8.- EL MODELO A IMITAR La
familia, además de ser la transmisora de la herencia genética,
representa el primer contexto social donde el niño o la niña
se desenvuelve. Es, por tanto, el pilar básico de la educación
y la socialización porque la personalidad infantil se forma
en la relación con los demás y de la calidad de estas
primeras experiencias va a depender la madurez y el equilibrio emocional
de los pequeños.
La familia está constituida principalmente
por padre, madre e hijos que forman una comunidad basada en un hogar
común y las interrelaciones de sus miembros. Dentro de la
comunidad familiar, los principales educadores son los padres, se
encargan del bienestar y la salud física, de establecer las
normas de convivencia y moldean la conducta de los hijos e hijas
a través de su experiencia y actuaciones. Principalmente,
la familia es un ámbito donde la persona se siente atendida,
acogida, aceptada, protegida y amada.
Todas las familias de una misma cultura comparten
criterios sobre las costumbres, las normas de comportamiento y los
valores. Enseñan al niño o la niña a comportarse
según se espera en la cultura en que vive acompañándole
y dirigiéndole desde la total dependencia hacia la autonomía
y madurez.
El niño aprende a comportarse según
las pautas de conducta que observa en otras personas que toma como
modelo. Elige a esas personas porque despiertan su interés
o las valora de forma positiva. El padre y la madre deben tener
presente en todo momento que el niño o la niña hace
lo que ve hacer, no lo que le dicen que haga. Principalmente, son
sus modelos a imitar. Por ello, la unidad de criterios es de vital
importancia.
No está en nuestras manos modificar los
planteamientos de la sociedad, de los medios de comunicación,
pero si es factible que en agentes más decisivo, el ámbito
familiar, los criterios sean comunes en sus principios básicos.
El padre y la madre han de estar de acuerdo en
las pautas a seguir, acordar sus actuaciones ante los comportamientos
a crear o eliminar, y mantenerlas con firmeza, no con inflexibilidad.
No deben aclarar las dudas o las opiniones contradictorias delante
de los hijos o hijas, ni comentar sobre ello cuando están
presentes.
Los pequeños imitan comportamientos en los
que observan resultados eficaces, sin discernir si están
bien o mal. Los héroes de las series televisivas suelen triunfar
gracias a comportamientos agresivos, engañosos y faltos de
escrúpulos morales y en el ambiente de la calle siempre parece
salir triunfador el que más violencia verbal o física
ejerce.
Nunca es demasiado pronto para inculcar en los
niños y niñas unos sólidos valores humanos,
nuestra mirada atenta puede prevenir el que tomen modelos inadecuados
para imitar su comportamiento. |