el espacio circundante, lo que hace que la realidad aparezca
siempre cargada de significaciones. Este espacio circundante denota, en
cada momento, su nivel de percepción y entendimiento del
mismo (GARCÍA LÓPEZ, 1991).
Del espacio físico (lejano)
surge la necesidad de orientarse debidamente para establecer una eficaz
relación con el mundo exterior, con seres y objetos. Esta orientación
corporal en principio parte del propio eje del cuerpo, que consolidará
un proceso de lateralización que transferirá al espacio
exterior.
La imagen visual del cuerpo, unida
al conjunto de sensaciones cinestésicas y táctiles, servirán
de referencia para situar y organizar los elementos del espacio.
Este espacio vivenciado está
representado por:
El espacio en el que el sujeto se mueve intencionadamente.
Donde proyecta su vida relacional y afectiva.
Lo amplía de acuerdo con su propia vida
personal, sus intereses, deseos y posibilidades individuales.
Posibilita la función de ajuste cuerpo-
espacio.
Y el proceso pasa por la percepción
del espacio de forma subjetiva, que se concibe:
De forma egocéntrica.
Situando siempre los objetos y las referencias
espaciales en relación con el sujeto que percibe.
El desarrollo de la función
simbólica aporta nuevas perspectivas en la percepción
de un espacio, cuando el del espacio que lo rodea y el del «propio cuerpo»
estén organizados, podrá establecer una relación
coherente gracias a la representación mental.
Tenemos que hablar de una percepción
objetiva, que:
Es independiente de la posición que adopte
la persona.
Es producto de una lectura sistematizada y objetiva
de la realidad.
La organización espacial no aparece supeditada
a la subjetividad personal.
2.2. Las imágenes visuales
que adquieren los niños/as
Cuando el espacio se percibe como
relaciones de proximidad y separación, continuidad y sucesión,
interioridad, exterioridad y contorno (GARCÍA LÓPEZ, 1991),
se establecen relaciones topológicas, estas son internas
dentro de una figura u objeto, o constituyen relaciones bicontinuas simples
entre dos o más figuras.
El espacio es considerado como las
relaciones que se establecen desde el punto de vista de una geometría
topológica. PIAGET (1982) sostiene que el niño/a construye
una representación geométrica del espacio con suma lentitud
y que para poder determinar sus primeras percepciones e ideas rudimentarias
de relaciones espaciales, debemos recurrir a la rama de la Matemática
conocida como «topología». Son las primeras percepciones del niño/a,
que explora los agujeros, las ranuras, la cavidad de su taza, lo que le
permitirá ir accediendo paulatinamente a la tercera dimensión
y a tener la noción de relieve y de profundidad (LE BOULCH, 1983).
Desde esta percepción topológica,
se avanza secuencialmente a una percepción proyectiva y a otra
euclidiana, OCHAITA (1983). Como dice HANNOUN (1977), a un espacio «percibido»
sin necesidad de experimentarlo biológicamente.
La diferenciamás importante
entre las relaciones topológicas por un lado, y las proyectivas
y euclidianas por otro, está en la forma en que los diferentes
objetos o figuras se relacionan entre sí. En las proyectivas
y euclidianas, podemos decir que el espacio se capta mediante relaciones
de perspectiva respecto a un punto de vista. Aunque las proyecciones
que caracterizan este nivel, las podamos considerar como «pseudoproyecciones»,
ya que muestran una incapacidad para coordinar diferentes puntos de vista
(GARCÍA LÓPEZ, 1991).
El paso a la etapa proyectiva no se
hace de forma brusca, los primeros elementos proyectivos, denotan estar
apoyados en el punto de vista subjetivo, por lo que se trata aún
de una visión egocéntrica del espacio.
El espacio euclidiano
representa perceptivamente un amplio espectro que sirve de receptáculo
a todos los objetos y es propio para establecer relaciones entre ellos.
Pasa por la orientación del propio cuerpo.
Por la utilización de nuestros ejes referenciales
en relación con el objeto.
A partir de ellos, se establece un sistema de
coordenadas no visible pero perceptible que llega a las referencias
principales de verticalidad y horizontalidad, en primer lugar y de oblicuidad
después (CRATTY, 1982).
3. La Visión Como Elemento
Fundamental de la Percepción ESPACIAL
RONCAGLI (1992), asegura que a través
de la función visual, el hombre recibe más de dos tercios
de las informaciones sensoriales que llegan al cerebro y MAGILL (1980),
habla de la visión como sistema sensorial predominante.
La concepción que se ha tenido
acerca del concepto de «ver bien», como la capacidad de ver
lejos y nítido, es un criterio reduccionista ya que únicamente
estamos atendiendo uno de los numerosos componentes que conforma
la buena visión.
IGLESIAS y RODRÍGUEZ FOLGADO
(cit. Conde, 1991), establecen una clara diferencia:
Ver: como la capacidad de distinguir
nítidamente todo aquello que se presenta ante nuestros ojos.
Visión: que implica además
una valoración y un análisis consciente, un proceso
perceptivo muy complejo y relacionado con el sistema motor.
La visión no es un fenómeno
simple, no sólo nos informa del mundo exterior, sino que articula
dicha información con todos los demás sistemas sensoriales,
siendo una fuente primordial para la realización del movimiento,
su corrección y efectividad. (PLOU, 1994).
3.1. Mecanismos visuales
Se ha formulado que el niño
juzga las dimensiones de los objetos en función de su capacidad
para manipularlos y que las distancias inmediatamente adyacentes
al individuo se miden en unidades correspondientes a movimientos del cuerpo,
tales como sus pasos.
Se ha estudiado sobre el juego de
los preescolares y parece influir más la percepción de la
profundidad que la distancia que no manifiesta un desarrollo pronunciado
(CRATTY, 1982).
GIBSON (1950) denomina como «claves»
la palabra más significativa para designar los cambios fisiológicos
que se producen por la acción de ver o de ajustarnos a las características
espaciales del mundo.
Todo movimiento que el hombre realiza
resulta de un desplazamiento de su cuerpo o de sus segmentos corporales
en el espacio. Aunque sea innata la capacidad de percibir, la experiencia
afecta al proceso (FORGUS, 1979). Para que esta actividad se cumpla utilizando
el espacio correcto, es necesario que la conducta perceptivomotriz se
organice para integrar de manera armoniosa la experiencia vivida y la
motricidad.
La presente comunicación se
centra en la valoración y comparación utilizando medios
precisos e informáticos, de la Motilidad Ocular como habilidad
visual determinante a la hora de la captura y rastreo visual, dentro de
la aplicación de un Programa Motriz de mejora de la Percepción
Espacial en niños y niñas escolares de 5 años.
3.2. La Percepción Espacial
El desarrollo del entendimiento espacial
suele producirse de forma notablemente lenta, siendo conveniente partir
de la realidad circundante del niño/a, del espacio en que vive
y se desenvuelve cotidianamente y que evoluciona siguiendo algunas etapas
claramente definidas OCHAITA (1983).
En la misma medida que la experiencia
primaria del niño es siempre experiencia directa del medio, su
primera aprehensión del espacio será la del espacio «vivido».
Y ese espacio, sólo puede ser un espacio físico con el que
el niño/a se halla en contacto biológico, vivenciándolo
sobre todo a través del movimiento. Está representado por
los espacios en los que el sujeto se mueve intencionadamente, donde proyecta
su vida relacional y afectiva. Este espacio refleja la existencia de cada
ser humano, porque lo va conquistando de acuerdo con su propia vida personal,
ampliándolo de acuerdo a sus intereses, deseos y posibilidades
individuales.
A partir de las experiencias corporales
en el espacio circundante, aprende a diferenciar su yo dentro de la confusión
existente en el inicio de la vida y que al ser interiorizadas, se convierten
en nociones espaciales que le conducen al dominio directo del espacio
y a su representación.
LAPIERRE (1977) dice que conforme
se va ampliando el espacio de acción hacia el espacio lejano, el
cuerpo se va afianzando como eje y logra su maduración cuando consigue
formular un sistema de referencias libremente disponible y transferible
a cosas y compañeros. La orientación corporal (direcciones,
niveles y distancias), que en principio parte del propio eje del cuerpo,
luego, un proceso de lateralización, lo organiza progresivamente
para transferirlo al espacio exterior. Orientarse en un espacio asimétrico
es complicado, para garantizar la orientación son necesarios mecanismos
adicionales, como la diferenciación de la mano derecha «como rectora»
y apoyándose en ella se efectúa el complejo análisis
del espacio exterior, el sistema de las designaciones espaciales abstractas
(costado derecho-costado izquierdo) que psicológicamente, parece
tiene un origen socio-histórico (LURIA, 1981).
La comprensión y representación
de las relaciones espaciales por parte del niño/a, hace que la
realidad que lo rodea aparezca siempre cargada de significaciones espaciales
(la separación o distancia entre las cosas, la posición
de un objeto o de una persona respecto a los demás, la longitud
y anchura de las calles, etc.). Este espacio, denota en cada momento,
su nivel de percepción y entendimiento del mismo (GARCÍA
LÓPEZ, 1991).
SCHLOSBERG (1950), ha señalado
de manera bastante lógica, que los factores físicos objetivos
deben ser bases confiables de la conducta adaptativa en el espacio. Cuando
los indicios espaciales están deformados o en conflicto, el organismo
afronta una estimulación ambigua, inestable o empobrecida. La capacidad
de representación espacial en el niño/a pasa por un desarrollo
que no se realiza sincrónicamente, ya que el progreso en la representación
espacial aparece retardado con relación al de su percepción.
Esta falta de sincronía manifiesta una extraordinaria y decisiva
importancia porque supone, entre otras cosas, que un niño/a de
determinada edad, pueda ser capaz de percibir el espacio objetivo, sin
que sea capaz simultáneamente, de elaborar imágenes y representaciones
igualmente objetivas.
El espacio tiene unas coordenadas
abstractas respecto de las cuales nos orientamos aunque habitualmente
tomamos referencias de tipo visual, auditivo, lingüístico,
etc., que nos sirven de soporte para la orientación y organización
espacial. El organismo aprende sobre la base de la relación ordenada
que hay entre las imágenes de la retina y las propiedades del dominio
del espacio, la forma distinta de ambas imágenes resulta del enfrentamiento
a las situaciones del espacio externo. La percepción espacial tiene
como base orgánica una compleja estructura funcional y son los
receptores sensoriales los que garantizan la recepción de determinadas
propiedades espaciales. Este aprendizaje consiste en el desarrollo de
las experiencias de tamaño, localización, distancia, etc.
y la habilidad para reaccionar en forma adecuada con el exterior. En este
sentido, CRESPI-FERRARIO (1971) opinan que la percepción del espacio,
implica para el ser vivo, acción en el espacio y a cuya valoración
ayudan la determinación de los ejes y coordenadas potenciales (vertical-horizontal,
arriba-abajo, derecha-izquierda, delante-detrás) y los sentidos
de la vista, el tacto, el oído, el órgano del equilibrio
y la sensibilidad propioceptiva.
El organismo se relaciona con su entorno
de una forma peculiar que él mismo desarrolla, por tanto, las relaciones
simbólicas que establece con el mundo que le rodea no están
determinadas tan rígidamente como en el caso de que la percepción
estuviera ligada únicamente a los estímulos. Nos preocupan
las respuestas, porque frecuentemente adquieren un carácter perceptual,
ya que toman la forma de reacciones inmediatas observables y relacionadas
con las condiciones impuestas por el experimentador ya sea accidental,
incidental o intencionalmente.
Los procesos cognoscitivos no son
unidireccionales, una percepción debe anteceder al aprendizaje,
así, las representaciones de lo percibido influyen en el pensamiento;
pero también sabemos que el resultado del pensamiento modifica
el aprendizaje futuro y que éste, a su vez, puede influir en la
forma en la cual percibimos nuestro mundo. Los puntos de vista actuales
reconocen que el ser humano tiene que aprender a ver y podríamos
decir que este aprendizaje es doble, compuesto por un aprendizaje motor
y por un desarrollo de la comprensión del ambiente, que es una
de las características más significativas del aspecto espacial,
pudiendo ser anómalo o deficiente, o por el contrario, adecuado
y eficiente.
La base científica de ambiciosos
programas, por la dificultad de evaluar con precisión la eficacia
de cuestiones sociales, encuentran razones para creer que en algunos casos,
este tipo de intervenciones tienen dudoso éxito y aunque sean prometedoras
y estén todavía en la fase inicial de desarrollo, dispongan
de pocas pruebas experimentales sólidas de su eficacia, se necesitarían
estudios longitudinales que describan con precisión la posible
influencia de una educación preescolar en la que las actividades
motrices puedan jugar un papel central sobre los posteriores resultados
académicos, en la adaptación personal de los niños/as
al entrar en la escuela primaria y en avanzar en cuanto a la evaluación
de sus habilidades motrices.
4. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
Los objetivos de la presente investigación
se concretan en:
Desarrollar un Programa Motriz con escolares de
5 años de edad, tendente a mejorar aspectos espaciales relacionados
con la discriminación y asimilación del espacio lejano.
Valorar la mejora que escolares de 5 años
de edad presentan en la percepción espacial, medidos en cuanto
a la Motilidad Ocular.
4.1. Muestra
Se ha elegido el Colegio Público
de Prácticas Mixto, por su proximidad a las instalaciones que se
pretenden utilizar, está ubicado en el Distrito 8º, la muestra
es la totalidad de los 72 alumnos/as de educación infantil de 5
años que supone el 11.75 % en relación con la totalidad
de la población de estas características. La tipología
de alumnado se puede resumir en: vive en una familia de nivel medio alto,
con poder adquisitivo igualmente medio-alto, y donde la presencia de la
mujer trabajadora no es significativa. Consideramos la muestra no sesgada
con respecto a los estadísticos de la población cuyos datos
recogidos en otros estudios (GARCÍA LÓPEZ, 1991) se asemejan
a la muestra seleccionada.
4.2. Diseño de Investigación
Diseño Experimental con un
grupo de control y otro experimental, con medidas PRETEST, RETEST y POSTEST.
4.3. Grupos
Cuando queremos investigar haciendo
una inmersión en cuestiones educativas o que atañen a grupos
que nos vienen dados como naturales, tales como están organizados
en el ámbito educativo del centro escolar, nos encontramos con
la dificultad añadida de que estos grupos respondan a las exigencias
que garanticen la autenticidad y validez de la investigación. Para
evitar el error muestral, hemos consensuado en el ámbito de la
investigación (Centro de Educación Infantil del C.P. de
Prácticas Mixto), la necesidad de organizar DOS GRUPOS estratificados
y proporcional de los alumnos/as escolares de 5 años y que mediante
aleatorización mantenga las proporciones de la muestra en cuanto
a sexo, resultados del Pretest, condición social, etc. y que actuarían
los mismos días y horas, recibiendo sus prácticas motrices
a cargo de un profesor y una profesora Maestros-Especialistas en Educación
Infantil, así, se evita el sesgo que supondría trabajar
con los mencionados grupos naturales.
La actuación simultánea
de los grupos, permite la selección aleatoria de los componentes
teniendo en cuenta los estadísticos de la población y de
la muestra y garantiza la no interferencia en las cuestiones organizativas
internas del centro.
5. UNA VARIABLE: LA MOTILIDAD OCULAR
La motilidad ocular es una
habilidad visual determinante a la hora de la captura y rastreo visual,
es la capacidad de seguir con los ojos un objeto en movimiento,
con independencia del cuerpo (CONDE, 1996). Permite al ojo explorar el
espacio visual en todas sus direcciones, asociado o no a movimientos de
la cabeza, la mejora de esta capacidad se debe, por una parte al aprendizaje
de la utilización más precisa de la musculatura ocular y
por la otra, a la mejora de la estrategia perceptiva, ambas son entrenables.
Si la motilidad es buena, aumentará la eficacia del análisis
visual,
Según CLINE, HOFSTETTER &
GRIFFIN (cit. Conde, 1996), juegan gran importancia los músculos
extraoculares que dirigen los movimientos de forma voluntaria,
y los intraoculares que son involuntarios, la conjunción
de ambos permite la exploración del medio que nos rodea.
Con la movilidad del globo ocular,
se pretende colocar el ojo en la posición idónea para que
la imagen del objeto visualizado, caiga directamente sobre la fóvea,
zona de máxima agudeza visual de nuestra retina. Según
PLOU (1994), una buena motilidad ocular, requiere una buena coordinación
neuromuscular, y
Disminuye el tiempo de reacción visual
Aumenta la eficacia del sistema.
Evita usar otros métodos alternativos
de seguimiento visual, como pueden ser los movimientos excesivos de
cabeza.
5.1. Valoración de la Motilidad
Ocular
La motilidad ocular es medida con
el test de la "Pelota de Marsden", con su aplicación se
puede conocer la capacidad de control ocular, mediante el seguimiento
con los ojos de un objeto a velocidad y calidad de movimiento adecuados,
que permita cambiar la fijación ocular de un punto a otro de manera
armónica y precisa. La habilidad está estrechamente relacionada
con la capacidad de mantener con precisión el ojo en un objeto
en movimiento como puede ser una pelota.
5.2. Aparataje para realizar el
test
El aparato consta de un mecanismo
que permite el movimiento pendular constante del optotipo y su regulación,
para ello, se ha utilizado el motor del limpiaparabrisas de un
coche colocado en posición invertida, un transformador que
suministra la tensión necesaria para su correcto funcionamiento
y un regulador de tensión que permite el control de las
revoluciones de giro del motor y por tanto del movimiento pendular que
genera, pudiéndose así, ajustar el número de oscilaciones
en el tiempo deseado (DIBUJO 1).
Se coloca al sujeto sentado cómodamente
en una silla de ordenador dispuesta a dos metros del aparato, el mecanismo
de la silla permite elevar o descender el nivel ocular a la misma altura
del optotipo y una vez en esta posición, se activa el interruptor
del mecanismo comenzando la prueba y una grabación realizada con
una videocámara colocada bajo el aparato. Un trípode facilita
colocarla a la altura de los ojos del niño/a que va a realizar
la prueba y del optotipo, se graba en primer plano los ojos del niño/a
testeado/a, a la vez que se registra el momento de paso a derecha e izquierda
del optotipo por delante del campo del visor La duración del Test
es de 1 minuto contabilizado con el marcador de la videocámara,
el regulador de tensión del aparato estaba ajustado para que en
este tiempo se produjeran 25 oscilaciones.
Para obtener más información
de la imagen grabada, otro mecanismo consistente en un conmutador J
que es accionado por el otro brazo del limpiaparabrisas, cierra un circuito
con dos luces, cuando el optotipo está llegando a la derecha o
a la izquierda y hace encender una luz en el lado correspondiente. Este
circuito incorpora una pila eléctrica y el cableado va desde el
aparato a las luces testigo colocadas en el respaldo de la silla donde
está el niño/a testeado/a, quedando registrado también
por la videocámara.
5.3. Valoración de la prueba
Con antelación a la prueba, uno
a uno, se le iba explicando en qué consistía y con un optotipo
igual al del mecanismo, se le ejercitaba realizando el profesor/a el movimiento
del optotipo con la mano, comprendidas las instrucciones por el niño/a
pasaba a realizarla.
Para evaluar el test se visionaba la cinta
y cuatro colaboradores en la investigación valoraban según
los siguientes criterios y con la siguiente puntuación:
2 PUNTOS: Seguir el optotipo durante
un recorrido (oscilación) con un movimiento acompasado de
ojos.
1 PUNTO:Suspender momentáneamente
el acompañamiento de ojos durante el recorrido, conectando de nuevo
su seguimiento.
0 PUNTO:No seguir el optotipo
en su recorrido, apreciándose que la fijación está
focalizada en otro lugar.
Cada evaluador (cuatro) anotaba en una
planilla el valor que atribuía al recorrido visualizado, haciendo
una señal cada cinco valores (5, 10, 15...). Al término
de cada visualización, se corroboraba el acuerdo entre anotaciones,
en las discrepancias la coincidencia de tres y si no la había,
volviendo a visionar la secuencia del sujeto testado.
6. INCIDENCIAS EN LAS PRUEBAS INICIALES
DE VALORACIÓN DE LA MOTILIDAD OCULAR EN ESCOLARES DE 5 AÑOS.
6.1. Datos confirmados
Realizado el PRETEST y el RETEST, observamos
en los gráficos la diferencia que existe con respecto a esta prueba
(MOTILIDAD OCULAR) entre los niños y niñas de 5 años
de los grupos A (EXPERIMENTAL) y B (CONTROL) a los que se
les ha aplicado un Programa de Intervención Motriz que pretende
demostrar que la Percepción Espacial se ve favorecida por la acción
en espacios más amplios (Grupo A) de los que habitualmente se mueven
los escolares. (Ver GRÁFICOS)
En el GRÁFICO 1 correspondiente
a la valoración de la Motilidad Ocular en el PRETEST, podemos observar
la igualdad de esta capacidad ocular en ambos grupos (Cada grupo está
formado por 30 escolares de 5 años).
GRÁFICO 1
El GRÁFICO 2 corresponde a la comparación
PRETEST, RETEST sólo del Grupo A, podemos comprobar que existe
una mejoría en cuanto a esta capacidad ocular tras la culminación
de la 1ª Fase de la experimentación.
GRÁFICO 2
El GRÁFICO 3 corresponde a
la comparación PRETEST, RETEST sólo del Grupo B, y
también se observa que existe mejoría en este grupo en cuanto
a esta capacidad ocular tras la culminación de la 1ª Fase de la
experimentación.
GRÁFICO 3
El GRÁFICO 4, nos muestra
una comparación de los datos correspondientes al RETEST de ambos
Grupos (A y B), observándose una mejoría en cuanto al Grupo
A respecto del B (La única diferencia en el tratamiento y aplicación
del Programa de Motricidad, es el espacio de trabajo, que para el Grupo
A ha ido siendo progresivamente más amplio).
GRÁFICO 4
La 2ª Fase en la aplicación
del Programa de Motricidad donde las intervenciones del Grupo A se efectuaron
en espacios aún más extensos (Campo de Fútbol y gran
explanada de 200 X 90 m.), los Datos del POSTEST y la valoración
mediante los estadísticos correspondientes de todas las pruebas
oculares que además de la Motilidad Ocular se han tomado de estos
escolares de 5 años, estamos seguros de que confirmarán
la Hipótesis de nuestra investigación
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