1.- PREVIO
Desde el mismo momento de la concepción,
el niño o la niña cuenta con una carga genética
que hereda del padre y de la madre y determina como serán
sus características psico-orgánicas, porque su aspecto
exterior marcará también en el futuro su forma de
ser.
La carga genética también transmite
algunas características que forma la estructura de la futura
personalidad. Estos factores genéticos o heredados hacen
que cada niño o niña reaccione de forma distinta en
su contacto con el ambiente que le rodea, es decir, dispone de su
propio temperamento.
La personalidad futura será el resultado
del temperamento y las acciones educativas que reciba de los adultos
(padre, madre, hermanos, abuelos, educadores, etc.) y de las relaciones
que establezca. El niño o la niña irá creando
una conducta en función de las reacciones que los adultos
tengan ante sus comportamientos y de las diferentes experiencias
que vaya acumulando.
Progresivamente, recibirá un aprendizaje
del comportamiento preestablecido por la cultura del grupo social
en que vive. El desarrollo de su conducta será diferente
al del resto de los niños y niñas de su mismo grupo
social porque las diferencias biológicas le harán
reaccionar de modo distinto ante el aprendizaje social y sus características
individuales (salud, enfermedades, número de hermanos, lugar
que ocupa entre ellos, separaciones temporales de la familia, escolarización
temprana o tardía, etc.) interactuarán con su temperamento.
El niño o la niña desarrolla el
aprendizaje de la conducta repitiendo los comportamientos que
reciben la atención o la aprobación de los adultos,
y descartando aquellos en los que fracasa la atención
y la aprobación. Aquí radica la importancia que
adquiere la actuación por parte de los adultos reforzando
los comportamientos positivos y mostrando desaprobación,
en muchos casos indiferencia, ante los negativos.
Otros comportamientos que el niño o la
niña adopta son aprendidos por imitación, observando
a los demás y las consecuencias de sus comportamientos.
Si deseamos que el niño o la niña
desarrolle una conducta adecuada, deberemos proporcionar modelos
de comportamiento positivo a su alrededor.
Es importante destacar que, si el niño
recibe mayor número de aprobaciones, desarrollará
realizaciones con seguridad y confianza aunque presenten cierto
grado de dificultad porque su autoestima se verá reforzada.
Sin embargo, si su comportamiento produce desaprobaciones continuadas,
el niño o la niña será incapaz de consolidar
una mínima autovaloración y autoconfianza.
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