EL
JUGUETE Y EL DESARROLLO FÍSICO Y PSÍQUICO DEL NIÑO Y
LA NIÑA
Siempre que se comienza a tratar sobre
las particularidades del juguete y sus efectos y relaciones
con el desarrollo de los niños y niñas,
invariablemente se correlacionan con la significación
del juego, pues en dependencia de la misma es que generalmente
se concibe la elaboración de dichos objetos. Así,
por ejemplo, J. Piaget establece una clasificación
de los juegos que es ampliamente conocida, y en la que
se especifican que estos pueden ser funcionales, de construcción,
de reglas, de roles, y didácticos, si bien estos
últimos no constituyen realmente una categoría
en sí mismos, sino una que es extensible a las
demás, concepto sobre el cual se ha de volver en
un momento posterior.
Sobre la base de esta clasificación
de los juegos se organiza a su vez una idéntica
referente a los juguetes, y se habla entonces de juguetes
funcionales, de construcción, de roles, reglas
y didácticos, que tienen determinados contenidos,
funciones educativas y patrones de acción, estrechamente
relacionados con el desarrollo de los juegos a que se
refieren, y que se materializan en tipos determinados
de objetos que se supone gozan de estas propiedades. De
esta manera el juguete aparece como algo sin significación
en sí mismo como objeto de la realidad, y sus efectos
sobre el desarrollo físico y psíquico se
valoran solamente en sentido de lo que proporciona el
juego como tal. Esto, que en cierta medida es aceptable,
limita, sin embargo, conocer verdaderamente las posibilidades
del juguete para el desarrollo de los niños y niñas,
pues solamente lo concreta a la situación del juego.
Y si bien esta es la actividad más importante del
niño y niña de edad preescolar, no es el
único tipo de actividad que estos realizan, y en
la cual, el juguete, como objeto de la realidad, también
ejerce una acción estimulatoria sobre los distintos
procesos y propiedades psíquicas, aunque no estén
inmersos dentro de una actividad de juego propiamente
dicha.
Por ejemplo, cuando el niño lactante
manipula un objeto cualquiera, como puede ser una pelota
(que generalmente se considera que es un juguete) y realiza
varias acciones repetitivas con la misma, esto realmente
no es un juego, ya que tales acciones se dirigen a conocer
el objeto, sus particularidades y propiedades, y no a
obtener un goce o disfrute con el mismo. A esta primera
fase de la actividad con objetos es lo que se suele llamar
como manipulación de objetos, y que siempre está
dirigida al conocimiento de las características
externas de los mismos. Pero, no obstante no está
en una actividad propiamente de juego, sin embargo, dicho
objeto (el juguete) ha propiciado una estimulación
de diversos procesos y cualidades psíquicas, tales
como la discriminación y diferenciación
perceptual, la concentración de la atención,
la generalización de relaciones, el razonamiento,
en fin, ha tenido un efecto importante a los fines del
desarrollo del niño o la niña.
Claro está, si esto también
puede o no considerarse como juego en una discusión
histórica dentro de la ciencia psicológica,
algo que no va a ser objeto de análisis en el momento,
lo importante es hacer notar que las posibilidades del
juguete para el desarrollo no solo se circunscriben a
la actividad de juego en sí misma, sino que van
más allá, al conjunto de todas las actividades
que el niño y la niña realizan en su transcurso
evolutivo. Y que, por lo tanto, su estudio no solamente
ha de hacerse en relación con sus posibilidades
para concretar los objetivos del juego, sino de las más
variadas actividades que los niños y niñas
hacen, y consecuentemente, referidos a todas sus cualidades
y procesos psíquicos y físicos. Y esto amplía,
la viabilidad del juguete como medio para potenciar el
desarrollo infantil.
De esta manera la finalidad de un juguete
es estimular la actividad y la iniciativa de los niños
y las niñas, posibilitando así que los más
diversos procesos y cualidades psíquicas, así
como las destrezas motrices, se desarrollen en relación
con las particularidades intrínsecas de cada tipo
de juguete y lo que este fundamentalmente promueve en
cada acción psíquica o física. Se
remarca señalar el aspecto "fundamental"
que cada tipo de juguete potencia, para destacar que en
un mismo objeto-juguete están asentadas no solo
la acción psíquica que constituyen su función
principal, sino también otras sobre las que igualmente
ejerce un efecto, aunque no sea tan destacado en algunos
casos. En el caso de la pelota anteriormente mencionado,
si bien es obvio suponer que su principal dirección
sea activar la actividad motora gruesa y los movimientos
finos de la mano para el agarre, también actúa
sobre la percepción de la forma, la sensibilidad
táctil, la discriminación visual, entre
otras propiedades. Ello evita considerar a un tipo de
juguete exclusivo para una determinada particularidad
del desarrollo, sino que abarca un amplio rango de posibilidades
de estimulación.
Un fin principal del juguete lo es también
el ofrecer al niño y la niña la oportunidad
de expresarse y poner en práctica las nuevas habilidades
adquiridas en las sucesivas fases de su desarrollo normal,
en particular en la etapa infantil en la que el juego
es la actividad fundamental y parte consustancial del
medio en el cual se educan, constituyendo el instrumento
básico de su proceso educativo.
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