3.- EL GRUPO FAMILIAR
Durante la infancia y la niñez, las influencias
ambientales que actúan sobre el niño o la niña
provienen principalmente del ámbito familiar. Otros agentes
socializantes son el ámbito escolar, los medios de comunicación,
las relaciones de la calle, etc.
Como se vio con anterioridad, la madre es la primera
persona con quien el niño o la niña establece un vínculo
en los dos primeros años. Luego, progresivamente, la madre
empieza a compartir este vínculo con el padre, los hermanos,
los educadores, los amigos y amigas.
Aunque el padre interactúe afectivamente
con el niño o la niña y participe en satisfacer sus
necesidades, es a partir del tercer año cuando empieza a
cobrar protagonismo en su vida. El pequeño o pequeña
también comienza a diferenciar las actitudes y rasgos de
personalidad del padre y de la madre, aprendiendo a dirigirse a
uno u otro en función de su interés y beneficio, consiguiendo
en muchos casos oponer al uno contra el otro.
El padre y la madre no deben dejarse manipular.
Es imprescindible que estén de acuerdo sobre sus roles personales
en la familia, establecer normas de conducta y ajustarse a ellas
con firmeza para que el niño o la niña pueda interiorizarlas
logrando progresivamente autodisciplina y abandonar la idea de que
con maniobras, con críticas y protestas logrará sus
deseos con todo el mundo.
Recordemos aquí que los niños
y niñas imitan los rasgos acentuados de la personalidad del
padre o de la madre, o bien los opuestos.
Las influencias del ámbito familiar no sólo
provienen de la relación del niño o la niña
con el padre y la madre. La relación entre hermanos es aún
más decisiva para el desarrollo de la personalidad del infante.
Este ve a sus hermanos más próximos a él, con
intereses y actividades más comunes, los considera un modelo
a imitar, también competidores en las atenciones y el afecto
del padre y la madre.
Hay dos principios que debemos conocer. El primero
es el principio de los opuestos: Los rasgos de personalidad
del segundo hijo o hija casi seguramente serán contrarios
a los del primero, si la diferencia de edad entre ambos es menor
de seis años. Esto se debe a que casi siempre el segundo
recibe más atención (favorable y desfavorable) por
características diferentes a las del primero.
Otro principio es el de la expectativa cultural.
Nuestra sociedad aún espera que las niñas sean agradables,
ordenadas, limpias y cariñosas, que ayuden a mamá
en la casa y que tengan buenas notas. De los niños se espera
que sean más activos y agresivos, que se preocupen menos
por las tareas escolares y las domésticas, les gusten los
deportes competitivos y, en general, que tengan más libertad
de acción.
La posición que el niño o la niña
ocupa en la constelación familiar también determina
algunos rasgos de su personalidad que pueden ser comunes en muchos
casos. Sin embargo, no debemos olvidar que, al ser cada niño
o niña irrepetibles, no siempre han de desarrollar personalidades
similares.
No podemos hacer un análisis aquí
de todos los casos por la cantidad infinita de combinaciones y variaciones
según el orden de nacimiento, el número de hermanos
y hermanas, el sexo de cada uno y sus edades, pero intentaré
destacar algunos rasgos de los casos más habituales.
3.a.- El hijo o hija mayor
Durante los primeros años, el primogénito
es único y recibe todo el amor, la atención, la inseguridad
y la inexperiencia del padre y de la madre que, por lo general,
tienden a sobreproteger y dejarse manipular por el niño o
la niña. Cuando se ha acostumbrado a su situación
privilegiada, es desplazado por el segundo hijo o hija.
Si la diferencia entre ambos es mayor de cinco
años, no suele representar una amenaza para el mayor porque
éste ya tiene un lugar en el mundo exterior a su familia
y una identidad establecida.
Cuando la diferencia es menor de cinco años,
el mayor ve su vida perturbada. Considera al bebé un intruso,
una amenaza y se encuentra desplazado, hagan lo que hagan el padre
y la madre. El primogénito siente celos en mayor o menor
grado y es posible que los manifieste con comentarios verbales de
rechazo, con conductas exageradas para atraer la atención
de los adultos o con regresión en habilidades que ya había
adquirido. Cuando el segundo es de distinto sexo, las reacciones
negativas del mayor no son tan extremas.
Habitualmente los hijos mayores se esfuerzan mucho
por complacer a los padres, suelen tener muchas cualidades parentales,
cuidan de sus hermanos, son más responsables, verbales y
con dotes de liderazgo. Es posible que tiendan a ser introvertidos
y que deseen ser los mejores en lo que realicen, pueden convertirse
en perfeccionistas que se preocupan por todo y no se atreven a cometer
errores o a decepcionar a los padres u otra autoridad. No le gustan
los cambios, es más tenso, más serio y reservado que
los demás, le cuesta aceptar las críticas, utilizan
su poder para salirse con la suya y toleran menos los errores ajenos.
- La hermana mayor de mujeres, por lo general, es brillante,
fuerte e independiente, capaz de cuidar de sí misma y
de otros. Es desenvuelta, organizada y dominante.
- La hermana mayor de varones es una mujer fuerte, independiente,
práctica, sensata y tiene un buen nivel de autoestima,
aunque a veces puede parecer retraída.
- El hermano mayor de varones es "el jefe", en muchos
casos un líder de hombres y le gusta estar al mando en
todos los aspectos de su vida. Es muy meticuloso con su persona
y sus posesiones. Puede ser perfeccionista en algunos aspectos
como desear el orden en casa o querer ganar en todos los juegos.
Suele tener éxito en lo que hace.
- El hermano mayor de mujeres es más desenvuelto y divertido
que el hermano mayor de varones. En algunos aspectos puede ser
un hedonista, pero considerado y desprendido. Le gusta ser líder
y jefe en el trabajo, pero siempre será simpático
y transigente.
3.b.- El segundo y el menor de los hijos o hijas
El segundo hijo o hija se encuentra con un hermano
o hermana más grande, más fuerte y más capaz
de hacer cosas que él, es su modelo a imitar. La relación
varía entre compañerismo y rivalidad. Disfruta estando
con el mayor pero envidia sus privilegios y compite por lograr la
atención y aprobación del padre y de la madre. Intenta
emular las habilidades por las cuáles el mayor recibe atención,
pero al no lograrlo, desarrolla las opuestas para conseguir su objetivo.
Cuando la diferencia de edad es mayor de seis años,
el segundo lo considera como un adulto y en vez de igualarlo o ser
su opuesto, pretenderá manipularlo como hace con el padre
y la madre.
Con el segundo hijo o hija, el padre y la madre
tienen más experiencia, menos inseguridad, ansiedad, expectativas
y tiempo para dedicar en exclusiva al nuevo bebé. Por eso
desarrollan menos conductas indulgentes, respetan más su
ritmo de evolución y lo presionan mucho menos. En consecuencia
la maduración es más natural pero los logros son menores
en el segundo hijo o hija.
Habitualmente, el segundo hijo o hija es el pequeño
de la familia, y es posible que continúen tratándole
así toda la vida. Los hijos o hijas menores suelen carecer
de autodisciplina, les cuesta tomar decisiones porque siempre tuvieron
a alguien mayor que resolvía todo y siguen esperando que
les resuelvan los problemas. También puede ocurrir lo contrario
y rechazar toda ayuda. Suelen tener menos ambiciones en la vida
que los mayores, son propensos a quebrantar reglas sociales y a
dedicarse a actividades creativas. Enfrentan la vida de forma aventurera,
les gusta probar cosas nuevas, desarrollar un estilo manipulador
para conseguir lo que desean. Tienden a ser seguidores más
que líderes y, en función del trato que hayan recibido
en la familia de origen, pueden ser sociables, simpáticos
y desenvueltos, o bien tímidos e irritables.
- La hermana menor de mujeres tiende a ser espontánea,
alegre, aventurera, "la pequeña" toda su vida.
Posiblemente desordenada y caprichosa. Puede llegar a ser competitiva
(sobre todo con los hombres), veleidosa o impredecible.
- La hermana menor de varones suele ser simpática, optimista,
atractiva y divertida. En ocasiones es la preferida de la familia
y las cosas tienden a salirle bien con poco esfuerzo. En su
vida adulta elegirá amistades masculinas y en el trabajo
se desenvolverá mejor como empleada con un jefe varón
de avanzada edad.
- El hermano menor de varones puede ser intrépido, audaz,
testarudo, caprichoso y rebelde. Con frecuencia es impredecible
y cambia de estado de ánimo repentinamente. No le gusta
hacer planes, vive en función del presente y de sus deseos
inmediatos. Puede ser simpático y encantador cuando todo
le va bien y mostrarse ausente cuando la situación no
le agrada. No le gusta perder y es tímido con las mujeres.
- El hermano menor de mujeres recibe cuidados femeninos durante
toda la vida. Si las hermanas fueron dominantes en su infancia,
tenderá a ser rebelde, si el caso fue contrario, dispondrá
de autoestima alta. Todos los miembros de la familia suelen
mimarle, así que no precisa esforzarse para atraer atención.
Puede convertirse en embaucador y da por sentado que las mujeres
lo apreciarán y complacerán toda la vida. Aunque
en general es afable, suele tener cambios de humor. No le gusta
cumplir normas y se desenvuelve mejor en actividades que no
requieran automotivación. No suele entrar en competitividad.
3.c.- El hijo o la hija del medio
La llegada del tercer hijo o hija afecta más
al segundo que al primero. Este no sólo tiene a alguien más
grande y capaz que le marca el paso, además se siente desplazado
por la llegada de un bebé más gracioso y dependiente.
Es a la vez el hermano mayor del que sigue y el hermano menor del
primero, por lo que puede sentir confusión sobre su identidad
y no desarrollar rasgos distintivos porque vacila entre ser como
el mayor o como el pequeño.
Nunca vive la experiencia de contar con el padre
y la madre para él solo, ni recibir tanta atención
como el primogénito.
De adultos, tienden a ser menos capaces de tomar
iniciativas o pensar de forma independiente. De los hermanos y hermanas,
son los que tendrán menos éxitos escolares, suelen
pensar que la vida es injusta y para sentir que son importantes
se vuelven competitivos y adoptan actitudes destructivas si con
ellas se ven triunfadores. En general, desarrollarán hábitos
y comportamientos molestos que llamen la atención. Son más
responsables que los menores, pero tienen más problemas y
se muestran más introvertidos que sus hermanos o hermanas.
Llegan a ser expertos en tratar con todo tipo de personas, amigables
y buenos negociadores porque han aprendido a "tratar"
con las diferentes personalidades de sus hermanos. De adultos elegirán
trabajos que requieren tacto, pero poco empuje y también
en los que puedan obtener atención, reconocimiento y afecto.
Son muchas las combinaciones posibles de la posición
intermedia, variando en función de la edad, el sexo y la
cantidad de hermanos y hermanas, pero en general, el hijo o la hija
del medio desarrollará más rasgos característicos
propios de la posición de nacimiento a la que está
más cercano
- El que está exactamente en medio de los hijos o hijas
del mismo sexo se encuentra en la peor situación. Recibirá
menos atención y necesitará competir más,
tendrá una mezcla equitativa de características
propias del mayor y del menor, sintiendo más ansiedad
y será más autocrítico.
-
Si el hijo o la hija del medio es de diferente
sexo del resto, recibirá más atención de
toda la familia y, en el caso de ser mimado, tendrá dificultades
para hacer amigos de su mismo sexo.
3.d.- Los hijos o hijas únicos
Están a la vez en el mejor y el peor de
los casos. No tienen que enfrentarse a situaciones en las que se
sientan desplazados, tampoco tienen que competir por las atenciones
y el tiempo que les dedican el padre y la madre. Suelen tener muchas
de las características del primogénito pero al mismo
tiempo conservan ciertos rasgos infantiles de adultos.
La falta de contacto con otros niños y niñas
en los primeros años puede provocar en ellos una tendencia
a ser solitarios, introspectivos y no saber compartir porque no
están acostumbrados a lidiar con las complejidades de otros
seres humanos.
Los rasgos de personalidad van a depender, más
que en el caso de hijos e hijas con hermanos y hermanas, de las
influencias del padre y la madre. En la mayoría de los casos
se sienten bien consigo mismos, con alta autoestima y menos necesidad
de controlar a los demás. No sienten resentimientos frente
a la autoridad, esperan y aceptan ayuda, pretenden mucho de la vida,
suelen destacar en el colegio, tener éxito y tendencia al
perfeccionismo. En general, de adultos son personas bien adaptadas.
-
El hijo único suele ser más
favorecido que la hija única. Recibe constante aprobación,
aliento y respaldo. A menos que lo desee, no se desvive por
nadie. Habitualmente es el "geniecillo" de la familia,
atractivo y un poco solitario
- La hija única piensa que es una persona especial. Anhela
recibir aprobación. Es a la vez madura y perpetuamente
infantil. Suele estar sobreprotegida por el padre y la madre y
espera similar protección siendo adulta. Suele ser muy
inteligente y competente, desea tener amistades con relaciones
estrechas pero no está muy capacitada para lograrlo fácilmente.
3.e.- Relaciones sociales con niños
y niñas de la misma edad
La interacción con iguales le hace descubrir
las diferencias físicas y de situaciones familiares entre
él y los demás, aportándole una experiencia
tremendamente rica. Acosa al padre y la madre con preguntas al respecto
y establece comparaciones entre los amigos, amigas y él.
El período entre los dos y los ocho años
marca la aparición de las diferencias individuales en cualidades,
rasgos de personalidad y habilidades interpersonales. Los niños
y niñas juegan juntos y manifiestan distintos niveles de
actividad, de iniciativa, de habilidades motrices o de lenguaje,
desarrollan diferentes capacidades para atender y recordar nuevas
ideas. Su grado de agresividad, egoísmo, consideración,
solidaridad, etc., es distinto. Aparece el líder y los seguidores,
el introvertido y el extrovertido, el cobarde y el valiente, el
temeroso y el osado, etc.
Para el desarrollo personal y social es vital el
juego en general y el juego simbólico en especial, a través
de él los pequeños aprenden a conocerse a sí
mismos, a los demás y a manejar las tensiones de las relaciones
interpersonales.
Si el niño o la niña no tiene oportunidad
de jugar con iguales, pierde una experiencia vital de aprendizaje
social y lo más probable es que se convierta en una persona
inepta e insegura de sí mima en las relaciones con otras
personas. |