21 de septiembre «poco que celebrar, mucho que reflexionar»

Por la Resolución 55/82 de la Asamblea General de Naciones Unidas el dial 21 de septiembre se proclama como Día Internacional de la Paz. ¡Que ironía!, celebramos el Día Internacional de la Paz por resolución de un organismo que o cambia o poco sirve para implantar la Paz en el mundo. En sus muchos años de historia ha demostrado ser incapaz de parar ningún conflicto entre países, y mucho menos dentro de cada país.

El día 21 todos los líderes políticos hablarán de Paz; harán unos bonitos discursos, por que dominan la oratoria (en inteligencia lingüística, que diría el Dr. Gadner, sacarían muy buena nota). En todos los medios de comunicación la palabra Paz aparecerá mil y una vez. Todos recordaremos a Gandhi y a Martin Luther King. O ni eso, es un tema tan aburrido que ya ni los medios se harán eco de la noticia.

Si en lugar de sábado este año hubiera sido entre semana, nuestros niños harán dibujos y posiblemente en los Salones de Actos de los colegios se representarán bonitas obras de teatro y cantarán canciones o tal vez veremos en la TV unas grandes manos extendidas haciendo una cadena. Luego nos iremos a nuestra casa tan contentos: hemos celebrado y contribuido a la Paz mundial. Hasta el año que viene.

Y esto nos parece que está muy bien, aunque está claro que no sirve para nada como la tozuda realidad nos demuestra. No solo es que persisten los conflictos armados, sino que basta mirar a nuestro alrededor para comprobar que vivimos en una sociedad cada día más violenta y agresiva, donde poder vivir Juntos y en Paz es cada día más complicado.

Porque la Paz no es solo ausencia de conflictos armados, la paz es poder convivir con el vecino del barrio, con los compañeros de trabajo, con la sociedad que nos rodea. Y eso, a la vista está, es cada día más difícil. Vivimos en un mundo y en una sociedad convulsa dominada por una relación negativa de las conductas y valores del ser humano que son el origen de numerosos problemas y conflictos sociales: violencia de todo tipo, ya entre los niños en los colegios; deterioro del medio ambiente; marginación; pobreza; consumismo; drogadicción; etc. Si profundizamos en las causas de esta visión, no negativa sino realista, fácilmente llegamos al modelo de socialización y de relación predominante en nuestra sociedad: vivimos en la cultura de la violencia y del menosprecio, lo cual es preciso cambiar.

Ante esta realidad todo el mundo pediremos el día 21 (y el día 22, y el 23, y el 24…) que se actúe lo antes posible. Que se desarrollen actuaciones preventivas para frenar comportamientos no deseados. Se demanda que los poderes públicos y los diferentes agentes de socialización (familia, escuela, medios de comunicación…) se pongan de acuerdo y planifiquen propuestas que provoquen un cambio radical en nuestro modelo social . Demanda a la que contestamos, políticamente muy correcto que, de acuerdo, pero luego, hasta el año que viene, hasta el próximo día 21 de septiembre dibujando la blanca paloma, no volveremos a acordarnos.

Es indudable que la sociedad actual debe de cambiar. Y este cambio solo puede venir por la creación de una SOCIEDAD EDUCADORA . Una sociedad donde los agentes que intervienen en la consecución de la paz, actúen de manera coordinada y en una misma línea: los líderes políticos con sabias decisiones que no tengan como consecuencia el enfrentamiento, no ya entre naciones, sino dentro de la propia nación entre los mismos líderes políticos, que en la mayoría de los casos solo podemos calificar de vergonzosa (no hay un espectáculo más patético que ver a los líderes políticos descalificándose mutuamente en lugar de buscar de manera conjunta soluciones a los problemas de la sociedad que han de regir); los líderes sociales , ofreciendo una imagen de esfuerzo y trabajo; los medios de comunicación , ofreciendo unos programas y noticias de calado social y no series de tele basura; la escuela, ofreciendo programas basados en los valores y el respecto y no en la mera consecución de conocimientos.

Solo así, aprenderemos a vivir juntos y en Paz. Aprender a vivir juntos y en Paz no se logra, ni ha logrado, por resolución, por promulgar una Ley o pintando muchas blancas palomas o pronunciando bellas palabras, sin duda cargadas de indudables buenas voluntades y voluntarismo, como la propia sociedad se encarga día a día de demostrarlo.

Tal vez tardemos en conseguir que esta SOCIEDAD EDUCADORA sea una realidad; Tal vez tenga que pasar mucho tiempo o deteriorarse aún más para poder reaccionar. Mientras los que pensamos que cabe un mundo mejor, seguiremos luchando por conseguirlo.

Tal vez los actores que podrían realizar el cambio no lo hagan, pero eso no implica que los MAESTROS Y EDUCADORES lo intentemos. Que intentemos con todas nuestras fuerzas llenar la mente de los niños que educamos de normas, valores, conceptos y comportamientos hacia la asunción de la paz y el rechazo a la violencia como componentes esenciales de su personalidad. Y esto hemos de hacerlo en el momento que el niño forma su personalidad, no después, como la Investigación Científica dicta.
Por ello hemos de hacer que los sistemas educativos contemplen la Educación para la Paz como una prioridad, y que esta se inicie cuando empieza la educación, que no es otro momento que el mismo momento del nacimiento.

Si los sistemas educativos no lo hacen (en definitiva las disposiciones de los gobiernos), lo tendremos que hacer nosotros, los maestros, las ONGs, los auténticos DOCENTES COMPROMETIDOS CON LA PAZ, COMPROMETIDOS CON UN MUNDO MEJOR.
SOLO CONSEGUIREMOS UN MUNDO MEJOR MEJORANDO LA EDUCACIÓN, y en eso, los MAESTROS y EDUCADORES, tenemos un papel fundamental.

Juan Sánchez Muliterno
presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE)



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