El derecho del niño a la Educación: Una utopía a alcanzar
Cada uno, Emmanuel Kant
von Foester, en su tiempo, finales del siglo XVIII y del XX, respectivamente,
y a su manera, metafísico aquél y científico éste,
escriben lapidarias y, por ende, famosas, sentencias complementarias,
puede que opuestas, para pensar. El filósofo ilustrado, ordenado,
metódico, su reloj a su constante hora, de paso de la Universidad
a su hogar, sentencia: "Actúa de tal manera, que tu conducta
pueda convertirse en modelo universal". El bio-cibernetista: "Compórtate
de manera tal, que se desarrollen nuevas posibilidades".
Hoy ante ustedes, señoras
y señores, emocionado y sobrecogido, desearía que no encogido,
tengo el compromiso de llenar un tiempo, intentar su gentil atención,
sentirme realizado y animar un paso en el camino por una realidad tan
compleja y exigente como la infancia y su educación: la educación
de la infancia. Y de un lado quiero sentirme universal, pero no para mantener
lo establecido, porque, de otro lado, siendo la exigencia de estar aquí
por y para las nuevas posibilidades.
Y ¿qué comportamiento ahora
y aquí puedo, gracias a su enorme generosidad, generar, de modo
que los infantes del mundo, después de este III Congreso Internacional
de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles, (A.M.E.I.) puedan
vivir y sentir nuevas y universales posibilidades de vivencia y educación?.
Ahora, básicamente, sólo la palabra. la palabra pensada,
que antes y después ha de seguir haciéndose carne en el
diálogo y en la convivencia de hacer diario, en cada rincón
del mundo, allí donde la experiencia de una nueva vida humana comienza
a impregnarse de los contactos humanizantes de los demás. Es una
palabra dialogada. Es un pensamiento sentido y expresado en tres envolventes
direcciones: el diálogo conmigo mismo, en tenso pensar por abrir,
con bisturí de las neuronas y la energía de amar, lo mejor
para la infancia; el estar puesto, inteligencia y emoción, en el
mundo de los niños del planeta y el profundamente sentido contacto
presencial con todos ustedes, señoras y señores, amigos,
educadores y educadores de todo el mundo, magnífico ejemplo de
hermandad y de vibración intercultural.
La infancia y su educación,
pórtico y dintel de este Congreso, resumen y finalidad de toda
inquietud y desvelo amoroso, profesional e investigador. Espero de su
vibrar y de la energía que emane más allá de sus
físicos muros craneales, que aquello que les diga y aquello que
comunique me haga sentir, al menos en parte, seguro y capaz de seguir
la mirada de los niños que desde ahora pueda entrecruzarme.
La infancia y su educación,
pórtico y dintel de este Congreso, resumen y finalidad de toda
inquietud y desvelo amoroso, profesional e investigador. Espero de su
vibrar y de la energía que emane más allá de sus
físicos muros craneales, que aquello que les diga y aquello que
comunique me haga sentir, al menos en parte, seguro y capaz de seguir
la mirada de los niños que desde ahora pueda entrecruzarme.
La cuestión tiene tres
variables que se entrecruzan de manera globalizante e interdependiente:
niño, derecho, educación.
derecho
¿por qué?
¿cómo?
¿para qué?
NIÑO
EDUCACIÓN
1. ¿Quién es la infancia?
Las niñas y los niños
del mundo. La presencia y potencialidad de lo humano a lo largo de los
tiempos. La humanidad que se construye y se descubre, haciéndose.
Salidos de la madre naturaleza, como expresión diferenciada de
las posibilidades de ésta, nacidos de nuestros padres, somos una
esponja de comunicación. Es en el encuentro con los otros, en donde
y desde donde se concretan las experiencias y las vivencias que hacen
real la plena plasmación humana. La infancia es el tiempo excelente
de la apertura, de la comunicación, de la construcción y
concreción personal de nuestras posibilidades.
1.1. La infancia en la historia
Aunque con diferencias en cada
cuadrante planetario y en cada cultura, la infancia es una realidad relativamente
reciente. Exigencias de vivir y de manifestación de poder, además
de los constantes esfuerzos por salir airosos de tantos y tantos conflictos,
mantenían las fuerzas centradas en la superación de esos
inmediatos retos. Trabajo y mitología, con escasa ciencia, han
mantenido durante siglos y siglos los códigos de manejo de la realidad
por parte de los humanos. En ese mundo de lucha, en clave interpretativa
mítica, absortos por otros retos, la infancia era el nacimiento
mantenido de nuevas vidas. No era ni una cuestión de intranquilidad,
ni un reto incontrolado de dificultades.
La infancia era el mundo inmediato
que funcionaba. Ni había que pintarlo, ni era necesario convertirlo
en objeto de tragedia o media. Estaban ahí y formaban parte de
lo dado, de la en este caso positiva e inmediata fuerza natural. Sólo
se vivía que en la infancia es tiempo de entrenamiento, de dedicación
a observar e imitar. la familia, entorno inmediato e ineludible de la
realidad infantil, era el mundo que satisfacía las exigencias del
nacido. Se daban los procesos de comunicación en clave de normal
encuentro, en fórmulas de naturaleza y de espontaneidad. Sólo
la creciente complejidad de las sociedades, la lenta y procesual especialización
de los trabajo y el conocimiento acumulado, fue advirtiendo de la concreta
y diferencia vida infantil.
Desde el definido y parcial mundo
occidental, Grecia, Roma, la Edad Media, con significativas y resaltadas
diferencias, comienzan a ver que la infancia requiera algo más
que la familia. la palestra y el pedagogo griegos, así como el
instructor romano y la atención caritativa medieval, son goznes
de acercamiento a la diferencia infantil. E Esparta se promulga una ley
que determinaba fuesen sacrificados aquellos niños que fueran débiles
o mal constituidos, por no ser útiles a la República, e
igualmente dejaban de pertenecer a sus padres para ser propiedad del Estado.
En Roma, los nacidos deformes eran arrojados por la roca Tarpeya. Séneca
justificaba la eliminación de los disminuidos inválidos.
Durante la Edad Media, la infancia se acababa a los 6 ó 7 años,
alrededor de esta edad el niño se incorporaba al trabajo en el
caso de hijos de campesinos, o a servir, en el caso de los nobles, en
casa de parientes o de gentes importantes o en monasterios donde estudiaban
para clérigos.
Desde estos orígenes, marcados
por las exigencias de la realidad humana, la modernidad fortalece la visión
diferenciada de la infancia: los hijos de los poderosos, de la nobleza,
que han de pasar por la experiencia de la Scholla, otra realidad
que la familia, y los hijos de los desheredados, que animan la
respuesta caritativa de las órdenes religiosas. Ya en la Edad Media
están presentes estos hijos. Carlomagno potencia la atención
a la infancia, desde la escuela, ayudado por Alcuino de York. A su vez
las órdenes religiosas se ven apeladas en sus monasterios por el
panorama de la infancia desasistida y lastrada.
El humanismo renacentista prosigue
el avance hacia las diferencias del tiempo personal. Los libros ya saben
de la infancia. Se prepara a los hijos de los nobles para proseguir fama
y poder. El Conde Lucanor. O se novelan las peripecias de un niño,
hambre y abandonado, nacido al mundo para sobrevivir desde sí mismo,
Lazarillo de Tormes, doctor salmantino en todas las hambres históricas
acumuladas. En esta secuencia, los siglos XVIII, XIX y XX, son un concatenado
proceso de tres peldaños fortalecedores de la diferencia infantil.
El ilustrado siglo XVIII, ya explosionada
la vertiente científica de la experiencia humana, iniciada la actividad
técnico/industrial y madurada la percepción de la propia
realidad personal y social, sobre todo en la parte final del siglo, provoca
un salta cualitativo en la diferenciación de la infancia. Es templo
universal de este cambio el Emilio del escritor y pensador francés
J.J. Rousseau. Es el primer niño para el que se reclama decididamente
una atención diferenciada. El niño, Emilio, no es una reducida
expresión cuantitativa del hombre, ni un desconocido, sin peculiaridades
relevantes, en su concreta y real expresión. La infancia requiere
otra atención, Conocerse, cuidarse, apoyarse, de maneras diferenciadas
y atentas. No es una abstracción integrada en la categoría
humanidad. Es una concreta y diferente expresión de humanidad.
Ya desde esta sensibilización
ilustrada, acompañada de las revoluciones políticas burguesas,
el siglo XIX es el tiempo de la dialéctica y del escándalo.
De un lado, la conciencia respecto de la infancia había cristalizado,
de otro, la infancia vivía en muchos contextos tan dominada, sometida
y explotada, como siempre en el pasado. Los ghetos industriales de las
16 horas de trabajo diarios para muchos niños eran un escándalo
cultural, precisamente, en los tiempo en los que ya era cierta la conciencia
del respeto y de la atención diferenciados, que éstos requiere.
"¿A dónde van todos estos niños que no ríen?
-escribía estremecido Víctor Hugo- ¿estos dulces seres
que la fiebre consume?, ¿estas niñas de ocho años, caminando
solas? Van a trabajar quince horas bajo ruedas de molino. Van, del alba
al anochecer, a hacer eternamente en la misma cárcel el mismo movimiento.
Agazapados bajo los dientes de una sombría máquina, monstruo
repugnante que devora quién sabe qué en la sombra, inocentes
en un penal, ángeles en un infierno..."
En los primeros años del
siglo XIX, el industrial filantrópico inglés Robert Owen,
emprendió una dura lucha para obtener que la ley prohibiese trabajar
a los niños antes de los nueve años, y en su industrial
de New Lanarck, adoptó el sistema de los turnos de trabajo, instituyendo
olas denominadas Escuelas de Fábrica. En Inglaterra surgió
la "Childrens Employment Comission", que publicó numerosos trabajos
sobre la situación de los niños explotados en las fábricas,
y obtuvo la promulgación de una serie de leyes tutelares del trabajo
de los menores, la primera de las cuales, de 1848, "limitaba a diez horas
diarias el trabajo de los niños".
En el siglo XX, logros científicos
y maduraciones socio-políticas aúnan voces para hacer de
la infancia un elenco de experiencias, de reclamos y de exigencias. Hasta
principios del siglo XX la vida de los niños nunca fue considerada
de interés o preocupación por la comunidad internacional.
Una activista inglesa de los derechos del niño, Englantyne Jebb,
impresionada por los sufrimientos de los niños durante la Primera
Guerra Mundial hizo un llamamiento al mundo: ¡Salvad a los niños!
En 1920, surgió la Unión
Internacional de "Secours aux Enfants" (Socorro a los Niños) y
en 1923 se elaboró la Declaración de los Derechos del Niño.
Esta Declaración (llamada Ginebra Uno) fue aprobada por la 5ª Asamblea
General de la Sociedad de Naciones (1924). La Sociedad se constituye en
el coordinador de la cooperación internacional para la protección
de los derechos del niño. La Declaración de Ginebra contenía
cinco principios: a) que el niño debería tener la posibilidad
de un desarrollo normal, físico y psíquico; b) que un niño
hambriento debería ser alimentado; c) un niño maltratado,
atendido; d) un niño enfermo, cuidado; e) un huérfano o
abandonado, debe ser atendido.
Además, la Declaración
de Ginebra estableció que los niños, en caso de cualquier
catástrofe, deberían ser los primeros asistidos. Debería
prohibirse el trabajo de los niños y protegerles contra cualquier
tipo de explotación. Los niños deberán ser educados
en la convicción de que la mejor virtud es servir a su prójimo.
La Segunda Guerra Mundial causó
mayores desastres y calamidades que la primera. Esta experiencia, así
como el temor a su repetición, no podía ser obviado por
la Asamblea General de las Naciones Unidas. la Asamblea General tuvo en
cuenta que el niño por razones de su inmadurez física y
mental necesitaba especiales salvaguardas y cuidados, incluyendo la protección
legal tanto antes como después de su nacimiento, y proclamó
el 20 de noviembre de 1959 la Declaración de los Derechos del Niño,
que establecía que el niño/niña debería tener
una infancia feliz y dichosa, por su propio bien y por el de la sociedad
debía gozar de los derechos estipulados en la Declaración.
En definitiva, alcanza cierta
mayoría de edad la conciencia sobre la infancia como tiempo y ocasión
emergente de toda posibilidad de mejora y de plasmación de nuevas
formas de vida. De un lado, se proclama la diferencia de la infancia como
sujeto de derechos que inalienablemente deben ser atendidos por el bien
de ella misma y de la humanidad. De otro lado, y sobre todo, a partir
de los años 50, la ciencia, J. Piager, H. Wallon, R. Spitz, y muchos
otros, advierten de qué y cómo la infancia debe ser atendida
para alcanzar objetivos de bienestar, de paz y de valiosidad, en general,
que tanto demanda la tensa proyección humana.
Sin embargo, pese a los avances
de mentalidad u las proclamas de defensa de la infancia, la intrahistoria
de los desajustes, de los olvidos y de las injusticias sigue siendo punzante
y tenebrosa. En el último informe de la UNICEF, abril 1996, los
datos de explotación, hambre y muerte infantil son un puñetazo
en la convivencia y en la mesa de cualquier persona que sepa a humano
de bien. Como que al día mueren 34.000 niños o que están
desnutridos alrededor de 500 millones o que miles y miles viven experiencias
de todo tipo de explotación.
Sin embargo, lejos queda todavía
el que la totalidad de los Estados de la Comunidad Internacional asuma
estos compromisos, sumándose a la Convención de la ONU
de 1989 y reconociendo unos derechos esenciales y unas libertades fundamentales
para las niñas y los niños de todo el mundo.
1.2. Capacidades y aprendizajes
de la infancia
¿Quién es la infancia que
hoy conocemos y qué requiere para su potencialidad y educación?
La posible respuesta a ese interrogante ha de estar influenciada por la
secuencia concatenada e interdependiente de experiencias y situaciones
socio-culturales como las que se refieren:
la cercanía del nuevo siglo, asunto telúrico,
conciencia de tajo hacia el vacío, en la tierna y débil
conciencia humana, contingente y tenue frente al mundo de lo desconocido.
La implicada relación de la conciencia humana y del tiempo se
hace más patente e interrogativa en el momento cumbre del cambio
de siglo, aumentada si además coincide con el paso de un nuevo
milenio. Fue famoso en la construcción medieval el comienzo de
los años mil: temores, perplejidades, desconocimiento. Hoy con
ciertos caracteres semejantes, se presentan nuevos matices cargados
de incertidumbre y al tiempo de esperanza: los años dos mil como
horizonte de superación de formas atávicas de convivencia,
necesitadas de otros horizontes; o tiempos de radicalización
de las fórmulas alternativas a lo establecido, para salir adelante;
respecto de la infancia, la ocasión y el acicate para plantear
y captar en toda su relevancia y profundidad las exigencias de una nueva
forma de atender, cuidar y educar a los nuevos, como un tiempo absolutamente
fuerte en la dedicación a los problemas y esperanzas de los humanos;
la enorme y diferenciada acumulación de
novedades en el hacer, en el saber y en el convivir. En el hacer, las
casi inimaginables realizaciones de transformación de la naturaleza,
los avances científicos y tecnológicos en la química,
biología, desarrollo energético, capacidades de comunicación,
de almacenamiento y de transferencia de información. El acelerado
post-industrialismo de la tercera ola de Alvin Toffer. En el convivir,
el acercamiento de todos los hechos y estilos culturales, de modo que
hoy nos sabemos inmediata y directamente repercutidos unos y otros,
como ciudadanos del mundo, todavía, en muchos casos a nuestro
pesar. En el saber, las crisis de las propias identidades y visiones
del mundo, puestas en entredicho desde ellas mismas, por obsoletas,
y zarandeadas a la vez por el empuje de otras cosmovisiones venidas
de fuera, pero cercanas, debido a la enorme fuerza de la interdependencia
mundial, ciudadanos de la aldea global:
los logros del conocimiento, respecto de la propia
experiencia humana y, en concreto de la infancia, ya respecto de la
generación bioquímica, como de la psíquica, como
de la social, como de la cultura. Nunca como hasta ahora, se han tenido
tantas claridades y datos sobre la relevancia de las primeras experiencias
en la construcción de la propia realidad persona. Desde una tradición,
anclada en el pasado y mantenida durante siglos, apriorística,
en que la persona dependía de estructuras metafísicas
de la realidad y del pensamiento, se han pasado a una conciencia ilustrada
por la investigación con otros elementos: que la realidad de
nuestra persona es intracultural y que somos la acumulación activa
de los influjos cercanos e inmediatos de nuestras primeras comunicaciones.
"Somos nuestra infancia", resume el post-modernista Lyotard;
las novedosas exigencias de otros estilos de hacer,
pensar y sentir, para superar los retos del mundo actual. la exigencia
de pasar de los diagnósticos a la acción que no admite
demoras. Ya está dicho que el planeta requiere respeto y cuidado,
y si no se acaba. Que los humanos somos iguales y debemos vivir en paz
y ser respetados en nuestras creencias, religión, lengua, color,...
Hay una sensación de cierto empacho colectivo de los diagnósticos
y de lo que debería hacerse y vivirse. Sin embargo, es aún
fuerte la carencia de formas reales de hacer frente y poseer esas actitudes
y valores que satisfagan esos retos: ese parece ser el gran interrogante
de las nuevos años: ¿decididamente seremos capaces de las respuestas
adecuadas para superar los problemas y conflictos que se nos enfrentan
o tendremos que seguir bañados en palabras de buenas intenciones
y de que no conviene seguir como solemos?
la constante y denominante apelación a los
sentidos y a la conciencia, más que nunca antes, precisamente,
dado que el escenario global del mundo y la propia construcción
y percepción de las subjetividades nos indican intercambios de
radical novedad. En tiempos de una renovada ola mundial el pasado nos
sirve como aprendizaje y conciencia del cambio y de la crisis. No como
formas de vivir y de entender la vida. Ya no podemos ser individuos
de una, una, una lengua, patria, nación, cultura,... Ni de una
manera de entender y sentir la vida. Como no podía ser menos,
en función de los caracteres de la especie, hemos llegado a un
nivel mayor de exigencias en la línea de la porosidad, de la
flexibilidad, de la apertura: sabernos, sentirnos y gozarnos, como ciudadanos
del mundo. Y eso es radicalmente nuevo. Y requiere nuevos aprendizajes,
actitudes, valoraciones. Y la infancia es el mejor tiempo, casi el único
tiempo adecuado para entrenarnos adecuadamente en las nuevas. Aún
teniendo en cuenta las posibilidades mentales, actitudinales y operativas
de la educación permanente, como concepto y como práctica.
Todo lo indicado provoca que
en muchos ambientes y foros, más o menos políticos, populares
o profesionales, se presente la inquietud y el interrogante, por cómo
será el mañana de lo que actualmente es un hoy más
o menos coherente. ¿Cómo tendrá que ser enculturizada y
educada la infancia de mañana, de hoy mismo, para que se
germine la esperanza de un modelo de persona nuevo, que pueda ser feliz
como niño y como adulto, esperanza de solución y superación
de los muchos problemas y zozobras de hoy?
1.2.1 Tiene sentido el interrogante
al que nos enfrentamos sobre el mañana de la infancia, porque nos
hacemos entre todos: Somos gramáticos: Somos un ser gramatical.
(GRAMATICALIDAD: huella y expresión).
No en el sentido -aunque también-
de que somos seres de lenguaje, capaces de aprender la gramática,
pre-gramatizalizados, que antes de aprendida ya es algo presente en el
fondo de nuestro ser (Chomski, 1988). Así dice el lingüista
americanos:
"El desarrollo de la capacidad
mental humana está determinada en buena medida por nuestra naturaleza
biológica interna... El lenguaje no es algo que se aprenda. La
adquisición del lenguaje es algo que le pasa a uno, no es algo
que uno hace. No lo aprendes, estás sencillamente diseñado
para hacerlo en determinado momento". (Chomski, 1988, 50).
Somos gramáticos, que es
lo mismo que decir que nos hacemos personas con la constante incidencia
comunicacional que llega a la primigenia posibilidad de hacernos, en cuanto
nacidos de madre humana. No somos y después nos relacionamos. Concretamos
lo que vamos siendo en el constante fluencia de los encuentros con los
demás. El mismo investigador americanos, y ahora ya no referido
al mundo concreto de lo lingüístico sino al conjunto de la
persona, dice en la línea de la defendida explicación de
la gramaticalidad del espíritu humano lo siguiente: "Las partes
del cerebro que se cuidan de la percepción, de la memoria, de la
relación, de la, ... de la, ... sencillamente no se desarrollan
como es debido, en realidad degeneran gravemente, a no ser que se les
ofrezca el tipo de estímulo adecuado en el período de desarrollo
adecuado".
El niño de hoy y el de
mañana exige acertemos en la apelación de las facultades
filogenéticas del humano: la del lenguaje, la del movimiento, la
del afecto, la de la autonomía,... la de la síntesis del
amor.
Desde el seno materno, a las pocas
semanas de engendramiento, somos oído, polos de referencia
de comunicación que articulada y desarrolla la estructura organizativa
y expresiva de nuestro sistema nervioso. "Nuestro espíritu nace
de la comunicación, no nuestra comunicación del espíritu".
Es la tesis del interaccionismo simbólico de, entre otros, G. M.
Mead. El nacer de madre humana es condición necesaria, pero no
suficiente, para concretar en el humano que cada uno nos hacemos. La lengua,
que aprendemos de nuestra madres, es la madre de nuestro espíritu,
dado que sin alguna lengua histórica interiorizada no seríamos
la concreta posibilidad arquitectónica de establecer el espíritu,
la personalidad, la persona, que cada uno somos.
Es imprescindible superar la posibles
trabas perceptivas, que puedan alejarnos de la vivencia intuitiva y clarificadora
de la gramaticalidad. Somos las grammas que nos expresan y hollan
y que, posteriormente, nosotros expresamos, en un bucle inacabado de
expresión y apelación de representaciones. Es válido
hacernos con esa idea de manera intuitiva y clarificada. Aquí en
el aula o en el salón, o donde cada uno sea esto, estamos gramatizalizados.
Rodeados de nuestros amigos y amigas, percibimos y seleccionamos los estímulos
desde el trama arquitectónico de nuestro propio código-diccionario
vital. Lo que ahora tengo la osadía de expresarles, a la espera
de una reacción gramaticalmente, abierta de su buen corazón,
para comunicarnos, es recibido por cada uno de Vds., desde ese tamiz de
las representaciones, sangre vivencial de nuestra propia manera de estar
en el mundo, que constituye nuestra persona.
Con una gran diferencia, entre
nosotros y los infantes (quienes "no hablan"). Que esa ineludible experiencia
antropológica de gramaticalidad está fuertemente condicionada
por la temporalidad existencial del sujeto. Es una relación directa.
Cuando más inicial es la experiencia gramaticalizante, más
significativas son las representaciones, que acceden y configuran la todavía
muy inconcreta posibilidad humana de lo aprendible, de lo incorporable,
de lo "interio-rizable" (interioridad e intimidad). Que interiorizado
se hace íntimo pro-gramma vital de la propia existencia del ser
personal.
Por eso, ya es antigua la sabiduría
reflexiva y popular que ha visto la infancia como tiempo de la ineludible
y buena crianza. La infancia es una esponja, además de un tiempo
de unas insalvables exigencias de atención, expresividad, cuidado,
apelaciones, estimulaciones adecuadas, no el propagandístico precoces,
que ineludiblemente condicionarán en positivo o en negativo todo
el quehacer posterior de las personas. En este horizonte de gramaticalidad
el que queda apoyado por las personas. En este horizonte de gramaticalidad
el que queda apoyado por la investigación y la práctica
en el trabajo con la infancia, como el del Dr. Glenn Doman: La idea
de que el niño está restringido a los genes de sus abuelos
es ridícula. No hay diferencia entre el cerebro de Einstein y el
de los demás". Que ya es decir esperanzado.
"Las únicas diferencias
entre los niños son el soporte físico y el nivel cultural
de sus padres; la inteligencia es un problema de estimulación.
La llave que convierte al niño normal en un ser superdotado es
la frecuencia, intensidad y duración de la estimulación.
Hay que trabajar su cerebro pronto: a los seis años ya es viejo".
(G. Doman, 1991, 23).
Antes de seguir adelante conviene
recordar, que pese a esa enorme relevancia de los primeros días,
meses y años de nuevo ser humano, ya desde el seno materno (Tomatis,
A., 1990), toda la vida humana, en cualquier año y contexto es
una posibilidad de reestructuración. Siempre es posible la re-comunicación
y la re-visión de la propia construcción personal gramaticalizada.
Difícil, porque está hundida en la raíz de nuestra
persona, antes inexistente, mera posibilidad filogenética, vaciedad
sin las exigidas condiciones del cultivo ontogenético. Posible,
porque siempre quedamos abiertos a los retos de las nuevas gramaticalizaciones,
por medio de los encuentros con los demás. y Casi todas las tecnologías
de re-estructuración personal (terapias de la profunda configuración
de nuestro espíritu, A. Ellis, E. Berne, K. Rogers, Programa Neuro-Lingüístico,
lógicamente, se concretan en la funcionalidad de instrumentalidad
de la palabra. Son palabras los ladrillos de nuestro espíritu,
son palabras los gestos conscientes e inconscientes de nuestra experiencia,
son palabras las mediaciones con las que leemos a nosotros mismos y al
mundo.
1.2.2. ¿Qué puede pasar
desde la actualidad y hacia el futuro con los nuevos engendrados en nuestros
mundos comunicacionales? ¿Qué sabemos que sea imprescindible
gramaticalizar correctamente? ¿Qué páginas, si las hay,
están en los cimientos configuradores de la espiritual realidad
humana y cuál, entonces, debe ser la clave apelable del ser humano?
¿Qué debe ser atendible por la comunidad bio-psíco-socio-cultural,
piscina insalvable de la prolongación de la experiencia humana?
Son las preguntas por los cimientos,
por las fuentes, por las raíces, que en la construcción
filogenética y ontogénica del animal humano, diacrónica
y sincrónicamente, se han acumulado, estructurado. Acaban de divulgar,
en una última aproximación, que son 14.000 millones de años,
enorme cantidad de tiempo que la naturaleza lleva empleada en la reforestación
del jardín de la cultura, del cultivo de lo humano.
No hemos caído de pié
así como somos ahora. Ha sido un larguísimo proceso temporo-espacial,
14.000 millones de años. Los griegos, nuestros griegos del mare
nostrum, ya nos resultan -en decir juvenil- una "canica" histórico-cultural
y son de hace 2.500 años. Y ¿qué son 2.500 años,
en relación con 1.000.000 de años?. Y el Neolítico,
aquellos de las piedras, aunque sean las nuevas construcciones y usos
de las piedras, están a 20.000 años, la quincuagésima
parte de 1.000.000, que si lo multiplicamos por 14.000.000.000, casi nada.
Son datos como los de las estrellas, mareantes. Pues bien, en esta inmensa
diacronía nos hemos construido como este ser homo-sapiens-sapiens,
hecho con el sedimento selectivo de una serie de vigas maestras, de querencias
experienciales, ineludibles para seguir siendo el ser que somos, como
humanos.
Chomski, desde el acercamiento
explicativo al gran espectáculo lingüístico de lo humano,
ha llamado a esto que indagamos ahora facultades. Casi desde los griegos,
desde Platón, hoy, en el contexto del más fino quehacer
científico, muy investigados y analizados, hemos tenido que recurrir
a la cuna de ciertos saberes, como es el filosofar helénico. Sólo
aprendemos a hablar la lengua histórica en la que iniciamos nuestro
recorrido humano-humanizante si poseemos previamente, desde la ontogenia
de los miles de millones de años, la facultad interiorizada del
lenguaje.
Es imprescindible traer aquí
y ahora la autorizada y fundamental pluma de N. Chomski, para justificar
y clarificar suficientemente este punto. Primero que el cerebro como organismo,
tiene unas necesidades: "Cualquier organismo necesita un entorno rico
y estimulante (lo que aquí he llamado apelaciones) para
que sus capacidades naturales emerjan". A continuación, que
el proceso filogenético en los millones de años mencionados
ha producido una peculiar biología: "El desarrollo de la capacidad
mental humana está determinada en buena medida por nuestra naturaleza
biológica interna". Y en seguida el salto a lo que Chomski
ha estudiado de esa construcción humana. "La mente/cerebro humana
es un sistema complejo con varios componentes en acción recíproca,
a uno de los cuales llamamos "facultad de lenguaje". Y el apoyo para
poder hablar de otras "facultades". "La lengua constituye uno de los
muchos sistemas de conocimiento que la persona ha adquirido, uno de los
sistemas cognitivos de la persona".
Si esto es así, ¿podemos
hablar de un cuadro más amplio de facultades y de cuáles
son sus exigencias humanizantes? ¿Qué necesita el niño
de hoy y de mañana para que sea bien atendido, para el logro de
una adecuada gramaticalización, para construirse bien como persona?
La puesta en acción de los "varios componentes" de "la mente/cerebro
humana, que "es un sistema complejo", denominado FACULTADES.
1.2.2.1. La facultad del movimiento,
que en el humano es psicomotricidad. Todo en el humano es vivencia generadora
de interiorización. Somos una concavidad bio-psíquica configurada
con la convexidad socio-cultural, que nos alimenta humanamente y a la
que luego, posteriormente, cada uno reabastecemos. La capacidad de registrar
lo convivido-comunicado en el arsenal del espíritu humano sea psíco-motricidad.
El movimiento, el juego, es una de las raíces de construcción
del humano, es una "facultad", en el sentido chomskiano, "una capacidad
de nuestra naturaleza biológica interna", que eso sí, "necesita
un entorno rico y estimulante para que sus capacidad naturales emerjan".
Como un ser natural más,
huesos, músculos y nervios, estamos hechos para el movimiento.
La adaptación, la expresión, la mímica,... son todas
diferenciadas matizaciones de aquello que es nuestra más inmediata
y estrecha relación con el mundo de lo viviente. la relación
entre movilidad y la inteligencia es absolutamente íntima. Una
metáfora de G. Doman es bien expresiva: la necesidad de moverse
es sólo posterior a la urgencia de respirar.
Somos la facultad del movimiento.
Sin movimiento todas las potencialidades imaginables y posibles de la
experiencia humana son absolutamente impedidas y cortadas. No sólo
hay relación con el movimiento espontáneo y libre del hacer
diario, del moverse, del buscar, de trasladarse. También es de
enorme importancia y relevancia, el movimiento que se refiere a los más
definitorios esquemas del proceso evolutivo natural. En las estructuras
biológicas más arquetípicas del humano, en el cerebelo,
en el oído interno, en el hipotálamo, ... se encuentran
dormidas las experiencias primigenias de los movimientos naturales anteriores
a la manifestación del homo. Por eso, el in-fante tiende a hacer
movimientos arqueológicos en relación con la organizada
y superestructurada expresión de la cultura racionalista y tecnológica
actual. Se mueve en el gateo, se mueve en la escalada, se mueve en la
búsqueda de objetos, se mueve para coger cosas,... Con el añadido
de que muchos de estos movimientos, precisamente, por esa dominancia de
lo racionalista y organizado tienden a inhibirse, cuanto no prohibirse.
(FACULTAD MOVIMIENTO).
Muchos de los males de nuestros
niños capitalinos, urbanistas, del piso colmena y de alguna otra
estrechez, presentan los síndromes del niño-momia, estimulado
en la prohibición del movimiento y, en consecuencia, carente del
desarrollo de una de las raíces más neurálgicas de
la propia construcción. El niño es un ser de movimiento,
de conquista de espacios, de extensión corporal, de juego y entrenamiento
de las manos, de contacto con materiales diferentes, germen de diferenciadas
sensaciones. El mundo neural del in-fante, preparado a lo largo de miles
de millones de años de entrenamiento, para la interiorización,
para la intimidad, para el lenguaje-pensamiento, requiere entrenar y expresar
aquellas estructuras más primigenias y dinamizadoras, cuales son
las del cerebro primitivo. Sin contactos múltiples y variados con
el mundo, sin el quehacer entrenado e indagador de poner en marcha las
propias virtualidades, no sólo dificultamos la manifestación
de los niveles superiores de conciencia, sino que también inhibimos
la inmediata manifestación de las estructuras viejas del cerebro
y de la global experiencia animal.
Si consideramos las funciones
básicas humanas en seis: movilidad, lenguaje, manual, visión,
audición, táctil, las podemos entender como separadas y
diferentes. Sin embargo, son completamente interrelacionadas, dependiendo
unas de otras. Son una cadena interdependiente de la experiencia humana.
No se puede lograr buen nivel de destreza en alguna de ellas, si no está
bien entrenada cualquier de ellas. Por eso, en los primeros meses y años
de existencia es imprescindible estimular adecuadamente la facultad del
movimiento. Está en la raíz bio-orgánica de la realidad
personal. Se trata de poner en acción aquello que está muy
inicialmente madurado para el desarrollo: músculos sensitividad,...
estando todo el organismo absolutamente intercomunicado.
La acción corporal nos
interioriza la noción del espacio, de tiempo, el esquema corporal,
el lenguaje. Sin ella corremos abundantemente riesgos de limitación
y retraso. La noción del espacio se elabora progresivamente con
el desarrollo psicomotor. Se asimila el movimiento del gesto (arriba-abajo);
derecha-izquierda). Luego se asimila el espacio exterior vivido desde
dentro. El concepto de tiempo está ligado al de espacio. Se estimula
con experiencias de ritmos sonoros y gestos; intervienen la audición,
la vista, el tacto. Todo el infante en movimiento, en función,
estimulado. Se concreta en el trabajo con colores, sonidos, volumen, peso,
longitud, forma, cantidad. Se está animando la base de la escritura,
de la lectura, del cálculo, del pensamiento lógico. Nuclear
y relevante es el logro del esquema corporal: es la imagen mental del
cuerpo y sus miembros, las posibilidades de movimiento y las limitaciones
espaciales. Igualmente el acercamiento a la imagen corporal se construye
por medio de múltiples experiencias motrices: control tónico,
control postural, control respiratorio, control y estructuración
espacio-temporal.
Sin el entrenamiento de esta radical
facultad de movimiento, riesgo ya advertido de muchos niños urbanistas,
surgen alteraciones que afectan fuertemente a la personalidad, a través
de la incompetencia o dificultad para el alcance de ciertos logros: mal
aprendizaje-mala imagen-baja autoestima-pobre autoconcepto y se cierra
un cruel círculo de negatividad. Son los problemas, hoy abundantes,
de dislexia, disgrafía, disortografía, discalculía,
tartamudez... Suelen ser producto de alteraciones de la organización
y estructuración espacio/temporal. Principalmente de lateralidad,
cruzada o no definida, que altera la percepción espacio/temporal
y crea problemas de lenguaje, de lecto-escritura.
Nos detenemos brevemente en el
asunto sencillo y abundante de la lateralidad, que en la amenaza del niño-momia,
por las exigencias ambientales, que los profesionales de los colegios
infantiles buscan evitar, es muy relevante. lateralidad significa que
un lado del cuerpo, en su funcionamiento, domina sobre el otro. Al lado
poderoso se le llama dominante. El niño que utiliza la mano izquierda
es zurdo, sino cuando no tiene definida esa predominancia corporal, esto
ni tiene clara la lateralidad.
El predominio de un lado depende
de los hemisferios cerebrales y de la influencia de nuestra cultura, aunque
no se sabe de qué depende más ese predominio de un hemisferio
cerebral sobre el otro. El cerebro, dividido en el hemisferio derecho
e izquierdo, cruza los haces de nervios en el bulbo raquídeo. Los
zurdos pueden tener más incidencia del hemisferio derecho. Pero,
además, nuestra cultura favorece la presencia de los diestros,
en detrimento de la lateralidad zurda. Hasta los dos años, la lateralización
es incompleta, dado que el niño usa indistintamente las dos manos.
Entre los 6 y los 12 años se desarrolla y culmina el proceso de
lateralización.
Como ocurre que en nuestra cultura
predomina mucho el lado derecho surgen algunas dificultades. La situación
más desfavorable es la del ambidiestro, no predomina ningún
hemisferio, presentando a veces lateralidad cruzada, p.e. zurdo de ojos
y pies y diestro de mano. Es importante que el niño tenga definida
la lateralidad, de ahí la relevancia de una adecuada educación
de la facultad psicomotriz. La lateralidad implica una imagen corporal
bien estructurada, capaz de captar bien las dimensiones espaciales y temporales
y preparado para aprendizajes más complejos, como la lectoescritura.
1.2.2.2. La facultad del lenguaje.
"El lenguaje es el instrumento más importante para el humano. El
hombre no puede tener pensamientos más complejos que los que pueda
expresar con el lenguaje". (G. Doman, 1994, 82). Cuando los filósofos,
los psicólogos y los lingüistas se han preguntado por el lenguaje,
expresión del ser humano, siempre ha habido una crucial pregunta,
no fácilmente respondible, ¿cómo los recién nacidos
manifiestan en pocos meses esa rápida asimilación y manifestación
del manejo de alguna concreta lengua histórica en la que han sido
apelados? Hoy se ha hecho famosa y significativa la tesis apriorística
de Noam Chomski de las facultades. (FACULTAD LENGUAJE).
Los humanos poseemos la estructura
biopsíquica, capaz de desencadenarse en el medio humanizador de
la expresión de una lengua concreta. Aprendemos la lengua, pero
no aprendemos la capacidad del lenguaje, que es anterior y previa a la
asimilación del lenguaje. Si no tuviésemos esa facultad
del lenguaje no podríamos aprender la lengua concreta de nuestro
entorno. Antes sería necesario poseer esa habilidad radical de
ser sujetos lingüísticos
"La lengua es un sistema rico
y complejo, con propiedades muy específicas, determinadas por la
naturaleza de la mente/cerebro"... "El niño que aprende español
o cualquier otra lengua humana sabe, aún sin experiencia previa,
que las reglas son dependientes de la estructura. Este conocimiento es
parte de la herencia biológica del niño, parte de la estructura
de la facultad de lenguaje. Forma parte del bagaje mental con el cual
el niño encara el mundo de la experiencia". Y aún más:
"El lenguaje no es algo que se aprenda. (Como el movimiento, o el juego,
o la sonrisa o el amor, intento decir en esta presentación).
La adquisición del lenguaje es algo que le pasa a uno, no es algo
que uno hace. No lo aprendes, estás sencillamente diseñado
para hacerlo en determinado momento, Ahora bien, hay factores sociales
y de otro tipo que pueden afectar a este proceso biológico. Hay
factores sociales que determinan el momento, la oportunidad, pero lo que
está sucediendo es que el proceso biológico está
siguiendo su curso según está determinado que lo siga".
(Chomski, 1988, 63).
Otro lingüista, E. Coseriu,
recalca sencilla y profundamente:
"El lenguaje puede definirse
como el primer aparecer -conocimiento- de lo humano y como apertura de
las posibilidades propias del hombre. En efecto, el lenguaje es el primer
presentarse de la conciencia humana como tal (puesto que no hay conciencia
vacía y puesto que sólo mediante su objetivación
la conciencia se deslinda a sí misma, al conocerse como otra cosa
que el "mundo") y, en el mismo acto, la primera aprehensión del
mundo por parte del hombre. Como actividad libre, es, asimismo, el primer
fenómeno de la libertad del hombre. (Coseriu, 1991, 24).
El habla es una de las máximas
incitaciones que requiere el niño. Pero no cualquier habla, no
cualquier apelación. Funcionan con más valor y potenciación
aquéllas apelaciones lingüísticas que en el fondo y
en la forma amplían registros de potencialidad y de apertura de
la gramaticalidad del niño/a. Aquellas apelaciones lingüísticas,
cargadas de complementariedad de movimiento, de ampliación de la
sonoridad, de juego, de aceptación y muestra de seguridad y de
confianza. Es por eso que somos seres que queremos aprender. Porque estamos
hechos para hablar, para buscar y controlar información. Para sabernos
vivos y entendernos en el mundo como seres interrelacionados y captadores
de la realidad.
"El cerebro humano se distingue
en el sentido de que es el único recipiente del que se puede decir
que cuanto más se le mete más le cabe.
Entre los nueve meses y los
cuatro años, la habilidad para captar información es inigualable,
y el deseo de hacerlo es más vehemente que nunca. Sin embargo,
durante este período conservamos a la criatura limpia, bien alimentada
y a salvo del mundo que la rodea -y en un vacío de aprendizaje-".
(Doman, 1994, 43).
Una de las novedades socio-culturales
más incidentales es la posible fortaleza de la transmisión
tecnológica de información en detrimento de la comunicación
hablada. NO es hecho generalizado, ni otro elemento de rechazo de ciertos
avances. Los inventos y los logros tecnológicos hay que considerarlos
positivos y cargados de virtualidades favorables. Pero requieren un tiempo
de ajuste y un entrenamiento de maduración y de adecuada utilización.
El in-fante actual está en la encrucijada del algún riesgo.
urgido por los avances tecnológicos, rodeado de profesionales entusiastas
de las novedades y escolarizado desde la más tierna de las infancias,
puede que: reciba mucha información, manejo pronto el ordenador,
aprenda habilidades consecuentes con el contexto tecnológico, pero,...
crezca construido desde la carencia del ineludible y conveniente escenario
comunicacional de la familia y/o de las personas más cercanas de
referencia.
Desde la flexibilidad, porosidad
y apertura de la especie, el humano puede aprender a ser y a vivir como
humano de muy diferentes maneras. Tantas cuantas hay desde el Neolítico
a nuestras ciudades. Por ejemplo. Pero, ¿es posible prescindir de algunas
experiencias, entre otras citables, del dialogante encuentro familiar?
Posible es, mas ¿las consecuencias no son negativas? Sí lo son
respecto del modelo hasta ahora establecido. hacia el futuro los niños
y los humanos podemos ser muy diferentes. Esa presumible nueva forma de
socioculturalización, más informática-informática
y menos comunicacional tradicional ¿puede generar humanos desestructurados,
enfermizos, o sólo lo puede parecer ahora por el miedo al cambio
o la acelerada innovación distorsionante?
Son estos los interrogantes que
justifican el planteamiento de la infancia de hoy y de mañana.
¿Tenemos criterios aceptables que nos indiquen hacia donde mirar y hacer
con la infancia? ¿Todo vale?. En función de qué criterios,
saberes, objetivos, unas propuestas de futuro son razonablemente defendibles
y otras no? La cuestión es compleja y la racionalidad no tiene
soportes contundentes en un sentido u otro. Es una decisión a tomar
sobre el diálogo, la experiencia y la apuesta de sociedad y de
cultura que se pretenda. Defender lo pasado férreamente bloqueando
el presente y sus logros es primitivismo. La edad de piedra no es la mejor
hora de la especie humana. Ahora bien, hay innovaciones que requieren
complementarse y perfilarse. El lenguaje, urdimbre y trama radical de
la realización humana, puede promoverse de muy diferentes formas.
La coloquial cercana no es la única forma. Puede complementarse
con otras muchas actividades y metodologías. Son aprovechables
y pueden generar expansión y potenciación de la base neuronal.
Ahora bien, parece que sin deprivar el acercamiento inicial del calor
y del cercano e inmediato encuentro humano. Hay el riesgo de la descompensación,
del vacío, de la desestructuración personal. La tecnología
no puede sustituir, ni suplantar, la cercanía personal como método
de entrenamiento y de concreción de la facultad lingüística,
de la capacidad de la comunicación, de la realización del
yo con los demás.
Es el momento de resaltar que
entre esas tres facultades, que presentamos, del movimiento, de la lengua
y del afecto, y la cuarta síntesis, de la autonomía, hay
una radical e imprescindible complementariedad. "En acción recíproca"
ha dicho Chomski. Todo lo que acaece y se entrena en una de ellas no está
unívoca y exclusivamente referenciado a esa sola facultad considerada.
Todo, aunque se produzca básicamente a través del circuito
de una de las concretas facultades, repercute y envuelve al conjunto pleno
de la integradora experiencia personal. El movimiento es lenguaje y afectividad,
el lenguaje es las otras dos y la afectividad es movimiento y lenguaje
adecuados.
1.2.2.3. La facultad del afecto.
En los últimos años se ha avanzado bastante en el conocimiento
de la estructura del vínculo/apego, como radical de la construcción
personal. (FACULTAD DEL AFECTO). Es fácil y de universal observación
captar el vínculo y apego que el recién nacido tiene con
las personas que le rodean.
La Etología enseña
que la apertura a otro (arterial animal) y su vinculación con él
se encuentra reconocible en el reino animal. Los estudios de Harlow en
1958 aportaban que, desde el nacimiento, "el deseo de contacto, la
búsqueda de proximidad con la madre prima (se antepone) sobre el
hambre... el amor no se alimenta esencialmente de leche". Bowlby,
en fecha anterior, ya presentaba las mismas tesis: rechazaba el carácter
original de la noción de dependencia afectiva, por el carácter
secundario o derivado de la misma y proponía el término
vínculo-apego. El apego indica "un vínculo afectivo específico"
que se concreta en primer lugar con la madre y que lentamente se extiende
una vez cristalizado el apego. Es duradero, no refleja inmadurez, sino
que más bien es una experiencia de maduración. La prioridad
del vínculo en relación a la necesidad de alimento, la demuestra
Harlow con el experimento de las madres artificiales: hay anteposición
del contacto incluso con relación al hambre; la madre de peluche",
aunque no alimente es más tranquilizadora, superior a la madre
metálica aunque proporcione alimento. René Zazzo entiende
que el descubrimiento del comportamiento de apego es algo asimilable a
una "revolución científica", en cuanto que es la pieza que
nos muestra las raíces de la afectividad.
El apego lo resume Bowlby de la
siguiente manera:
la conducta de apego se refiere a cualquier forma
de comportamiento que tiende al mantenimiento de la proximidad física/
o psicológica respecto a otros que quedan diferenciados y preferidos.
Se desarrolla una secuencia de ritos comportamentales, verbales y no,
en los que se concreta y comunica la necesidad de cuidado y el impulso
tutelar. Es tan universal y relevante como la necesidad de alimentación
y la sexual;
las conductas que se derivan del vínculo
viven como meta el mantenimiento del vínculo, cambiando la conducta
en función de ese mantenimiento: la conducta se orienta, guía,
corrige, realimenta,... en función de las representaciones establecidas
del vínculo;
las conductas de apego se activan en estados de
necesidad, de modo que el nivel de activación se acomoda al nivel
de necesidad (medio desconocido, ausencia, riesgo,...). Al margen de
estas situaciones se mantiene en forma de clima de seguridad o de protección;
los momentos de mayor intensidad expresiva del
apego se corresponde con las situaciones más delicadas de construcción
biopsíquica: los procesos de constitución, los procesos
de desorganización o los procesos de renovación;
es un error considerar patológico el mantenimiento
del apego en la edad adulta, considerando la relevancia evolutiva que
tiene respecto a la constitución de la personalidad y al desencadenamiento
de conductas de protección;
los estilos comportamentales perturbados de la
conducta de apego pueden manifestarse a cualquier edad, debido a que
el desarrollo siguió un camino desviado en algún momento.
Son frecuentes estas desviaciones: la facilidad excesiva para activación
del vínculo, especie de apego ansioso, y la desactivación
total del vínculo mediante proceso de abandono;
el estilo de vínculos afectivos que cada
persona establece a lo largo de su vida afectiva depende de la conducta
de apego, estructurante del sistema integral de la personalidad.
Resumida esa aportación,
me parece oportuno resaltar, desde mi horizonte, el valor central de las
experiencias de amor, de aceptación, de soporte, para la construcción
correcta de la persona. Es sencillamente reforzar la conciencia nebulosa,
inconsciente, prerracional, bioenergética, que supone para el engendrado
ser humano, sentirse indefenso, limitado y dependiente, frente al mundo
y a la ineludible presencia de los demás para llevar a cabo la
propia construcción.
Se trata de intuir que en el ser
humano, como en todos los otros seres vivos, la exigencia de convivencia,
de aceptación y de ternura aceptativa, no es un plus enriquecidos
y enriquecedor de la dinámica espiritual y compleja que se manifiesta
en el humano. Es una primigenia y evidente exigencia de realización:
saber y sentirse aceptado. Una vez que uno se arroja a la existencia,
además para tener conciencia y teniendo que depender absolutamente
de los demás para ser, es correspondiente la necesidad de saberse,
sentirse, vivirse, aceptado, querido, esperado, amado, convivido. El amor,
como muestra de sonrisa aceptativa por parte de los demás es la
vitamina más ineludible e imprescindible del ser humano.
La facultad del afecto tiene en
el ser humano dos puentes comunicaciones ineludibles y primigenios, que
posibilitan y concretan esa gramaticalización humanizante con los
demás. Son la sonrisa y la piel.
La sonrisa es la más
propia manifestación de la biología-psíquica amorosidad
del humano. Es la muestra de la ternura, de la aceptación, del
saber estar con el otro, desde el mundo de la conciencia. Es la expresión
bio-simbólica de la construcción antropológica de
la radical apertura al mundo, sin el cual se imposibilita la existencia
normal de este ser de referencia construyente, que es el humano. Te sonrío
para que tu libreto existencia interiorice, sepa, que tú eres esa
persona que cuido y acepto para que seas tú misma. Nos sonreímos
para llamarnos a la vida con apoyo y con el necesario nutriente de vivirse
y sentirse esperado, querido, aceptado, allí donde se esté.
No es una némesis agresiva para haber tenido la osadía originaria
de aparecer en la vida, la ubris, la petulancia de querer ser. Es una
némesis sustentadora del recorrido existencia. Son los cimientos
raíz de la existencia personal.
La sonrisa es el estado natural,
primario, de enfrentarse a la existencia, dado que es la muestra bio-psíquica
de estar alegre. Y estar alegre consiste en vivirse convenido con el mundo.
Vivir es estar alegre de estar vivo en y con el mundo. La no alegría
u la sonrisa se aprenden. Son aprendizajes que se articulan en negaciones
frente al mundo. Lo inmediato y primigenio, sin embargo, es sonreír
de alegría de estar vivo. La sonrisa es el cuerpo psicologizado
de la alegría. Aquélla expresión de ésta,
en constante bucle de nutriente manifestación.
La piel es el puente bio-psíquico
de enlace con el mundo. Es el gran sentido de la experiencia humanizante.
Prolongación auditiva-neuronal, configura los límites en
el mundo, al tiempo que es canal intuitivo, inmediato, directo, de esa
conexión receptiva y aceptativa con toda la realidad envolvente.
La piel es el sensorio biológico y simbólico de nuestra
radicalidad de convivencia, de nuestra necesidad de apoyo y de aceptación,
de nuestra exigencia de amor y de configuración. La piel es el
armazón de nuestro edificio personal. Requiere delicadeza, cuidado,
atención. Sobre todo, exige los aceites y los ungüentos de
la ternura, de la caricia, expresión de atención y de cuidado,
de la dedicación personificante, con los demás en el mundo.
El antropólogo americano,
A. Montagu en El sentido del tacto escribe clara y fundamentadamente
sobre la comunicación humana a través de la piel. Comienza
así:
"La piel nos envuelve por completo
como un manto. Es el más antiguo y sensible de nuestros órganos,
nuestro primer medio de comunicación y nuestro protector más
eficaz. Tal vez sea la piel, después del cerebro, el más
importante de todos nuestros sistemas orgánicos". (Montagu, 1981,
26).
De las páginas finales
del mismo libro recogemos muchas insustituibles líneas:
"... Como órgano receptor
de las sensaciones táctiles, a las que se adscribe una dimensión
humana fundamental desde el mismo nacimiento, la piel desempeña
una función crucial en el desarrollo de la conducta... Dicha necesidad
-la de las estimulaciones táctiles- es universal y constante, aun
cuando varíe la modalidad de su satisfacción de acuerdo
con las épocas y los lugares". "Huelga subrayar que las estimulaciones
cutáneas han de ser paralelas al desarrollo de la personalidad
a partir del mismo nacimiento. Siempre que ello sea factible, el recién
nacido debe disfrutar del contacto de los brazos maternos, y permanecer
junto a su madres tanto tiempo como ésta desee. Debe ser amamantado
los antes posible, en lugar de verse obligado al "nido" o a una camita
con barrotes. Hay que rehabilitar definitivamente la utilización
de la cuna, y admitir su insustituible valor como auxiliar y sucedáneo
de los brazos maternos. No hay que tener miedo de prodigar demasiado cariño
a un lactante, ya que, si bien es difícil que una persona medianamente
sensata facilite excesivas estimulaciones a un niño de pecho, resulta
preferible pecar por demasía que por defecto. En vez de recurrir
al portabebés, la madre -y, también el padre- debería
llevar a su hijo sobre la espalda, utilizando un equivalente del madai
chino o del parka esquimal"... "Los niños y los adultos no necesitan
palabras, sino actos que les infunda seguridad u les comuniquen ternura".
(Montagu, 1981, 225).
1.2.2.4. La facultad de la
autonomía-amor: Hacerse persona.
Como síntesis de esos tres
mundos interdependientes, citados en la construcción de la persona
desde la infancia, las facultades del movimiento, del lenguaje y del afecto,
señalamos esta otra facultad de la autonomía-amor. Animar
la presencia y la potenciación en y desde la infancia de personas
autónomas, capaces de amor a los demás y a sí mismos.
Un niño/a gramaticalizado/a,
en los múltiples encuentros con los demás, para la dependencia,
para la heteronomía, es una enfermedad. No se mantiene, ni se expresa,
como un ser personal, capaz de la propia autoexpresión. Nacer a
la vida para ser tú, no una simulación de valiosidad personal,
más cercana al estilo dosificante de muchas experiencias. La resultante
positiva y coherente de los encuentros adecuados es la expresión
del yo, de la mismidad personal. La mejor prueba de la salud personal
es la manifestación de amor a la propia persona y a la persona
de los demás. Es las presencia del conocimiento, de la seguridad
y de la aceptación, que uno ha aprendido a vivir en el mundo, al
tiempo que se constituía como tal espíritu, como tal realización
personal.
Amor y autonomía se relacionan,
dado que amar es querer aceptar al otro desde mi libertad. Si no hay construcción
adecuada de mi yo por las carencias estimulativas de las facultades raíces
de la realización personal, entonces, me quedo imposibilitado de
comprender y aceptar la presencia de los demás como encuentro de
amor, de aceptación sin reservas, de alegría de la presencia
d los otros y de la mía propia. En muchas ocasiones, en nuestra
cultura, por razones de comodidad, de rapidez, de no saber estar sanamente
pendientes y cercano a la infancia, nos acercamos a ella de manera eminentemente
conductiva. Hay cierta maestría en el encuentro chantajista. Si
haces esto de doy esto. Y el niño aprender a ampliar el abanico
de sus deseos o de sus exigencias a medida que, modelado por los condicionamientos
envolventes, reacciona al tipo de conductas agradables a los mayores.
Aumenta su caudal de bines en función de los aciertos que capta
de las exigencias de los mayores. Modela la conducta, no desde más
adentro, no desde tomas de conciencia, no desde el exigente circuito lenguaje-pensamiento,
sino desde exigencias de intercambio reactivo.
Este entrenamiento provoca personas
capaces de asumir la dependencia, el estereotipo y el modelado, desde
fuera y estereotipado. Son el mejor interlocutor de la cultura de la publicidad
y de la inmediatez. Las razones de los comportamientos son los impactos
de lo inmediato. Sin embargo, el niño de hoy y de mañana,
como propuesta de valiosidad psico-cultural, es aquél que sabe
tomarse en cuenta en y desde la presencia dialogada en el mundo. Todo
esto requiere el entrenamiento de la capacidad de autonomía, de
la posibilidad de dirigirse y afirmarse, desde un fuerte y entrenado registro
verbal-pensamiento, en todos los circuitos estimulantes que asedian hoy
la vida personal.
Es esta una facultad-misión
u objetivo, finalidad de toda experiencia y encuentro humanos. No estamos
unos con otros paras poseernos, para dominarnos, para controlarnos, para
satisfacernos. Estamos papara dándonos. Sólo en la capacidad
concretada de amar podemos ser autónomos y al revés. Lo
dice P. Salinas de manera insuperable en dos sencillos versos: "que
alegría, vivir/sintiéndose vivido".
En el ser humano, la experiencia
e interiorización del amor, apelación gramaticalizante,
es absolutamente una exigencia radical de construcción de la persona.
Siendo una porosidad deficitaria, un arranque utópico y desaforado
de la naturaleza, realizado además para ser conscientes a partir
de los materiales de los previos e ineludibles encuentros pre-conscientes
con los demás, sentimos una arcaica y originaria indefensión.
Es un previo y cimental, originario susto ex-sistencial del que ineludiblemente
debemos salir para vivirnos como personas, capaces, a su vez, de autonomía
y de amor. Ese originario susto ex-sistencial es la facultad síntesis,
más primigenia de la construcción humana: sentirnos arropados,
sabernos aceptados, encontrarnos en la existencia respaldados, es la gramaticalización
más ineludible e insustituible de nuestra urdimbre personal: sin
ellos quedaríamos obligados de la naturaleza, abiertos a la posibilidad
de sabernos, de saborearnos, y, al mismo tiempo, desistidos de la vivencia
de aceptación y de amor, de saber que nuestra salida madre tuvo
y tiene sentido.
El aprendizaje convivencial desde
la aceptación personal, desde la ineludible experiencia de amor,
nos hace sabernos otra realidad que objetos.
"El amor -dice Humberto
Maturana- es la emoción central en la historia evolutiva humana
desde su inicio, y toda ella se da como una historia en la que la conservación
de un modo de vida en el que el amor, la aceptación del otro como
un legítimo otro en la convivencia es la condición necesaria
para el desarrollo físico, conductual, psíquico, social
y espiritual normal del niño, así como para la conservación
de la salud física, conductual, psíquica, social y espiritual
del adulto". (Maturana, 1990, 23).
La objetual es la respuesta fácil
y aprendida, realizable en nuestros contextos culturales. Aumentar nuestra
seguridad dominando, También a las personas, a los otros. Para
ello, lo más cómodo es asimilar en un juicio, encasillar
en una frase con pretensión objetiva: este es esto o lo otro. Encasillado,
acabado. Sin embargo, la vivencia del amor en el encuentro personal provoca
y mantiene el aprendizaje más importante y humanizador, esperanzado
hacia el futuro: entendernos y respetarnos como personal. En 1985 escribía:
"La vivencia universal del
amor es que no es la expresión de una faceta o aspecto parcial
de lo humano, sino que es una realidad originaria, que compromete el todo
de lo humano, de cada persona. Hay que partir de que éste es el
acto más envolvente del humano, pues pertenece a aquella raíz
de la mismidad donde toman su origen las facultades particulares. La capacidad
de amar es para el humano la expresión inmediata de la capacidad
de existir como persona... El amor es una acción libre y aglutinante
de todo el conjunto dinámico de mi personalidad. En el amor no
son las cualidades, los actos, los productos de otro, lo que me lleva
a su radical aceptación. En el amor afirmo al otro, mantenido desde
mi libertad la presencia misteriosa e irrenunciable del otro, no porque
"me interese", "me convenga", sino por el mismo. Amo al otro porque como
yo es persona. (López Herrerías, 1985, 52).
No como objetos abarcabais, no
como seres dominables y utilizables. Sí como seres dignos de respeto,
inalienables y desconocidos para cada uno de nosotros. La relación
humana, aprendida en el amor, logro insustituible en cualquier infancia
humanizadora, sabe que la persona es una expresión del ser digna
de respeto, inabordable, inabarcable y absolutamente diferente de cualquier
otro. Ser y sentirse persona consiste en entender la vida humana como
un proyecto de autorrealización, como una experiencia vital que
se configura en la construcción de la propia biografía.
Nuestro vivir consiste en tener que responder de lo que nos hacemos, haciendo
en el mundo. Esto sólo se puede plantear si nos amamos, si nos
dejamos ser, si no miramos y captamos como ser personal, autónomo
y libre. Y eso generado desde las oportunas interacciones en la infancia.
Desde muy pronto y siempre.
2. Los derechos de la infancia:
apoyo para alcanzar lo conocido y deseable.
El niño de hoy y de mañana
es y seguirá siendo gramático. Más que ningún
otro ser se hace y concreta, desde el magma bio-neurológico, a
través de las apelaciones-comunicaciones, que todo lo que le rodea
le anima en diferentes y complementarios campos de realización.
El del movimiento, el del lenguaje y el del afecto, resumidos en la constitución
personal de ser capaces de autonomía-amor. Sabemos algunas cosas
de cómo, cuándo, con qué secuencia y frecuencia,
han de ser estimuladas esas biográficas gramaticalizaciones.
El siglo XX comenzó con
el marchamo de ser denominado Siglo de la Infancia, cuando la clarividente
y oportuna pedagoga sueca, Ellen Key, publicó en 1900 su obra con
el título El Siglo del Niño. En ese espíritu,
la Asamblea General de las Naciones Unidad proclama en 1979 el "Año
Internacional del Niño". En Noviembre de 1989, en la cumbre mundial
de la Asamblea General de las Naciones Unidas se aprueba la Convención
de los Derechos del Niño, "Carta Magna" o "Declaración
de Derechos" de los niños. 61 países ratificaron posteriormente
este documento. En España, la aprobación oficial tuvo lugar
en el BOE del 31 de diciembre de 1990. Hacia delante, el siglo XXI podríamos
comenzarlo con la publicación en el año 2000 de un título
como éste, El Siglo de la Infancia adecuadamente educada,
o más metafóricamente, El Siglo humano de la esperanza
posible.
¿Qué hacer ya,
desde ahora mismo, para acercarnos al logro de esa proclama, concretar
la esperanza posible en lo humano, en y desde la infancia? Atender,
respetar y desarrollar el derecho a la educación. Concomitante
y, tal vez, previo a ese derecho, superar y corregir las tremendas lacras
de explotación y olvido en que aún vive la infancia del
mundo. Aquí queda recogido ese tremendismo socio-cultural en tres
subconjuntos: el analfabetismo; el abandono y el maltrato; por último,
y el hambre y la mortalidad.
La historia de la humanidad requiere
clamar y profundizar por los derechos de la infancia. Tiempo y experiencia
crucial en la realización de lo humano, como ya han quedado dicho.
Por eso, al menos, desde los tiempos modernos, no es extraño que
cuando de plantear derechos humanos se trataba siempre haya habido alguna
referencia a la infancia. Así, en el iniciático y lejano
siglo XVI, el teólogo dominico español Francisco de Vitoria,
desarrollaba una primigenia relación de derechos humanos en 15
puntos, de los cuales al menos dos, son ahora especialmente significativos.
Así, el artículo
3: "El niño no existe por razón de otros, sino por razón
de sí mismo". Posteriores formulaciones abundarán en
palabras y recurrirán a aplicaciones concretas de ejemplos cotidianos
y crueles de nuestros progresos socio-culturales, pero es dudoso que en
menos palabras y con más sencillez puede manifestarse el único
meollo de la cuestión. Que el niño es un ser personal. Y
en cuanto tal inalienable, no explotable, no reducible, no,... a toda
ni a cualquier expresión de la organización socio-cultural,
tendente a usar del niño como una prolongación inerte e
inundable desde el poder y los deseos de los mayores. "El niño,...
por razón de sí mismo". Aplíquese esto a las
situaciones familiares, a las relaciones escolares, a las exigencias laborales,
a las demandas de bienestar, de acumulación de capital, de presupuestos
y de decisión inversora, a todo, y de forma magistral y universal
tendremos la mejor lista de los derechos de la infancia.
El artículo 15 de Francisco
de Vitoria, de manera rotunda y artística, resume y globaliza todo
el sentido valioso de la experiencia humana: 15. "No es el hombre lobo
para el hombre, sino hombre".
Tras la sensibilización
humanista del siglo XVI, animada por los hechos coloniales, es el siglo
XVIII en su segunda mitad, el tiempo de la eclosión encadenada
de animar y potencial la conciencia por el valor y el respeto de lo humano.
Es la expresión de los derechos civiles y políticos, derechos
individuales, después sistematizados como de primera generación,
manifestados en documentos de las dos grandes revoluciones del momento:
la americana, Declaración de Independencia de los Estados Unidos
de América (4/7/1776) y la francesa, Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (26/8/1789). Esta última
se desarrolla en 17 artículos. No hay referencia expresa a la infancia.
"Todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales".
Aunque no se concretan hasta la
revolución bolchevique de 1917, todo el siglo XIX puede percibirse
como el escenario turbulento y la progresiva conciencia de delimitación
de los derechos sociales, económicos, derechos de segunda generación.
Hoy ya se tiene conciencia d la necesidad de atender y exigir los derechos
de tercera generación: aquéllos que globalizan las dos generaciones
anteriores y que pretenden atender a las raíces culturales, a los
estilo perceptivos y socioemocionales con los que enfrentarnos a la realidad
y a la propia experiencia de nuestra realización. Son los valores
ecológicos, en el sentido más integrador y comprensivo,
son los derechos por una cultura mejor, por una cultura, economía,
sociedad e ideas-creencias, más certera y radicalmente humanizadora.
Es aquí donde se articula la compleja y animosa proyección
de los derechos de la infancia: un horizonte de mentalidad y de inquietud,
cargado de ímpetu y de radicalidad en el afán de acertar
en las decisiones y en las acciones, que efectivamente puedan solucionar
conflictos y apostar por las teorías y las prácticas que
realmente despejen incógnitas y problemas hacia el futuro. El primer
logro es la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño
de 1924, ya aquí brevemente comentada.
Tras la Segunda Guerra Mundial,
fuerte sacudida de los guiones y personajes del poder del mundo, se incrementa
la exigencia funcional e interesada de tomarse más en serio el
futuro convivir de la Humanidad. Ese espíritu da a la luz la carta
magna más importante hasta ahora de la conciencia defendible y
creíble sobre las personas y su humanidad. Sólo décadas
después se proclamarán derechos específicos. NO obstante,
la Declaración Universal de 1948 tiene para nuestro asunto el enorme
relieve del artículo primero, carta magna, cimiento y columna de
todo signo de grandeza y espiritualidad del ser humano: "todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados
como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente
los unos con los otros". Este artículo exige a voces el artículo
26, el artículo dedicado a la educación. Y es que como hemos
visto, nacidos libres e iguales, dotados de razón y conciencia,
nadie puede exigir un comportamiento más fraternal de los unos
con los otros que los niños. Por la sencilla razón de la
gramaticalidad humanizante, páginas atrás desarrollada:
que lo que somos se concreta en los encuentros con los demás. Acertar
en esto es jugarnos la carta del futuro individual y colectivo.
El artículo 26 se encabalga
en tres puntos: 1. Toda persona tiene derechos a la educación.
Se refiere a la escolarización-educativa, medio instrumental de
entrenamiento y desarrollo que las sociedades deben ofrecerse para no
abandonar la realización de las posibilidades. La negación
de este punto pervive en las ingentes bolsas de falta de escolarización,
de escolarización muy poco adecuado, de analfabetismo. En el segundo
punto: 2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo
de la personalidad humana y una matizada secuencia de concretas realidades
donde ese pleno desarrollo tiene dificultades o ha de definirse. La contraoferta
de este derecho se manifiesta en las perversas gramaticalizaciones de
niños que son entrenados en la intolerancia, en la competitividad
enemiga, en el rencor y en la negación de los explicitados proyectos
vivenciales de la misma carta de derechos humanos. Por último,
el tercer punto quiere mantener el más radical derecho de la libertad,
y conviene en que "los padres tienen derecho preferente a escoger el
tipo de educación". Es contrario a esta raíz de humanización
las fórmulas en que los poderes establecidos, siempre subsidiarios
y al servicio de la más natural responsabilidad de los padres,
pretenden prolongarse y controlar las conciencias y formas de realización
de cada persona, en los complejos y múltiples procesos educativos.
2.1. Las declaraciones específicas
de Derechos de la Infancia.
2.1.1. La Declaración
de los Derechos del Niño: La Asamblea General de las Naciones
Unidas, el 20 de Noviembre de 1959, promulgó esta Declaración
específica, respuesta a los saberes respecto del valor inalienable
de la infancia y a los truculentos hechos a los que la infancia era sometida
en todos los rincones del planeta.
La Declaración proclamó
diez principios. Desarrolla y enriquece los contenidos de la Declaración
de Ginebra de 1924. Los principios subrayan la idea de no discriminación
a los niños, de facilitar su desarrollo y a tener desde su nacimiento
el derecho a un nombre y a una nacionalidad, a poder disfrutar de los
beneficios de la Seguridad Social. También proclama que el niño
que está discapacitado física, mental o socialmente, debe
tener un tratamiento, educación y cuidado especializado. La declaración
establece que el niño necesita amor y comprensión, así
como el derecho a recibir educación. Aunque de una manera global
e interdependiente todos los principios inciden en la posibilidad o no
de una atención educativa, es el principio siete el que específicamente
dice de la educación: "Principio 7. El niño tiene derecho
a una educación que debe ser gratuita y obligatoria al menos en
los niveles elementales. Debe proporcionarse una educación que
contribuya a su cultura general y le permita, en igualdad de oportunidades,
el desarrollo de sus facultades, de su juicio personal y de su sentido
de las responsabilidades morales y sociales y llegar a ser un miembro
útil de la sociedad.
El interés superior
del niño debe ser la guía de aquéllos que tienen
la responsabilidad de su educación y de su orientación;
esta responsabilidad incumbe en primer lugar a sus padres.
El niño debe tener todas
las posibilidades de dedicarse a los juegos y a las actividades, que deben
ser orientados hacia los fines previstos por la educación; la sociedad
y los poderes públicos deben esforzarse en favorecer la realización
de este derecho".
Finalmente, la Declaración
proclama que el niño debe ser protegido contra toda forma de abandono,
crueldad o explotación. También, que en aras del interés
primordial del niño, éste debería ser la guía
de los responsables de su educación y orientación.
Las Naciones Unidad también
adoptaron otras convenciones y declaraciones que promueven y protegen
diversos derechos el niño: También por otras organizaciones
internacionales como UNESCO o ILO (también asociaciones como DNI,
Defensa de Niñas y Niños Internacional, OMEP, AMEI,
organizadora de este Congreso) que promueve y protegen los derechos del
niño.
2.1.2. La Convención
de los Derechos del Niño (1989). ¿Por qué es necesario
otro instrumento de los derechos del niño? ¿Por qué es insuficiente
la Declaración de 1959? La Convención de los de los Derechos
del Niño no anula o minimiza la importancia de la Declaración
de los Derechos del Niño de 1959. Seguirá siendo un hito
ideológico para todos los Estados, para la totalidad de la comunidad
internacional, para organizaciones, familias y hombres en general.
La Declaración proclama
ciertas ideas, valores y principios cuya importancia es permanente, y
que han sido trasladados a la Convención, y, se han incorporado
a la conciencia de las Naciones. Sin embargo, la Declaración es
sólo un documento moral y político que no vincula legalmente.
La Convención de los Derechos
del Niño (Nueva York, 20 de noviembre de 1989, Preámbulo,
tres Partes y 54 artículos) es el primer tratado universal y multilateral
que, de forma general, no exhaustiva en cuanto a los detalles, establece
el reconocimiento internacional de los derechos del niño como ser
humano. Compila estos derechos humanos adaptándose a las características
y necesidades del niño. La Convención vinculará legalmente
a todos los estados que lo ratifican.
Hasta ahora no existía
un control internacional organizado de la observación de los derechos
del niño. La Convención prevé y establece este control.
Los Estados estarán obligados a presentar informes sobre el cumplimiento
de las disposiciones de la Convención . Serán examinadas
por un organismo internacional denominado Comité de los Derechos
del Niño. Las disposiciones de la Convención están
formuladas de tal manera, que su aplicación pueda ser controlada.
La Declaración de los Derechos
del Niño tiene ya treinta y siete años. En cambio, la Convención
es un documento nuevo, contemporáneo que tiene en cuenta las experiencias
de los treinta años de diferencia entre ambos documentos. Su contenido
es más rico que el de la Declaración. Regula materias olvidadas
por la Declaración o sólo mencionadas en el ella, tales
como la conservación de identidad, su intimidad, honor y reputación,
materias referentes al trato penal, reinserción, reintegración,...
La Convención es un instrumento más eficaz para la promoción
y protección de los niños que la Declaración.
La Convención , adapta
los Derechos Humanos a las particularidades de la Infancia. En particular,
especifica algunas disposiciones generales de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, del Convenio Internacional de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, así como del Convenio Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos. Por lo tanto, la eficacia de los
protección de los derechos del niño aumenta. La contribución
de los países desarrollados a la Convención ha sido mayor
que la que dieron a la Declaración y a otros instrumentos posteriores
relativos a los derechos del niño. La Convención contempla
al niño no sólo como sujeto de protección, sino también
como sujeto, como persona, que requiere mientras crece, el derecho a decidir
sobre él mismo. Se hace un gran hincapié en la protección
del niño contra la discriminación. Se tiene en cuenta que
cada niño es diferente y tiene su propia personalidad. También
se protege al niño de la explotación.
Cuestión significativa
respecto de la familia y la educación. La Convención establece
el principio de que el padre y la madres tienen una responsabilidad común
en cuanto a la educación y el desarrollo del niño, una responsabilidad
que es de carácter primario. Los intereses del niño han
de ser cuestión fundamental para sus padres.
Todo niño tiene derecho
a la educación. Este derecho ha de aplicarse de manera progresiva,
y sobre la base de igualdad de oportunidades. La Convención especifica
los principales objetivos y la educación debería dirigirse
a alcanzarlos. Los adultos como los niños tienen derecho a conocer
íntegramente las normas de la Convención.
El artículo 27, de manera
general, y los 28 y 29 de manera más específica, se refieren
al derecho a la educación. En el artículo 27 los Estados
Partes trabajan por hacer reales aquellos medios y disposiciones que ayudan
al desarrollo educativo: obligatoriedad y gratuidad; desarrollo de
la enseñanza secundaria, general y profesional; potenciar la información,
la asistencia regular a las escuelas; hacer accesible la enseñanza
superior,... En el artículo 29 los Estados Partes convienen
en los aspectos de valores y metas de la educación: desarrollar
la personalidad; inculcar el respeto de los derechos humanos, de los padres,
de la propia identidad cultural; preparar la asunción de una vida
responsable en una sociedad libre y el respeto del medio ambiente natural.
Son muy significativos a los efectos
de este III Congreso Internacional de Educación Infantil dos reconocimientos
de Preámbulo: "Reconociendo que el niño para el pleno
armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la
familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión"...
y "reconociendo que en todos los países del mundo hay niños
que viven en condiciones especialmente difíciles y que esos niños
necesitan especial consideración". Son las dos advertencias
más relevantes referidas a las posibilidades educativas de la infancia:
la realidad de una familia y la superación de las condiciones difíciles
(hambre, enfermedad, analfabetismo, explotación,...) El esfuerzo
a realizar aún es muy exigente para alcanzar los objetivos deseables.
Por eso, el Secretario General ante la Asamblea General el 20 de noviembre
de 1989 decía: "la convención que acaban a aprobar constituye
un instrumento de rico significado, precursora en el tiempo. Les felicito
y exhorto a que continúen trabajando en que los principios de la
Convención sean una realidad para todos y cada uno de los niños
de la tierra. De esta forma, no sólo aseguramos los derechos de
las generaciones futuras; también afianzamos las bases de la justicia,
la paz y la libertad en el mundo del futuro".
Recientemente en 1992 el Parlamento
Europeo establece una nueva resolución, "La Carta Europea de
los Derechos del Niño", en la que aunque se asume sin reserva
la Convención de las Naciones Unidas de 1989, opina que los niños
sufren en la Comunidad problemas específicos que hace necesarios
instrumentos comunitarios. Así por todo el mundo con diferentes
grados de honduras y gravedad.
Por último, en el Seminario
Europeo celebrado, bajo presidencia española, en Madrid, durante
los días 18 y 19 de diciembre de 1995, sobre "Políticas
de infancia en Europa", los expertos europeos llegaron a la conclusión
de solicitar a los miembros de la Unión Europea que se incluyan
los temas de la infa cia en el Tratado de Mastrich, durante su revisión
en la Conferencia Intergubernamental que se celebrará durante,
1996, así como la elaboración de un informe anual por parte
de cada país sobre la implantación y desarrollo de los derechos
de los niños, contenidos en la convención de la ONU.
El siglo XX nos presentó
nueva terminología: niños "Tercer Mundo", niños del
"Cuarto Mundo", refiriéndose a la población de los suburbios
de las grandes ciudades de los países desarrollados; en los países
menos desarrollados los penosamente famosos "niños de la calle",
"niños mendigos", categorías que reflejan que el problema
no atañe exclusivamente a la familia, sino al conjunto de la sociedad;
también "niños de la Guerra", como consecuencia de conflictos
bélicos que, en su modalidad actual, implican intensamente a la
población civil.
El abuso del niño se percibe
ahora, como la mayor amenaza para su bienestar. Prevenir y tratar esta
situación no es tarea fácil, se requiere una gran cantidad
de esfuerzo y una labor coordinada que implique a los poderes públicos,
a los profesionales y a la sociedad en general.
3. La utopía a alcanzar:
la educación de la infancia
De los dos puntos anteriores,
quién es la infancia, y qué derechos específicos
requiere, se deriva la formulación y la exigencia de que sea lo
que comporta educar a la infancia: a) atender las inviolables e ineludibles
"gramaticalizaciones" del nuevo y abierto ser humano y b) animar que esas
"gramaticalizaciones" humanizantes potencien la libertad e igualdad entre
los humanos. ¿Cómo y qué hacer para alcanzar esa educación
de toda persona, en todos los contextos y en todos los lugares, desde
la inalienable raíz de la infancia? Recogemos algunos planteamientos
y experiencias.
3.1. La política
de infancia en Europa
La citada Carta Europea del
Niño del Parlamento Europeo de 1992 muestra el interés
por estas cuestiones de la infancia. Los problemas más relevantes
son:
a) que en estos países
los niños con menos de 2 ó 3 años de edad tienen
madres trabajadoras. Es verdad que con diferencias significativas. Mientras
que en Alemania alrededor del 35% sí trabajan, con porcentajes
aún algo menores en Gran Bretaña y Países Bajos,
en Suecia y los Países del Este, con más alta tasa de madres
trabajadoras, se conceden cada vez más permisos por maternidad/paternidad,
durante el primer año de la vida del niño, por lo menos.
Es la parte asistencial de la realidad infantil, que se resume en esta
pregunta: ¿cuánto apoyo de los sistemas de asistencia a los padres
jóvenes y a los niños hace falta?;
b) el otro reto tiene que ver
con el esfuerzo por no hacer que ese tiempo que los niños están
fuera del hogar no sea sólo un tiempo de atención asistencial,
sino eminentemente pedagógico: propuesta de acciones educativas
basadas en el saber hacer derivado del conocimiento científico
sobre el desarrollo y maduración de las potencialidades humanas,
teniendo en cuenta la enorme complejidad de esa misma construcción
personal, que es todo proceso educativo. Se resumen en este interrogante:
¿qué clase de educación hay que dar a los niños para
que adquieran una robusta personalidad y sean capaces de asumir responsabilidades
y de relacionarse con otras personas?
3.1.1. El caso francés:
Se articula en tres principios:
a) el papel fundamental
de la célula familiar en el equilibrio de nuestras sociedades.
Pese a la enorme diferencia de la familia actual (incremento de los divorcios,
disminución del interés por el matrimonio, el aumento del
número de familias con un solo hijo), la familia es la célula
básica de la sociedad. Un lugar de amor, de aprendizaje. El niño
es un ser bio-psico-socio-cultural en evolución. Como todo ser
humano, pero de manera radicalmente diferenciada dada la escasa, por breve
historia personal en cuanto infante, posibilidad de comunicación
que aún ha tenido. Para el niño la familia es un lugar inicial
y parcialmente iniciático. El cometido del Estado es facilitar
que la familia pueda hacer posible el dinamismo adecuado para proporcionar
al hijo lo necesario y suficiente.
b) la libertad individual
de elección: cada individuo debe poder elegir el tipo de vida
que más le convenga. No se trata de que todas las familias tengan
que ser matrimonio, o tener tal número de hijos. Lo relevante es
ser familia.
c) el respeto de la igualdad
entre hombre y mujer y la conciliación entre vida familiar y vida
profesional.
Por eso son relevantes las disposiciones
fiscales (15.000 francos deducibles del impuesto de la renta por hijo/año,
la tasa de vivienda llega hasta un 4% de ingreso imponible) y otros medidas
(los contratos-infancia, que regulan la acogida de los pequeños,
los contratos-familia, para luchar sobre todo contra el fracaso escolar,
por las malas condiciones de alojamiento, y una especial dedicación
legislativa a la infancia maltratada).
3.1.2. El caso danés:
Como en el conjunto de la Europa industrial tiene que ver con la nueva
familia y con la actividad laboral de las madres. A lo largo de los años
70 y 80, la familia ha pasado por ser una familia donde el hombre ganaba
el pan y la mujer se ocupaba del hogar, a ser una familia sostenida económicamente
por los dos. Actualmente, el porcentaje de mujeres con un empleo y que
tienen al menos un hijo menor de siete años es del 95%. Además,
el promedio de horas semanales de estas mujeres es de 34. Entonces, ¿cómo
atender a los niños?
Se han observado los siguientes
cambios:
a) los padres, los dos cónyuges,
pasan más horas junto a sus hijos, con menos labores domésticas.
Además, en concreto, el padre ha aumentando el tiempo de presencia
con los hijos. Sirve de contrapunto el recuerdo de cómo una revista
de los años 50, cuando las madres estaban en el hogar todo el día,
aconsejaba a las madres sentarse y concertares en su hijo, por lo menos,
media hora cada día.
b) además han proliferado
los servicios de asistencia pública diurna, integrados en la seguridad
social danesa. Es un servicio de un Estado Asistencial institucional.
Y es que en la literatura sobre el Estado Asistencial se establece una
diferencia entre el E.A. residual y el institucional. El residual está
edificado sobre el supuesto de la soberanía del mercado. El sector
público desempeña un papel mínimo. Descansa sobre
la base de que la mayoría de la población debe saber afrontar
sus problemas sociales. Sólo interviene el Estado cuando la gente
no lo consigue. El Estado no interviene si no es absolutamente necesario.
Es el ejemplo de la política de Mrs. Tatcher.
El Estado Asistencial institucional
está basado en la idea de que es responsabilidad del Estado ocuparse
de las necesidades sociales. del individuo. Está marcado este planteamiento
por el principio igualitario. Es el estilo danés. Los niños
pueden ser acogidos en instituciones para prestarles asistencia o por
razones pedagógicas. Esto provoca la cuestión general de
si es bueno o malo para los niños estar en las instituciones públicas
(o privada, extendiendo la cuestión) de asistencia diurna, separados
de sus madres, a una edad tan temprana ¿Perjudica esto al niño,
más adelante, en su vida?
La respuesta es que no hay consecuencias
negativas. "No se ha comprobado que los niños de las madres
trabajadoras sufran consecuencias perniciosas de tipo emocional, social
o intelectual". (Sandra Carr, 1987) ha llegado a la conclusión
siguiente: "Una buena asistencia al niño es sólo esto:
una buena asistencia. El quién y el dónde son memos importantes
que el qué (calidad de la asistencia).
3.1.3. El caso alemán:
Aquí la sensibilización
está centrada en el riesgo de aislamiento del niño. Más
del 70% de las familias con menos de 10 años, sólo tienen
un hijo. Ya se ha referido que sólo algo más de 1/3 de las
madres trabajan. Pese a eso, los pequeños no pueden explorar el
mundo circundante sin peligro. Dependen mucho más de los adultos
y tienen muchas menos posibilidades de decidir lo que quieren hacer y
cuándo. Desde luego es una problemática alemana y muy extendida
en nuestra socio-cultura.
En cualquier caso, la ayuda asistencial
y educativa alemana está transida de intencionalidad que anime
a superar el aislamiento. La asistencia social a los niños pequeños
está pensada para promover:
contactos tan libres como sea
posible con los demás niños;
exploración sin peligro
de espacios exteriores en la casa;
contactos adecuados con adultos de edades y características
diferentes;
instituciones de asistencia adecuada, bien equipadas
y acogedoras.
La satisfacción de esos
objetivos requiere determinados requisitos, que evitan el peligro de malgastar
el potencial de los niños y que quienes los cuidan, así
como el malestar y el estrés:
diversidad para que los padres puedan
elegir entre varios tipo de asistencia (guardería de barrio, grupos
de padres, grupos organizados por la iglesia, asistencia maternal diurna,...);
descentralización, tamaño reducido
de las instalaciones, para que el niño no pase rápida
y fácilmente a la estructura de masa;
derechos de los padres a intervenir y a decidir
en los aspectos importantes de las actividades de su hijos;
institución abierta de las edades y estratos
diferentes.
3.1.4. El caso italiano
En Italia es la región
de la Emilia Romagna (Bolonia) la más famosa por su sensibilidad
a los problemas de la infancia: es donde hay más alta proporción
de servicios para niños de 0 a 6 años, considerados de gran
calidad. Aquí, como en caso todos los lugares, el debate ha sido
en torno a la guardería, el tiempo ideal y la relación e
integración de las familias y, en general, qué otras alternativas.
Nos hallamos ante un niño,
que con frecuencia cada vez mayor, es hijo único, que no tienen
hermanos, cuyos padres trabajan, los dos, que no vive quizá más
que con uno de ellos, y a menudo solo, confiado a otras personas distintas
de sus padres (abuelos, parientes, baby-sister, amigos), al que se dedica
menos tiempo cada día,... Se acusa a los padres, sobre todo a las
madres, de que tengan que despertar al niño a las seis y media
para "empaquetarlo y llevarlo a la guardería". Nos hallamos ante
un gran número de niños que pasan la totalidad de su tiempo
con adultos y delante de la televisión, en unas ciudades que no
los han tenido en cuenta. Es evidente que todo eso obliga a una nueva
y amplia reflexión sobre las opciones políticas que se han
de adoptar con respecto a la infancia.
Y no es menos evidente que la
guardería no puede ser la única respuesta, pues hace falta
respuestas diversificadas, aunque la guardería siga siendo un servicio
insustituible. Por lo que ofrece en términos de calidad y de tiempo
a los padres y por el valor pedagógico y científico que
ha alcanzado. ¿Qué respuestas hay que dar, entonces?
Las opciones pueden resumirse
así:
consolidación de los servicios de guardería
en términos cuantitativos;
compromiso permanente a la cualificación
de los servicios;
necesidad de que las guarderías sean más
productivas, concibiéndolas como centros de fomento cultural;
mayor flexibilidad en cuanto a horarios, funcionamientos,
planteamientos, todo ello coordinado con el acervo pedagógico
que los profesionales y coordinadores han consolidado;
proyectar y poner en práctica nuevas formas
de acción educativa. Básicamente esto se ha potenciado
a través d: a) la capacidad y la voluntad para lograr que los
adultos, junto con los niños, se conviertan en sujetos primordiales
de esa experiencia; b) la capacidad del personal adscrito a los servicios
para organizar, implicar e interactuar con los demás;
actuar teniendo en cuenta el conjunto de los
recursos estructurales, financieros, humanos y culturales, que existen
en los territorios: implicar a entidades y personas privadas.
3.1.5. El caso sueco: No muy distante
del danés, merece por su fama y capacidad pionera una breve referencia
específica. Desde hace una década hay un "baby-boom" en
Suecia. Cada año nacen unos 100.000 niños, con una población
cercana a los nueve millones. La política familiar sueca se basa
en la suposición de que todos los padres pueden y quieren trabajar.
Sin embargo, trabajar fuera de casa y criar los hijos genera tensiones
en la familia. Por ello, en Suecia se ha considerado necesario que la
sociedad ayude y apoye a las familias en esa situación. No deja
de ser un planteamiento y exigencia general. La dificultad está
en que sociedad y gobiernos en unos casos así lo entienden y
pueden y otros ni lo ven tan claro ni, en muchos casos, pueden, ya porque
no toman las medidas oportunas o por más profundas carencias
y dificultades.
La política familiar e
infantil sueca se basa en tres complementarios aspectos:
a) el seguro de paternidad:
los seguros de paternidad relacionados con el nacimiento de un hijo se
pagan al padre o a la madre durante 12 meses. La cuantía es igual
a la del subsidio de enfermedad que normalmente es del 90% de los ingresos
percibidos; los padres pueden hacer uso del tiempo tomando días
completos, medios o reducir el horario laboral a seis horas; no están
obligados a utilizar todos los días en un mismo período,
dado que pueden reservar días para utilizarlos más adelante
hasta que el niño cumpla los 8 años de edad. Flexibilidad
y libertad de elección;
b) la atención al menor:
las mujeres suecas tienen la tasa de empleo más alta del mundo
occidental. En 1985, el Parlamento sueco decidió que desde 1991
en adelante, todos los niños en Suecia deberían tener derecho
legal a atención al menor, incluyendo actividades preescolares
desde la edad de 18 meses hasta que ingresen en la escuela obligatoria
a la edad de siete años. Los padres que estudian o trabajan deben
tener acceso a una plaza en una guardería o recibir atención
en guardería/hogar familiar. Todos los niños que no asisten
a centros maternales deberán tener acceso a educación pre-escolar.
Un punto muy importante en
que está la inflexión del derecho a la educación,
utopía a alcanzar, que ya en Suecia es una avanzadilla que toma
carácter, es el siguiente: los programas de atención al
menor, de ser principalmente un servicio para los padres para proporcionar
una buena atención al menor mientras ellos trabajan, han pasado
a ser considerados necesarios para el propio niño, como buenos
para la crianza de los niños y para su desarrollo físico,
social e intelectual. La atención al menor es deseada por los padres,
independientemente de la situación familiar, por el bien de los
niños. Esto es así, por la alta calidad de la atención
al menor: personal bien cualificado, buenos entornos (centros en el área
de vecindad de la familia), grupos de niños reducidos (10-12 niños
en el grupo más joven y de 15-18 en el grupo de más edad;
la ratio de personal es de 3 a 5 personas para cada grupo de niños
, dependiendo de la edad de los niños), programa educativo adecuado
a las edades preescolares (los niños con disfunciones en su gran
mayoría están integrados en los centros corrientes).
También existen las
llamadas pre-escuelas optativas para niños menores de 4 años.
En este tipo de preescuela los niños van acompañados por
un padre o una madre cuidadora, para ofrecer, tanto a los niños
como a los adultos, la oportunidad de encontrarse en grupo, bajo la supervisión
de un maestro especialista en pre-escolar.
c) ayuda económica a
todas las familias y en especial a las familias con grandes necesidades:
subsidios familiares para todas las familias y otras ayudas para familias
con necesidades extraordinarias. El subsidio familiar se paga, sin previa
solicitud, a todos los menores hasta e incluyendo el trimestre en que
cumpla los 16 años de edad. Es uniforme y en el 1990 era de 5.000
SEK al año. Existe un subsidio adicional para familias con muchos
hijos: éste iguala a 1,5 subsidios familiares básicos por
el tercer hijo y a 1,6 por cada hijo adicional. También hay ayuda
para la vivienda: ésta asciende a 3.180 SEK por hijo al año.
En Suecia hay voluntad política,
necesidad de alcanzar una más adecuada pirámide de población,
que tuvo serios riesgos de quedar invertida con mucha población
longeva y escasa infancia y juventud, y uno de los promedios de renta
per cápita más altos del mundo. En cualquier caso, hay muchos
aspectos que parecen imitables.
3.1.6. El caso español:
En las últimas décadas se experimentaron muchas de las condiciones
económicas y socio-culturales ya señaladas: explosión
de la concentración urbana, cambio de la organización y
estructura familiar, familias reducidas, divorcios, ... acceso de la mujer
al trabajo fuera de casa, cambio de actitudes y de mentalidad, consumo,
economicismo,... Ese conjunto de factores ha provocado que en la actualidad
la tasa de fecundidad esté entre las más bajas del mundo,
dado que es la más baja de Europa, en un 1,4 hijo por mujer.
Desde los años 60 proliferaron
los centros de atención a la infancia, guarderías, en su
gran mayoría privadas, son la aparición lenta y constante
de guarderías públicas. Durante los años 80 ha habido
un fuerte incremento de una conciencia cualitativa de atención
a la infancia, que ha potenciado la cantidad y el cambio de perspectiva
de esta atención. Así, hoy y apoyado en la Ley Orgánica
de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE, 1990) que ha
integrado la educación infantil en el organigrama del sistema escolar,
aunque no obligatoria, prácticamente todos los niños de
entre 4-6 años está escolarizados en la red pública
y privada y de los 0-3 años, más del 60%, en este caso mayoritariamente,
en la red privada.
El cambio de perspectiva, paso
semejante al general, bien concretado en el ejemplo sueco, tiene que ver
con el centro que ha pasado a ser educativo, centrado en la mejora del
niño, y no asistencial, de ayuda y seguridad para los padres. Aún
queda mucho camino por recorrer y muchos esfuerzos y desarrollos profesionales
adecuados que realizar. No obstante, la mencionada Ley, cuyo capítulo
primero está dedicado a la educación infantil, dice en el
artículo 7.1: "La educación infantil que comprenderá
hasta los seis años de edad, contribuirá al bienestar físico,
intelectual, afectivo, social y moral de los niños. Los centros
docentes de educación infantil cooperarán estrechamente
con los padres o tutores a fin de tener en cuenta la responsabilidad fundamental
de éstos en dicha etapa educativa". Y decididamente educativo,
el artículo 8 señala las finalidades: "La educación
contribuirá a desarrollar en los niños las siguientes capacidades:
a) conocer su propio cuerpo y sus posibilidades de acción; b) relacionarse
con los demás a través de las distintas formas de expresión
y de comunicación; c) observar y explorar su entorno natural, familiar
y social; d) adquirir progresivamente una autonomía en sus actividades
habituales". Una dificultad es que la renta per cápita española
es unos 5.000 dólares menos que la sueca, por ejemplo, el PIB algunos
billones menor y puede que la voluntad y la claridad político cultural
sobre en qué hacer hincapié personal y socialmente menos
clara y valiosa.
3.2. El caso latinoamericano
Es necesario solicitar de ustedes,
señoras y señores, la amable comprensión libremente
matizada por cada uno, del desfigurador sincretismo que supone recoger
en una conceptualización tan rica variedad, como son la propia
experiencia y las concretas respuestas de cada Estado de esta región
del mundo a este sugerente reto de la educación infantil. Razones
metodológicas y de comunicación ahora exigen, desde mis
posibilidades, que sea este el planteamiento.
Además de la adhesión
de sus países a los documentos internaciones, implicados en la
voluntad y en el esfuerzo por la mejora y potenciación de la infancia,
hay que recordar la cercana, noviembre de 1995, Declaración de
la V Cumbre Iberoamericana de San Carlos de Bariloche, en que todo el
continente apuesta por la educación como motor de desarrollo. Expandida
en un total de 99 artículo y tres Partes (1ª Parte, La Educación
como factor esencial del desarrollo económico y social, 2ª Parte,
Convenio para la Cooperación en el marco de la Conferencia Iberoamericana,
y 3ª Parte, Asuntos de especial interés). la Declaración
afirma en el apartado V de la 1ª Parte, Conclusiones, "37 La educación
necesita ser integral e integradora frente a una realidad que va consolidando
la globalización de las actividades económicas,..."
El artículo 38, amplio resumen del documento en el punto f) dice,
en una aproximación educativa a la infancia: "El estímulo,
desde la más temprana edad, de la curiosidad intelectual y la capacidad
inquisitiva, que constituyen el punto de partida para el desarrollo de
la investigación científica y tecnológica, así
como de las transformaciones sociales, orientadas hacia la promoción
del bienestar del conjunto de la sociedad".
Recordada esa permanente y actual
apuesta por la educación del mundo latinoamericano, hay que tener
en cuenta las dificultades, retos y propuestas actuales, que vive ese
significativo ámbito del planeta respecto de la infancia y su educación.
la más influyente variable es la de la crisis económica.
Aunque en este momento, algunos países, Chile, Perú, Brasil,
entre otros, encuentran algunos puntos de luz en la estructural crisis
económica, aún se viven las secuelas generalizadas de la
crisis más profunda y prolongada del último medio siglo.
Tres son los procesos muy relacionados
con el desarrollo socioeconómico de la región:
a) el crecimiento demográfico:
la población latinoamericana muestra una pirámide joven.
Alrededor del 40% del total de los habitantes tiene catorce años
de edad o menos, en contraste con la cifra levemente superior al 20% de
los países europeos. Así, para el quinquenio 2020-2025 se
prevé una tasa global de fecundidad de 2,8 por mujer. De acuerdo
a las proyecciones hechas por el Centro Latinoamericano de Demografía
(CELADE), en 2025 la población latinoamericana todavía corresponderá
a la de una población joven con un 30% de la misma ubicada en los
tramos de edad inferiores a los quince años. Esta realidad demográfica
en un contexto económico deprivado provoca abundancia de población
joven económicamente inactiva; por ejemplo, en México, en
1984 había 86,1 personas inactivas por cada 100 activas. Estos
desajustes imponen una pesa carga a las economías latinoamericanas
que deben destinar cuantiosos recursos para su atención, desviándolos
de sectores de mayor productividad a corto plazo y generadores de más
amplio empleo.
b) Urbanización y crecimiento
urbano: Entre 1950 y 1980, la población de los centros urbanos
con más de 20.000 habitantes se cuadruplicó: de 40 millones
a más de 160 millones. En 1950, América Latina tenía
seis o siete ciudades con más de un millón de habitantes,
en 1980 tenía 25; en el 2.000 probablemente tendrá 46 que
alojarán el 37% de la población total. Esto ha provocado
todo tipo de problemas: de distribución, de servicios: así,
aunque el dato es un poco pasado, pero la realidad se mantiene parecida,
en 1975 en Sao Paulo con menos del 10% de la población brasileña,
le correspondía, sin embargo, el 44% del consumo nacional de electricidad,
con el 39% de los teléfonos del país, también se
concentraban allí más de la mitad de la producción
y empleo industriales. ¿qué para los otros grupos, sobre todo,
los rurales?
c) Pobreza: Entre las investigaciones
más exhaustivo de la evolución de la pobreza en América
Latina están las realizada dentro del marco del Proyecto Interinstitucional
de Pobreza Crítica de la CEPAL. En relación a los menores
de 6 años el informe concreta y proyecta los siguientes datos,
expresados en millones:
1970 1980 2000
TOTALES: 27,7 35,5 51
Urbanos 9,0 14,8 31
Rurales 18,7 20,7 20
Al considerar estas cifras,
se debe tener presente que para muchos de los niños pobres, las
estrategias de supervivencia de sus familiares y/o los programas sociales,
tanto públicos como privados, son a menudo inadecuados e insuficientes
para asegurarles un desarrollo integral viable en el medio donde nacen.
En la actualidad, la interdependencia
de los elementos analizados, agudizada la negativa por la crisis económica
de los años 80 y la vulnerabilidad de los familias, hace que la
atención a la infancia y las propuestas de educación no
reúnan las condiciones válidas para lograr los efectos deseables.
La protección que debe recibir un niño, preferentemente
por parte de sus progenitores muchas veces no es ni la mínima.
Dentro del continuum que va desde una situación óptima de
protección total o integral a una extrema de "desprotección
total o abandono", se verifican diferentes situaciones que, según
el origen e intensidad de las carencias originadas por el descuido, exponen
al niño a la posibilidad de sufrir diversas alteraciones en su
desarrollo físico, psíquico, social, afectivo. Naturalmente
que la desprotección no se da exclusivamente en las familias pobres,
pudiendo aparecer en familias de otros estratos sociales; sin embargo,
en las familias económicamente más vulnerables, los menores
se encuentran sometidos a un riesgo mucho mayor de ser víctimas
de diferentes tipos de descuido.
Se pueden distinguir factores
intra y extra familiares que afectan a la calidad de la protección
que se brinda a los menores. Entre los intrafamiliares: los recursos de
la familia; la educación, habilidades, actitudes y experiencias
de los miembros adultos del núcleo familiar; ciertos caracteres
de la composición y estructura familiares: la falta de figura paterna,
numerosos hijos menores de edad, vínculos inestables y de corta
duración, sobre todo en el ambiente urbano. Entre los factores
extrafamiliares: la disponibilidad y el acceso que la familia tenga a
servicios básicos y a los recursos de la comunidad: servicios sociales,
educacionales, de salud y de infraestructura, cuya cobertura y eficacia
dependen directamente del gastos público.
Cuando esos factores no existen
surgen los niños de la calle. (Conviene distinguir entre los niños
de la calle, el grupo más crítico, reducido y abandonado:
los sin familia, para quienes la calle es el hogar; los niños en
la calle: los que por extrema pobreza pasan días y, a veces, noches
en la calle, pero tienen familia. Niños que abandonan sus hogares
para deambular por las calles de la ciudad latinoamericanas, con aspecto
descuidado, sin supervisión adulta, a toda hora del día,
incluyendo el horario escolar e incluso durante la noche. Un estudio realizado
en Santiguo de Chile en 1982, reveló que el mayor porcentaje de
los niños callejeros correspondía al tramo 9-12 años;
casi el 94% presentaba fracaso escolar, situación agravada por
el absentismo escolar, que afectaba a casi un 70% de los casos. La escolaridad
de los progenitores era sumamente baja (la mayoría un promedio
de 4,5 años de enseñanza básica), dándose
además un porcentaje alto de analfabetos: 17,7% de los padres y
21,4 de las madres. El padre se encontraba presente en el hogar en sólo
13,7% de los casos.
Otro trauma derivado de la pobreza
y de los factores señalados es el trabajo infantil. Actividades
económicas de tipo marginal, clasificables así: distribución
al por menor, servicios de juego, prostitución, mendicidad, hurto,
atraco, tráfico de drogas,... A todo esto hay que añadir
el aumento del número de niños muertos, mutilados y huérfanos,
como resultado de enfrentamientos que se producen en contexto de violencia
originados por guerras, protestas urbanas, violencia rural y narcotráfico.
Así, una gran parte de
la población infantil aún no tiene acceso a un puesto público
o privado de guardería o de asistencia infantil social y/o pedagógico.
Aunque hay diferencias entre países y, como es claro, entre grupos
sociales, la mayoría de los niños de 0 a 6 años no
tienen la oportunidad de ampliar sus posibilidades de desarrollo y potenciación
personal dado que el contexto familiar es muchas veces muy deprivado y
los medios públicos muy escasos, pese a las proclamas que se expresan
respecto a la relevancia y conveniencia de la dedicación de profesionales
y de medios, en general, a la infancia. Los retos más inmediatos
son los referidos a la prevención de enfermedades, a la superación
del hambre, al freno del analfabetismo entre los jóvenes y la población
adulta, y la puesta en marcha de todos los medios sociales y pedagógicos
para que todos los niños tengan la oportunidad de crecer y desarrollarse
en el mejor ambiente.
3.3 ¿Qué y cómo
hacer para progresar en la utopía de la educación infantil?
La presentación analítica
de los retos y respuestas de algunos lugares del planeta, que aún
podía hacerse obviamente más extensa, ha mostrado la configuración
compleja y retante de muchos logros y momentos de nuestra historia. Con
profundas diferencias entre países y continentes, pero con la latencia
más o menos emergente de una serie de hilvanados y repercutidos
fenómenos, que aquí o allá provocan un escenario
de cierta identidad.
Saberes y hechos que nos apremian:
a) que la infancia es un tiempo crucial y radicalmente valiosos y adecuado
para general posibilidades de mejora, desarrollo, potenciación
de capacidades de todo tipo y sentido; b) que la conciencia ética,
política y normativa de la convivencia de las personas y de los
pueblos tiene clara, definida y exigida, la serie de conductas que deben
erradicarse y el núcleo de derechos alternativos que deben realizarse;
c) que una larga serie de tradiciones y de carencias organizativas y estructurales
mantiene entre los diferentes pueblos de la tierra, entre los diferentes
grupos humanos de un mismo Estado entre las personas de una misma institución,
desproporcionadas e insultantes posibilidades para alcanzar los medios
y condiciones necesarios para hacer real y concreto el primer, en todos
los sentidos, clamor de los derechos humanos: todos somos libres e
iguales.
En función de esa compleja
realidad y clarificado el objetivo, extender y cualificar la atención
a la infancia como tiempo humano de necesario entrenamiento pedagógico,
las medidas económicas, institucionales, políticas, ideológicas,
de todo tipo, que han de tomarse no admiten demora. Es la proclama de
la "revolución gentil" de G. Doman. El reto de atender sabiamente
a la infancia, fuerza de cambio y renovación de los estilos dominantes
de pensar, hacer y sentir de los humanos. No sólo porque si atendemos
adecuadamente a la infancia, la humanidad desde y en ella mejorará,
sino porque la educación de la infancia como proyecto primario
e inalienable provocará cambios radicales en el mundo de lo político,
de lo económico, de lo cultural. la infancia constructora y reconstructora
de humanidad. W. Heinsenberg lo decía de la juventud, pero es extendible
y más radicalmente decible de la infancia, aunque en este caso,
claro, depende de cómo nos acerquemos a la infancia: "La marcha
del mundo decía el gran físico -será determinada
por lo que quieran los jóvenes. Si la juventud se decide por lo
bello, habrá más belleza; si se decide por lo útil,
habrá más utilidad. De ahí que la decisión
de cada uno tenga importancia no sólo para él mismo, sino
también para la sociedad humana".
El sentido de muchas de las medidas
a potenciar ha sido considerado en los casos analizados. Seguro que el
reto del siglo XXI es ser más creativos, decididos y enérgicos,
de modo que entre todos nos exijamos que aquello que es claro y valioso
realizado, no siga en el sueño del egoísmo y de la incompetencia,
esperando que otro siglo u otros tiempo, en definitiva, otras personas,
sean capaces de concretar aquello ya ideado y soñado. Los tiempos
ya están maduros, los objetivos y las medidas ciertas y controladas.
Lo único que falta son más y mejores, los objetivos y las
medidas ciertas y controladas. Lo único que falta son más
y mejores manos en la obra, en la lucha pacífica y decidida por
hacer la humanidad posible. Qué es la humanidad de la libertad,
de la paz, de la solidaridad. Del amor. Y ello sólo se puede realizar
en u desde otros aprendizajes. Desde las primeras gramaticalizaciones
quedar sellado por el afán de cooperación, de convivencia
justa, de diálogo respetuoso, de encuentro entre iguales. Eso es
tan humano, más que lo otro, la ignorancia, el analfabetismo, la
explotación. Sólo que especie en tensión, si humanos
nos quedamos en el pasado de la bioquímica más inmediata
puede parecer más real y arraigada la explotación, la competitividad,
pero si nos decidimos por el futuro, que pasa por la infancia educada
de otra manera, aprenderemos las gramaticalizaciones humanas de los otros
estilos, de aquéllos que los derechos proclaman y nuestra más
íntima y sencilla conciencia nos grita.
¿Qué hacer? No es el mejor
método esperar o ofrecer recetas inmediatas. Siempre se quedará
cortas y ligadas a las concretas condiciones de un problema, que se saldará
con un ajuste adaptativo nuevo y mantenedor. Aunque sí es cierto
que allí donde haya hambre o explotación tienen que desaparecer.
Aunque sí es cierto que allí donde haya analfabetismo y
enfermedad hay que hacer lo necesario, urgente y superador. Sí,
pero lo que realmente hay que hacer es encender las conciencias y abrir
generosa y laboriosamente las manos, para que siempre y en todo lugar
se mantenga el acicate, la iniciativa, la repulsa, la actitud y acción
inagotables de secuencias, de alerta, de estar en la brecha de la vida,
haciéndonos con y por los demás. Para el bienestar de todos
porque hayan acabado en las mentes y en los sentimientos de los humanos
la potencialidad de la guerra, del odio, de la explotación, de
la ignorancia.
No obstante, desde mí,
sin exhaustividad y sabiendo, señoras y señores, que cada
uno desde el peculiar horizonte de su conciencia y de sus manos tiene
algo maravilloso e ineludible que decir, propongo algunas básicas
exigencias para alcanzar el derecho a la educación de la infancia:
Para ello, los intersticios vivenciales
que unen cada hoy y cada mañana, que aglutinan en un continuum
sin fisuras, el hoy y el mañana, tendrán que ser concretados
en tareas personales y profesionales, labradas en la ilusión, en
la dedicación, en el esfuerzo y en el saber-hacer científicamente
sustentado y políticamente generoso arriesgado:
Algunas cosas no las podemos olvidar, mientras
vamos sabiendo más:
a) que nosotros también hemos sido
y somos niños. Es a nuestro niño a quien debemos
siempre escuchar y atender cuando pensamos qué y cómo
acertar en el trato con los niños y niñas; seres
de vínculo/apego nada puede sustituir, por muy tecnológico,
futurista y germen de poder-dominio-explotación que sea,
la inicial referencia a los demás de los seres humanos
o ¿tendremos que hacernos hacia el futuro entre software de estimulación
neuronal, carenciales o privados del calor humano, humanizante,
del otro? La dicotomía no tiene porque ser tan extrema.
Añadir la cacharrería de lo nuevo sin detrimento
de las raíces de lo profundo y originario;
b) que nada es más importante y
definitivo que dedicar tiempo, esfuerzo y profesionalidad al cuidado
y estimulación de la infancia; eso corrobora la investigación
y el conocimiento de la realización y experiencias infantiles.
Siempre aparece una propensión de la especie humana hacia
el establecimiento de vínculos intensos afectivos, sustentados
en la procreación y el parentesco y relacionados con los
procesos de la crianza;
c) que todos los organismos e instituciones,
ya políticos, ya económicos, ya científicos,
todos, deberían plantearse radicalmente la exigencia y
atención adecuadas a la infancia, sin reserva, sin concesiones
y con plena responsabilidad y generosidad; es la exigencia y el
reto más estimulante de paz, justicia e igualdad hacia
el futuro. Es el recinto de la bien formulada revolución
gentil o pacífica DE G. Doman. "Hace mucho tiempo se
dijo, y se dijo sabiamente, que la pluma es más poderosa
que la espada. Debemos creer que el conocimiento conduce mejor
y por ello a un bien más grande, mientras que la ignorancia
conduce inevitablemente al mal... ¿Quién puede decir lo
que al final sumará el beneficio que significará
para el hombre esta avalancha que ha iniciado esta revolución
pacífica? (1994, 202).
d) que las verdades más evidentes
y sencillas, como el valor de la familia, la convivencia cálida
y aceptativa, además de estimulante, de los más
cercano, nunca debe ser sustituida, ni reemplazada, por nada;
no es mantenimiento tradicionalista del pasado porque sí.
Este es uno de los más atractivos retos de la existencia
humana: hacer presente el futuro y mejorar las posibilidades de
la especie, cosa que hay que elegir y decidir, sin poseer al tiempo
y en profundidad todas las cartas. Se corren riesgos. Estos no
aumentarán innecesariamente si lo ya conocido como válido
no queda olvidado y perdido en nombre de otras menos contrastadas
experiencias;
e) que los centros de educación
se planifiquen y trabajen de forma integrada con la familia, con
las otras instituciones del entorno social, con una filosofía
y predisposición radicalmente ligada a
la paz y a la estimulación niño/a,
que tienen todo el derecho a ser niños y niñas;
no es solución ni mejora a los deseos de hacer mejor con
la infancia la excesiva institucionalización de aprendizaje
de los mayores, ahora a la infancia, debe ser radicalmente desechado.
No es de eso de lo que se trata cuando hablo de estimulación
adecuada, que nunca debe ser ni entendida ni ejecutada como precoz.
Es no dejar pasar el tiempo de la posibilidad en el vacío,
y no sustituir exigidos y naturales estímulos por otras
interesadas, equilibradoras y oportunas alternativas no precisamente
para el niño o niña, sino , sino para el sistema
establecido;
f) que los Medios de Comunicación
social ayuden real y decididamente a potenciar las facultades
de la infancia con los más adecuados y valiosos estímulos,
de modo que de ninguna manera se consienta desde alguno de los
ámbitos sociales, que estos medios puedan seguir tratando
a la infancia como un potencial cliente que ha de ser sometido,
y sumergido en las aberrantes apelaciones, que de forma atentatoria,
alevosa y pasivamente aceptada, constantemente ofrecen; este aspecto
ya no requiere más palabras, logrado el nivel de saturación.
Requiere un concreto y radical paso a la acción, conscientes
de profundo mal que se está haciendo: el le merchandising
no puede ser el supremo valor de nuestra cultura, ni los medios,
indiscriminadamente, el poderoso invento aglutinador de la especie
hacia ese horizonte. Algunos límites, nacidos de criterios,
habrá que proponer. Uno de los ineludibles criterios es
el saber y proyectar qué infancia actual/futura estamos
dispuestos a imaginar y proponer;
g) que las familias, asociaciones, grupos
de poder económico, social y político, en definitiva,
que todo el entramado social, sea capaz de desarrollar los medios
pedagógicos y socio-económicos preventivos y, en
su caso, los jurídicos y políticos adecuados, para
subrepticios, expresados en defensa del más erróneo
y liberaloide mercaderismo, siga utilizando la enorme incidencia
mediadora de las tecnologías actuales, como poder apelante
de las más atávicas, superables y globalizables
estructuras bio-humanas, para hacer de la infancia un reducido
y potencialmente enfermo ejército de clientes del egoísmo,
de la ensoñación placentera
roedora de la naturaleza, de los demás
y de uno mismo, de la violencia y de la competitividad destructiva;
no es exagerado el planteamiento; cómo imaginar y explicar
una infancia asesina, algunos niños espantosamente condicionados
para el juego brutal de la violencia terminal;
h) que desde todos los sectores sociales
y políticos se llegue a comprender que el gastos de educación
infantil no debe mantenerse en el quiero y no puedo, que es un
no querer verdadero, de gastar para consumir, mantenerse como
se está y vivir de la apariencia. Hay que elevar el nivel
de exigencia de modo que los gastado pueda realmente considerarse
inversión. Cuando se gasta para consumir se aumenta la
posibilidad de empobrecimiento; cuando se gasta para invertir
realmente se está apuntando hacia el logro de aquello que
se conoce como logro alcanzable; en este caso la adecuada y exigente
atención a la infancia, a través de la familias,
de los pedagogos y de todos los profesionales, de modo realmente
inversor. Uno de los filamentos de progresismo político
actual, nacido de la clarividencia de ciertas realidades, ha tomado
el camino de facilitar y posibilitar, mediante una legislación
adecuada, que los padres puedan estar más tiempo y con
más tranquilidad en contacto con los bebés. La confluencia
de tres factores: la liberación de la mujer, la profundización
y exigencia psico-cultural del mundo del trabajo, -fenómenos
centrifugantes del núcleo familiar-, y la aparición
estrella de la alternativa institucionalizada del centro de atención-educación
infantil, pasaban al bebé de ser realidad familiar a casi,
casi, experiencia para-familiar. Pronto se ha visto que eso era
dislate. Suecia, ya lo ha comprobado y ha corregido la secuencia;
i) "que los profesionales, como se ha
dicho en un cercano (Noviembre-94) y relevante Congreso (Asociación
Rosa Sensat, Carcelona), se comprometen personalmente y a través
de sus centros, asociaciones y movimientos, a llegar a ser cada
vez más el eje vertebrador de la Educación Infantil,...
haciendo que cada escuela o servicio, o programa, sea un auténtico
laboratorio de pedagogía social";
j) que entroncados en la acción
pedagógica con la infancia, todos tengamos, ya como familia,
ya como ciudadanos, ya
como profesionales, la ilusión
y la fuerza intactas para mostrarnos personas capaces de vivir
y manifestar la adecuada carga de utopía, que ineludiblemente,
como seres humanos que consentimos en tener que hacernos, hemos
de animar para acercarnos válidamente a esa exigencia de
autorrealización; "somos nuestra infancia" una gran verdad
y el único gran relato que nos transfiere el postmodernismo,
en la pluma de Lyotard y seremos lo que seamos capaces de soñar
y querer:
k) que no se pierda por nada del mundo
el horizonte de la sonrisa y la expresión alegre y tierna
de los ojos de los niños. Poco hay que temer del mañana
si se entienden algunas cosas de las que ya sabemos y mantenemos
aquello que es vivencia y seguridad, antes y después de
los saberes: que los humanos somos relación, expresión
de convivencia, capacidad de autonomía, de personificación
y disponibilidad de amor. Y todo eso necesitamos dar y aumentar,
a través de las apelaciones-gramaticalizantes. Sobre todo
entre los nuevos, estaría cerca, en un mañana muy
próximo, en todas las tierras y allende todos los mares,
si despiertos, fuésemos capaces de soñar y animar
la tensión de nuestro espíritu hacia aquello que
más merecía la pena enfocarlo: dejar detrás
de nosotros y entre nosotros nuestra más agradable y buena
obra: una infancia atendida, apelada y amada con toda la radicalidad,
ternura y profesionalidad, en su caso, que exige el que ésa
sea nuestra más identificadora, verdadera y bella actividad.
P.D. Hace años me
inventé una niña hija, que me acompaña y hago presente
en todos los Congresos de Educación Infantil a los que me invitan.
Esperanza ya ha escrito bastantes cartas. A las madres, a los padres,
a los hermanos, a los políticos, a los pedagogos, a todos los profesionales
de la educación infantil. Esperanza está terminando
un libro en el que se recogen estas cartas. Quiso hacerlo tenido preparado
para esa ocasión. No ha podido ser. No obstante estará pronto
y espera que cuando llegue el momento el conjunto de sus mensajes os diga
algo profundo, animoso y generador de bondad y belleza. En ese caso, también
de verdad.
Señoras y señores,
amigos y amigas, en el avión, arriba, entre el ancho espacio azul,
envuelto y en el aire inmenso susurros y nostalgias, camino de esta ciudad
síntesis de tierra y agua, cruce de continentes y balcón
del mundo, terraza de flores, de canción y de danzas, Esperanza,
contenta y traviesa me ha dictado esta carta.
(CARTA DE ESPERANZA)
Queridas y queridos amigos
del mundo, educadores infantiles, mujeres y hombres de bondad y ánimo
generoso: Por medio de este hombre, nostálgico y poeta, siempre
naciendo a la vida, os lo digo yo que le conozco bien, y que desde hace
tiempo me presta su voz, quiero deciros una sencilla y bella palabra,
GRACIAS.
Sabéis bien que os digo
gracias en nombre de todos los niños del mundo. Y me siento alegre
y segura porque sé que nos amáis. Que nos queréis
y respetáis con toda sencillez y rotundidad a todos mis hermanos,
niñas y niños de cualquier esquina del mundo. Os habéis
reunido en la ocasión especial de este III Congreso Internacional
de Educación Infantil para seguir en el horizonte de acertar y
mejorar todos vuestros desvelos e inquietudes. Y la ciudad, Cartagena
de Indias, de todas vosotras y vosotros, ya desde ahora y para siempre
vuestra Cartagena, será un sello emocional vital. Cartagena, ciudad
universal de la infancia, ciudad e infancia, realidades abiertas a todos
los horizontes y a todos las esperanzas. Mi nombre y vuestro esfuerzo.
Sabéis que hay muchas
niñas y niños del mundo que nacen para morir. Dura y trágica
experiencia. nacen para morir a destiempo y destruidos por el hambre,
la explotación, la ignorancia, la violencia, la destrucción,
del horror. Y todos sabemos que no son palabras de tintes literarios,
ni juegos florales de entretenimientos románticos. Es una densa,
espesa, removible realidad.
Y sabemos y sabemos mucho más.
A través de vuestros Congresos, acompañando a mi padre,
este hombre que me presta su voz y su calor, he aprendido y ensanchado
mis ojos de vuestras luces e inquietudes. Ahora acabamos de oír
un resumen de los retos, de los conflictos, de lo que conviene hacer,
de por dónde seguir, de cómo hacer una infancia y una humanidad
más feliz y mejor.
Pero, además de saber
hay que hacer. Y eso requiere empuje, ganas, amor a la vida, libertad
y capacidad de estar para los demás. Además de nuestra ayuda,
es permanente la presencia de nuestros padres. Es lo primero que quiere
una pareja que tiene un hijo: cuidar, amar, educar a sus hijos. No es
posible, no es posible, que se generen circunstancias y formas de vida
en que, precisamente, la vida sea enemiga y la muerte amiga. Muerte a
la muerte y viva la vida . La vida digna, libre, igual, justa, autónoma,
respetuosa, digna.
Para ello, el mundo, sobre
todo, los poderosos del mundo, que sois, que somos todos, ya real o potencialmente,
tenemos que decidirnos a querer la vida. Pero no una vida para explorar,
para manipular, para dominar. Sí la vida para que realmente sea
posible y concreta esa ilusión de un mundo regulado por los principios
de los derechos humanos.
Pero menos esquizofrenia, menos
hipocresía y más autenticidad. Si decimos una idea tenemos
que creerla y ponerla en acción. Todos somos responsables y todos
tenemos que despertar. La infancia de cada uno de todos los mayores será
un recuerdo de dolor y tristeza, si pasado el tiempo de la siembra y de
la ilusión, todos pasamos a ser, al tiempo, parte y todo de un
mundo dedicado a mentira, a la falsedad, al mantenimiento de lo que conviene
mientras funciona, vaya en contra de lo que sea, o sea, un lastre de posibilidad.
No necesitamos mucho. No queremos
aprender egoísmo. Ni que se nos chantaje con el engaño de
los mimos compradores y aduladores. Queremos respeto y amor. Queremos
labios que musiten palabras de amistad y confianza. Pupilas cuyo encuentro
nos muestren fogonazos claros de blanca aceptación. Menos firmes,
cálidas, abarcantes, pero abiertas, que encuentren en nuestra piel
y en nuestras manos los campos de acción y de generoso cuidado.
Necesitamos que os organicéis
para que no tengamos que estar siempre en la nostalgia, muchas veces impotente
frente a los problemas, de la mamá o del papá. Trabajad,
ganad prestigio y liderazgo, liberaos y sed todos iguales, aunque ¿sabéis
una cosa?, no os dé vergüenza ser diferentes, pero no nos
dejéis solos, ni frente a la pantalla, ni aislados, ni atados a
engaños o señuelos de adormidera, que tanto nos pueden perjudicar.
Tenemos que olvidarnos de las
guerras. Tenemos que dejar de explotar el planeta. Hay que dejar
de dominar a las personas. No podemos conformarnos con ser animales, puestos
de pie, para hacer el bestia y acabar en el sinsentido de la destrucción.
Es una apuesta. Ese no puede ser el sentido del mundo. Ni de la vida.
Ni de nuestras existencia. Así me lo ha hecho creer mi padre y
así os lo digo aquí y ahora, animosa, emocionada y serena:
sed profesionales, trabajad de la mano de mis padres, en triángulo
inolvidable e inviolable, vosotras y vosotros, mis padres y yo, nosotros,
las niñas y los niños del mundo.
Y por última cosa, que
no quiero agotaros, dicha al oído, suave susurro. Que no esperamos
que lo que haya que hacer lo hagan otros. Todos estamos llamados y comprometidos
a responder y a comprometernos. Todos podemos poder. Quienes pueden deciden
no son ni más mentirosos, ni más explotadores, ni más
gana panes que nosotros. Todo y cada uno podemos hacer que la vida sea
de otra manera. También yo, Por eso, no doblemos el mundo en dos,
los que pueden y los que siempre tenemos que decir, que esos otros no
hacen lo que deben. Cada uno hemos de hacer lo que debemos. Y hacia adelante
el mundo y la infancia del mundo exigen mucha fuerza, ilusión y
ganas. Para que todo sea mejor, para que haya más medios, para
que haya menos guerras y menos gastos en explotar y controlar. Para que
todos generemos una conciencia de más persona, de más belleza,
bondad y verdad.
Me despido de todo corazón,
gracias, ánimo, buen congreso y sembremos en nuestro corazón
un pétalo de la misma flor que diga: es posible y está aquí
la utopía de la esperanza.
Un abrazo muy fuerte y la mejor
sonrisa.
ESPERANZA
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