El
aprendizaje ha sido definido como "el proceso neural interno que se supone
tiene lugar siempre que se manifiesta un cambio en el rendimiento no debido
al crecimiento vegetativo ni a la fatiga". (Knapp p. 19).
Podemos considerar el aprendizaje
como un cambio producido en el rendimiento de forma más o menos
permanente que guarda relación con la experiencia y que excluye
las variaciones debidas a la maduración o degeneración,
y a alteraciones en los órganos receptores o ejecutores.
Oxendine define el aprendizaje
como: "el proceso por el cual la conducta es desarrollada o alterada a
través de la práctica o la experiencia".
El aprendizaje motor es un tipo
de aprendizaje como el intelectual que permite un incremento en el rendimiento
motro gracias a la práctica y a las instrucciones recibidas.
Sobre estas definiciones nos podemos
preguntar: ¿Qué entendemos por aprendizaje motor? Si consideramos
que el aprendizaje es un proceso neural y que a su vez significa un cambio
evolutivo del rendimiento, provocado por la práctica y la experiencia,
debemos reflexionar sobre estos criterios que acabamos de exponer:
1º.- Cómo el sistema nervioso
del ser humano interviene en el proceso neuromotriz del aprendizaje
2º.- Qué entendemos por
cambio evolutivo del rendimiento motriz
3º.- Cómo analizamos esa
responsabilidad derivada de la práctica y la experiencia.
EL SENTIDO CINESTÉSICO
El punto 1 nos lleva a estudiar
la motricidad desde el sentido cinestésico, es decir desde la propioceptividad.
En este apartado centramos nuestro estudio en:
A/ Los receptores propioceptivos
profundos como son: los receptores musculares, tendinosos, articulares
y receptores laberínticos.
B/ El sistema aferente, que se
encarga de llevar el estímulo desde el receptor hasta los centros
reguladores del sistema nerviosos central. Por un lado la parte aferente
del sistema nervioso periférico y por otro las vías aferentes
del sistema nervioso central. Es de destacar en esta función el
sistema activador reticular ascendente. La formación reticular
del tronco cerebral funciona como un sistema activador reticular ascendente.
Las vías sensitivas clásicas
constituyen un sistema específico de proyección talámico
que corresponde a impulsos aferentes, organizados topográficamente,
para recibir lo estímulos visuales, auditivos y somestesicos.
Las vías sensitivas somestésicas
forman el lemnisco medio y se conectan en el tálamo ventrolateral
antes de terminar en la circunvolución postcentral de la corteza.
(Leukel p. 475).
Las vías sensitivas correspondientes
al sistema límbico comienzan con el sistema específico de
proyección talámico, que envía colaterales hacia
los núcleos difusos anterior y medio del tálamo. Estos núcleos,
a la vez, envían fibras a los ganglios basales y a amplias áreas
corticales, incluyendo las áreas sensitivas secundarias.. El efecto
del sistema difuso de proyección talámico sobre las áreas
sensitivas secundarias, en particular, puede servir como mecanismo de
atención selectiva. Ciertas células de las áreas
específicas pueden estar activas tan sólo cuando estamos
atendiendo a la correspondiente aferencia específica sensorial.
Esto constituye un mecanismo de atención específico. Este
es el efecto que tiene el estado motivacional. Cuando consideramos que
una tarea es atractiva y el alumno la realiza de forma concentrada estamos
consiguiendo que los relés aferentes estén en conexión
activa para enviar las sensaciones hasta el cerebro y allá procesar
sobre los niveles adquiridos con anterioridad. A partir de esta activación
la motricidad podrá ser integrada hacia la comprensión de
la experiencia y a la interpretación útil de la misma. Con
estas premisas podemos llegar a lo que tanto buscamos como es el aprendizaje
significativo.
El esquema nº 1 recoge algunos
pasos que permiten la comprensión sobre el proceso de percepción
y asimilación del movimiento.
¿De qué depende la llegada
de la percepción del movimiento a centros superiores del sistema
nervioso?
Vamos a considerar una secuencia
de factores que intervienen en la actividad motriz:
a/ El estímulo llega desde
los receptores propioceptivos (receptores musculares, tendinosos, articulares,
laberínticos, táctiles) hasta los centros superiores del
sistema nervioso central.
b/ La sensación que provoca
ese estímulo para aceptarlo o desecharlo.
c/ La percepción recibida
en los centros superiores del sistema nervioso, dependiente de las aferencias
del sentido cinestésico y los receptores especiales del movimiento.
d/ La abstracción de esos
movimientos en las áreas de aprendizaje motriz para utilizarlo
en sucesivas actuaciones.
e/ El aprendizaje y fijación
del acto o acción realizada.
f/ La significación y comprensión
del movimiento para asociarlo al espacio-tiempo.
g/ La conceptualización
del movimiento y su disponibilidad para transferirlo a otros conceptos
y principios.
h/ Conceptualizar de forma supraordenada
las acciones que realizamos en la medida que nos son útiles para
el desenvolvimiento de nuestra tarea social,cultural y humana.
Esquema 1.- Proceso de asimilación
del movimiento
La técnica de los movimientos
específicos, habilidades deportivas, o simplemente movimientos
del infante, surgen como consecuencia de la asimilación, automatización
y ajustes a la situación del momento, de un determinado estereotipo
dinámico.
"El estereotipo del movimiento
constituye un proceso motor dirigido, en el que el aprovechamiento dosificado
y regulado de la fuerza tiene lugar en un tiempo determinado y de acuerdo
con una sucesión exactamente planificada de la acción de
los músculos" (Nemessuri, Mihaly 1975). Le Boulch (1992), sobre
este respecto, establece que:
a/ En el momento de la ordenación
de la acción, nuestra percepción del mundo exterior cumple
el papel principal en la orientación del acto cuyas modalidades
automáticas se inscriben por adelantado, bajo la forma de esquemas
de acción o praxis.
b/ Durante el desarrollo del acto,
tanto la percepción del gesto como la adaptación permanente
del juego muscular no serían concebibles sin una información
constante de las estructuras centrales que regulan en el tiempo la tensión
de las motoneuronas gamma y alfa. Uno de los resultados del aprendizaje
de las praxis es convertir a este aspecto del ajuste en tributario, casi
exclusivo de las regulaciones propioceptivas inconscientes.
La toma de conciencia es la base
del sistema de aprendizaje. Freud llega a comparar la conciencia como
un órgano interno de los sentidos. Su teoría ha contribuido
a hacernos considerar lo "inconsciente" como un sistema dinámico
en actividad continua. Esta actividad dinámica es la que pretendemos
encaminar hacia una actividad consciente. Nuestra investigación
está encaminada a reclamar a la conciencia voluntaria como guía
de la acción del sujeto. Según dice Piaget (1985), la toma
de conciencia de un esquema de acción transforma éste en
un concepto, ya que esa toma de conciencia consiste esencialmente en una
conceptualización.
La cuestión del funcionamiento
neurológico estriba en que la conciencia sea el resultado de un
continuo confrontamiento categorial del funcionamiento de dos tipos de
organización nerviosa. Por un lado una impulsora hacia la acción
e intervención, y por otra, una conciencia reguladora, consciente
de la acción presente, que la superpone o constituye sobre la base
de la experiencia anterior y que a su vez es camino del proyecto de futuro.
De esta forma, durante la ejecución
del movimiento, las sensaciones propioceptivas, visuales, auditivas o
cinestésicas aportan una información a partir del cual es
posible corregir o modificar el movimiento.
Nuestra manera de implicar el
aprendizaje a la conciencia motora está basado en los siguientes
puntos:
a/ El movimiento a realizar ha
de estar en el nivel de actuación motriz del alumno.
b/ La edad de adquirir un movimiento
nuevo hemos de considerarla como fundamental para proponerle al niño
acciones encaminadas hacia ese patrón motor.
c/ La acción a realizar,
en concordancia con la edad nos dará la significatividad.
d/ La adaptación del medio
junto con la significatividad, nos posibilita el enriquecimiento motivacional.
e/ La presentación de nuevos
movimientos junto con la motivación nos llevará al enriquecimiento
y afianzamiento de los patrones motrices.
f/ El deseo de aprender lleva
a la creatividad e investigación sobre nuevos movimientos que permiten
reforzar los patrones motores básicos.
El niño se mueve impulsado
por instintos, impulsos sensoriales o por una conciencia primaria. Nuestra
intención está en aprovechar ese impulso interior, que todo
niño manifiesta en su actividad motriz y que el organismo asimila
gracias a las posibilidades sensoriomotrices. Pero llegados a la edad
escolar, Educación Infantil, consideramos que la consciencia voluntaria
debe regir los actos motores en el trabajo del programa escolar.
Desde esa orientación de
conciencia voluntaria el niño aprenderá a realizar tareas
nuevas, con dificultad acorde a su nivel, enfrentándose a problemas
con aplicación del esfuerzo que, a su vez, le hace fuerte en su
actitud, autoestima y personalidad.
Por eso abogamos por la reflexión
de la acción desde los primeros momentos en los que el niño
puede conceptualizar los hechos. Consideramos que cuando ésta práctica
educativa se plantea desde esta línea investigadora, el desarrollo
neuro-motriz se produce con mayor eficacia, con menor intervención
y por lo tanto con mayor rapidez.
Esta síntesis nos lleva
a formular la hipótesis de que la persona que trabaja involucrando
su conciencia voluntaria mejora su desarrollo neuromotriz, base y fundamento
de su manifestación motriz.
Desde el paradigma teórico
del ámbito motor
Pero el análisis de la
motricidad ha de organizarse de manera clara y concreta, de tal forma
que en cada momento sepamos situarnos en el punto de encuentro con la
realidad del trabajo. Igual que en otras áreas necesitamos un marco
guía que nos lleve hacia los objetivos que deseamos, en el área
motriz no puede ser diferente. Para ello confeccionamos un mapa con los
componentes del ámbito motor que nos permite delimitar conceptos
epistemológicos propios de este estudio.
El esquema nos muestra los componentes
de la motricidad ordenados por bloques, con una visión de conceptos,
que nos sirve, igualmente para estudiar, con una organización precisa,
el punto 2 de la página primera, es decir el cambio evolutivo del
rendimiento motriz.
Esquema 2
El esquema o mapa nos agrupa los
componentes de la motricidad en tres bloques diferenciados:
- Las aptitudes físicas.
El funcionamiento fisiológico no puede sacarse del conjunto funcional
creyendo que no afectan en ciertas edades. Ha pasado una etapa donde los
especialistas de la educación física consideraban que los
factores fisiológicos eran los más importantes de su labor
educativa, otras corrientes psicomotoras han venido ha decir que solamente
la motricidad neurológica tiene efecto válido en la educación
motriz. El modelo propuesto en nuestro estudio nos lleva a considerar
las respuestas motrices de forma integral. Consideramos el rol existente
entre los procesos cognitivos, su organización, su control y su
necesidad funcional energética propia de toda actividad de vida.
Somos conscientes de que compromiso fisiológico no es un problema
de aprendizaje, pero si tenemos en cuenta este factor podemos encontra
en ciertas ocasiones un componente limitador de los aprendizajes neuro-motrices.
- La cinestesia. (Derivada de
Kinestesia) Kines igual a movimiento; estética igual a sentimiento.
La cinestesia es el movimiento sentido, consciente e interiorizado que
permite un mejor aprovechamiento del trabajo. Este apartado agrupa a los
componentes que se desarrollan a través de la propiocepción,
como son: el esquema corporal, la lateralidad, el equilibrio, la relajación,
la respiración, la actitud postural, etc. Son los componentes motrices
que podemos desarrollar con los ojos cerrados, sintiendo nuestro cuerpo
en su control de "cómo somos" y "cómo estamos" en cada momento,
sea en movimiento o en reposo. Por que en definitiva, ¿cómo se
estructura el esquema corporal y la organización dinámica
de nuestro organismo?
- La coordinación dinámica
general, la estudiamos sobre la teoría del proceso neurológico
y la observación de la manifestación motriz. La palabra
coordinación implica un determinado orden en la acción motora
y es a su vez una manifestación de la inteligencia motriz. Un buen
nivel de coordinación motriz depende: del grado de desarrollo del
sistema nervioso central, de la práctica realizada en diferentes
actividades motrices y de la asimilación de esas vivencias motrices
que estará en función de la inteligencia motriz del individuo.
"La coordinación motriz es el ordenamiento, la organización
de acciones motoras en dirección a un objetivo determinado y la
manifestación del control propioceptivo".
La coordinación motriz
es la expresión máxima de la conducta neuromuscular, porque
en ella confluyen: los factores de la motricidad que requieren la utilización
de sustancias energéticas (aptitudes físicas), los factores
de la propiocepción del sentido cinestésico (aptitudes perceptivas)
y en último grado la manifestación motriz, producto del
patrón motor.
La coordinación visomotriz
interrelaciona la ordenación de la actividad neuromuscular, la
percepción exteroceptiva y el dominio del espacio exterior.
Sobre esta organización
de los componentes del ámbito motor tenemos la guía de la
manifestación motriz, necesaria para el estudio del aprendizaje
que el niño consigue gracias a la grabación y acuñamiento
en sus circuitos neuronales del córtex cerebral.
Enmarcación de la motricidad
en el espacio y en el tiempo
Pero esta organización
de los componentes del ámbito motor no podía quedar fuera
del enmarque del espacio y el tiempo. Nosotros vivimos en un espacio y
en un tiempo a la vez. Todo movimiento es realizado en un espacio y en
un tiempo incuestionablemente; nosotros somos espacio y tenemos un espacio
interior que debemos comprender. Dentro de nuestra función docente
tenemos una preocupación por la percepción espacial y temporal.
Nada mejor que el movimiento para desarrollar estas percepciones. Es evidente
que el sentido de la vista se encarga fundamentalmente del la percepción
del espacio, pero también el sentido cinestésico. Prueba
de ello tenemos en las personas ciegas que su percepción espacial
está bien desarrollada, gracias al sentido cinestésico;
igualmente podemos decir del sentido del oído con relación
a la estructuración del tiempo, pero el sentido cinestésico
también interviene.
Toda la conducta motriz de la
persona humana está inmersa en el espacio y en el tiempo. Enmarcada
de alguna manera por estos conceptos inseparables de la acción
motriz. El espacio y el tiempo no son motóricos, pero la motricidad
no es posible fuera de ellos.
El espacio no es una realidad
es sí, es un experiencia misma del hombre. La física define
al espacio como "la relación que existe entre la posición
de los cuerpos". La experimentación de esta relación va
configurando nuestro concepto del espacio; concepto intuitivo que se forma
mientras vamos descubriendo lo que nos rodea; el ámbito en el que
están y viven los seres creados.
Nosotros y lo que nos rodea: otras
personas, seres y objetos, estamos inmersos en este ámbito. Descubrir
lo que nos rodea, experimentar la relación entre los cuerpos, supone
un diálogo del individuo con los demás individuos y con
los objetos
Respecto a cada uno de nosotros
todo lo que nos rodea constituye el espacio exterior. Pero no se concibe
el espacio exterior sin otro interior. Todos, paralelamente a la experiencia
del espacio exterior tenemos esa otra percepción de nuestro espacio
interior, que es aquel que se va estructurando gracias a nuestro sentido
cinestésico y capacidad cerebral. La referencia continua entre
uno y otro conforma el concepto global del espacio.
Pero nuestro concepto intuitivo
del espacio, basado en nuestra experiencia vital es dinámico. Por
ello la sensación que tenemos del espacio en nuestra infancia es
muy diferente a la que tenemos cuando somos adultos. Para llegar de un
punto a otro en carrera o caminando, necesitamos un número determinado
de zancadas; éste es diferente según la época de
nuestra vida. Por consiguiente podemos decir que no es posible el ajuste
de la concepción del espacio sin el paso del tiempo y sin la evolución
de nuestra percepción, basada fundamentalmente en nuestro esquema
corporal estructurado.
El estudio del desarrollo del
conocimiento humano sobre el tiempo desempeña un papel importante
en cualquier consideración general sobre el desarrollo perceptivo
y cognitivo puesto que, como dice Belén Bueno (1993), el tiempo
es una propiedad omnipresente de la experiencia sensorial dado que es
información. Además, el tiempo es fundamental en la vida
humana ya que sin la experiencia del tiempo no conoceríamos el
significado de la vida. Piaget en 1954 consideró que el espacio
juntamente con el tiempo era fundamental en la experiencia mental de los
niños, donde el periodo sensoriomotor es de importancia básica
para la construcción de las primeras estructuras y para la construcción
de las primeras relaciones temporales de los movimientos coordinados.
La movilidad del niño pequeño
es, a veces, manifestación de su temprana sensibilidad al ritmo.
Además, los niños forman espectativas temporales en los
movimientos comunicativos cuando desean la atención de la madre.
Estos movimientos rítmicos y estereotipados, para Thelen (1979),
se realizan entre los meses sexto y séptimo (según Bueno
1993). Estas conductas tienen funciones instrumentales entre las que figurarían
la de desarrollar una conducta habilidosa.
El desarrollo de la perspectiva
temporal está determinado por las nociones del pasado, presente
y futuro. Belén Bueno (1993) plantea unas características
clave entre las que se incluye: a/ la secuenciación temporal de
dos sucesos uno en relación al otro; b/ el pasado y el futuro como
categorías mutuamente exclusivas; c/ el doble significado del presente
como punto de referencia y como categoría de experiencia que se
puede expandir; d/ los límites cambiantes entre el pasado, presente
y futuro; f/ la necesidad de descentrarse y de considerar un tiempo de
referencia diferente del propio presente inmediato de uno.
En cualquiera de los puntos tratados
hay relaciones que le vinculan con la motricidad. Los conceptos de la
propiocepción se vinculan con el espacio interior, e incluso con
la relación de los biorritmos corporales. Los aspectos de la coordinación
dinámica general integran el concepto temporal de contracción,
descontracción y el concepto espacial de la amplitud del movimiento.
La coordinación visomotriz lleva implícito los aspectos
de la coordinación dinámica general y los factores espaciales
del objeto con el cual operamos. En estos análisis de la motricidad
y sus componentes, los factores de velocidad, ordenación secuencial,
duración y sucesión nos llevan a la estructuración
del tiempo; mientras que la orientación espacial, las trayectorias
y las distancias serán propias del componente espacial, (Aguirre-Garrote
1994).
Es por ello que el mapa de los
componentes del ámbito motor lo enmarcamos dentro de los conceptos
espacio, tiempo ya que cualquier movimiento que deseemos realizar, siempre
estará inmerso en estos parámetros, y no puede concebirse
fuera de ellos.
A pesar de estos criterios anotados
en relación a la motricidad y el desarrollo espacio temporal no
hemos encontrado estudios que definan cómo se desarrolla la percepción
espacio-temporal; y los investigadores se han visto obligados a adoptar
un acercamiento descriptivo para comprender las características
básicas del espacio-tiempo.
Los sentidos en nuestra actuación
Todo este criterio organizativo
enlaza con el paradigma sistémico en el que aboga por estudiar
al ser humano desde una visión bio-psico-socio-cultural. Cuatro
adjetivos evolucionados compaginadamente. Porque en definitiva, entendemos
que son los sentidos los que ejercen de soporte en la evolución
del comportamiento humano, o lo que es igual a la evolución de
las funciones mentales, interpretativas y de ejecución.
Por ello integramos al sentido
cinestésico como un soporte, que junto con los otros sentidos permite
que el cerebro evolucione en capacidad funcional.
Esquema 3. Los sentidos:
soporte de la evolución del cerebro
Y dentro de la actuación
del sentido cinestésico, valoramos el nivel de estimulación
que supone el ejercicio físico como función propioceptiva.
Es decir, el umbral de actuación que tiene para percibir una acción
y ajustado a ese nivel de aptitud proponer actuaciones motrices que lleven
al niño al progreso en su patrimonio motriz. Esquema 9.3.
Umbral de actuación
Respetando los conceptos básicos
que deben estar presentes en la situación educativa, y que vienen
expuesto en el Diseño Curricular Base, de los principios de intervención
educativa, que aunque referidos a la Etapa de Educación Primaria,
creemos válidos para otras Etapas. Estos principios son:
- El alumno aprende a partir de
su nivel de desarrollo, por lo que los contenidos no pueden estar por
encima de su nivel.
- El aprendizaje, para que sea
de verdad, tiene que ser significativo para el alumno.
- Aprender a aprender es lo más
significativo para el alumno. Descubrir por uno mismo es fuente de enormes
dosis de refuerzo para seguir trabajando y aprendiendo. La autonomía
que proclama Mosston no es más que llegar a descubrir aprendizajes
significativos por uno mismo .
- Avanzar en el proceso de aprendizaje
es ir modificando los esquemas de conocimiento por otros más elevados
y complejos, que no es más que seguir evolucionando según
el proceso evolutivo humano: de lo global a lo analítico y de lo
sencillo a lo complejo.
- El alumno es el protagonista
de su aprendizaje, es él quien tiene que aprender; por tanto, es
él quien tiene que trabajar. El profesor es quien debe saber proponer
los contenidos precisos y adecuados a cada edad.
Estas orientaciones nos llevarán
a completar el punto tercero: cómo analizamos la responsabilidad
entre la práctica y la experiencia.
Esquema 4.
La relación entre la teoría
y la práctica.
Por tanto vemos que para el estudio
de la motricidad en el campo de la docencia hemos de partir de una parte
eminentemente teórica y otra, inevitablemente práctica.
La teoría sin práctica puede llegar a ser demagogia, y la
práctica sin teoría incongruencia.Y es que la teoría
nos lleva a elaborar un proyecto encaminado a conseguir unos objetivos
apropiados a la edad del alumno. Esta teoría está condicionada
por los conocimientos del profesor y por los criterios del alumno. En
este apartado, los conceptos del profesor ha de estar en diferente dimensión
a los criterios del alumno. Estos criterios van a condicionar y modificar
los medios de aplicación para activar y estimular el desarrollo
motriz gracias al conocimiento científico.
Por otra parte, la práctica
la consideramos inevitable, ya que sin ella no hay evolución posible.
La actividad motriz puede venir desde una acción espontánea
o desde una acción de propuesta. En cualquier caso es importante
que se produzca una acción interiorizada, que lleve al funcionamiento
orgánico en la expresión completa y máxima dimensión
biológica.
El esquema 5 nos da una visión
relacionada entre la teoría y la práctica. Así encontramos
por un lado los criterios teóricos propios del profesor y del alumno.
El profesor necesita criterios sobre la forma de actuación y la
forma de organización, para transmitir al alumno y ayudar a que
los criterios del alumno se enriquezcan. El alumno necesita conceptualizar
los procesos vivenciados. Tanto la acción espontánea como
la acción sobre propuestas puede ser interiorizada e interpretada.
La sintonía entre los deseos del alumno y las posibilidades que
le ofrece el medio van a condicionar la evolución del sujeto. Los
medios y formas de aplicación van a condicionar el funcionamiento
orgánico general y específico de cada sistema.
Esquema 5. Teoría
y práctica
La teoría unida a la práctica
nos condiciona la influencia sobre diferentes áreas del comportamiento
humano. En la práctica de la motricidad buscamos el desarrollo
de los componentes de la motricidad, dentro de un funcionamiento orgánico
general y una evolución neuro-motriz propia para conseguir el nivel
óptimo de actuación.
En el ámbito educativo
esta evolución puede ser valorada y contrastada con distintas etapas
del alumno o con parámetros propios de la edad. Esto nos sirve
como recurso para obtener una evaluación de nuestra labor educativa-formativa,
y en diferentes niveles del ámbito educativo, como apoyo para la
evaluación propia del alumno.
Esta presentación entre
teoría y práctica debe completar la razón y los fines
de la educación. Para Kant, "la educación tiene por fin
el desarrollo en el hombre de toda percepción que su naturaleza
lleva consigo". Nuestra concepción de la educación motriz
encaja en el marco etimológico del término "educación".
Víctor García Hoz (1974) y Bernabé Tierno (1995)
dan la siguiente explicación etimológica: la palabra educación
tiene doble significado. Los vocablos latinos educare y educere tienen
significado del que se puede interpretar una doble funcionalidad. Educere
significa "nutrir", "alimentar", "conducir"; educar será, por tanto,
como acompañar al niño para hacerle llegar de un estado
a otro, de una situación a otra. Es la educación entendida
a encaminar, proporcionar, enriquecer y construir, desde fuera, las aptitudes
y potenciales preexistentes en el sujeto que ha de ser educado.
Educere tiene un significado diferente.
Etimológicamente este término significa "extraer" o "sacar
de". Según esto la educación sería la acción
de sacar algo de dentro del hombre; extraer del interior lo mejor de cada
sujeto, que deberá desarrollar por sí mismo. En educare
se descubre un claro matiz activo del educador. En educere, por el contrario,
es el educando, el alumno, quien toma el protagonismo por su espontaneidad
y actividad.
Tanto en educare como en educere
interviene la raíz indoeuropea "duco" que significa "sacar", "tirar",
"traer", "llevar", "hacer salir", "guiar", "conducir". Según esto,
las dos formas latinas apoyan y refuerzan la acción externa (desde
fuera), por una parte y la autorregulación y transformación
interna por otra. Es decir, heteroeducación y autoeducación
de manera conjunta y en perfecta interacción.
Nuestra concepción de la
educación, desde la actuación motriz, se justifica desde
el interior mismo de la persona, desde su configuración intrínseca,
no puede darse de otra manera. El propio individuo es el educador y el
educando al mismo tiempo, como un proceso que empieza y termina en el
mismo sujeto. Es el alumno, con sus criterios teóricos y conceptuales,
el que a través de la acción pone en funcionamiento su ser.
Pero como dice el profesor Bernabé Tierno, ese proceso educativo
interior siempre supone la eteroeducación, la ayuda que viene del
exterior y hace posible un óptimo desarrollo de las capacidades
humanas. Dentro de estos conceptos podemos añadir que cuanto más
joven es el niño más necesidad tiene de que se le aplique
la terminología "educare", o lo que es lo mismo los criterios teóricos
del profesor o educador.