LOS
PADRES Y LOS JUGUETES
A los padres es bueno enseñarles,
no solamente juegos y actividades, sino también
como usar los juguetes en el hogar. En este sentido, pueden
adaptarse las anteriores recomendaciones, a las cuales
podemos añadir las siguientes:
Los hijos deben escoger libremente sus juguetes,
por lo que los padres no deben imponerles sus propios gustos.
Solo es aconsejable realizar alguna intervención
cuando el niño o la niña seleccionan un juguete
no adecuado para su edad y desarrollo.
Los padres deben dejar jugar a sus
hijos con sus juguetes. No es infrecuente que se le compre
al hijo un juguete, y luego sea el padre o madre el que
juegue con el objeto. Por otra parte, el juguete que se
le compra al niño o niña es para su uso
voluntario y no para tenerlo de exhibición. En
más de una ocasión hemos conocido de casos
en que la niña, por ejemplo, tiene una colección
de muñecas con las que nunca ha jugado, pues los
padres le han coartado su uso, porque "las rompen",
o " ha costado mucho dinero".
Los
padres han de saber que el juguete más costoso
no es siempre el mejor, y han de preguntar a los educadores
respecto a cuales adquirir para sus hijos. También
en ocasiones se ve a padres que compran un juguete que
les parece "lindo", y que luego el hijo o hija
no disfrutan, y dejan pasar por alto otro que realmente
es fundamental para su desarrollo.
Aunque se redunde, los padres han
de saber que el juguete no enseña a jugar, y que
deben enseñar a sus hijos las acciones lúdicas,
en una actividad conjunta plena de afectividad, paciencia
y comprensión.
Los padres han de evitar en sus hijos
la formación de una actitud consumista hacia los
juguetes, y que no todo en la vida se puede tener.
Los progenitores a su vez han de
enseñar a sus hijos a compartir sus juguetes con
otros amiguitos, y posibilitar el contacto grupal de los
mismos.
Padre y madre han de jugar indistintamente
con sus hijos varones y hembras, y en ocasiones hacer
de esto un evento que agrupe a toda su familia nuclear.
Al igual que con los educadores, muchas
otras recomendaciones
pudieran darse a los padres para el mejor uso de los juguetes
con sus hijos, vayan estos pocos consejos como un alerta
inicial de los que han de tomar en cuenta en la educación
de sus hijos.
Así, el juguete expresa su importancia
como elemento desarrollador de la formación y educación
de los niños y las niñas, y destacan sus
enormes potencialidades para la estimulación de
todas sus inteligencias.
Epilogo
Jugar es la primera y principal, no solo
actividad, sino obligación de los niños
y niñas. Por eso su concepción deberá
estar expresamente pensada para ellos y cumplir una serie
de normas de seguridad que no se fijan de manera aleatoria
ni gratuita, sino tras un largo estudio por parte de los
expertos.
Desde el juguete de lata hasta nuestros
días, la evolución de la seguridad en el
juguete ha sido constante e incluso, en algunos aspectos,
espectacular. El uso de nuevos materiales o diseños
especiales, entre otras medidas, están enfocados
a lograr que el juego del niño o niña sea,
ante todo, un juego seguro.
El Consejo de Ministros del 30 de junio
de 1990 aprobó el Real Decreto que confirma la
adopción en España de la Directiva 88/378
del Consejo de las Comunidades Europeas, sobre seguridad
de los juguetes. En su Anexo II, este Real Decreto detalla
los riesgos particulares a evitar en la fabricación
de los juguetes y de los materiales que los componen,
considerando las razones de uso de los mismos y la edad
de los niños o niñas a los que van destinados.
El Real Decreto divide los riesgos en
cinco grandes grupos: propiedades físicas y mecánicas,
propiedades químicas, propiedades eléctricas,
higiene y radiactividad. Un pequeño repaso de los
principales aspectos analizados nos permitirán
profundizar en los puntos más importantes de la
seguridad de los juguetes.
En el aspecto relacionado con las propiedades
físicas y mecánicas, se exige la comprobación
de la resistencia mecánica de los juguetes y de
cada una de sus partes, para evitar que la rotura o deformación
de los mismos pueda causar heridas. Hace hincapié
también en los riesgos derivados de los bordes
y puntas accesibles de los juguetes. Dentro de este apartado
las normas son especialmente exigentes en lo que a los
niños o niñas menores de 36 meses se refiere.
Con respecto a la inflamabilidad se recogen
las condiciones que al respecto deben cumplir los juguetes
y los materiales de composición. Así, en
caso de contacto con el fuego la llama ha de apagarse
cuando se retire el juguete del foco, y, en caso de arder,
ha de hacerlo lentamente y con poca velocidad de propagación
de la llama.
Para evitar el riesgo de inflamabilidad
no se permite el uso de celuloide, ni de materiales de
superficie filosa que presenten un efecto relámpago
al aproximarlo a la llama. Por otra parte, los juguetes
no deben contener gases, sustancias ni líquidos
inflamables o susceptibles de serlos en contacto con otros
elementos.
En el apartado de las propiedades químicas,
la normativa especifica: "los juguetes serán
diseñados y fabricados de forma que su ingestión,
inhalación, contacto con la piel, las mucosas o
los ojos no presenten riesgos para la salud o peligro
de heridas".
se establecen, además, una serie
de limitaciones en el uso del plomo, antimonio, arsénico,
bario, cadmio, cromo, mercurio y selenio.
En cuanto a la higiene y la radioactividad,
los juguetes deben ser concebidos y fabricados de manera
que se satisfagan las condiciones de higiene y limpieza
a fin de evitar los riesgos de infección, enfermedad
y contagio. Asimismo, no podrán contener elementos
o sustancias radioactivas en proporción perjudiciales
para la salud.
Pero tenemos que tener siempre presente
que la seguridad de un juguete no depende exclusivamente
de su concepción, diseño y fabricación.
Un factor fundamental en la seguridad de estos es la correcta
elección de los mismos en función de la
edad y capacidad intelectual de los niños o niñas.
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