10.- LA SEGURIDAD AFECTIVA NECESARIA
Un niño o una niña
no puede disfrutar plenamente de la vida si no se siente en confianza,
en seguridad afectiva, si no se le escucha y reconoce en tanto que
individuo.
Cada uno tiene sus necesidades afectivas
propias, su personalidad, su pasado, su ritmo de vida. Las intervenciones
del adulto deben dar a cada niño o niña la sensación
de una presencia generadora de confianza y seguridad. Cuanto más
pequeños son los niños o niñas, en mayor grado
consideran al padre o madre como el recurso supremo en caso de una
dificultad grave de un conflicto importante. La intervención
inmediata, satisface plenamente. El «espera, ya voy» sin consecuencias
deja al niño o niña desorientado. La promesa no cumplida
perjudica la credibilidad.
Hemos de crear un clima afectivo
y de seguridad para el niño, que solamente podremos conseguir
cuando él perciba que es especialmente querido, y que puede
comportarse, dentro de los patrones establecidos, en libertad. Es
necesario que él sienta la seguridad afectiva, junto a una
seguridad material y física, que le permita la acción
y la expresión sin miedos. |