El interés por
las ficciones o el ensueño es notable en esta edad. La fantasía
es el mundo de experiencia subjetiva creado por el propio niño
o niña. A través de ella el niño o niña plantea
sin duda sus propios problemas y la imaginación aparece entonces
como una reflexión de la vida emocional.
El niño o niña sueña
y su sueño se expresa por la palabra, adquiriendo la forma de una
historia, en la que construye un personaje imaginario, con frecuencia
él mismo, pero que no excluye a otros personajes. Inventa un hermano,
un amigo o un primo, generalmente de la misma edad y el mismo sexo que
él, en el cual proyecta parte de sus experiencias y sentimientos
personales.
Esa fantasía que desarrolla,
no es un peso para el niño o niña; lo abandona, lo retoma
y lo completa cuando a él le sea necesario, pues la fabulación
la completa en el tiempo "como una novela en episodios".
Además, como ya hemos dicho,
ese sueño está mezclado con la realidad y sobre ella construye
una actividad gozosa. La fabulación en este caso no tiene por objetivo
anular la realidad sino enmascararla, es decir, interponer entre el sujeto
y su situación psicológica una construcción imaginativa
que forme una pantalla e impida advertir la verdadera situación.
La situación puede ser
provocada por un sentimiento de vergüenza. El niño o niña
trata de ocultar, a la mirada de los adultos, acciones que él sabe,
o cree, serán condenadas por los adultos. Ante la idea del juicio
que el adulto pronunciará a cerca de él, el niño
o niña siente cierto malestar, que aleja poniéndose a soñar
algo distinto de lo que efectivamente ocurrió o transfiriendo la
acción o situación al compañero imaginario, haciéndolo
protagonista de ello.
La situación también
puede venir dada por un sentimiento de culpa. Llega un momento en que
el niño o niña, que ha interiorizado la ley moral, considera
que según su propia ley una acción que ha cometido es condenable.
Le parece que es demasiado tarde para confesar esa acción y en
consecuencia se siente culpable de ella. Entonces, para sentirse mejor
recurre a la fabulación. Este hecho se suele dar en los niños
y niñas educados en un medio demasiado moralizador donde se insiste
más de lo necesario, con argumentos sentimentales, en el carácter
reprensible de las menores infracciones.
Y por último esta situación
también puede venir dada por un sentimiento de inferioridad. El
niño o niña sueña que es distinto de como es y se
ve en situaciones muy diferentes de las que conoce, identificándose
con los héroes de los cuentos, el cual conoce riquezas, honores
y glorias.
De todos modos, la fabulación
es un estadio normal de la evolución de la memoria del niño
o niña. El niño o niña no distingue lo real de lo
imaginario, la frontera entre sus sueños y sus deseos por una parte
y la realidad por otra, son tan borrosas que dice lo que piensa que ve
y no lo que ve; progresivamente, aprende a discernir la realidad y a distinguir
los productos de su imaginación.
Por lo tanto en ningún
caso debe preocuparnos a no ser que esta persista a lo largo de su desarrollo
evolutivo.