La certificación otorgada a un centro de educación infantil constituye un orgullo para el mismo, pues significa un reconocimiento de su calidad educativa, y en la que intervienen numerosos factores que se dirigen todos a garantizar dicho nivel de calidad.
Esto implica no solo un reconocimiento técnico y profesional, sino también social, por el reconocimiento que el centro de educación infantil recibe de su propia comunidad inmediata y de la sociedad en general.
De igual manera implica mayores oportunidades de que el centro de educación infantil sea seleccionado por la mayoría de los padres, lo que asegura una buena matrícula y la posible futura cooperación más estrecha de los padres de familia, conscientes de la calidad de la institución en la que sus hijos se encuentran.
El hecho del reconocimiento de que la certificación es otorgada sobre la base de niveles de calidad que son marcadamente altos y no fácilmente asequibles a cualquier institución educativa infantil le imparte a la misma una significación trascendente en la opinión social de la comunidad.
Esta certificación, sin embargo, no es eterna, y periódicamente el centro de educación infantil deberá ser sometido a un nuevo proceso de certificación que certifique la permanencia del nivel de calidad previamente adquirido, o incluso de su mayor grado de excelencia, lo cual ha de ser explicado en el apartado correspondiente a la metodología del proceso de certificación.