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5.- AUTOESTIMA Y SEGURIDAD EN SÍ MISMO
La autoestima es la forma de sentir respecto a
nosotros mismos, el concepto del propio valor o lo que pensamos
de nosotros.
Todo niño o niña normal nace con
el potencial necesario para alcanzar la salud mental. Indispensable
para lograr este objetivo es poseer una autoestima elevada, que
se fundamenta en la creencia del niño o niña de ser
digno de amor y que importa por el hecho de existir, sintiendo que
se valora y respeta su individualidad.
El niño o la niña posee cualidades
y recursos internos suficientes para gustarse a sí mismo.
Desde que nace aprende a verse como considera que le ven las personas
que le rodean. Su imagen la construye en función del lenguaje
verbal y corporal, de las actitudes y los juicios que sobre él
emiten las personas que considera importantes. Se juzga a sí
mismo comparándose con los demás y según sean
las reacciones de éstos hacia él.
La pobre opinión de sí mismo afecta
su estabilidad y constituye el núcleo de su personalidad,
determinando la forma en que utiliza su potencial.
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La autoestima alta surge de las experiencias positivas,
produce en los niños y niñas seguridad, propia
aceptación y la confianza suficiente para poder realizarse
en todas las áreas de la vida, Las expectativas sobre
sí mismos serán apropiadas, alcanzando en el futuro
la estabilidad emocional.
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La autoestima pobre da lugar a la inseguridad, una
escasa resistencia a la frustración, un bajo sentido
de quien es y provoca ansiedad. El niño o la niña
se siente inepto y carece de motivación para relacionarse
de forma positiva o comenzar nuevos aprendizajes. Suele ser
una de las principales causas de las conductas desadaptadas
en la infancia ya que cuando el niño o la niña
tiene un concepto negativo de sí mismo, cree ser "malo"
y adecua sus comportamientos a este juicio. Normalmente por
ello se le regaña, juzga, castiga y rechaza, arraigando
en él con más firmeza la convicción de
"ser malo". Por necesidad de coherencia interna evita
entonces que le lleguen mensajes positivos.
El modo como nos vemos a nosotros mismos, a los
demás y al mundo que nos rodea se crea durante la primera
infancia en el ámbito familiar. Las impresiones que adquirimos
entonces, nos acompañan toda la vida.
Nosotros podemos y debemos fomentar una autoestima
elevada en nuestros niños y niñas con sólo
seguir unas pautas sencillas pero valiosas. Precisamente por su
gran valor es preciso insistir en ello:
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QUE EL NIÑO O LA NIÑA SE CONSIDERE ACEPTADO
Y AMADO INCONDICIONALMENTE. No basta con que le demos todo nuestro
amor, debemos asegurarnos que él lo siente y experimenta.
Tiene que percibir que se respeta y acepta su individualidad.
Aceptar al niño o la niña significa sobre todo no confundir el valor de su existencia con el de su comportamiento.
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TIENE QUE SENTIRSE VALIOSO, UTIL Y CAPAZ, vinculado a los
grupos que pertenece (familia, clase, etc.) y recibir de éstos
seguridad y confianza; interiorizando formas de conducta positivas
porque no se hacen juicios de valor sobre su persona, sino
sobre aspectos de su comportamiento.
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DEBE DESARROLLAR SEGURIDAD INTERIOR para afrontar con éxito
las dificultades que se le presenten. Para ello se le pedirá
que concluya las tareas que comience, se le asignarán
responsabilidades en función de su edad y capacidad,
no se hará nunca por el niño o la niña
aquello que sea capaz de hacer solo, se le ayudará a
aceptar las consecuencias de sus acciones y a medir sus posibilidades
antes de comenzar una actividad.
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QUE PUEDA AFIRMARSE COMO INDIVIDUO. Cada niño o niña
es único e irrepetible y necesita sentirse distinto a
los demás. No es cierta la creencia de que los padres
y las madres deben tratar a todos los hijos por igual, del mismo
modo ocurre con los educadores y sus alumnos. Cada niño
o niña debe sentir que es especial y singular.
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PROPORCIONAR UN AMBIENTE SIN CONDICIONES PARA EXPRESAR LIBREMENTE
SUS SENTIMIENTOS Y CUIDAR LAS EXPECTATIVAS INADECUADAS. Se fomentará así su capacidad crítica, permitiendo que piense
por sí mismo, aunque no coincida con los pensamientos
del padre, de la madre o del educador.
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QUE ADQUIERA UNAS PAUTAS DE CONDUCTA Y UNA ESCALA DE VALORES
PERSONALES que le sirvan de referencia para que su forma
de pensar y actuar adquiera coherencia, para que aprenda a distinguir
el bien del mal. Padres, madres y posteriormente educadores
las personas cuya estima y aprobación busca con más
esfuerzo, por ello serán los modelos que intente imitar.
Estos modelos como luego veremos deben ser coherentes en sus
mensajes y actuaciones.
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